“NARCOS MÉXICO”: LAS CLAVES DE NETFLIX SOBRE LA ACTUALIDAD CRIMINAL

EGO8 diciembre, 2018

Escrito por  Josefina Salomón y Parker Asmann

“Narcos” ha alcanzado la mayoría de edad.

En su cuarta temporada, la popularísima producción de Netflix deja el hampa de Colombia para centrarse en el país que es hoy el epicentro de los ejes criminales en Latinoamérica: México.

La selección de las locaciones, el periodo de tiempo cubierto y el reparto no fueron casuales: ofrecen una imagen del mundo criminal de México a través de los ojos de mexicanos y en el momento preciso en que surgieron algunas de las que hoy son las organizaciones criminales más poderosas y violentas.

Pero “Narcos: México” no habla solo del pasado. Una mirada más de cerca a la serie brinda algunas claves esenciales sobre el actual estado del hampa en el país y sus perspectivas.

Aquí se exponen cuatro de las más importantes:

(Advertencia: El artículo contiene spoilers)

1. La estrategia de la DEA contra capos

Desde su primera temporada, con una mirada creativa del ascenso y caída de Pablo Escobar en Colombia, “Narcos” de Netflix ha ofrecido un vistazo dramatizado del origen del actual hampa latinoamericano a través de los ojos de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos.

Episodio tras episodio de “Narcos: México”, puede verse al agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena trabajando como parte de un grupo más amplio en Guadalajara, en una búsqueda frenética de capos de la droga, incluyendo a Miguel Ángel Félix Gallardo y a Rafael Caro Quintero. La “estrategia de los capos” afirma que la captura o muerte de los jefes de las organizaciones criminales provoca la caída de dichas estructuras.

Han pasado varias décadas desde entonces, y aun cuando la estrategia ha demostrado ser ineficaz y contraproducente, sigue aplicándose. Centrar todos esos esfuerzos en hacer caer las cabezas de las organizaciones criminales sin una estrategia más amplia a largo plazo para atacar las economías ilegales solo lleva a la fragmentación de estos grupos. Organizaciones fragmentadas son mucho más difíciles de identificar y enfrentar.

De hecho, aun después del arresto final en 2016 del exjefe del cartel de Sinaloa Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, el cartel sigue siendo uno de los principales grupos criminales del país.

Pero ni la DEA ni las autoridades mexicanas parecen haber aprendido la lección. Hoy, la DEA sigue centrada en las cabezas de los grandes carteles. Ahora ha virado su interés de Félix Gallardo y el cartel de Guadalajara al cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y al jefe de ese grupo, Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”.

Tanto las autoridades estadounidenses como mexicanas ofrecen recompensas de varios millones de dólares por la captura de El Mencho. El Departamento de Justicia de Estados Unidos, junto con la DEA y otros organismos, anunciaron también recientemente nuevas “iniciativas de control coordinadas” para “desmantelar” el CJNG.

2. Un nuevo panorama criminal

La escena en la que aparece un Félix Gallardo que casi retorna de la muerte para volver a ocupar su silla en la cabecera de la mesa de una federación de criminales con ideas en común al final de la última temporada de “Narcos” fue el punto de partida de lo que terminó siendo un lucrativo modelo de negocios. Pero las innumerables luchas intestinas que se libraban por lo bajo eran una señal de lo que estaba a punto de suceder.

Con el tiempo, esta estructura jerárquica ha sido reemplazada por muchos grupos de menor tamaño, más fragmentados.

El cartel de Sinaloa y el CJNG son actualmente los grupos criminales más fuertes de México. Pero una serie de arrestos y muertes de importantes miembros de los carteles, además de las disputas internas, han causado la disidencia de estos grupos. Como resultado de ello han surgido nuevos grupos y están formando alianzas con rivales de los carteles en el poder, ejecutando ataques con la esperanza de tomar el control de actividades ilícitas importantes.

Esto ha dado paso a niveles de violencia sin precedentes. Mientras que la violencia es mala para las actividades de las organizaciones narcotraficantes, los grupos más pequeños dependen de ella para llevar a cabo secuestros, extorsión y otros delitos. En 2017, México registró más de 30.000 homicidios, más que en cualquier otro año de la historia del país. Los homicidios van en camino a romper un nuevo récord en 2018.

3. Colombia y México: socios del crimen

La entrevista de Félix Gallardo y Pablo Escobar (y su conversación sobre los hipopótamos) por la mitad de la temporada podría haber sido producto de una licencia creativa. Lo que queda claro, sin embargo, es que la generación de Félix Gallardo entabló la relación entre organizaciones criminales en México y Colombia. Y lo lucrativa que ha llegado a ser dicha asociación.

Hoy en día, los grupos criminales en Colombia básicamente les han cedido el mercado de la cocaína en Estados Unidos a los mexicanos, mientras que buscan nuevos mercados en Europa y China que ofrezcan mejores márgenes y menores riesgos.

Grupos criminales como el cartel de Sinaloa y el CJNG siguen recibiendo el grueso de su cocaína de Colombia —primer productor mundial del alcaloide— pero ahora están cultivando nuevas alianzas criminales en el país, luego de un acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016 entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y de la caída constante de Los Urabeños.

Los mexicanos se encuentran estableciendo mayor presencia en Colombia y enviando emisarios para garantizar el control de calidad de sus nuevos socios.

En 2016, por ejemplo, el hijo del excabecilla del cartel de Sinaloa El Chapo hizo una prolongada visita a la ciudad de Medellín, durante la que fue supuestamente protegido por la organización criminal conocida como la Oficina de Envigado. En la periferia rural de la ciudad, visitó presuntamente dos laboratorios de cocaína que despachaban 400 kilogramos de cocaína a la semana hacia México por medio del puerto de Buenaventura, sobre el Pacífico colombiano.

4. ¿Por qué limitarse a las drogas?

A medida que “Narcos: México” avanza, Félix Gallardo se da cuenta de que para mantener su poderío, necesita diversificar sus actividades criminales del tráfico de marihuana exclusivamente para incluir también la cocaína.

Desde entonces, las organizaciones criminales han seguido la misma lógica.

Dos de las industrias ilícitas más destacadas que aparecen desde las décadas de 1970 y 1980 son el tráfico de drogas sintéticas, como el fentanilo y las metanfetaminas, así como la heroína, y el comercio ilegal de combustible robado.

Con la caída en la demanda de marihuana y el ascenso de la demanda de opioides, los grupos criminales mexicanos se han adaptado a las nuevas circunstancias. El CJNG y el cartel de Sinaloa están peleándose por monopolizar el mercado estadounidense de la heroína. Más del 90 por ciento de la heroína analizada por la DEA en 2017 tenía su origen en México, según la Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2018.

Además, los masivos decomisos de metanfetaminas y fentanilo indican que los grupos criminales están produciendo más drogas sintéticas para adaptarse a los cambios del mercado, lo que también puede estar contribuyendo al alza en las muertes por sobredosis registradas en los últimos años en Estados Unidos. Las muertes por sobredosis de drogas —inducidas en su mayoría por opioides— aumentaron 21 por ciento a 63.632 en 2016, según la DEA.

Aparte del tráfico de narcóticos, el robo de combustible se está posicionando rápidamente como una actividad criminal lucrativa que compite con las ganancias obtenidas del negocio de la droga. En 2017, la petrolera estatal de México Petróleos Mexicanos (Pemex) contó cerca de 10.000 episodios de robo de combustible, lo que bate el récord del año anterior.

El multimillonario negocio ilícito —que según algunos informes tiene “una fuente potencial de enriquecimiento mucho mayor que los narcóticos ilegales”— también ha generado un repunte de la violencia. En una sangrienta racha de cinco días en septiembre de 2018, por lo menos 54 personas cayeron muertas en confrontaciones entre grupos criminales rivales por el control del negocio ilícito en el estado central de Guanajuato, que han calificado de “paraíso” para los ladrones de combustible.

Fuente: es.insightcrime.org

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