Su lado más humano: en el pico de la pandemia, Angie Peña ayudó a los más necesitados

TEGUCIGALPA, Honduras

La nobleza de su corazón es una de las cualidades que más resalta en Angie Samanta Peña Melgares, la joven de 22 años que desapareció hace seis días cuando hacía actividades recreativas a bordo de una moto acuática en la isla de Roatán.

Aunque es amante particularmente de los gatos, no distingue entre los animales para preocuparse por su bienestar. Además, pasa al pendiente de los prójimos, en especial de aquellos que tienen grandes necesidades.

Siempre piensa en cómo puede ayudar, sin importar cuan críticas sean las circunstancias, como las que rodearon el punto más álgido de la pandemia en Honduras entre junio y agosto de 2020.

En aquel momento, Angie visitó junto a su madre, Michelle Melgares, el Hospital Escuela para entregar platos de alimentos a las personas más desposeídas.

Tenían la previsión de que encontrarían un escenario en el que la comida sería anhelada; no obstante, una vez en el centro asistencial, el contenedor que habían llevado repleto se vació mucho más rápido de lo que pensaron.

«La comida se hizo súper poquita. Vimos a la gente acostada en la calle, sobre cartones y muy enferma. Se me partió el corazón», relató, entonces, Angie.

No obstante, la joven se quedó insatisfecha con esa buena obra y se dijo a sí misma que quería hacer más en beneficio de la gente.

Los azares de la vida llevaron a que instantes más tarde su amiga Jennifer Rodríguez le envió un mensaje con el único propósito de que se unieran para ayudar a los más necesitados.

Juntas, lanzaron la iniciativa «Una mano amiga» cuya intención era recolectar fondos e insumos para hacer visitas a hospitales públicos y otros lugares donde suelen encontrarse las personas más desamparadas.

«Cualquier ayuda, por pequeña que sea, es bienvenida. Hay mucha gente que va al hospital solo con el dinero del pasaje y, si les da hambre, aguantan esto todo el día», dijo Angita, como la conocen algunos de sus seres queridos.

«Es difícil estar enfermo, con hambre y aguantando sol. Queremos ayudar a esa gente a que por lo menos tenga algo de comer (…) además, hay muchos que aunque no estén esperando una cita en el hospital no significa que no tienen necesidades. El punto es ayudar lo más que podamos», profundizó.

UN DÍA DE BENDICIÓN. El 8 de agosto fue de gozo para decenas de personas en Tegucigalpa y Comayagüela, pues pudieron degustar un ansiado alimento y algo de beber, cortesía del dúo de amigas altruistas.

Vendedores ambulantes, barrenderas, guardias, mendigos y personas sin hogar degustaron burritas, galletas, refrescos y jugos. También, recibieron ropa nueva y se despojaron de su antigua mascarilla, los que sí tenían, y se pusieron una nueva.

«Las mascarillas la gente las reutiliza; es mentira que las personas tienen dinero para estar comprando tapabocas diariamente. También quisimos ayudarles con eso», comentó Angie.

Además, en la preparación de los alimentos también hubo un detalle especial. Las jóvenes indicaron que quien le puso el sazón a las burritas fue una señora que durante toda la cuarentena había estado sin trabajo, pero que gracias a la actividad recibió un ingreso anhelado.

Para la entrega de todo el donativo, visitaron el centro de triaje que estaba ubicado en el Bazar del Sábado y fueron a los puntos donde se reúnen muchas personas para pedir limosna. Las cajas y contenedores quedaron vacíos ante la gran necesidad.

Recordaron que en el camino se encontraron a un señor al que le dieron prendas de vestir y le mencionaron que si algo no le quedaba bien, lo podía vender o hacer lo que él estimase conveniente, pero su respuesta las dejó muy sorprendidas.

«Me dijo que no, que cuando le regalan cosas y algo le sobra, se lo da a los demás que tienen necesidad igual que él», contó Angita.

Algunas personas hasta lloraron cuando recibieron su plato.

Por supuesto, las amigas no se olvidaron de los animales y, al ver a los más delgados perritos, no dudaron en darles también un deleitable bocado.

Angie ha estado ahí para los demás y ahora, después de que no se le ha visto desde año nuevo, es su familia la que pide apoyo para encontrarla y que pueda continuar con sus obras de amor y solidaridad.

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