ÓSCAR ARNULFO ROMERO: SAN ROMERO DE LAS AMÉRICAS

EGO18 octubre, 2018

El 15 de agosto de 1917 nació Óscar Arnulfo Romero, en Ciudad Barrios, El Salvador, en el país más pequeño de Centroamérica. Estudió con los jesuitas y se ordenó sacerdote en Roma en 1942. Al regresar a su país, fue nombrado párroco y desempeñó su cargo en varias iglesias, en las que se caracterizó por su cercanía con los más necesitados, por lo que en 1967 fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Tres años después, el Papa Pablo VI lo designó obispo auxiliar del país centroamericano.

El contexto político, económico y social que le tocó vivir a Monseñor Romero fue de una profunda desigualdad, en el que existía la concentración de tierras en pocas manos, lo que provocó el levantamiento de campesino e indígenas que fueron reprimidos. Se menciona que 30,000 de ellos fueron asesinados por el gobierno militar encabezado por Maximiliano Hernández en 1932, quien se mantuvo en el poder hasta 1944. Sus sucesores fueron los coroneles Óscar Osorio y José María Lemus. Los militares gobernaron El Salvador desde 1931 hasta 1979, con el apoyo de los Estados Unidos de Norteamérica.

Óscar Arnulfo Romero mostró en sus inicios cierto acercamiento con las cúpulas militares y grupos de poder. Las injusticias, la persecución y asesinatos de que eran objeto campesinos, indígenas y hasta religiosos pusieron a Romero en la necesidad de apoyar a los violentados por el gobierno. Monseñor Romero, desde su posición en la iglesia, denunció a nivel nacional e internacional la terrible situación económica, política y social de la que eran víctimas todos los salvadoreños. Desde Roma se le llamaba la atención por su protagonismo en favor de los desposeídos, amonestación que fue desoída. Las represiones del gobierno militar contra la iglesia encabezada por Romero no se hicieron esperar: fueron víctimas de asesinatos, atentados, expulsiones, y falsas acusaciones. Poco a poco, la voz de Monseñor Romero cruzó las fronteras, lo que lo llevó a convertirse en la bandera de las mayorías de la población salvadoreña. Recibió un doctorado honoris causa en la universidad católica de Bélgica y fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por miembros del parlamento británico. Entre las acciones llevadas a cabo por Monseñor Romero está el envío de una fuerte carta al Presidente estadounidense Jimmy Carter para que dejaran de apoyar al ejército salvadoreño.

El Domingo de Ramos, día consagrado a Jesús cuando entró en Jerusalén, Romero pronunciaba fuertes palabras dirigidas a la policía y al ejército, llamándoles a deponer las armas y ordenándoles en nombre de Dios no seguir asesinando a su pueblo. El día siguiente, 24 de marzo de 1980, Monseñor Romero pasaba a la inmortalidad al ser asesinado por un francotirador, en pleno oficio de misa. La muerte de Monseñor Romero fue atribuida a grupos de ultraderecha salvadoreños y en particular a Robert D’Aubuisson, fundador del Partido Alianza Republicana Nacional (ARENA). Hasta el día de hoy no existe castigo para los responsables.

Monseñor Romero fue beatificado en el 2015 a raíz de un milagro que se le atribuyó en beneficio de Cecilia Flores, quien, a raíz de una complicación en el parto, su salud fue deteriorada hasta entrar en estado de coma durante varios días, lo que llevó a los médicos a declarar en estado de agonía. Cecilia Flores, no obstante, salió caminando del hospital en los días subsiguientes, gracias –según el relato de ella y su familia– a una oración de su esposo, quien encontró una estampa de Óscar Arnulfo Romero en su biblia con una oración que solicitaba un milagro. Los médicos a cargo de Cecilia Flores no encontraron ninguna explicación científica para demostrar a qué se debía la recuperación de la paciente. El 14 de octubre recién pasado, Monseñor Romero fue declarado Santo pese a que aún después de su muerte continuó siendo martirizado por los enemigos de los pueblos.

La canonización de monseñor Romero llena de esperanza a los miembros de la iglesia católica, revitaliza a la misma institución religiosa, pero sobre todo invita a todas las personas a estudiar e imitar la vida del Santo de las Américas. Invita a reflexionar al Cardenal Rodríguez y a cúpula de la iglesia católica hondureña a colocarse del lado de su pueblo que padece por falta de alimentos, salud, educación, y violaciones a los derechos más elementales de los hondureños. La investidura del Santo Romero invita a la reflexión a las cúpulas militares, políticas y empresariales a que cesen sus ansias de odio contra este pueblo noble hondureño. El Santo de las Américas invita a los pueblos de América Latina a levantarse contra los que los oprimen. “Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”, sentenciaba el ahora Santo de las Américas. ¡San Romero ha resucitado en los latinoamericanos!

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