POR QUÉ NO FUNCIONA EL GASTO PÚBLICO

EGO21 diciembre, 2018

Por Julio Raudales |

No se trata de hacer una crítica destructiva o de imponer algún criterio en particular.

Lo que quisiera mas bien, es hacer un par de sugerencias para que el país experimente el giro que tanto necesita.

Para empezar, es necesario insistir y dejar bien claro cual es la tarea del gobierno en una economía que busca la prosperidad de su ciudadanía. Yo diría que hay que centrarse en tres elementos:

El gobierno debe, en primer lugar, ser el aceite que mueva el motor de la producción, es decir, le corresponde al sector público eliminar cualquier traba al adecuado funcionamiento de los mercados. Por ejemplo, combatir los monopolios, facilitar el flujo de información, garantizar la existencia de bienes públicos como la justicia, la seguridad ciudadana y la paz.

Lo segundo es mantener la estabilidad del ciclo económico, o sea apoyar al sector privado -trabajadores y empresarios- cuando haya problemas de desempleo, inflación o desincentivos a la producción, sobre todo por crisis en el resto del mundo. Hace algunos años nos tocó vivir la crisis financiera mas aguda que ha tenido la economía norteamericana en los últimos 50 años y aquí nadie movió un dedo para evitar que la misma nos golpeara y así terminamos.

Por último, es función de un gobierno responsable y consecuente con el bienestar de su gente, tomar las medidas adecuadas para que la acción de los mercados no genere desigualdades innecesarias.

En realidad, ninguna sociedad está obligada a ser igualitaria. Cuando la disparidad de ingresos y riqueza en un país expresan únicamente la diferencia en el esfuerzo y en el uso de las habilidades personales, éstas no son necesariamente un lastre. Sin embargo, es inadmisible e inmoral que, en un país, vivan solo unos pocos ricos y una gran cantidad de gente en la miseria.

Las sociedades exitosas son aquellas en las que la clase media destaca por su tamaño y preminencia. Cualquier país en donde son muy evidentes las desigualdades, está caminando hacia el fracaso.

Entonces ¿Por qué no funciona el gasto público en Honduras?

Me hacía esta pregunta ayer, mientras leía en el periódico que el Congreso Nacional aprobó en un solo debate el Presupuesto Nacional de Ingresos y Egresos del 2019, por un monto de mas de 261 mil millones de lempiras. Es decir, casi la mitad de la producción del país, si consideramos que, para el otro año, el PIB nominal esperado será de unos L 585 mil millones.

La primera razón, desde mi punto de vista, es que el presupuesto público es demasiado grande. Al gastarse el 44% del PIB, el gobierno le quita la oportunidad a la gente para que decida por si misma qué hacer con sus ingresos. Está demostrado científicamente que las personas son mas eficaces en la administración de sus propios recursos que cualquier gobierno, por mas responsable y transparente que sea.

Lo anterior no sería tan grave si quienes tiene mas poder adquisitivo, pagaran una mayor cuantía de impuestos en relación con sus ingresos, pero no es así. Un estudio de la CEPAL indica que, en Honduras, el 10% mas pobre de la población paga al fisco el 41% de su ingreso, mientras que el 10% mas rico, paga apenas el 20%. Es decir, la acción gubernamental es, por si misma, un factor de ineficiencia económica.

Otro elemento que hace disfuncional el gasto gubernamental es la manera poco participativa en que se administra. Luego de 20 años trabajando en política fiscal, me quedó claro que no existe ningún interés por parte de los gobernantes, para generar un mecanismo que permita que la ciudadanía decida el mejor uso de los fondos públicos.

En el año 2006 se aprobó una Ley de Participación Ciudadana y en el 2010, otra para el establecimiento de un Plan de Nación, en la que se ordenaba que el presupuesto fuese elaborado por Consejos Ciudadanos de Desarrollo. Sin embargo, a las autoridades centrales les espanta la idea de perder la discrecionalidad en el gasto y por ello dejaron en desuso estas normativas.

Por último, no se puede hablar de gasto público eficaz sin dejar de lado la lucha contra la corrupción. El CNA, un organismo que ha demostrado un férreo compromiso para enfrentar este lastre, asegura que casi un 40% de los recursos destinados al desarrollo, se pierden por el latrocinio y la falta de eficiencia. La participación ciudadana y la despolitización de la acción gubernamental serán un factor determinante en la lucha contra este grave problema.

Muchas cosas deberán cambiar en nuestra forma de administrar la cosa pública, pues de seguir con la cultura de gasto público actual, el país marchará inexorablemente hacia el fracaso. 

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