LAS REVUELTAS EN LA UNAH

EGO3 julio, 2019

La inestabilidad, falta de gobernabilidad e irrespeto a la ley orgánica en la UNAH es el reflejo del país. Julieta Castellanos dirigió el alma mater en dos períodos, el primero en 2008 y el segundo en 2013, producto de vacíos creados por las mismas autoridades, quienes solicitaron al Congreso Nacional una reforma a la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras mediante una iniciativa ciudadana. Esta reforma permitió la reelección de la entonces señora rectora. Para ese entonces, el presidente del Congreso Nacional era Juan Orlando Hernández, quien luego, tras convertirse en Presidente de la República, utilizó la misma estrategia de las autoridades universitarias: envió a sus diputados a la Corte Suprema de Justicia para «desbloquear» su reelección, pese a que ésta iba en contra de la disposición en la Carta Magna. ¿Casualidad?

En septiembre de 2017, producto del mismo vacío institucional provocado en el 2013, se procedió a elegir al doctor Francisco Herrera como rector interino, con el objetivo principal de crear las condiciones para el desarrollo de elecciones estudiantiles, de manera que las autoridades de ahí electas procedieran a formar parte del Consejo Universitario,  máximo órgano encargado de elegir en propiedad a las autoridades universitarias. Hasta la fecha (casi dos años), después de revueltas tras revueltas, la crisis –en apariencia interna– continúa, al evitar que se lleven a cabo las elecciones estudiantiles y de esa forma
constituir autoridades universitarias en propiedad.

La privatización de la educación ha sido una prioridad para los gobiernos ajenos a su pueblo, y el caso del alma mater como rectora de la educación superior no es la excepción. Este cometido se ha alcanzado parcialmente, pues ya miramos la cantidad de universidades privadas que existen en el país. Ante un eventual cierre de la máxima casa de estudios, la barbarie en nuestra hondura se precariza aún más. A los jóvenes que no tengan cómo pagar una universidad privada se les estará robando el conocimiento de otras formas de pensar. Sin mencionar, además, que las universidades privadas están creadas para formar trabajadores con base en lo que requiere el mercado y no para pensar, crear o, mucho menos, para tener una persona nueva. Ante el cierre del alma mater se desmoviliza a muchos jóvenes pensantes y politizados, que no son ajenos a la trágica realidad que hoy enfrenta el país.

La situación actual en la UNAH no es independiente de la ingobernabilidad que afecta al país, que ha sido provocada por la clase gobernante para intereses diferentes a los del pueblo hondureño. Los estudiantes, que en esta lucha son la punta de lanza, los docentes aglutinado en la ADUNAH y los trabajadores representados en SITRAUNAH deben retomar su papel como entes protagónicos del quehacer universitario. Tienen que tener presente que las protestas a través de la toma de las instalaciones han sido herramientas genuinas y auténticas para hacer ver la inconformidad a la clase gobernante, pero que éstas, en los últimos tiempos, han sido herramientas utilizadas por la misma clase gobernante para deslegitimar luchas.

Los estudiantes universitarios deben saber identificar en qué momento sus formas de protesta pueden servir a la misma clase gobernante que se combate. La comunidad universitaria debe identificar otras
formas de protesta sin renunciar a sus luchas, pero que las mismas no sean excusa para impedir el quehacer universitario.

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