UN WALMART QUE ERA EL REFLEJO COMO DOS PAÍSES SE VUELVEN UNO SOLO EN LA FRONTERA

EGO7 agosto, 2019

Dos naciones se unen física y culturalmente en El Paso, Texas. Un Walmart con mucho ajetreo, en el lado este de la ciudad, a unos minutos de la frontera con México, era un ejemplo de esos lazos.

La tienda era una versión del Estados Unidos típico en la frontera: una gran cantidad de familias mexicano-estadounidenses de El Paso se congregaban en la megatienda casi a diario para comprar víveres baratos y, hacia el final del verano, útiles escolares.

Casi con la misma frecuencia, familias mexicanas cruzaban el puente internacional en auto para comprar televisores más baratos, pañales y ropa en descuento. Era una de las diez tiendas más concurridas de la empresa en Estados Unidos: un analista dijo que la mayoría de las grandes tiendas de su tipo reúnen en promedio a 14.000 clientes por semana; el de El Paso recibía a 65.000 personas.

En sus góndolas se almacenaban las camisetas de la selección de fútbol mexicana, latas de chiles y salsa y banderas mexicanas, exhibidas debajo de las de Estados Unidos y Texas. El personal de la farmacia era completamente bilingüe. «Realmente se siente como una tienda de las Naciones Unidas», dijo Burt P. Flickinger III, un consultor en ventas minoristas que ha visitado y estudiado el Walmart de El Paso.

Esta es la frontera tal como se vive día a día, lejos del candente debate nacional en torno de la inmigración: los niños cruzan de ida y vuelta para ir a la escuela; otros vienen por trabajo o de compras.

Fue en este Walmart, una soleada mañana de sábado, donde un atacante blanco, molesto por lo que llamó «la invasión hispana de Texas», decidió llevar a cabo un horrible acto de violencia.

Aunque ha habido muchas víctimas de origen hispano en varios de los tiroteos masivos que han impactado a Estados Unidos en años recientes, la masacre en El Paso fue el atentado más mortífero dirigido contra latinos en la historia reciente del país.

La aparente motivación antihispana detrás del ataque sorprendió a residentes y funcionarios de El Paso, al tratarse de un estallido súbito de violencia a partir del complicado debate en torno de la cultura y la inmigración estadounidenses, que sucedió en una ciudad que ha sido un punto focal de migración y un lugar -como muchas otras ciudades fronterizas- donde la idea de la inmigración e identidad nacional rara vez se ha sentido como un factor de división.

«Lo que me impactó más no es que fuera un tiroteo masivo, sino el motivo, el hecho de que específicamente se dirigió a mexicano-estadounidenses e hispanos», dijo Gilda Baeza Ortega, bibliotecaria de 67 años de la Universidad Western New Mexico que estaba en El Paso para visitar a sus padres. «Él vino aquí por nosotros».

En todo el país, muchos latinos describieron la masacre del sábado como un momento similar al 11 de Septiembre. El anuncio que el FBI hizo el domingo 4 de agosto de que la investigación del tiroteo es por terrorismo interno, solo contribuyó a reforzar esa sensación, especialmente en una ciudad que es 80% hispana.

«Este hombre anglo vino aquí a matar hispanos», dijo el alguacil de El Paso, Richard Wiles. «Estoy indignado y ustedes deberían estar indignados también. La nación entera debería estar indignada. En este día y época, con todos los asuntos serios que encaramos, aún confrontamos a personas que se matan unas a otras por la única razón del color de su piel».

Antes de que el ataque trastocara la normalidad en El Paso, el Walmart y el centro comercial a su alrededor atraían a muchas personas del otro lado de la frontera y a muchos residentes de El Paso que buscaban qué hacer la tarde del fin de semana. Gente de ambos lados de la frontera iban camino a un cine no muy lejos del Walmart, a comprar ropa de descuento en una tienda Ross Dress for Less cercana o se dirigían a la hora feliz del restaurante Hooters.

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