UNA HISTORIA MÁS DE ACOSO Y MIEDO

EGO8 mayo, 2019

Se produce una situación de acoso cuando un individuo presiona, coacciona u hostiga a otro de manera insistente y en contra de su voluntad.

(SPOILER ALERT)

En la serie de Netflix, You, Joe Goldberg interpreta a un tipo normal, tiene un trabajo en una librería, es culto, buen vendedor, observador, su concepción del mundo es distinta al resto. Está convencido que su destino es cuidar a una mujer que entró a la tienda, cree que debe salvarla del mundo, por eso la sigue, se queda afuera de su casa mientras ella hace su rutina; de verdad cree que debe alejarla de todos menos de él, por ese amor y cuidado mata a una de sus amigas y luego a ella, la que era su amor.

María Pérez (nombre ficticio) es una chava de 22 años, vive en una ciudad de la Costa Norte de Honduras. Ella tal vez no pensó que su interés en conocer personas de otros países, hacer amistades y tener una identidad digital le traería problemas en forma de acoso digital y físico, amenazas y miedo.

Cuando la conocí me sorprendió la facilidad que tuvo para contar esas experiencias con desconocidos (porque una de las características del ciberacoso o ciberbullying es el anonimato, usando perfiles falsos) que la acosan en las redes sociales y a veces en persona. Esa normalidad en la que se desarrolla el papel de la mujer como la culpable de sus propias agresiones físicas, acoso en general y violaciones.

“La mayoría son hombres y me siguen para enamorarme, y por mi cuerpo, buscan sexo, la mayoría me lo han dicho!” Me contó vía chat y le pregunté si eso se lo decían abiertamente, me contestó que sí, “la verdad varios de ellos, por eso desactivo los comentarios de mis fotos”.

A pesar de vivir en una aparente calma y una vida normal, María esconde como heridas, los mensajes que cada vez suben de intensidad, llegando a enviarle fotos de su pene a un chava que solo busca en este mundo digital un grupo donde encajar, o que los algoritmos la guíen hacia personas con sus mismos intereses y gustos o simplemente para tener identidad digital.

María desde hace unos tres años tiene cuentas de redes sociales. Le pregunte si alguna vez había denunciado los acosos, su respuesta fue que no, porque “vivimos en un país donde solo dicen que la mujer lo provocó, ya sea por violación o por otras cosas” ella, a sus 22 años, entiende el sistema misógino del que somos parte, pero olvida que también tiene voz dentro de él, aunque en el 2018 se registraron 380 feminicidios, un poco más de uno diario, 380 mujeres que no tuvieron la oportunidad de ser escuchadas.

¿Te han pedido fotos, así desnuda a cambio de dinero?

Claro. Créeme que el acoso es algo feo y serio! muchos de ellos me mandaban mensajes privados a veces con sus respectivos miembros sexuales, y decían en el mensaje: con tu cuerpo me excito, con tus labios, tu carita, tus pechos! en una ocasión uno de tantos me dijo: te sigo porque te veo como un objeto sexual.

Las peticiones o invitaciones de hombres hacia María no son solo de hondureños, aparentemente desde Colombia le han ofrecido dinero y ropa a cambio de que ella se vaya con él. María lo califica de demente.

Le pregunto si toda esa interacción le ha afectado emocionalmente, acepta que antes si, pero que ahora ha aprendido a ignorarlos, porque en todas sus redes sociales pasa lo mismo. También ha recibido amenazas, pero que entendió -después de un tiempo- que no eran reales, y pudo conocer la verdad detrás de la intimidación y le restó importancia.

Durante un año vivió amenazada, alguien tenía su número de teléfono y la llamaba, conocían su casa, a sus padres, a sus hermanos, quien llamaba aseguraba tener vigilada la casa de María. Llegó a pensar que la podían matar, no salió de su casa de una manera normal por aproximadamente un año, tenía miedo, “es fácil asustar a una chavala,” me dice.

Esa persona conocía a su familia, mucho de ella y su entorno. Algo no encajaba bien, ella sin saberlo conocía a su acosador. Fue cuestión de reconstruir y unir ciertas cabos para entender lo complejo que fue haber rechazado la propuesta amorosa de un amigo, uno al que María le gustaba no solo como amiga, y el que no pudo asimilar ese no de una manera correcta y se convirtió en un tormento, creando perfiles falsos y un ataque contra ella, hasta que el miedo fue mucho y se alejó otra vez. Sin consecuencias para el acosador, pero limitando aún más su mundo.

Esa persona usó a la familia de María como un gancho al hígado para hacerla caer en la trampa del miedo, decidió usar su cercanía a ella para atacarla. María sintió miedo porque “ese acosador sabía varias cosas mías, entonces mi miedo era grande. Después de ser mi enamorado, según él, paso a ser un loco, psicópata, acosador!”

María vio a este amigo como eso, un amigo, pero él no pudo con eso y “tomó represalias contra mi,” me cuenta.

Después del episodio de ese supuesto amigo que la amenazó, otra vez sintió que el “el acoso y la depravación era mucho” y decidió alejarse de las redes sociales por un tiempo. Lo que María no se imaginaba era que eso no terminaba en las redes sociales, se trasladó a la vida real, de alguna manera lograban obtener su número telefónico y la llamaban o le escribían para lo mismo, lo mismo por lo que había bloqueado a varias personas, lo mismo por lo que se alejaba del mundo digital, ahora lo tenía en su teléfono, sonando cada cierto tiempo con un mensaje, una foto o pidiéndole una foto. La alerta ya se había encendido.

Después de eso dejamos de hablar por unos días. Los últimos de abril y los primeros de mayo que fueron de protestas, gas, piedras e incendios, en esos días no hablé con María pero, me quedó claro que el acoso es algo más allá de solo la magnificación de una obsesión, es una patología que puede terminar en muerte y que está normalizado.

¿A cuántos conocidos, amigos, acosadores se está de un feminicidio? Es el elefante en la sala de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y del que se habla muy poco, o nada, salvo ciertas campañas que emprenden para visibilizar el problema, las víctimas y las estadísticas.

El caso más reciente, una menor de edad violada el 20 de abril en un centro turístico de La Ceiba, Atlántida, por al menos tres personas, dos menores de edad y un adulto, según informaciones del Ministerio Público (MP) ellos ya tienen el dictamen forense que confirma la violación y se espera que procedan con las acusaciones formales.

En Julio del 2018 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Honduras (Acnudh) y la Organización de las Naciones Unidas para Mujeres (ONU Mujeres) declararon que los esfuerzos para frenar los feminicidios y la violencia contra la mujer eran insuficiente, tanto que el 90 por ciento de los feminicidios quedan en la impunidad.

Según estadísticas del Centro de Estudios de la Mujer-Honduras (CEDM-H), hasta abril de 2019 unas 60 mujeres han sido asesinadas en Honduras.

María constantemente cambia de número telefónico, abre y cierra sus redes sociales; es bloqueada por personas que encuentran una negativa cuando le piden fotos de ella desnuda.

Una de las razones para tener redes sociales -cuenta María- es para conocer más amigos y personas de otros países, nunca pensé que seria para que me acosaran.

El ciclo del acoso se repite, tiene características que no varían mucho, el acercamiento, hablar con respeto, comenzar a estructurar una amistad porque María pensaba que esas personas eran como ella, amistosas, amables, “no que buscaban sexo o fotos de mis pechos o de otra cosa”.

Me cuenta que eso no ha afectado del todo su autoestima, pero que ha dejado de ser amable y un poco grosera porque se acostumbró a pensar que todos los que le escribían lo hacían con una intención sexual.

María llegó a pensar que era culpa suya por sus fotos, ángulos, lugares, pensó y creyó que de verdad era la culpable de que varios hombres le ofrecieran dinero por fotos desnuda o que aceptara sus propuestas a cambio de dinero, favores o simplemente porque ellos querían verla desnuda o tener sexo con ella.

“No denuncié porque la sociedad dice, la mujer es la sinvergüenza, la mujer es la provocadora, la mujer es la culpable, mi familia dice eso, mis tíos siempre lo dicen!”

Después de estos María me escribió de otro número, aunque me dijo que no era por acoso sino por que ya no quería tener más el otro número, pero luego me confesó que alguien robaba sus fotos y se las enviaba a otra persona con la que María mantenía una relación y eso fraccionó la relación hasta terminarla.

Historias como la de María abundan, las redes sociales se han convertido en un terreno de cacería para acosadores, mujeres como María saben que existe un peligro, tienen más presente la impunidad ante las denuncias y prefieren lo amargo del trago y seguir con una vida casi normal, o lo que permite ser mujer en un país machista.

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