Storytelling y la historia detrás de una historia

EGO13 julio, 2017

Por MARIO RAMOS

Un par de semanas atrás fui invitado por la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA), en Guadalajara, México, para hablar acerca de storytelling (el arte de contar historias), en el Congreso Internacional de Comunicación, Lenguas y Multimedia. Escribí mi ponencia, preparé el material y partí de Washington un martes.

Mi presentación estaba programada para el último día del congreso, así que, para fortuna mía, y más aún para los asistentes, tuve la oportunidad de ver la ponencia de un par de conferencistas. A partir de esto, sin embargo, decidí cambiar mi presentación casi por completo. No porque estuviera mal, sino porque debía dirigirme a los alumnos de una forma distinta. Decidí eliminar el discurso técnico y ubicar mi presentación en un universo más personal, contar algunas historias y anécdotas personales. Sin duda, tenía mucho que compartir. Al fin y al cabo la idea de las conferencias era demostrar, a través de experiencias personales, cómo se puede aplicar el storytelling en el ambiente laboral.

El segundo día en Guadalajara, miércoles, pasé la tarde entera escribiendo experiencias en el café del hotel mientras mi familia, que me había acompañado, disfrutaba de la ciudad y las atenciones de los tapatíos. El jueves por la mañana me encontraba en el auditorio frente a cientos de jóvenes que esperaban escuchar mi presentación y que al final se sustentó en experiencias e historias personales. Comencé mi exposición leyendo la misma introducción que escribí para mi columna en esta revista:

«Nos encontrábamos allí, los dos, frente a frente: yo, sentado en la única silla del cuarto con las manos apoyadas sobre las piernas; vos, desnudo, inerte y en silencio, desplomado sobre una mesa de metal oxidado, esperando ser reconocido al igual que el resto de los cuerpos que sigilosamente nos acompañaban. Al igual que vos, se preparaban para el olvido.

Esta vez no me dirías nada. No habría más tertulia. Tampoco alegatos o reyertas. No habría discusiones ni palabras sugerentes y mucho menos contrariedades. Nuestras conversaciones habían terminado. Ahora solamente quedaba el recuerdo de esas tristes charlas en las que alguna vez dijiste: «Pienso que una forma de vencer a la muerte que me persigue sin tregua es dejando algo escrito. Un libro, un artículo, o al menos una nota de despedida». Todo eso se había disipado. Te habías ido sin vencerla.

Hoy escribo por los dos, para vencer a la muerte que nos acosa».

La idea de iniciar de esta forma fue la misma que tuve para (Casi) literal: mostrar cómo «la ficción jamás supera a la realidad». Sin embargo, para que esa realidad tenga mayor fuerza debemos saber cómo contarla. Todos tenemos historias interesantes, pero cómo contarlas es lo que las convierte en únicas. Ese es el reto de todo storyteller: conectar emocionalmente con las personas a través de sus narraciones.

Si definimos la palabra storytelling es básicamente «el arte de contar historias» y Latinoamérica ha cosechado a muchos de los más importantes narradores: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Ernesto Sabato, Alejo Carpentier y también Gabriel García Márquez, que con un estilo muy particular se convirtió en un gran maestro del arte de contar historias, no solo personales sino también ajenas.

Por mencionar un ejemplo, García Márquez utilizó la historia de Miguel Reyes, quien el 20 de enero de 1951, en su noche de bodas, se llevó la sorpresa de que Margarita Chica, la mujer con la que había contraído nupcias apenas unas horas atrás, no era virgen. El recién casado, encolerizado, la tomó por el pelo y la llevó a casa de su familia, diciéndoles «Ahí la devuelvo ¡por rota!», ante la mirada atónita de su madre y sus hermanos, que observaban la escena boquiabiertos. Al confesar quién había sido el responsable, sus hermanos decidieron ir a buscarlo y con cuchillos, según la versión del mismo García Márquez, lo asesinaron a sangre fría. Esta historia sirvió de inspiración para Crónica de una muerte anunciada, libro que, a mi gusto, demuestra perfectamente cómo contar una historia.

Desde las primeras páginas, García Márquez dice que el personaje principal va a morir; también cómo va a morir, y además quién lo va a matar y por qué. Entonces la pregunta obligada es: ¿por qué debería leer el resto del libro si en las primeras páginas lo dice todo? La respuesta es simple: es por la forma como está contada la historia.

El arte de contar historias ha estado presente desde los inicios de la humanidad. La narración de cuentos ha sido una forma de expresión y de transmisión del conocimiento. Ha estado ahí desde la época de las cavernas, plasmado en pinturas, en las narraciones orales de todas las culturas. Quién podría olvidar historias insuperables como Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender, La metamorfosis de Kafka o el Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra, pues son una muestra inmejorable de manejo del lenguaje, técnica, disciplina, creatividad y, sin duda, una gran pasión. Las personas podrán olvidar lo que dijiste o lo que escribiste, pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir.

casiliteral.com

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Mario Ramos (Tegucigalpa, 1977). Fotógrafo, productor de televisión y cineasta hondureño ganador del premio EMMY en 2016. Productor y director de Vuelve con nosotros (2016), película que ha sido nominada y reconocida en distintos festivales de cine en Estados Unidos, Europa y Centroamérica, entre ellos el Festival Ícaro, el Festival de Cine de Beverly Hills, el Festival Red Rock en Utah, el Latino Shorts Film Festival en Nueva York, el Milan Online Film Festival en Italia y el Festival Internacional de Cine de Marbella, España.

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