Honduras (1954-1982): El retorno de los liberales al poder y las dictaduras militares

ALG18 septiembre, 2019

@oscarlestrada

Para inicios de 1954, Honduras se encontraba nuevamente al borde de la crisis. Las reformas económicas modernizadoras impulsadas por Juan Manuel Gálvez habían generado fricciones con la cúpula de su partido que miraba con nostalgia los privilegios que la condición semi feudal del cariato le había otorgado; hacía poco había iniciado la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética luego de la guerra el Corea, preparando desde Honduras un golpe de Estado orquestado por la recién inaugurada CIA, en contra del gobierno de Jacobo Arbenz en la vecina Guatemala; el año anterior, 1953, había muerto en México el caudillo Ángel Zúniga Huete y un nuevo liderazgo se posicionaba en control del Partido Liberal, más moderado con los cachurecos que el anterior caudillo, que buscaba calmar los temores de los nacionalistas. Ramón Villeda Morales había logrado subir en popularidad desde que asumió el control del partido luego de la derrota de 1948 y ahora, muerto Zúniga Huete, las divisiones que impidieron una acción coordinada del partido habían cesado y se posicionaba para ser el próximo presidente Liberal de Honduras.

Los diputados nacionalistas, preocupados por la popularidad del candidato Villeda Morales, y temiendo una suerte de venganza roja por los abusos cometidos durante los largos años de la dictadura, presionaban al presidente Gálvez para que usara la puerta que el cariísmo había dejado abierta desde que reformó la constitución en 1936, y se lanzara a la presidencia para un nuevo período. Los Cariístas presionaban por su parte para que terminar con el cariísmo sin Carías, y el «hombrón de Zambrano» se hiciera nuevamente con la presidencia de la nación.

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Se realizó la convocatoria general a elecciones con 3 partidos políticos: el Partido Liberal, con la candidatura de Ramón Villeda Morales; el Partido Nacional con la candidatura de Tiburcio Carías Andino y el Partido Nacional Reformista, con Vicente Williams como candidato del galvismo.

Cuando explotó la huelga bananera que duró 66 días, entre el 3 de mayo y el 9 de julio de 1954.

El autor Longino Becerra, expresa en su libro Evolución Histórica de Honduras que si bien los orígenes de la huelga fueron, aparentemente fortuitos, en realidad estaban conectados con la crisis estructural predominante en el país y la necesidad de introducir reformas económicas, sociales y políticas.

Juan Manuel Gálvez, el modernizador del Estado luego del extenso letargo que generó la dictadura de Carías, había mantenido la misma política feudal en relación a reformas sociales y se hacía urgentes reformarlas.

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Los nacionalistas, temiendo que la mezcla de un gobierno liberal y la organización obrera que surgió con la huelga, dispusieron hacer uso de las mismas herramientas que décadas antes el Partido Liberal había usado en contra de ellos. Recordemos que tanto en las elecciones de 1903 y 1919, la constitución exigía que el candidato ganador acumulara la mitad más uno de los votos, los liberales de entonces conspiraron para impedir el triunfo de los nacionalistas (Manuel Bonilla y Tiburcio Carías) inscribiendo dos candidatos liberales en cada proceso electoral, dividiendo así los votos, haciendo imposible que ninguno de los tres ganara las elecciones y dejando en manos del congreso la definición del ganador. Ambos procesos electorales terminaron en guerra civil.

Pero este sería distinto. Los votos de cada partido daría un número proporcional de diputados a la Asamblea Nacional Constituyente y sería esta la que elegiría al presidente. Así, con tres candidatos, el partido nacional quedó en control de la Asamblea Nacional Constituyente.

La nueva ANC debía reunirse en sesión el 5 de diciembre de 1954 para decidir sobre quién sería el próximo presidente de Honduras. Se echó a andar entonces la maniobra nacionalista: el 15 de noviembre, el presidente Juan Manuel Gálvez envió una carta al Congreso Nacional solicitando un permiso para ausentarse de la presidencia por motivos de salud. Argumentaba Gálvez en el diario El Dia, que pese a no haber sufrido nunca graves dolencias, tenía que tomar en consideración que «mis ancestros han muerto relativamente jóvenes, no obstante su constitución saludable y me parece que debo contrarrestar cualquier amenaza derivada de la herencia». Se internó en el hospital Gorgas de Panamá y depositó la presidencia en Julio Lozano Díaz.

La Asamblea Nacional Constituyente debía iniciar sesiones el 5 de diciembre. Los diputados del cariísmo y del galvismo decidieron entonces no presentarse a sesiones, generando una ruptura en el orden constitucional. Así inició su breve dictadura don Julio Lozano Días.

Hay que resaltar que Juan Manuel Gálvez no murió del mal de sus ancestros como tanto temió a la hora de retirarse de la presidencia. Al volver al país asumió la presidencia de la Corte Suprema de Justiticia bajo el nuevo gobierno.

JULIO LOZANO DIAZ (1954-1956)

Julio Lozano Díaz nació en la ciudad de Tegucigalpa, el 27 de marzo de 1885. Sus  padres fueron Julio Lozano Travieso y Josefa Díaz Gónzales. Graduado de Perito Mercantil y Contador Público, trabajó en la empresa minera propiedad de Washington Valentine que luego se emparentaría con los Callejas, la Rosario Minig Company, en San Juancito. Se desempeño como administrador general y gerente de la empresa de transportes terrestres Dean y  administrador de rentas y aduanas de puerto Castilla, La Ceiba y   Tela. Fue vicepresidente del Congreso Nacional en 1933.  Ministro de Economía, Hacienda y Crédito Público durante la administración de Tiburcio Carías Andino. Ministro de Relaciones Exteriores de 1937 a 1938. Casado con Laura Vigil.  Experto negociador en el manejo de la  deuda con los tenedores de bonos ingleses del ferrocarril interoceánico, contraída durante la administración del Presidente José María Medina. Vicepresidente de la República y Ministro de Gobernación, Hacienda, Fomento, Sanidad y Trabajo durante la administración de Juan Manuel Gálvez (1949-1954).

Asumió la presidencia de la República el 6 de diciembre de 1954 al no producirse el quórum en el Congreso Nacional para efectuar la elección del presidente de acuerdo a los resultados de las elecciones del 10 de octubre de 1954. 

Lozano recibió en su gobierno la visita del Vicepresidente norteamericano Richard M. Nixon a Tegucigalpa, el día 17 de febrero de 1955. Convocó al pueblo hondureño para elecciones de una Asamblea Nacional Constituyente a celebrarse el día 7 de octubre de 1956. Un movimiento armado conformado por estudiantes y obreros, intentó derrocarlo el 1 de agosto de 1956. En esas elecciones de octubre de 1956, el Partido de Unidad Nacional, que él había fundado y el Movimiento Nacional Reformista que fundó Gálvez, alcanzaron un falsa «abrumadora» mayoría de votos. La reacción y el descontento fue generalizado. Las organizaciones populares y grupos armados se comenzaron a organizar para derrocar a la dictadura de Lozano Díaz. En la costa norte fueron asaltados los cuarteles de Villanueva y Cofradía, otros movimientos se generaron en Comayagua y Sabanagrande. Lozano Díaz, incapaz de controlar la crisis y temeroso que aquello podía terminar en una revolución, paga el favor a Juan Manuel Gálvez, sale del país y deposita en él el control de la presidencia. 

Alzamientos armados y conatos de combates se iban produciendo por todo el país aumentando en capacidad y organización. El temor se extendió entre las clases dominantes y el departamento de Estado de los Estados Unidos, que buscaban controlar la crisis generada en Guatemala por el derrocamiento de Arbens en 1954. El 21 de octubre se produce un Golpe de Estado en Honduras. El primero en la historia nacional y el debut de las recien creadas Fuerzas Armadas de Honduras. Se constituye una Junta Militar de Gobierno integrada por el general Roque J. Rodríguez, coronel Héctor Caraccioli y el ingeniero Roberto Gálvez Barnes.

Julio Lozano Díaz falleció en la ciudad de Miami, Florida,  el 20 de agosto de 1957, a sus 73 años. Juan Manuel Gálvez falleció en Tegucigalpa el 20 de agosto de 1972, tenía 85 años. Con ellos dos terminó el cariato en Honduras y dio inicio a otro tipo de dictaduras.

JUNTA MILITAR (1956-1957)

Julio Lozano Díaz fue derrocado el 21 de octubre de 1956 tomando así posesión una Junta Militar de Gobierno. Fue integrada por el Gral. Roque Rodríguez, Coronel Héctor Caraccioli y el Mayor Roberto Gálvez Barnes iniciando la participación de las Fuerzas Armadas en asuntos políticos del país.

Uno de los resultados concretos de este breve período de gobierno militar, fue la centralización de la educación. Hasta entonces, la Educación Primaria esta era sostenida por los municipios y subvencionada por el estado, situación que impedía la expansión de la educación elemental, imponía la existencia de sueldos muy bajos e irregulares, por lo que los maestros pasaban a trabajar en otras áreas en ves de enseñar.

El Decreto No. 173 del 17 de Octubre de 1957, hizo que el Estado asumiera la administración y el financiamiento de la enseñanza primaria, creando un salario base con incrementos por año de servicio. Esta reforma determinó el crecimiento de la educación primaria a partir de su aplicación.

El Gobierno Militar también se preocupo por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Por Decreto No. 170 del 15 de Octubre de 1957, la Junta aprobó la Ley Orgánica de la Universidad de Honduras, otorgándole así su autonomía.

No dejo atrás tampoco de lado la Educación Media que era impartida por profesionales con conocimientos técnicos pero sin titulo de docentes. La Junta Militar decidió crear una institución para formar personal especializado para impartir clases, creando así la Escuela Superior de Profesorado «Francisco Morazán» según decreto emitido el 15 de diciembre de 1956. 

Asimismo, la Junta Militar creó el INVA (Instituto Nacional de la Vivienda) con el propósito de promover programas para la construcción de casas destinadas a personas de bajos ingresos. Creo también el PANI (Patronato Nacional de la Infancia), institución que propicia programas para conservar y mejorar la salud y la educación de la niñez, contribuyendo a la construcción de escuelas, comedores, centros de salud, parques infantiles y otros servicios asistenciales.

De igual manera fue creada la contraloría general de la República, que substituyo al antiguo Tribunal Superior de Cuentas. La emisión de la ley electoral introdujo en 1957 el sistema de representación proporcional para las elecciones de diputados en la Asamblea Nacional Constituyente por el que los partidos políticos tendrían diputados en proporción al numero de votos logrados en el evento electoral, y no como la forma anterior que era que el partido que obtenía la mayor cantidad de votos lograba todas las diputaciones.

RAMON VILLEDA MORALES (1957-1963)

El 15 de diciembre de 1957, los representantes liberales dirigidos por Modesto Rodas Alvarado, presentaron moción para que la Asamblea Nacional Constituyente eligiera a Ramón Villeda Morales como Presidente Constitucional de la República bajo los argumentos que «había ganado dos elecciones anteriores» y que «someter al pueblo hondureño a un nuevo proceso electoral era introducir la inquietud y ocasionar nuevos gastos». La Asamblea Nacional Constituyente, controlada por los liberales, aprobó la moción y el 21 de diciembre de 1957, José Ramón Villeda Morales se convirtió en Presidente de Honduras.

Habían pasado casi tres décadas desde el último presidente liberal, Vicente Mejía Colindres, electo en 1929 y pasarían 20 años más después de Villeda Morales para que el partido Liberal volviera al poder.

Para la inauguración de Villeda se usó por primera vez el estadio nacional para la ceremonia. El presidente Villeda pronunció un largo discurso con la presencia de Héctor Caraccioli Moncada y Oswaldo López Arellano, tomándole la promesa de ley e imponiéndole la banda presidencial el Dr. Modesto Rodas Alvarado en su condición de Presidente del Congreso Nacional.

Ramón Villeda Morales nació en Ocotepeque el 26 de noviembre de 1908, hijo de José María Villeda y Dolores Morales. Murió el 8 de octubre de 1971 en Nueva York, representando al gobierno del nacionalista Ramón Ernesto Cruz ante la ONU.

Bajo su mandato se estableció la seguridad social para los trabajadores hondureños y se auspició la elaboración de una nueva legislación laboral. Villeda Morales puso en marcha, con la ayuda de la «Alianza para el Progreso», impulsada por John F. Kennedy, una serie de reformas y logró institucionalizar un aparato estatal de servicios públicos referidos a educación, salud y vivienda.

A su gobierno podemos atribuir los logros sociales que venían impulsándose tímidamente desde la administración Galvez: el reconocimiento constitucional de las garantías individuales y sociales, incluido el principio básico del regimen democrático de alternabilidad en el ejercicio del poder; el Código del Trabajo; la Ley de Emisión del Pensamiento; la Ley de la Reforma Agraria; la Junta Nacional de Bienestar Social; la Guarderías Infantiles; la Erradicación de la Malaria; el Instituto Hondureño de Seguridad Social; el Hospital Materno Infantil; la Solución del diferendo fronterizo entre Honduras y Nicaragua, donde Honduras recuperó 8500 km. cuadrados en el área de la Mosquitia; la Ley de Fomento Industrial; la Reincorporación del Ferrocarril Nacional; el Sistema Hidroeléctrico Yojoa – Rio Lindo; el Instituto de Rehabilitación; la Edificación de escuelas en todo el territorio nacional; la Construcción de la Carretera de Occidente; el Estudios de rectificación y construcción de la carretera a San Pedro Sula – El Progreso – Tela – La Ceiba, que incluye 83 puentes; la Implementación del Nuevo sistema telefónico en las ciudades de Tegucigalpa y San Pedro Sula; la Construcción de viviendas de interés social: Col. Kennedy, Col. 21 de Octubre, Col. Fraternidad; Estabilidad monetaria y libre convertibilidad durante su mandato presidencial.

Afirma el escritor Longino Becerra: «para 1959 Villeda Morales comenzó a dar un giro a la derecha, saliéndose de la línea que había trazado durante su campaña electoral: «ni a la derecha, ni a la izquierda: al centro». Una prueba de lo dicho fue la actitud que Villeda Morales tomó en contra del frente revolucionario que combatía a Somoza en Nicaragua, dándole una tenaz persecución por todo el territorio nacional. El 24 de junio de 1959, en la localidad de El Chaparral, departamento de El Paraíso, una patrulla del ejército hondureño interceptó y masacró un destacamento guerrillero antisomocista que venía huyendo de la persecución de la guardia nacional de Nicaragua, generando la muerte en el lugar de 7 nicaragüenses y 29 gravemente heridos, muchos de los cuales morirían más adelante.»

Entre los detenidos estaba Carlos Fonseca Amador, fundador luego del Frente Sandinista de Liberación Nacional, quien declaró a la prensa: «fue una completa masacre. No se por qué lo hicieron porque nosotros nos rendimos inmediatamente que supimos que el destacamento atacante era del ejército hondureño».

Según el boletín que publicara la FEUH sobre el caso el 19 de junio de 1959, el oficial a cargo del destacamento, mayor Andrés Espinoza, declaró «haber platicado personalmente con el Dr. Villeda Morales, quien directamente le había dado orden de limpieza de rebeldes». Espinoza afirmó además que el gobierno de Honduras financió con fondos públicos la realización de una serie de campañas en contra de los rebeldes.

«Villeda Morales se limitó a decir que El Chaparral había sido producto de una «sicosis colectiva»», afirma Longino Becerra.

Otro incidente se produjo más adelante, el 6 de septiembre de 1961, cuando un grupo de 11 hombres aparecieron muertos en la zona de Los Laureles en Comayagüela. La Historia registra el incidente como La Matanza de los Laureles.

Cuenta el reporte oficial, que un grupo de conspiradores se trasladaron al sector de Los Laureles en la capital de Honduras, con el propósito de recoger unas armas que iban a entregarles cómplices suyos del Primer Batallón de Infantería.

Descubierto el complot, una patrulla de la Guardia Civil al mando del capitán Rafael A. Padilla, se constituyó al sitio de reunión para detener a los conjurados a medida que llegaran.

El gobierno, naturalmente, dio la versión de que el grupo presentó resistencia pero, además de que no hubo siquiera un herido de parte de la tropa, dos de los sobrevivientes, Benjamin Solano Castañeda y Adán Zelaya Galindo, a quienes se les dejó por muertos en el campo, explicaron a la prensa el día 13 de septiembre cómo ocurrieron exactamente los hechos: Cuando estuvieron todos, simplemente se les puso en fila y se les disparó con las ametralladoras matando a 11 personas.

Entre las víctimas se encontraba el licenciado Alberto Sierra Lagos, alto dirigente del Partido Nacional quien tenía varios impactos de bala en las axilas, señal de que se le ejecutó con las manos en alto; el Mayor de Infantería Francisco Coello y su hermano José, J. Ramón Osorio y el licenciado José Ángel Padilla.

Según la columna del licenciado Efraín Aguilar Zelaya, en el lugar de los hechos, Sierra Lagos con las manos arriba igual que los otros prisioneros, le manifestó al Capitán Rafael A. Padilla, éste con pistola en mano y los guardias con fusiles, que en su condición de miembro del referido Consejo, él estaba investido de inmunidad, recibiendo como respuesta los disparos mortales, precedidos por estas palabras: “¡Aquí está tu inmunidad!”.

Benjamín Solano, al ser entrevistado por Vicente Machado Valle h., declaró que había sido capturado junto a los demás, por una patrulla al mando del Capitán Rafael A. Padilla, Jefe Departamental de la Guardia Civil. En el camino, según la versión del sobreviviente, fueron ejecutados dos prisioneros, quienes intentaron fugarse, los demás fueron bajados cerca de “Los Laureles”, a quienes se les ordenó colocarse en fila, al estilo militar, procediendo inmediatamente los guardias a vaciar sus armas sobre la humanidad de los hombres indefensos. Solano fue dejado por muerto, con una herida en la cara y otra en los genitales. Cuando los guardias se largaron, vadeó el río y llegó a “La Burrera”, donde fue recogido por un vehículo militar que lo llevó a la Escuela Militar “General Francisco Morazán” para que le fueran suministrados los primeros auxilios, posteriormente fue trasladado al Hospital La Policlínica, de donde sería conducido al cuartel de la Guardia Civil para ser remitido finalmente a la Penitenciaría Central.

El gobierno de Villeda Morales debía durar hasta el 21 de diciembre de 1963, pero pocos días antes del término de su mandato, a dos semanas de las elecciones generales que habrían dado ganador a Modesto Rodas Alvarado, un nuevo golpe de Estado lo sacó del poder, el 3 de octubre de 1963, obligándolo a buscar asilo en Costa Rica.

Según el análisis que hace Longino Becerra, este golpe de Estado significó la caída  de la burguesía intermedia como fuerza dominante en el bloque de clase que controlaba el poder y, por consiguiente, el retorno de los latifundistas semifeudales. Las razones fundamentales, analiza Becerra, fueron, primero, porque los grupos más atrasados de la clase que controlaban el poder no comprendieron la conveniencia del cambio y le minaron las bases al nuevo gobierno; segundo, porque a éste le tocó gobernar en el momento en que, ante el reto de la revolución Cubana, Estados Unidos pasó de una política de apoyo a los gobiernos liberales, a una política de respaldo a los regímenes de fuerza; y la tercera, según Becerra, por los errores propios del régimen al adoptar una línea progresivamente represiva y no llevar a la práctica un plan mínimo de cambios estructurales.

Los golpistas, liderados por el coronel de aviación Oswaldo López Arellano, tomaron al Partido Nacional como punto de apoyo, pero no el ala ortodoza, dirigida por Gonzalo Carías Castillo, sino el ala disidente del cariísmo que, usurpando el nombre de Partido Nacional, se componía de los mismos elementos que constituyeron el Movimiento Nacional Reformista y el Partido Union Nacional fundados en 1954 y 1956 por Juan Manuel Gálvez y Julio Lozano Díaz (que había derrocado en 1956), ahora dirigidos por Ricardo Zúniga Agustinus.

OSWALDO LOPEZ ARELLANO (1963-1971, 1972-1975)

A las tres de la madrugada del 3 de octubre de 1963, dos escuadrones de aviones caza de las Fuerzas Armadas de Honduras volaron sobre la Casa Presidencial, advirtiendo al Presidente de la República, Dr. Ramón Villeda Morales, que debía rendirse si no quería sufrir un bombardeo, mientras las tropas del ejército dominaban a la guardia civil. Inició así el golpe de Estado de 1963.

Según reportes de la prensa de la época, a las 5 de la mañana la voz del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, coronel de la Fuerza Aérea Oswaldo López Arellano, proclamó por radio a la nación que las «patrióticas fuerzas armadas habían intervenido para acabar con las flagrantes violaciones de la Constitución y la evidente infiltración comunista». Argumentaban los oficiales que actuaban en respuesta al creciente «clamor e inquietud del pueblo.» Las fuerzas armadas habían resuelto «salvar» a la patria e impedir el fraude que se preparaba para las elecciones presidenciales que debían realizarse el 13 de octubre, en donde Modesto Rodas Alvarado se presentaba como favorito para ganar la contienda.

El presidente Ramón Villeda Morales, cuyo período presidencial debía expirar ochenta días después, y Modesto Rodas Alvarado fueron llevados por la fuerza aérea al exilio en Costa Rica. Se suspendió el llamado a elecciones; se disolvió el Congreso; fue abolida la Constitución de 1957; y López se proclamó presidente provisional.

Oswaldo López Arellano nació en Danlí en 1921. En 1939 ingresó en el ejército como recluta y alcanzó el grado de sargento. Obtuvo una beca para la Academia de las Fuerzas Aéreas hondureñas y más tarde siguió estudios en la Escuela de Aviación Militar e Instrucción de Vuelo de EE.UU. A su regreso inició una larga carrera de ascensos, que le llevó a alcanzar en 1947 el rango de teniente, en 1958 el de coronel y en 1965 el de general de brigada. Participó en el movimiento de oficiales que derribó al presidente Julio Lozano Díaz en 1956, que permitió la elección democrática del liberal Ramón Villeda Morales en 1958.

Militar y hombre de negocios, Oswaldo López Arellano asumió su régimen de facto con él titulo de Jefe de Estado en tal condición estuvo hasta el 5 de junio de 1965 en un ambiente de indudable inestabilidad social. Fue electo Presidente de la República por una Asamblea Nacional Constituyente (denominada por diputados del partido Nacional), función que desempeño a partir del 6 de junio de ese mismo año, previo ascenso al generalato.

Mario Argueta en su libro Tiburcio Carías, anatomía de una época describe las diferencias internas del partido liberal que terminaron empujando la conspiración golpista.

El Partido Liberal presentaba (varias) facciones; la más numerosa se agrupaba en torno al presidente del Congreso Nacional Modesto Rodas Alvarado, que se caracterizaba por su antimilitarismo y sectarismo. Otra, favorecida por el presidente Villeda Morales, la encabezaba el canciller Andrés Alvarado, quien adoptaba posiciones centralistas, más anuentes al reconocimiento de otras fuerzas políticas de oposición. Pero, en la convención, la mayoría favoreció a Rodas Alvarado, llamado «El León del liberalismo», lo que alertó a las Fuerzas Armadas y al Partido Nacional. Además estimuló las ambiciones de poder del coronel López Arellano, ya latente desde años atrás. 

Mucho se ha escrito sobre las razones que motivaron a López Arellano y a sus compañeros de armas a asaltar el poder. La documentación consultada indica que mediante el golpe se buscó, básicamente, impedir el virtual triunfo de Modesto Rodas Alvarado quien, con su retórica antimilitarista, atemorizaba al estamento castrense. 

El régimen militar logró consolidarse tras recibir el reconocimiento diplomático del gobierno estadounidense y obtener el abierto respaldo del Partido Nacional, entonces dirigido por quien, durante varios años, fungió como asesor jurídico de las Fuerzas Armadas: Ricardo Zúñiga Agustinus, quien formó cogobierno con López Arellano.  

Desde el inicio de su gobierno en 1957 Villeda Morales tuvo astucia para comprender que su permanencia en el poder dependía de que tolerara la actitud de las Fuerzas Armadas que ese mismo año se habían garantizado la autonomía, conservando el papel de «garantes de la democracia». Villeda atenuó el tono de las promesas realizadas durante su enérgica campaña, en el sentido de una rápida reorganización de la sociedad y las instituciones anacrónicas de Honduras. Introduciendo modestas medidas de bienestar social buscando la cooperación de los nacionalistas en todos los planes para llevar a cabo la reforma de las estructuras económicas, sociales y políticas.  Recomendó al Congreso que asignara a los militares la habitual cuarta parte del presupuesto nacional, sin formular preguntas respecto del modo de inversión de los fondos.

Pero era difícil gobernar con dos cabezas autónomas: el Partido Liberal y las Fuerzas Armadas, cada una con una visión distinta de lo que el país necesitaba.

En 1959 Villeda apenas logró sobrevivir a cuatro intentos de derrocarlo. El último fue obra de la policía, la que posteriormente fue disuelta para formar una nueva guardia civil de 2.500 hombres. Ese mismo año, la revolución cubana generó una metamorfósis en el gobierno de Villeda Morales y la clase política del país, que venían coqueteando con propuestas reformistas, inclinándose aún más a la derecha.

A medida que los jefes de las fuerzas armadas gravitaban nuevamente alrededor de su tradicional base, el Partido Nacional, el aprensivo Presidente y su Partido Liberal comenzaron a convertir a la guardia civil en una suerte de contrapeso.

Cuando Villeda Morales resolvió que fuera la Guardia Civil quien supervisara las elecciones presidenciales, la enemistad entre estas y las FFAA precipitó la crisis, pues las Fuerzas Armadas se habían visto privadas de una de sus habituales funciones.

Más adelante, el candidato presidencial del Partido Liberal, Modesto Rodas Alvarado, alentado por el abrumador apoyo de los campesinos, los obreros y la baja clase media, prometió acelerar el ritmo de las reformas y transformaciones. Prometió suspender la colaboración con los nacionalistas, una promesa que resonaba en la base liberal que tenía aún fresca la memoria del cariato.

Una facción de los Liberales se separó del partido y formó el Partido Republicano Ortodoxo, pero nada parecía detener el triunfo de Rodas. Cuando se señaló que las fuerzas armadas podían tomar partido si el programa provocaba resistencia de la derecha, Rodas se vanaglorió de que estaba dispuesto a poner al ejército en su lugar, además de que no ocultó su simpatía por la Guardia Civil.

Pero es probable que el principal factor del golpe haya sido la ambición del coronel Oswaldo López Arellano, el mismo hombre que doce horas antes del golpe militar dio seguridades públicas en el sentido de que no habría ningún golpe.

El coronel López había llegado al más elevado cargo de las FFAA a edad relativamente temprana, y de acuerdo con la tradición de la política hondureña aún tenía que escalar un rango en su carrera militar: la presidencia de la república.

En el portal de política de Honduras, Revista Internacional (Edición 2,000) señala que el Coronel López alentó esperanzas de ser candidato a la presidencia cuando su nombre fue propuesto en la convención del Partido Liberal. Pero no podía competir con la arrasante popularidad de Rodas Alvarado. Cuando el partido no lo eligió candidato, su ambición frustrada halló expresión en el resentimiento y la cólera personales. Cuando el Partido Nacionalista, que prefería el interinato militar antes que la continuación de los liberales el poder, lo exhortó a apoderarse por las armas de lo que le había negado con el voto, la tentación fue excesivamente fuerte y no pudo resistirla.

Señala el historiador Marvin Barahona en su libro Honduras en el siglo XX: una síntesis histórica.

Los jefes del Partido Nacionalista se creían gobernantes de Honduras por derecho propio. Antes de 1956 su partido había dominado la política nacional, y consideraban que habían demostrado suficiente magnanimidad al permitir que los liberales gozaran de seis años de usufructo del tesoro y los cargos públicos. El grave problema que afrontaban consistía en que el gobierno y el programa del presidente Villeda había convertido al Partido Liberal en la organización más popular, de modo que no había perspectivas de que los nacionalistas pudieran retornar al poder a través de elecciones libres. Por el contrario, el Partido Nacional y sus dirigentes encaraban la desagradable perspectiva de seis años más sin favores oficiales, sin los emolumentos de los cargos públicos y sin oportunidades de practicar el peculado… todo lo cual podía implicar la destrucción del partido y la ruina financiera y pública de su dirección. Era la perspectiva por demás desagradable, y no podía aceptarla. En su desesperación y de acuerdo con una añeja tradición, llamaron al ejército para que se ocupara de «salvar a la patria». 

Así, la decisión de los nacionalistas de impedir a toda costa la victoria liberal selló la suerte política de Rodas y de su partido. La actitud de los nacionalistas era que los liberales ya habían tenido su oportunidad bajo el gobierno de Villeda; ya era tiempo de que el gobierno volviera a manos más responsables. Como era imposible obtener democráticamente este resultado, se exhortó a los partidarios militares del Partido Nacionalista a que apelaran a la fuerza. El golpe fue aplaudido públicamente por los políticos del Partido Nacionalista y por los grupos de comerciantes y terratenientes. 

El nuevo gobierno de Osvaldo López Arellano convocó a elecciones apara una Asamblea Nacional Constituyente, que se realizaron en febrero de 1965. El propósito esencial era constitucionalizar a López Arellano y decretar una nueva Carta Fundamental, tras quedar rota la de 1957. La represión, la intimidación y el exilio continuaron aplicándose tanto a la oposición liberal como a los grupos de izquierda.

Los comunistas y los castristas conocidos, tratados ahora como criminales y no como infractores políticos, han sido eliminados de las organizaciones estudiantiles y obreras. La guardia civil fue desarmada y disuelta. El ejército regular ha asumido el poder de policía, y ha reprimido eficazmente las demostraciones de los estudiantes y los obreros contra el gobierno. (Barahona)

En marzo de 1971, en la conclusión de su mandato, convocó unas elecciones generales que, producto de la división en el Partido Liberal entre los partidarios de Modesto Rodas Alvarado, que consideraban que el «nuevo Leon del liberalismo» debía ser el candidato y los de Ramón Villeda Morales que habían impuesto la candidatura de Jorge Bueso Arias. Ramón Ernesto Cruz, candidato del oficialista Partido Nacional se dio con la victoria. López Arellano transfirió sus funciones a Cruz el 6 de junio de 1971. No obstante, poco más de un año, el 4 de diciembre de 1972 López, que conservaba la comandancia suprema de las Fuerzas Armadas, lo derrocó en un nuevo golpe de Estado, entre acusaciones de ineptitud en la gestión de la economía y de no haber sabido encauzar el pacto de coalición suscrito por liberales y nacionales en 1971.

Por un tema de espacio no profundizamos en este artículo sobre las diferencias entre la primera administración López Arellano de 1963-1971 y la segunda de 1972-1975. Cabe resaltar que la segunda se caracterizó por ser una de índole reformista, buscando reducir las tensiones que los movimientos sin tierra imponían sobre los latifundios, imponiendo una tímida reforma agraria que se vio luego rebertida en el gobierno de Callejas Romero en 1990.

El plan contempló la necesidad de distribuir 600 mil hectáreas entre 120 mil familias campesinas, organizadas en 1200 empresas productivas, para lo cual se emitió, el 30 de diciembre de 1974, la Ley de Reforma Agraria. En cuanto a la política forestal, fue creada la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal COHDEFOR, según decreto No. 103 de 10 de enero de 1974. Fue creada para aprovechar los recursos naturales y para la protección y seguridad del bosque.

Durante la adimistración de López Arellano se dieron también dos hechos históricos de gran importancia. La guerra en contra de El Salvador en 1969 y el huracán Fifi en 1974.

Sometido a graves acusaciones de sobornos presuntamente recibidos de la compañía bananera estadounidense United Brands, López Arellano se negó a que fueran examinadas sus cuentas bancarias, y los militares lo apartaron del poder en un golpe de barraca el 22 de abril de 1975. El coronel Juan Alberto Melgar Castro, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas desde el año anterior, asumió la presidencia.

RAMON ERNESTO CRUZ (1971-1972)

Nació en San Juan de Flores, Francisco Morazán, el 4 de enero de 1903. Sus padres fueron don Carlos A. Cruz y doña Elisa Uclés de Cruz. En 1953, contrajo matrimonio con Luz Marina Sequeira.

Sus estudios Primarios los realizó en la Escuela Pública de los municipios de Cedros y San Juan de Flores en el departamento de Francisco Morazán. Estudios Secundarios en la Escuela Normal de Varones de Tegucigalpa, obteniendo el título de Profesor de Educación Primaria. Y posteriormente siguió estudios en el Instituto de Secundaria dirigido por el Profesor Miguel Morazán en Guatemala, logrando el título de Bachiller en Ciencias y Letras.

Estudios Superiores en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, obteniendo el título de licenciado en Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Sociales el día 21 de diciembre de 1928. La Corte Suprema de Justicia le otorgó el título de abogado de los Tribunales de la República de Honduras, previo examen correspondiente, el 20 de febrero de 1931. El 1 de diciembre de 1945 se le extendió el Exequátur de Notario.

Su breve gobierno de poco más de un año divide el período de gobiernos militares en Honduras. Queda en la historia como una administración débil, incapaz de confrontar la beligerancia militar y de establecer un gobierno de Unidad Nacional entre los partidos Liberal y Nacional.

REcibió un doctor Honoris Causa en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Honduras, otorgado mediante acuerdo del Consejo Universitario de fecha 19 de septiembre de 1983.

Murió el 6 de agosto de 1985 en Tegucigalpa, Honduras.

JUAN ALBERTO MELGAR CASTRO (1975-1978)

La caída del poder del Gral. López Arellano, ocurrida el 22 de abril de 1975, marcó no solo el cambio en la estructura de las fuerzas armadas, en cuyo seno había tomado mando un Consejo Superior, sino el ascenso de la burguesía intermediaria con posiciones más cercanas a los de los grupos refractorios al ensayo reformista, que con el escándalo bananero se tornaría más tibio y vacilante en su parte principal lo que es la reforma agraria.

Por disposición del Consejo Superior asume la Jefatura de Gobierno el Gral. Melgar Castro, militar que tenia buena imagen adentro del ejército.

La agitación social en el campo y las amenazas de represión a los dueños de las tierras iban en aumento, mientras que el régimen daba largas al asunto agrario. Numerosos campesinos fueron encarcelados por su participación en tomas o recuperaciones de tierras, a consecuencia de lo cual la Unión Nacional de Campesinos UNC, determinó organizar para el 25 de junio de ese año una marcha de hambre hacia Tegucigalpa con afiliados del Norte, Sur, Oriente y Olancho.

La fallida marcha desembocó en la muerte violenta de 14 personas en Juticalpa, Olancho. En lo que se conoce como la Masacre de Los Horcones, finca de don Manuel Zelaya Ordóñez.

El Gobierno nombró una Comisión Militar por la resonancia que tuvo esta matanza. Esta comisión fue la que hizo el informe narrado a continuación.

«Fueron sacados de un presidio de Juticalpa varias personas y los llevaron a la hacienda de «Los Horcones» propiedad de José Manuel Zelaya. Los llevaron para interrogarlos pero luego los mataron y mataron a los testigos que había por ahí también. El teniente Benjamín Plata fue el que estaba al mando; ordenó que se metieran los cadáveres en un pozo con dinamita. Se les encontró responsabilidad directa al Mayor José Enrique Chinchilla, Subteniente Benjamín Plata, Manuel Zelaya y Carlos Bahr».

El gobierno de Melgar Castro duró poco más de tres años. Su política parecía estar empeñada en rebetir las reformas logradas por presión popular durante el segundo gobierno de López Arellano. Para mediados de 1978, en el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas se fueron creando una serie de contradicciones; de un lado un grupo de oficiales partidarios de las medidas reformistas; del otro, el grupo opuesto a las mismas y adicto a la política conservadora. El Gral. Melgar, deseoso de seguir en el poder, intento vertebrar un movimiento político con el apoyo del Partido Democrático Cristiano, Partido Innovación y Unidad PINU y grupos pertenecientes al Partido Liberal, cosa que disgustó a los militares más conservadores. Estos influyeron al Consejo Superior y le enviaron un memorando al Gral. Melgar que decía que sus políticas estaban poniendo en duda su sinceridad y buena intención con las fuerzas armadas, y le exigieron manifestar con qué política quería gobernar.

Melgar fue separado de la Jefatura de Gobierno el 7 de Agosto de 1978, en lo que se considero el final del ensayo reformista.

Juan Alberto Melgar Castro inició su carrera militar en la Guardia de Honor Presidencial durante la presidencia del general Tiburcio Carías Andino; posteriormente, se le brindó la oportunidad de ingresar a la escuela de oficiales del ejército donde obtuvo el grado de capitán. Se desempeñó como comandante en jefe del Primer Batallón de Infantería del Ejército de Honduras, seguidamente jefe de la zona militar de San Pedro Sula y luego ascendido a jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras en 1975. Además, fue Secretario de Estado de Gobernación y Justicia de 1972 a 1975.

Falleció de un síncope cardíaco en su hacienda de San Antonio, Cortés, el 2 de diciembre de 1987.  El poder que construyó desde la presidencia, fue aprovechado por su esposa quien fue candidata presidencial en las elecciones de 1998 y luego su yerno, el alcalde de Tegucigalpa, Miguel Pastor que fue también precandidato presidencial en 2004.

JUNTA MILITAR (1978-1980)

Al igual que 1956, las Fuerzas Armadas dispusieron depositar el control del ejecutivo en una junta militar compuesta por tres oficiales. Fue presidido por el Jefe de las Fuerzas Armadas, el Gral. Policarpo Paz García y lo integraban también el comandante de la Fuerza Aérea, Coronel Domingo Álvarez Cruz y el Comandante de la Fuerza de Seguridad Publica (FUSEP) el teniente coronel Amilcar Zelaya Rodríguez.

Una de sus primeras medidas fue cancelar el Consejo Asesor que funcionaba como Congreso Nacional, diciendo que iban a utilizar esos fondos para otras cosas más importantes como ser la salud y educación. Ya se había preparado un proyecto de Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas, el que luego seria objeto de drásticas modificaciones, habiéndose fijado el 20 de Abril de 1980 como fecha para la elección de la Asamblea Nacional Constituyente.

Luego, ocurrió la caída de Anastacio Somoza en Nicaragua. La organización de Estados Americanos tuvo una reunión para plantear soluciones al problema de Nicaragua. El representante de Honduras en esta reunión fue en Canciller de la República Roberto Palma Gálvez. Honduras en conjunto con 12 países más formularon una propuesta que excluía la intervención militar extranjera, planteaba la separación inmediata y definitiva del régimen Somocista y la instauración de un gobierno democrático. La junta militar instruyó para que el canciller no participara a favor de esta propuesta, cuando él había sido uno de los patrocinadores de esta. Debido a esto en canciller renunció diez días después. Comenzaron a agudizarse las tareas conducentes a la celebración de elecciones generales previstas para el 20 de Abril del año siguiente.

La Constituyente de 1980

Las elecciones se llevaron a cabo normalmente, concurrieron a las urnas 954,464 personas, cantidad equivalente al 77% del total de electores inscritos. Como «agradecimiento» por la disposición de las Fuerzas Armadas de convocar a una Constituyente, los partidos políticos nombraron Presidente Constitucional al general Policarpo Paz García con la misión de convocar a elecciones generales en 1981.

Cabe recordad que en esa ocasión el Partido Liberal que lideraba la Asamblea Nacional Constituyente, intentó aplicar la misma estrategia con la que se nombró a Ramón Villeda Morales presidente desde la ANC. Roberto Suazo Córdova era presidente de la Constituyente. Pero el Partido Nacional se opuso y el gobierno de Policarpo Paz llamó a elecciones generales para noviembre de 1981.

POLICARPO PAZ GARCIA (1980-1982)

Reunida el 20 de julio, la Asamblea Nacional Constituyente, presidida por el doctor Roberto Suazo Córdova, emitió 5 días después el decreto No. 2 que elegía como Presidente Provisional al Gral. Paz García. Dice él articulo No. 1 «dar un voto de confianza a las Fuerzas Armadas de la Nación y un voto de reconocimiento a la Junta Militar de Gobierno, depositando en el Gral. Policarpo Paz García, en su carácter de Jefe de las Fuerzas Armadas, la Presidencia de la República hasta que, de conformidad con la Constitución que se emitiera en esta asamblea, tome posesión el presidente electo por el voto directo del pueblo».

La revolución sandinista en la vecina Nicaragua había marcado el inicio de la década de los 80 en Honduras. La intensificación de los conflictos en el Salvador, con el asesinato el 24 de marzo de 1980 del arzobispo de San Salvador Oscar Romero y la Masacre en Sumpul  marcó la administración de Policarpo Paz girando a las Fuerzas Armadas a la derecha marginando aquellos cuadros reformistas que aún quedaban de la era de López Arellano.

Acciones violentas, como secuestros perpetuados por guerrilleros salvadoreños infiltrados en nuestro país, en respuesta a la intervención militar hondureña en la lucha interna que azota al país vecino, propiciaron la consolidación de la Doctrina de Seguridad Nacional y una ola de desapariciones de personas. De conformidad con el CODEH, fueron eliminadas 51 personas durante el gobierno de Paz García, de las cuales 17 eran hondureñas, 31 salvadoreñas, una costarricense, una guatemalteca, y una venezolana entre abril y septiembre de 1981.

En este gobierno, Honduras se vio promovida de república bananera a baluarte anticomunista. Eso produjo recompensas financieras inmediatas para las élites del país, tanto militares como empresariales, al ver la ayuda de Estados Unidos aumentada a 41.000.000 de dólares al año. La asistencia militar recibía 11.000.000 de dólares. Honduras recibió la oferta de un préstamo de 200.000.000 de dólares, la mayor parte destinada al sector privado. Su deuda externa ascendió a 1.7 mil millones de dólares.

Policarpo Paz García nació en la aldea La Arada, municipio de Goascorán, departamento de Valle, el 7 de diciembre de 1932. Estuvo casado con Carlota Márquez de Paz García, con quien procreo 5 hijos: Alba Ahydeé, Sandra Elena, Policarpo, Oscar Alberto y Nilda Regina. Sus padres fueros Eusebio Paz y Elena García. Comandante de las tropas hondureñas integrantes de la Fuerza Interamericana de Paz en la República Dominicana en 1965, para restablecer el gobierno de Juan Bosch, fue luego comandante de Operaciones durante la guerra Honduras-El Salvador en julio de 1969. Fue ascendido a coronel.

Por disposición del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas de Honduras sustituyó a Juan Alberto Melgar Castro en la Jefatura de las Fuerzas Armadas de Honduras en agosto de 1978. Es ascendido a General de Brigada. En febrero de 1980 realizó una visita diplomática al Consejo de las Américas en Nueva York, comprometiéndose a convocar a elecciones a una Asamblea Nacional Constituyente ese mismo año​.

Tras su retiro de la política en 1981, vivió dedicado a sus labores privadas en la ciudad capital de Tegucigalpa hasta su deceso, ocurrido en esa ciudad a los 67 años el 16 de abril de 2000 a causa de una insuficiencia renal.

Sigue: Honduras (1982-2009): La democracia anticomunista.

http://elpulso.hn/honduras-1982-2009-la-democracia-anticomunista/

Fuentes de las imágenes: Wikipedia

Fuentes del texto: Presidentes de Honduras entre el siglo XIX y el XX;  Mario Argueta, Tiburcio Carías, anatomía de una época; Marvin Barahona, Honduras en el siglo XX: una síntesis histórica; Longino Becerra, Evolución histórica de Honduras; Medardo Mejía, Historia de Honduras Tomo VI.

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