Honduras (1982-2009): la Democracia anticomunista

ALG24 septiembre, 2019

@oscarlestrada

Honduras se había convertido en terrero de acción de la Guerra Fría desde 1954, cuando la CIA y élites políticas y militares del país, junto a la oligarquía de Guatemala usaron el territorio nacional para ejecutar la invasión y posterior derrocamiento del gobierno progresista de Jacobo Arbenz, dando inicio una guerra civil que duraría décadas en el vecino país. Pero fue hasta el triunfo de la revolución Sandinista en 1979 que surge lo que en la historia se conoce como el USS Honduras. Washington, para debilitar el gobierno revolucionario del FSLN y fortalecer al ejército de El Salvador, ya en guerra en contra del FMLN, convirtió a Honduras, a partir de 20 de enero de 1981, con el asenso al poder de Ronald Reagan, en una abierta base militar de entrenamiento, provisión de armas y recursos tanto para las fuerzas gubernamentales salvadoreñas y guatemaltecas como para la “contra” nicaragüense. Este período en la Historia de Honduras estaría marcado por el anticomunismo en la guerra centroamericana.

El gobierno de Reagan pretendía librar una lucha contra la amenaza comunista que suponían los movimientos revolucionarios de Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Por lo tanto, Honduras se transformó en una frontera geográfica e ideológica organizada por la convicción y adhesión de las élites políticas y militares a la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN).

Las élites hondureñas colaboraron desde un inicio en el desarrollo de las políticas de contrainsurgencia planificadas por el gobierno de los Estados Unidos, la CIA y por militares argentinos en Honduras. Tanto el Partido Liberal como el Partido Nacional, la empresa privada y las Fuerzas Armadas aceptaron la situación con el entendido que la alianza con los Estados Unidos traería grandes beneficios materiales y económicos para ellos.

Lea antes: Honduras (1954-1982): El retorno de los liberales al poder y las dictaduras militares

http://elpulso.hn/honduras-1954-1982-el-retorno-de-los-liberales-al-poder-y-las-dictaduras-militares/


El escritor Logino Becerra afirma en su libro Evolución histórica de Honduras que el gobierno de Suazo Córdova proyectó desde el primer momento la imagen de un gobierno de transición, marcado aún por un fuerte militarismo. Ramón Villeda Bermúdez llegó incluso a definirlo como un gobierno bicéfalo, «con una cabeza militar y otra civil».

El 27 de enero de 1982, en el estadio nacional, Roberto Suazo Córdova pronunciaba un modesto discurso, muy distinto a la estridencia que acostumbraban los liberales: «Esta patria nuestra, cuya límpida bandera ostenta con orgullo, surgió y ha evolucionado en el esquema de desarrollo con hábitos de una estructura socio económica llena de contradicciones. Somos un pueblo digno y a la vez un país que arrastra el atraso generado por la desidia administrativa, la ineptitud política y la complicidad ofensiva para combatir la opresión, la explotación y la dependencia (…) Para emprender la solución de los problemas que nos aquejan, es requisito básico que el orden prevalezca sin que ello implique que la libertad sea quebrantada.»

El Partido Nacional no estuvo presente en los actos de toma de posesión de Suazo Córdova. El mismo 27 de enero dio a conocer un boletín de prensa en donde explicaban las razones de su actitud en el cual calificaban el proceso electoral como fraudulento y al gobierno de Suazo Córdova como espurio. Ese 27 de enero, dijo el comunicado de los nacionalistas, sería «aprovechado para tributar un homenaje de simpatía y reconocimiento al líder máximo y presidente del Comité Central del Partido Nacional de Honduras, el abogado Ricardo Zúniga Agustinus» que había fungido como vicepresidente durante todo el período militar desde Oswaldo López Arellano en 1971.

Dos días después de la toma de posesión de Suazo Córdova, el 29 de enero de 1982, se efectuaron los los actos de traspaso de mando de las Fuerzas Armadas, en el cual el coronel Gustavo Adolfo Álvarez Martínez tomaba el mando de la institución castrense.

Hubo mucha oposición al interior de las Fuerzas Armadas al ascenso de Álvarez, para comenzar, no era aún general sino coronel y fue necesario reformar la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas para otorgarle el ascenso pues la ley vigente exigía cinco años en el cargo de coronel, tiempo con el que Álvarez Martínez no contaba.

Figuras como el coronel de inteligencia Leonidas Torre Arias, ligado luego al asesinato de los esposos Ferrari en su tiempo de jefe de la FUSEP, alertaba de las acciones arbitrarias y guerreristas del nuevo jefe militar.

En su primer discurso como jefe de las Fuerzas Armadas, el coronel Gustavo Álvarez Martínez atacó el modelo de enseñanza existente en el país, considerando que en el mismo se efectuaba un adoctrinamiento por parte de «agentes subversivos».

«Sus tácticas preferidas en las campañas de subversión se inician con infiltración en la mentalidad de la juventud, a través de los sistemas educativos en todos los niveles, con el fin de desnaturalizar sus conceptos sobre los valores legítimos de nuestra nacionalidad, sembrando en las nuevas generaciones el odio  las conductas proclives a la violencia, destruyendo su fe en Dios, incitándoles a la subversión del orden mediante actos repudiables orientados a destruir el aparato productivo de la nación, con empleo de armas y con cualquier otro procedimiento propio para sembrar la ruina y la desolación», dijo el coronel Álvarez Martínez en la ceremonia de traspaso de mando.

Así inició la era de oro de la democracia hondureña que duraría 27 años.

ROBERTO SUAZO CÓRDOVA (1982-1986)

Roberto Suazo Córdova nació en la ciudad de La Paz, el 17 de marzo de 1927 y murió en la misma ciudad el 22 de diciembre de 2018. Fue el encargado de la transición democrática luego de décadas de gobierno militar.

Después del derrocamiento de Anastasio Somoza en Nicaragua en 1979 y con inestabilidad general en El Salvador, los militares hondureños, por presión de la administración de Jimmy Carter en los EEUU, aceleraron proyectos para devolver el país a la democracia. Una asamblea constituyente fue popularmente decidida en abril de 1980 y las elecciones generales fueron celebradas en noviembre de 1981. Una nueva constitución fue aprobada en 1982 y el gobierno del Partido Liberal del Presidente Roberto Suazo Córdoba tomó el poder. Una elección que ganó por la popularidad del Dr. Modesto Rodas Alvarado, que desafortunadamente falleció el 9 de Julio 1979, a quien se le consideraba que sería el próximo candidato presidencial con Suazo Cordoba como vice presidente.

Suazo Cordoba, abandonando los fundamentos de la política Rodista, se plegó completamente a la política estadounidense de lucha contra el gobierno revolucionario de Nicaragua, con la esperanza de recibir ayuda para enfrentar la severa recesión económica que atravesaba el país luego de la crisis del petróleo de 1979.

La nueva relación del gobierno de Honduras con los Estados Unidos que inicia en 1982 se basó en el acuerdo firmado entre ambos países el 20 de mayo de 1954 (en plena huelga de obreros de las compañías bananeras). El Tratado Bilateral de Asistencia Militar tenía como objetivo preparar la invasión a Guatemala para derrocar al presidente Jacobo Arbenz y establecía ejercicios militares «para lograr objetivos comunes y compatibles de Honduras y de los Estados Unidos». Según este tratado, Washington definía ademas, «las zonas geográficas en las que se llevarán a cabo, el tipo y el número de fuerzas militares que se utilizarían, y el período de tiempo para cada ejercicio militar».

Con esas acciones que llevó a cabo el gobierno de Honduras con el gobierno de Los Estados Unidos se estableció en territorio nacional una base para la formación de militares y ejércitos contra la amenaza comunista. Para las Fuerzas Armadas, este período sirvió no solo para redefinir su rol en la región, con la asistencia de los Estados Unidos, sino para moldear a su nueva oficialidad con la asistencia de militares argentinos, fundamentalmente del Grupo de Tareas Exterior del Batallón 601, que los asesorarían en la represión interna, que produjo 184 desaparecidos según el informe presentado por el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en 1984, Los Hechos hablan por sí mismos.

Sobre la jefatura de Álvarez Martínez y su caía lea: Cómo cayó Álvarez Martínez

https://elpulso.hn/como-cayo-alvarez-martinez/


 

Para 1985, el presidente Suazo Córdova comenzó a contemplar la posibilidad de extender su gobierno dos años más, o en su defecto reelegirse en el cargo. En su tesis, Suazo Córdova había sido electo presidente bajo la constitución aún vigente en 1981, que contemplaba el período presidencial de 6 años y no bajo la constitución vigente a partir del 27 de enero de 1982, cuando Suazo Córdova inicia su período presidencial. Argumentaba (igual que lo hizo años después Porfirio Lobo Sosa), que la ley no podía ser retroactiva y él debía regirse por la Constitución de 1965, estando obligado por ley a convocar elecciones hasta 1988.

Esa voluntad del presidente Suazo generó la primera crisis constitucional de la nueva democracia hondureña.

La crisis dio inicio el 28 de marzo de 1985, cuando el Congreso Nacional de la República ordenó la destitución del magistrado Carlos Manuel Arita Palomo, presidente de la Corte Suprema de Justicia y de cuatro magistrados más de la Corte Suprema. Arita Palomo era aliado político de Suazo Córdova y se prestaba a dar un fallo a favor de la postura de Suazo. El Congreso Nacional de la República colocó en la presidencia de la Corte Suprema de Justicia a Ramón Valladares Soto, amigo y cercano colaborador del presidente del Congreso Nacional, Efraín Bu Girón, quien daría un fallo contrario a las pretensiones del ejecutivo.

Para evitar que el Congreso Nacional se saliera con la suya, Suazo Córdova solicitó al jefe de las Fuerzas Armadas que ordenara la captura del abogado Valladares Soto y presentó una querella judicial contra 53 diputados del Congreso Nacional de la República, a los que acusó de «atentar contra la forma de Gobierno en perjuicio del Estado hondureño». El abogado Valladares Soto fue detenido y enviado a la Penitenciaría Central, donde permaneció durante varios días.

Parte de la estrategia del ejecutivo era la designación de aspirante a la presidencia de los candidatos del Partido Liberal y del Partido Nacional, con el entendido que ambos aceptarían el fallo de la corte e iniciarían campaña hasta 1988. El Congreso Nacional de la República respondió a esta acción del presidente Suazo Córdova asestándole un golpe a sus pretensiones, aprobó el 4 de abril de 1985 una disposición legislativa por medio de la cual estableció que los candidatos a la Presidencia de la República, los designados a la Presidencia y los miembros de las corporaciones municipales, solo podrían ser inscritos en los organismos electorales después de haber sido electos en elecciones internas mediante el voto secreto y directo de sus afiliados.

Las elecciones internas, en ese sentido, fue un recurso que el Congreso Nacional usó para bloquear el proyecto político de Suazo Córdova.

Esta disposición que daba vida a las elecciones internas en los partidos políticos, fue acompañada de un decreto legislativo que indicaba que la convocatoria a elecciones generales solamente podría hacerse cinco meses antes de la fecha establecida para tal objeto. Con esta última regulación, se pretendía limitar el margen de maniobra del presidente Suazo Córdova y evitar que pudiera burlar la disposición del Congreso Nacional de la República de practicar elecciones internas antes de las elecciones generales.

El Congreso Nacional de la República emitió adicionalmente un decreto de amnistía para lograr la liberación del abogado Valladares Soto.

Para evitar que las disposiciones aprobadas por el Congreso Nacional entraran en vigencia, el presidente Suazo Córdova ordenó a los soldados de la guardia de honor presidencial ocupar el edificio de la Tipografía Nacional e impedir que fueran publicadas en el Diario Oficial La Gaceta; posteriormente envió al Congreso Nacional un veto objetando las disposiciones aprobadas por el Congreso Nacional. Este, en abierta rebeldía, se negó a discutir siquiera el veto presidencial.

Las organizaciones sindicales, al igual que otros sectores de la sociedad civil hondureña, siguieron con una mezcla de atención y sorpresa el conflicto político e institucional. Cuando estimaron que la crisis había llegado a su fase de mayor tirantez y para prevenir un golpe de Estado (que comenzaba a presentarse como una opción a la crisis) decidieron intervenir. Fue así que líderes de la CTH, la FESITRANH, la FECESITLIH, la ANACH, el SINAMEQUIP, la Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria de Honduras (FECORAH) y de la Federación de Campesinos de Honduras (FCH), se reunieron en abril de 1985 para analizar la situación y emitir juicios sobre la misma.

De esta reunión salió un conjunto de sugerencias para enfrentar la crítica situación política existente. El 19 de abril de 1985, las organizaciones obreras y campesinas, fortalecidas por la presencia de la CGT, la UNC y la CNTC, elevaron ante los partidos políticos y la opinión pública en general, un nuevo documento al que denominaron «Posición del movimiento obrero y campesino ante la actual crisis que vive el país», en el cual proponían un conjunto de medidas para resolver la crisis política e institucional.

Desde la dimensión electoral, la crisis de 1985 se resolvió con un acuerdo entre las élites, en la cual formaron parte también las Fuerzas Armadas, la Embajada de Estados Unidos, los gremios obreros y campesinos, la iglesia y la empresa privada agrupado en lo que se conocía com “Notables”; resultó en el cambio abrupto de las reglas de juego para las elecciones de ese noviembre, al adoptarse la llamada “Alternativa B”, que indicaba que el ganador de las elecciones no sería necesariamente el candidato que obtuviera más votos que cualquier otro contendiente, sino el partido político que, sumandos los votos de los diferentes candidatos bajo su lema, obtuviera más sufragios que otro partido. Así fue que José Simón Azcona del Hoyo obtuvo menos votos que Rafael Leonardo Callejas en las elecciones de 1985, pero, al sumar el total de votos por partido, fue proclamado como ganador de las elecciones.

Azcona, pese a que su partido tenía mayoría legislativa, no contaba con el apoyo total de esa bancada, de modo que tuvo que resignarse a la producción de un pacto en el que se le otorgaba importantes concesiones de poder a la bancada del Partido Nacional, adscrita al candidato que, en realidad, había obtenido más votos en las elecciones generales y que, en la elección de 1989, fue el que ganó los comicios para ocupar la presidencia de la República en 1990.

Quizás, como ya mencionamos antes, el resultado más importante de la crisis de 1985 fue el inicio de procesos internos para elegir candidatos en los partidos mayoritarios, un avance en la construcción de las instituciones democráticas en el país.

Como resultado de este acuerdo comienzan a consolidarse las corrientes internas de cada partido, algo que no se había logrado en tiempos de la Alianza Liberal Progresista (ALIPO) y el Rodismo, en donde quien controlaba el partido ponía al candidato. De haber continuado la elección de candidatos en la forma que Suazo Córdova buscaba, el candidato de 1985 hubiera sido Óscar Mejía Arellano, alguien de su entera confianza. Pero la crisis abrió la posibilidad para que el próximo presidente fuera un diputado hasta ese momento marginal, que por su victimización frente al poder que representaba Suazo Córdova y Efraín Bu Girón, logró la presidencia con la Opción B, el ingeniero José Simón Azcona del Hoyo.

JOSE AZCONA HOYO (1986-1990)

Nació en  la ciudad de La Ceiba, Atlántida, el  26 de enero de 1927. Sus padres fueron José Simón Azcona Vélez  y Carmen del Hoyo Pérez. Graduado de ingeniero civil en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en 1970. Casado con Miriam Bocock Selva.

Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en México, donde obtuvo la licenciatura de ingeniero civil, especializándose en vivienda, y planificación y desarrollo urbanísticos. En 1962 Azcona se convirtió en director del Frente de Acción Liberal. En 1973, durante el gobierno de López Arellano, adquirió la función de administrador general de la Federación Hondureña de Cooperativas de Vivienda Limitada (Fehcovil), y se erigió en coordinador del Movimiento Liberal Rodista (MLR).

Durante el gobierno de Suazo Córdova, fue nombrado ministro de la Secretaría de Obras Públicas y Transporte, cargo del que se retiró en 1983, cuando las fricciones con Suazo Córdova comenzaban a aflorar en torno a las aspiraciones presidenciales de Azcona.  Dio a entender que deseaba distanciarse de la política de Suazo, caracterizada por la prestación de una amplia colaboración a los servicios de inteligencia y militares de Estados Unidos y la Contra nicaragüense. Azcona aseguró desconocer la presencia de guerrilleros antisandinistas en Honduras, pero afirmó que si aquel extremo se confirmaba, se estaría ante «una violación de la Constitución», y entonces habría que tomar «las medidas necesarias» para «hacer respetar la soberanía» hondureña. Finalmente y luego de los muchos reportes en la prensa, Azcona reconoció la presencia de la contra en Honduras, si bien manifestó que operaban «sin el permiso del gobierno» negando que Honduras tuviera alguna responsabilidad en las acciones antisandinistas.

Azcona resultó electo presidente de Honduras gracias a los acuerdos logrados entre las élites políticas para poner fin a la crisis constitucional de 1985. Con un gobierno débil, sin mayoría en el congreso, debió consensuar con el Partido Nacional fortaleciendo las aspiraciones políticas de quien había surgido como el nuevo caudillo del nacionalismo, el licenciado Rafael Leonardo Callejas Romero.

A los pocos días del cambio de Administración se produjo la renuncia forzada en la jefatura de las Fuerzas Armadas del general Walter Lopez Reyes, sucesor del controvertido general Álvarez Martínez dos años atrás.

En noviembre de 1987 ordenó clausurar la «oficina de información» que el Frente Democrático Nicaragüense (FDN), denominación oficial de la Contra, tenía en Tegucigalpa. La medida estuvo directamente relacionada con la erupción del escándalo Iran-Contra en Estados Unidos y con la decisión de la Cámara de Representantes, controlada por la oposición demócrata, de disminuir drásticamente las asignaciones económica y militar a Honduras con el argumento del alineamiento incondicional de su Gobierno a los designios de la administración republicana de Reagan en Centroamérica. Ese mismo año, discretamente, la Presidencia ordenó disolver el Batallón 316, cuya financiación y entrenamiento estaba a cargo de la CIA.

El 17 de marzo de 1988, 3.200 soldados norteamericanos fueron despachados a Honduras con la misión de repeler una supuesta invasión del Ejército Popular Sandinista de Nicaragua, justo cuando el régimen sandinista negociaba con los representantes políticos de la Contra un alto el fuego. Azcona, aduciendo graves riesgos para la seguridad nacional, solicitó el despliegue militar de los norteamericanos un día después de que Washington lo hubiera anunciado.

El 5 de abril de 1988 Ramón Matta Ballesteros fue secuestrado por oficiales del Ejército que, al parecer, pertenecían a la facción militar ligada a los turbios negocios de la droga y cuyo cabeza era el mismo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (en el puesto desde diciembre de 1986), general Humberto Regalado Lara. Matta fue inmediatamente entregado a oficiales de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA), los cuales le trasladaron a la República Dominicana para interrogarle sobre sus vínculos con el cártel de Medellín y su responsabilidad en el asesinato de un funcionario de la agencia Enrique Camarena.

Azcona declaró el estado de emergencia, denunció una supuesta conspiración del
«narcotráfico internacional» para desestabilizar Honduras, y desmintió que la DEA estuviera involucrada en la peripecia del narcotraficante. Pero se creó un clima de opinión conforme con la tesis de que lo sucedido con Matta suponía una violación de la legalidad y la soberanía de Honduras, cuya Constitución prohibía la extradición de nacionales.

La consecuencia de este suceso fue el estallido de violentos disturbios en Tegucigalpa por parte de grupos de estudiantes, militantes de izquierda, campesinos y empleados y simpatizantes de Matta. La protesta se tiñó de sangre con la muerte frente a la embajada de Estados Unidos de cinco manifestantes, cuatro de ellos por los disparos realizados desde el interior de la legación, que estaba siendo destrozada.

A Azcona le tocó gobernar en un período convulso. Las tensiones entre el gobierno de Honduras y Nicaragua habían alcanzado niveles alarmantes luego de la denuncia del apoyo del gobierno de Honduras a la contra revolución nicaragüense, la crisis económica y la extradición del narcotraficante Ramón Matta Ballesteros caracterizaron su administración.

Por lo que respecta a la economía, el período de Azcona registró un crecimiento sustancial, basado en las exportaciones bananeras y cafetaleras, aunque las actividades industrial y del sector de la construcción estaban en franco declive a causa de la penuria de inversiones, los compromisos de la deuda externa, que ascendía a 2.400 millones de dólares y cuyo servicio comprometía una cuota creciente de los ingresos del Estado.

Los años 1988 y 1989 han sido los únicos años que registra la Historia nacional en donde Honduras no honró el pago de la deuda externa.

El desempleo en el país alcanzaba al 25% de la población, iniciando en esa época la primera ola de migración a Estados Unidos.

Para contrarrestar la crisis económica, en 1986 Azcona adoptó una serie de medidas que buscaban diversificar las exportaciones agrícolas a la vez que se acogió a nuevos préstamos externos, y en 1987 dio luz verde a la privatización de un buen numero de empresas de turismo, agroindustria, metalurgia y procesado de alimentos, como parte de un plan para deshacerse de 61 compañías administradas por la Corporación Nacional de Inversiones (Conadi).

Lea aquí: Cómo se quebró CONADI (y quiénes fueron los responsables)

https://elpulso.hn/como-se-quebro-conadi-y-quienes-fueron-los-responsables/


Tras el traspaso de poderes, el 27 de enero de 1990, el ex presidente Azcona se mantuvo activo como diputado en el Parlamento Centroamericano (Parlacén) y dirigente del PLH. También, retomó la actividad empresarial privada en el negocio de la construcción. Uno de sus tres hijos, José Simón Azcona Bocock, se convirtió en 2002 en regidor de la Corporación Municipal de Tegucigalpa, cargo al que accedió después de competir infructuosamente como precandidato liberal a la alcaldía en 2000. Dentro del PLH, Azcona Bocock se ubicó en la facción Movimiento Liberal Jaimista (MLJ) del veterano Jaime Rosenthal, prolongando las excelentes relaciones que este influyente empresario y político siempre mantuvo con su padre. Jaime Rosenthal, fue el primer designado presidencial en el gobierno de Azcona de Hoyo.  José Ascona Bocok fue electo diputado al congreso nacional en 2006, pero la crisis que generó el golpe de Estado terminó con su carrera política.

José Simón Azcona del Hoyo falleció súbitamente el 24 de octubre de 2005 de un ataque al corazón, en su residencia de Tegucigalpa y en compañía de su esposa Miriam Bocock, tenía 78 años de edad.

Rafael Leonardo Callejas Romero

RAFAEL LEONARDO CALLEJAS (1990-1994)

Rafael Leonardo Callejas Romero nació en Tegucigalpa, el 1 de noviembre de 1943. Hijo del banquero Rafael Callejas Valentine y Emma Romero. Su padre, fallecido en 2014, estaba emparentado directamente con la familia Soto y los Valentine, ambos accionistas importantes en la mina El Rosario, en San Juancito. De allí viene alguna parte de su capital político y otra de su carisma y talento.

Fue el primer presidente nacionalista desde el retorno a la democracia en 1982, al ganar a sus 47 años la presidencia frente al liberal Carlos Roberto Flores Facussé. Antes había ganado las elecciones frente a José Simón Azcona, pero no fue declarado presidente luego de una negociación entre las cúpulas que optaron por aceptar la “Opción B,” que fue la suma de todos los candidatos liberales frente a los votos de Callejas.

Su cuna nacionalista del área opositora a la dictadura de Carías y su ascendencia oligárquica transnacional, le permitieron ganar la confianza de los militares y caudillos de los partidos Liberal y Nacional, hasta convertirse en el Monarca, la figura más importante del Partido Nacional de finales del siglo XX.

Cursó su primaria en la Escuela Americana y la educación secundaria en el Instituto San Francisco de Tegucigalpa. Estudió luego en la Universidad de Mississippi, donde se graduó en el año 1966, obteniendo el título de Economía Agrícola. Realizó un diplomado en el Instituto de Ciencias Sociales de La Haya referente al desarrollo Agrícola. Obtuvo además dos doctoraros honoris causa, uno por la Universidad de Mississippi y otro en México.

Tras su regreso a Honduras ejerció durante un tiempo como financiero y economista especializado en cuestiones de agronomía. Entre 1967 y 1971, trabajó en el Consejo Superior de Planificación Económica (Consuplane) y en 1968, a los 25 años, fue nombrado director de Planificación Económica del Gobierno del general Oswaldo López Arellano.

En 1975, luego del golpe de Estado ejecutado por las Fuerzas Armadas a López Arellano como consecuencia del escándalo de corrupción conocido como Bananagate, el general Juan Alberto Melgar Castro lo incorporó a su gobierno nombrándolo ministro de Agricultura y Recursos Naturales. Callejas fue confirmado en su puesto ministerial en agosto de 1978 luego que el general Policarpo Paz García derrocara a Melgar Castro. Fungió luego como tesorero en el seno del gabinete de transición del General Policarpo Paz, hasta la celebración de elecciones en 1981, donde salió electo como diputado a la Asamblea Nacional Constituyente y designado presidencial de Ricardo Zúñiga Agustinus.

Con la restauración de la democracia en enero de 1982, luego de la aplastante derrota sufrida por el exvicepresidente de los tres gobiernos militares de los sententa, máximo líder nacionalista (que la CIA llegó a calificar como un cuete quemado en la política hondureña), Ricardo Zúniga Agustinus, el carisma y la juventud de Rafael Leonardo Callejas sobresalió de tal manera, que llegó a presidir el Comité Central del Partido Nacional, convirtiéndose en una de los cabezas de la facción interna “Unidad y Cambio”, que animaba el empresario Ricardo Maduro Joest a postularse en las elecciones de 1986 con la esperanza de llevar una imagen moderna y más cercana al liberalismo que les permitiera volver al poder. Callejas, hábil y ambicioso, activó una facción interna adentro de la corriente “Unidad y Cambio” que llamó el Movimiento Nacional Rafael Callejas (Monarca) que terminó apropiándose del Partido Nacional. 

En las elecciones presidenciales del 24 de noviembre de 1985, luego de la crisis contitucional entre el poder ejecutivo y legislativo que por poco desencadena un golpe de Estado, Rafael Leonardo Callejas, a pesar de las acusaciones que  recibió durante la campaña por corrupción durante su período de ministro en los gobiernos militares y a pesar de tener que competir con otros dos candidatos en su partido: Juan Pablo Urrutia Raudales y Fernando Lardizábal Guilbert, se vio favorecido por el voto popular. Obtuvo 189,000 votos de diferencia sobre José Simón Azcona Hoyo, el candidato más cercano. Pero la opción B, que antes mencionamos, dio la victoria a Azcona, con sólo el 27,5% de los sufragios totales. Callejas sin embargo se impuso en 17 de los 18 departamentos de la República, lo que le dio mucho poder en el Congreso Nacional que le permitió consolidar su liderazgo de cara a las elecciones de 1989.

Rafael Leonardo Callenas se hizo con la presidencia al ganar de forma contundente las elecciones del 26 de noviembre de 1989, sobre el liberal y exministro de Suazo Córdova, Carlos Flores Facussé. Asumió la presidencia de la República el 27 de enero 1990, convirtiéndose en el primer candidato de la oposición en ganar unas elecciones en Honduras desde 1932.

El derrocamiento del FSLN en Nicaragua y los acuerdo de paz en El Salvador y Guatemala produjeron un cambio en la política exterior norteamericana, pasando poco a poco del combate al comunismo a las políticas neoliberales. Honduras, inmersa en una profunda crisis económica los últimos años del gobierno de Azcona, que llevó incluso a fallar en el pago de la deuda externa durante 1988 y 1989, requería de cambios en la matriz económica que venía implementándose desde el gobierno de Manuel Gálvez en los cincuenta. El gobierno de Callejas aplicó entonces una serie de medidas de estabilización financiera y ajuste estructural de la economía, siguiendo el precepto del FMI. El objetivo prioritario de Callejas era retomar el diálogo con los organismos multilaterales de crédito, cuando se cumplía un año de la declaración por el Banco Mundial a Honduras como país inelegible para el desembolso de nuevos préstamos. 

La Ley de Ordenamiento Económico, traducida en sucesivas devaluaciones del Lempira, que desde 1920 había mantenido un tipo de cambio fijo con el dólar; los despidos masivos en el sector público y la reducción del gasto social, castigó a extensas capas de la población, provocando, ya en los primeros meses de la administración Callejas, una fuerte movilización social que se expresó en agitaciones callejeras y huelgas sectoriales.

Al final de su mandato, la política neoliberal de Callejas se saldaba con un balance bastante discreto en la macroeconomía, con un crecimiento anual medio de sólo el 1,5% del PIB y una inflación errática que únicamente en el ejercicio de 1992 cayó por debajo del 10% anual, e indiscutiblemente desastroso en el terreno social.

Callejas entregó la banda presidencial el 27 de enero de 1994 al ganador de las elecciones del 28 de noviembre de 1993, Carlos Roberto Reina Idiáquez. En parte, el triunfo de Reina se debió al descontento social con las políticas económicas del Callejismo. Pero su popularidad no disminuyó. 

El 30 de noviembre de 1994, el expresidente Callejas Romero junto con algunos colaboradores, parientes y miembros de su gobierno, fue acusado ante la juez Mildra Castillo por haberse involucrado en varios casos de corrupción.

A pesar de abrírsele a instancias de la Procuraduría General de la República y la Fiscalía contra la Corrupción que lideraba el abogado Edmundo Orellana Mercado, de cuatro sumarios por los supuestos delictivos de abuso de autoridad, fraude y falsificación documental, Callejas fue exonerado gracias a la influencia política y el apoyo que recibió de su abogado personal y Fiscal General del Estado Ovidio Navarro, que ordenó a los fiscales subalternos abandonar los casos.

El 25 de mayo de 2007, Callejas y otros funcionarios de su gobierno fueron beneficiados con un sobreseimiento definitivo. Dos años más tarde, la Corte Primera de Apelaciones de Tegucigalpa confirmó el sobreseimiento definitivo. En 2011 la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia confirmó los sobreseimientos definitivos de Callejas.

Lea además: Rafael Leonardo Callejas, el Monarca nacionalista.

https://elpulso.hn/rafael-leonardo-callejas-el-monarca-nacionalista/


El 25 de noviembre de 2015, Rafael Leonardo Callejas y otros dirigentes deportivos fueron acusados en una Corte de Nueva York, Estados Unidos, de “mutua ayuda y protección” en un esquema de pedido, oferta y aceptación de pago no revelado, pago ilegal, sobornos y comisiones ilegales.

De esta forma, una impresionante carrera política llega a su fin. Quien una vez fuera el monarca del nacionalismo, el candidato del cambio Rafael Leonardo Callejas Romero exculpado en los tribunales hondureños gracias al poder y la influencia que guardaba, pasará a formar parte en la historia como el primer presidente hondureño preso en Estados Unidos.

CARLOS ROBERTO REINA (1994-1998)

Nació el 13 de marzo de 1923 en la ciudad de Comayaguela, Honduras y falleció en Tegucigalpa el 19 de agosto de 2003. Casado con Bessy Watson, proviene de una de los clanes políticos más antiguos de Honduras. Su abuelo fue fundador del Partido Liberal de Honduras en 1891.

Lea: El Clan de los Reina

https://elpulso.hn/el-clan-de-los-reina/


Carlos Roberto Reina inició su vida política siendo un joven militante del Partido Liberal de Honduras (PLH). En 1944 sufrió un período carcelario de varios meses por participar en una manifestación contra el dictador Tiburcio Carías Andino. Tras ser puesto en libertad en febrero de 1945, estuvo exiliado en El Salvador, hasta su retorno a Honduras en diciembre de 1947. Se licenció en Ciencias Jurídicas y Sociales en 1954, y en las universidades de Cambridge, Londres y París-Sorbona, así como en el London Institute of International Affairs, realizó varios posgrados.  Buen conocedor del idioma inglés, obtuvo asimismo un diploma en francés por el Instituto Pantheon de la Escuela Berlitz, en París. Es quizás el mejor preparado académicamente de todos los presidentes desde el retorno a la democracia en Honduras.

En 1965 adquirió el título de abogado y notario. En su carrera profesional desempeñó funciones tales como juez en el tribunal de paz de Tegucigalpa (1953-1954), encargado de negocios en la embajada hondureña en Londres (1956-1957), subsecretario de Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores (1958-1959), miembro de la delegación hondureña en el Tribunal Internacional de La Haya (1959) y embajador de Honduras en Francia (1960-1963). Las misiones gubernamentales y diplomáticas citadas discurrieron bajo la presidencia de su jefe de filas partidista, José Ramón Villeda Morales.

En el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos (TIADH), Reina ejerció de juez (1979- 1985) y presidente de la Corte (1981-1983), y de 1980 a 1988 estuvo destacado de nuevo ante el Tribunal de La Haya, ahora a propósito del contencioso fronterizo con El Salvador.

Como profesor universitario  impartió clases y conferencias sobre temas jurídicos en la UNAH y varios centros académicos del extranjero. Su oposición al régimen del general Oswaldo López Arellano le acarreó períodos de prisión tanto en 1963 como en 1968, cuando López Arellano presidía el país con soporte constitucional y político del PNH.

El 12 de febrero de 1965 Reina salió elegido diputado por el departamento de Francisco Morazán en las elecciones al Congreso Nacional con mandato de Asamblea Nacional Constituyente, convocadas por López Arellano para legitimarse en el poder. En 1966 presidió la Asociación Liberal de Profesionales y hasta 1968 dirigió el órgano de prensa del PLH, El
Pueblo.

Fue presidente del Consejo Central Ejecutivo (CCE) del PLH entre 1965 y 1970, y desde 1971, año en que coordinó la campaña electoral del candidato liberal a la Presidencia, Jorge Bueso Arias. Hasta 1977 sirvió como diputado del Congreso. Por un tiempo ejerció de vicepresidente del Legislativo.

Tras la restauración de la democracia en enero de 1982, Reina y su hermano Jorge Arturo crearon adentro del Partido Liberal la facción Alianza Liberal del Pueblo (Alipo), heredera de la anterior Izquierda Democrática, con el objeto de contestar la política exterior del presidente de la República y correligionario Roberto Suazo Córdova, que juzgaban excesivamente complaciente con Estados Unidos. Sin embargo, al poco tiempo estalló el conflicto en el seno de la Alipo. Los Reina optaron por segregarse y formar el Movimiento Liberal Democrático Revolucionario (M-Líder), que adoptó una línea más progresista, mientras que la sigla del Alipo la siguió liderando el empresario Jaime Rosenthal Oliva.

Carlos Roberto Reina lanzó su precandidatura para las elecciones presidenciales del 24 de noviembre de 1985 y, producto de la crisis constitucional de 1985, pudo concurrir directamente en la elección nacional, en donde salió electo por Opción B el ingeniero Azcona. Con un 5,5% de los votos, fue superado también por el hombre del oficialismo que contaba con el aval de Suazo, Óscar Mejía Arellano, y por el presidente del Congreso saliente, José Efraín Bu Girón.

Las profundas reformas en materia económicas impulsadas por el gobierno de Rafael Callejas, la Ley de Modernización Agrícola que ponía fin al proceso de Reforma Agraria y la cruda represión en contra de los movimientos sociales y populares que protestaban contra de las políticas neoliberales, generó como efecto un profundo descontento en el electorado que volcó sus esperanzas a lo que hasta ese momento era la corriente más progresista del Partido Liberal, el M-Lider, que se hace con la victoria en las elecciones de 1993, iniciando quizás el proceso más profundo de desmilitarización de la Historia del país.

En su campaña presidencial, Reina empleó un vigoroso discurso antimilitarista, de lucha contra la corrupción y partidario de esclarecer las violaciones de los Derechos Humanos cometidas en la década anterior. A estas propuestas, resumidas en el lema «la revolución moral», se añadió la promesa de revisar las políticas de ajuste practicadas por el Gobierno nacionalista de Rafael Leonardo Callejas Romero, con efectos discretos sobre la macroeconomía y desastrosos en el terreno social.

En las elecciones del 28 de noviembre de 1993 Reina se impuso con el 52,3% de los votos al postulante oficialista, José Oswaldo Ramos Soto, antiguo presidente de la Corte Suprema, mientras que en las legislativas el PLH se hizo con 71 de los 128 escaños del Congreso.

El 27 de enero de 1994 El Gallo Colorado, como le conocían sus seguidores, o El Hombre del Machete, apelativo que se ganó a pulso por sus advertencias de que iba a «cortarles las uñas largas a los corruptos», tomo posesión como cuarto presidente constitucional de Honduras desde 1982.

El proceso de reformas a que se sometió a las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Carlos Roberto Reina (1994-1998), incluyen fundamentalmente la redefinición de las relaciones civiles- militares, la separación de la seguridad interna de la conducción militar, el abandono de los oficiales de los cargos en la administración pública, su juicio ante autoridades civiles y la eliminación del servicio militar obligatorio. Esa redefinición del papel de las Fuerzas Armadas en la vida política nacional, sumado a la creación de la Fiscalía General de la República y los inicios de la lucha contra la corrupción en Honduras, fueron el aporte más significativo del gobierno de Reina en la Historia nacional. Aunque modestas, en comparación a lo que el país necesitaba, sus reformas fueron bien recibidas por la base de su Partido que no dudó en darle una nueva victoria en las elecciones de 1997, la última gran victoria del liberalismo.

Llevando la prédica a los hechos, Reina emprendió la Comisión Interventora y Fiscalizadora del Estado para investigar los actos de corrupción y dotó de medios al nuevo fiscal general, Edmundo Orellana Mercado. Pero las bienintencionadas y sinceras iniciativas de Reina para moralizar las instituciones y la vida pública hondureñas se saldaron con unos resultados más que dudosos.

Así, las investigaciones judiciales sobre el entorno del ex presidente Callejas por corrupción y abuso de autoridad terminaron empantanadas, a la vez que menudearon unos escándalos de corrupción administrativa que golpearon de lleno al Ejecutivo liberal. Los casos más sonados fueron la venta ilícita de pasaportes para ciudadanos asiáticos, que supuso la ruina política y personal del ministro de Exteriores Ernesto Paz Aguilar, apartado del cargo en 1995; el desvío de recursos de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (COHDEFOR) hacia el Banco Continental, o el desbarajuste contable del comité organizador de los Juegos Centroamericanos en San Pedro Sula.

En abril de 1994 explotó una bomba en el mismo lugar donde Reina presidía los actos de colocación de la primera piedra del hotel Intercontinental de San Pedro Sula. A raíz del incidente, las Fuerzas Armadas anunciaron haber frustrado un plan para asesinar al presidente, en el que estaban implicados un ciudadano hondureño y tres nicaragüenses. Dos años después, un desconocido arrojó otro artefacto explosivo contra su residencia particular en Tegucigalpa, atentado que no causó daños personales pero que dejó un boquete en la vivienda.

Por lo que respecta a la economía, Reina apostó por unas políticas de austeridad financiera y de reajuste de la plantilla de funcionarios, si bien complementadas con programas sociales para aliviar el impacto de las lentas transformaciones estructurales y para los que obtuvo aceptación del FMI. En general, el diálogo con los organismos de crédito internacionales, públicos y privados, para la condonación o la reestructuración de las diversas partidas de deuda produjo resultados. Transcurridos los cuatro años, la deuda externa experimentó un tímido recorte, de un centenar largo de millones de dólares, quedándose el monto total en los 3.800 millones. A cambio, eso sí, al Estado se le duplicaron las cargas de la deuda pública interna.

En ese gobierno, la media de crecimiento del PIB fue del 2,5%, la recesión del 1,9% de 1994, y la inflación se mantuvo los tres primeros años por encima del 25%, y sólo en el último descendió hasta el 12,7%, comportamiento que fue parejo a las recuperaciones de la cotización del lempira con respecto al dólar y del nivel de las reservas de divisas.

La crisis energética que al comienzo del mandato generó interminables apagones eléctricos, trajo perjuicios añadidos a la economía nacional. Reina concluyó su mandato el 27 de enero de 1998 con la toma de posesión del presidente salido de los comicios del 30 de noviembre de 1997, su compañero de partido Carlos Roberto Flores Facussé. El 28 de octubre de 1998 Reina se convirtió en el octavo presidente del Parlamento Centroamericano (Parlacén), función que desempeñó hasta el 28 de octubre de 1999.

Aquejado en los últimos tiempos por un cáncer de páncreas y convaleciente de una intervención quirúrgica en Texas, Estados Unidos, murió el 19 de agosto de 2003 a los 77 años de edad. Según el nuevo cuadro del trágico suceso descrito por los medios, el ex presidente fue hallado en su dormitorio por su esposa y su médico de cabecera, que se hallaban en la vivienda en ese momento, vestido con ropa de cama y con un balazo detrás de la oreja derecha: su mano derecha tenía aferrada una pistola del calibre nueve milímetros.

Reina fue miembro de la Academia Hondureña de la Lengua, la Asociación Interamericana de Profesores de Derecho y del Consejo de Presidentes y Primeros Ministros del Programa de las Américas del Centro Carter de Atlanta, Estados Unidos. Estuvo en posesión, entre otras distinciones, de la Gran Cruz Placa de Oro del Congreso Nacional de Honduras, la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia, la Orden del Sol de Perú y la Orden del Libertador de Argentina, y las universidades South Pacific de Nueva Orleans, Católica de Fu Jen (China), Senshu de Tokyo y Americana de Washington, así como el Centro de Estudios Diplomáticos y Estratégicos de París (CEDS), le otorgaron sendos doctorados honoris causa. Publicó los libros, algunos de semblante autobiográfico, El reto democrático en Centroamérica, Honduras: realidad nacional y crisis (como coautor), Entre el Ágora y el Aula, Una senda hacia el nuevo siglo y Huellas de una lucha.

CARLOS ROBERTO FLORES FACUSSE (1998-2002)

Carlos Roberto Flores Facussé nació en Tegucigalpa el 1 de marzo de 1950. Cursó sus estudios en la Escuela Americana de Honduras y luego ingeniería industrial en la Universidad Estatal de Luisiana, en los Estados Unidos. Fue allí donde conoció a Mary Flake, su futura esposa y madre de sus dos hijos Mary Elizabeth y Carlos David. Tiene un postgrado en Economía Internacional y Finanzas.

Su padre fue el abogado y periodista Óscar Flores Midence, notorio opositor a la dictadura de Tiburcio Carías Andino, así como colaborador del presidente de Ramón Villeda Morales; su madre es la señora Margarita Facussé Barjum, hija de inmigrantes árabes palestinos y hermana de Miguel Facussé Barjum. Hermanos de Carlos Roberto son el doctor Óscar Flores Facussé y la pintora Celsa Flores Facussé.

Una vez de regreso en Honduras, Carlos Flores trabajó como gerente general de la Compañía Papelera Centroamericana S.A. (Conpacasa), fue miembro de las juntas directivas del Banco Central de Honduras, el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP). Recibió en herencia de su padre el diario La Tribuna  y parte de la empresa Lito-Press que terminó comprando del todo en los años noventa.

Se unió al Partido Liberal al final de los años setenta, partido en el que su padre tenía una buena posición, cercano al caudillo Modesto Rodas Alvarado, fallecido en 1979. Esa cercanía de Oscar Flores a Suazo Córdova le permitió colarse en la septima casilla a diputado y salió electo en 1980 como Diputado ante la Asamblea Nacional Constituyente por el departamento de Francisco de Morazán, tenía entonces 30 años.

En 1982 es designado Ministro de Presidencia del entonces presidente Roberto Suazo Córdova. Fue inesperadamente destituido del cargo en agosto de 1984, no obstante ser señalado como uno los hombres fuertes del Ejecutivo. Como Suazo Córdova, Carlos Flores y su padre Óscar A. Flores, pertenecían al Movimiento Liberal Rodista (MLR), facción conservadora mayoritaria del Partido Liberal. A partir de 1986, Carlos Flores tomó el control de la corriente liberal Rodista.

En diciembre de 1988, ocupando la Presidencia de la República el liberal (ex rodista) José Simón Azcona, Carlos Flores compitió en las primarias del partido con Jorge Maradiaga, Carlos Montoya, Ramón Villeda Bermúdez, William Hall Rivera y Carlos Roberto Reina, ganando la nominación de su partido para las elecciones del 26 de noviembre de 1989. Ese año se presenta como candidato a la presidencia del país, pero pierde frente a Rafael Callejas quien, con el 52,3% de los votos, le superó en ocho puntos porcentuales.

Con un movimiento debilitado por lo que fue la crisis constitucional de 1985, cuando Roberto Suazo Córdova pretendió continuar en el poder y para lograrlo se enfrentó al Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia; y luego de la aplastante derrota que sufrió frente al nacionalista Rafael Leonardo Callejas en las elecciones de 1989. Luego de la derrota que sufrió frente a Callejas, Carlos Flores se retiró abruptamente de la política, volviendo dos años después cuando negoció su apoyo a la candidatura de Carlos Roberto Reina en las elecciones de 1993. El renunciaría a su aspiración presidencial y daría su apoyo a Reina a cambio de la presidencia del Congreso Nacional. El apoyo de Carlos Flores Facussé resultó vital para la victoria de Reina, tanto en las internas como en las elecciones generales frente a Oswaldo Ramos Soto.

Esos cuatro años del gobierno de Carlos Roberto Reina (1994-1998), en donde se plantó de frente ante las Fuerzas Armadas iniciando el proceso de desmilitarización de la sociedad y el inicio de la lucha contra la corrupción, principalmente del gobierno de Callejas, dio la victoria en las elecciones de 1997 al presidente del Congreso Carlos Flores Facussé, cerrando así el ciclo del rodismo que volvía al control total del partido, luego de doce años de espera.

Carlos Flores se había impuesto con todo el respaldo popular con el 70,9% de los votos en las elecciones internas del Partido Liberal, ante sus rivales, el más destacado de los cuales era el banquero, propietario mediático y vicepresidente de la República con Azcona, el ingeniero Jaime Rolando Rosenthal Oliva.

Flores sabía que necesitaba la presidencia del Congreso Nacional para hacerse con el control de las estructuras del partido que le darían la victoria en las elecciones internas de 1997. Pero surgió entonces la candidatura de Jorge Arturo Reina a la Presidencia del legislativo. Carlos Roberto Reina, consciente de la pelea que se daba al interior de su partido, prefirió no vinvularse y dejó a la bancada decidir. Jorge Arturo Reina perdió la presidencia del Congreso Nacional por un voto de diferencia frente a Carlos Roberto Flores.

Según el abogado el destacado liberal rodista Enrique Ortéz Sequeira, «cuando Carlos Roberto Reina  ganó a Ramos Soto, empezó a surgir una pugna por quién iba a ser el presidente del Congreso Nacional, a pesar que ya había un arreglo con Reina para que Flores fuera el presidente, a cambio de ceder su candidatura y dar sus estructuras del Rodismo para que el doctor Reina llegara a la presidencia. Aparece entonces Jorge Arturo Reina aspirando a la presidencia del Congreso y comienza aquella gran movilización de intereses para elegirlo (a Jorge Arturo). Mel tomó partido en esa pugna por Jorge Arturo Reina».

Manuel Zelaya Rosales, emparentado con los Reina, entonces diputado de Olancho, venía de la corriente de Carlos Montoya, que había sido presidene del Congreso Nacional en el gobierno de Azcona. En aquella contienda interna del liberalismo, tomó posición a favor de su primo Jorge Arturo, una acción que luego Carlos Flores cobraría.

Cuando Carlos Flores lanzó su precandidatura en el Partido Liberal por el movimiento Rodista, en las internas de 1997, iba además como candidato a primer diputado por Francisco Morazán, una duplicidad de cargos que la ley permitía en ese momento. Su suplente era Manuel Zelaya Rosales. Al salir electo candidato, quedó la vacante del primer diputado. Zelaya Rosales debía asumir el puesto en la papeleta que dejaba Flores, lo que lo hubiera colocado en linea para pelear la presidencia del Congreso Nacional en 1998, pero Flores Facussé nominó a Ramón Villeda Bermúdez como su reemplazo, que traía su propio suplente, descartando a Zelaya de la papeleta a diputado. Mel, que venía fungiendo como director del FHIS en el gobierno de Reina, llegó a un arreglo con Flores para seguir siendo director del FHIS y subir a rango de Ministro.

En las elecciones presidenciales del 30 de noviembre de 1997 Carlos Flores triunfó sobre la candidata nacionalista Alba Nora Gúnera de Melgar, viuda del ex dictador militar (1975-1978) Juan Alberto Melgar Castro, con el 52,8% de los votos. El 27 de enero de 1998 tomó posesión como presidente de la República. Su campaña se distinguió por la ausencia de discursos y la minimización de la imagen personal: Flores no conectaba con la base liberal y sus estrategas plantearon una campaña donde por primera vez las arengas no dominaban la campaña. Luego de los apagones del gobierno de Reina y el enfrentamiento con los militares, fue una decisión acertada políticamente. Fue una campaña en donde la música dominaba el debate. Flores empleó además la imagen de pareja presidencial en esa campaña, doña Mary fue el sello que siempre le acompañó. 

Una vez en la presidencia, inmediato Carlos Flores anunció la adopción de un programa de ajuste económico, acordado con el FMI, para reducir la inflación, que pese a la tendencia declinante en los últimos años seguía por encima del 10%, y para corregir los desequilibrios en las finanzas públicas. Fue en su presidencia que se consolidaron lo que hoy son los nuevos grupos económicos, relacionados con las telecomunicaciones y generación de energía eléctrica. Sin embargo, a finales de octubre de 1998 sucedió en Honduras la catástrofe del huracán Mitch que marcaría la presidencia de Carlos Flores de cara al nuevo milenio.

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Como la Historia ha demostrado, los desastres de esta envergadura generan crisis profundas que trascienden décadas. El Mitch no fue la excepción.  El presidente liberal Carlos Flores Facussé tuvo en 1999 la oportunidad histórica de reconstruir el país. Luego del huracán Mitch, las organizaciones sociales y populares accedieron a dar una tregua al gobierno, haciendo a un lado las luchas que venían activando desde el inicio de las reformas económicas del gobierno de Rafael Callejas, sumándose a los esfuerzos de reconstrucción nacional; y la cooperación internacional respaldó las solicitudes de reducción de la deuda externa que en 1997 habían sido rechazadas.

La comunidad internacional respondió de inmediato al pedido de ayuda del presidente Flores Facussé, pero no sin reparos. La experiencia vivida en 1974 cuando el huracán Fifí, en donde la asistencia brindada a López Arellano para los damnificados del meteoro se perdió entre la maraña de corrupción de la oficialidad, obligó a la cooperación internacional a exigir condicionantes para los proyectos de ayuda.

En marzo de 1999 el FMI otorgó a Honduras un crédito de 215 millones de dólares dentro de su Servicio Reforzado de Ajuste Estructural (ESAF) y en diciembre siguiente el país fue declarado elegible para acogerse al nuevo Servicio para el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza (PRGF), que reemplazaba al ESAF y estaba dirigido a los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE/HIPC).

En febrero de 2000, el Grupo Consultivo para la Reconstrucción, integrado por delegados de varios organismos internacionales, aprobó el plan de recuperación propuesto por el Gobierno de Flores y que cuantificaba las necesidades del momento en 1,400 millones de dólares.

Es precisamente como consecuencia de la situación calamitosa que generó el huracán Mitch a finales del siglo XX en Honduras, que inicia el flujo migratorio irregular a Estados Unidos. Anteriormente, en 1988, se había dado ya una ola migratoria por consecuencia de la situación económica.

El 18 de septiembre de 1998 el Congreso aprobó las reformas constitucionales que convirtieron al jefe del Estado en el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas con la facultad de nombrar a un civil para el Ministerio de Defensa, nombramiento que inmediatamente recayó en el abogado y diplomático Edgardo Dumas Rodríguez. Los militares se rebelaron, y el 30 de julio de 1999 Flores ejerció contundentemente su autoridad con el cese de cinco integrantes de la cúpula militar (el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Eugenio Romero Euceda, el viceministro de Defensa, coronel retirado Roberto Lázarus Lozano, y otros tres altos mandos), cerrando la incertidumbre generada tras el intento fallido de captura del Estado Mayor perpetrado el 16 de julio de 1999 por un grupo de 29 coroneles y otros oficiales.

Carlos Flores Facussé dejó el poder en 2002, entregando la presidencia al nacionalista Ricardo Maduro. Su salida del poder sin embargo, no significó la salida de la política, pues a lo largo de la década siguiente continuó siendo una figura muy influyente dentro del Partido Liberal.

Ricardo Maduro (2002-2006)

RICARDO MADURO JOEST (2002-2006)

Ricardo Rodolfo Maduro Joest nació el 20 de abril de 1946 en Panamá. Hijo de Osmond Levy Maduro y María Cristina Joest Midence. Proviene de dos destacadas familias: los Midence de Honduras, familia oligárquica decimonónica dedicada a los bienes raíces y fundadora del Banco de Honduras, y la familia Maduro de Panamá, muy conocida en los negocios en aquel país. Aunque nació en Panamá y era hijo de una madre guatemalteca, la familia se mudó a Tegucigalpa, donde Maduro adquirió la nacionalidad hondureña a través de su abuela.

Casado con Aguas Santas Ocaña Navarro durante su presidencia, divorciado y en 2009 vuelto a casar con Melissa Callejas, es padre de tres hijas: Carolina, Cecilia y Lorena. Es Licenciado en Economía de la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos. Hizo sus estudios secundarios en Pensilvania en la Escuela Lawrenceville y sus estudios primarios en Tegucigalpa, Honduras.

Inició carrera en los negocios desde muy joven, al asumir como Gerente General de Xerox de Honduras. En 1976 asumió la dirección ejecutiva de Inversiones La Paz, un grupo familiar de empresas con intereses en diferentes sectores como el pesquero, el hotelero, el negocio de distribución o importación-exportación. Junto con otros empresarios hondureños, también constituyó el Grupo Roble, responsable de varios complejos comerciales y hoteleros distribuidos en todo el país. Fundó las empresas: Aquacultivos de Honduras; Granjas Marinas San Bernardo; Jetstereo; Comercial Ultramotor; Automundo; Fuji de Honduras; Banco de la Producción; Supermercados Todos; Centros Comerciales Multiplaza y Hoteles Camino Real-lntercontinental.

La Cámara de Comercio Hondureña-Americana (HAMCHAM) le otorgó el premio como «Empresario del Año» en 1983. El diario El Heraldo de Tegucigalpa, le concedió el galardón de «Hombre del Año» en 1991. La institución Gerentes y Empresarios Asociados de Honduras (GEMAH) le honró en 1997 con el Premio «Boris Goldstein» como empresario más sobresaliente del año.

Luego de la derrota de Zúniga Agustinus en las elecciones de 1981, Maduro y otros líderes nacionalistas fundaron el movimiento político «Unidad y Cambio». Varios reconocidos líderes de la corriente reformista anti cachureca de la época buscaron convencerlo de ser el candidato presidencial en las elecciones de 1985, él no aceptó y fue director de la campaña presidencial de Rafael Leonardo Callejas en 1985 y en 1989, en donde ganó Callejas.

Fue presidente del Banco Central de Honduras de 1990 a 1994, el cerebro del proyecto de reestructuración de la economía del gobierno del gobierno de Rafael Leonardo Callejas. Fomentó un plan de reestructuración de la economía hondureña con liberación de más de mil quinientos productos cuyos precios permanecían controlados por el gobierno, el establecimiento de un tipo de cambio real (devaluación de la moneda), la apertura del sistema financiero y mayor supervisión, la liberalización del comercio exterior, y el impulso a las exportaciones no tradicionales tales como el melón, aceite de palma, maquila y camarón. Fue en ese período 1990-1994 que se conforman los nuevos grupos económicos que luego terminarán consolidándose en el gobierno de Carlos Flores Facussé.

Regresó a la vida privada en 1994, al terminar su gestión en el Banco Central, haciéndose cargo de sus negocios. En abril de 1997 su hijo mayor, Ricardo Ernesto, con apenas 24 años de edad, fue asesinado durante un intento de secuestro en la ciudad de San Pedro Sula donde dirigía los supermercados de la familia. Una semana después del asesinato, la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés organizó una marcha por la paz a la cual asistieron más de 50,000 personas para protestar contra la delincuencia y pedir por la paz. Las acciones en reclamo de la delincuencia que comenzaba a crecer de manera alarmante le dieron la proyección nacional a Ricardo Maduro.

Muchos dirigentes del Partido Nacional le pidieron a Maduro que se presente como candidato presidencial, él rechazó al inicio la idea, fue la muerte del Alcalde de la capital de la República, el Doctor César Castellanos Madrid en octubre de 1998, al accidentarse el helicóptero en el cual viajaba para hacer un vuelo de reconocimiento de los destrozos causados a Tegucigalpa por el huracán Mitch, que lo empuja a la carrera política para enfrentar al candidato del Partido Liberal.

El 4 de agosto de 1999 anunció su decisión de buscar la candidatura a la Presidencia de la República a través del movimiento Arriba Honduras.

Su candidatura generó mucha reacción en la oposición que miraban en ella una violación a la Constitución de la República que indica que el presidente debe ser hondureño por nacimiento. Tuvo que enfrentar una larga campaña legal para inscribir su candidatura. En octubre de 2000, el Tribunal Nacional de Elecciones (TNE) acordó suspender su registro como candidato hasta que se resolviera el conflicto, pero el «acuerdo patriótico» firmado un mes después, por los principales partidos del país, ofreció una solución para sus reclamos: Una Comisión compuesta por políticos y juristas dictaminó su condición de «hondureño de nacimiento», y dio luz verde a su objetivo de aspirar a la Presidencia de la República.

Maduro delegó en su jefe de campaña, el doctor Luis Cosenza Jiménez, el encabezamiento de Arriba Honduras a la espera de que el Tribunal Nacional de Elecciones tomara en consideración el dictamen jurídico y le permitiera inscribirse: «Votar por Cosenza es votar por Maduro». En las primarias nacionalistas del 17 de diciembre Cosenza arrasó a sus tres rivales: Héctor René Fonseca, por Patria Nueva; Elías Asfura por Avance, y Carlos Kattan Salem por Nueva Estrella. Finalmente, el 12 de marzo de 2001, el TNE aprobó el registro de Ricardo Maduro Joest para las elecciones presidenciales de noviembre.

Durante la campaña electoral presentó un programa gubernamental apoyado por pilares para el desarrollo del país, incluida la renegociación de la deuda externa, la creación de empleo y la reforma del sector educativo, pero fundamentalmente, centró su discurso sobre la promesa de combatir la pobreza y el crimen, auténticas lacras de la sociedad hondureña.

Maduro se destacó con su perfil de economista competente, bilingüe y con perspectiva internacional, capaz de vender a Honduras hacia el exterior y atraer inversiones hacia los sectores del turismo y el ensamblaje industrial, las maquiladoras, y de atender con un conocimiento de primera mano las necesidades del microempresario nacional. Pero fue la muerte de su hijo Ricardo Ernesto lo que le dio una característica personal a la promesa de campaña de combatir el crimen.

El 25 de noviembre de 2001 Maduro se alzó con la victoria con el 52.2% de los votos; su contendor el profesor Rafael Pineda Ponce perdió con el 44.2% y los otros tres candidatos de los partidos minoritarios, apenas sumaron el 4%. En las legislativas el Partido Nacional obtuvo 61 de los 128 diputados.

El 27 de enero del 2002 Maduro tomó posesión como sexto Presidente de la democracia en 1982, en una ceremonia a la que asistieron los presidentes de Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Belice.

Prometió trabajar «por un mejor futuro para Honduras» y vencer la delincuencia y la pobreza. En el discurso se manifestaba un interés por continuar con el esfuerzo de transformación de la economía iniciado por él en el gobierno de Rafael Callejas (1990-1994), donde fungió como presidente del Banco Central. Sin embargo, la agenda diaria exigía estabilizar la economía para poder acceder a los recursos de la condonación de la deuda externa.

Uno de los retos de la política económica fue reducir los indicadores de deuda externa para que fueran manejables, y poder así optar a la condonación de la misma al alcanzar el punto de culminación que se logró en marzo de 2005. En 1999 el saldo de la deuda/PIB era de 77.6% y bajó a 45.6% en 2005, igual bajó el saldo de la deuda/exportaciones de 184.9% a 77.3%, lo que demuestra el esfuerzo realizado. El servicio de la deuda/PIB también bajó de 3.8% a 1.8% y el Servicio de la deuda/exportaciones de 9.2% a 3.1% en el periodo de comparación.

El gobierno hizo importantes esfuerzos por disminuir el déficit fiscal que se situó en 2.2% del PIB en 2005, frente a 3.9% del PIB, que ayudó en parte a que la inflación no se disparara arriba de un dígito (7.7% en 2005) pero arriba de la meta propuesta a inicios de gobierno (menor de 6% anual). No obstante, el desequilibrio externo en la balanza de bienes y servicios aumentó de 827 millones de dólares en 2002 a 1,726 millones en 2005, es decir, un aumento de 108.7%, donde el aumento de los precios del petróleo e insumos agrícolas fue uno de los factores determinantes.

Lea además: Ricardo Maduro: el retorno del callejismo y el fracaso de la guerra contra las maras

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La política de Cero Tolerancia y luego Mano Dura de Ricardo Maduro, lejos de desaparecer el problema de las pandillas lo volvió invisible. Los pandilleros cambiaron su forma de opearar, pasando a mimetizarse con la población civil. En la actualidad sigue siendo uno de los factores más importantes de la violencia en Honduras.

En la administración de Ricardo Maduro se registraron tres de las más terribles masacres a población pandillera, dos en centros penales (El Porvenir, La Ceiba en 2003 y San Pedro Sula en 2004) y una en Chamelecón, en donde las víctimas fueron civiles. La violencia, lejos de desaparecer, siguió su camino ascendente que llevaría diez años después a las ciudades de San Pedro Sula y el Distrito Central, ser catalogadas como las dos ciudades más violentas del mundo.

En las elecciones de 27 de noviembre de 2005 el candidato de su partido Porfirio «Pepe» Lobo, perdió dichos comicios frente a Manuel Zelaya del Partido Liberal de Honduras, quien lo sustituyó en el cargo presidencial el 27 de enero de 2006. En gran medida la razón de la derrota de Pepe Lobo se debió a la crisis que generó el aumento de los carburantes y su reacción popular. 

Luego de terminado su período presidencial en 2006, Maduro se retiró de la vida política y se dedica en la actualidad a manejar sus negocios. Varias veces se ha especulado sobre una posible candidatura en busca de su reelección, tomando en cuenta la buena imagen que aún mantiene en la población, sin embargo él en reiteradas ocasiones ha negado interés alguno en volver a ser presidente.

Fotografía: Cortesía

JOSÉ MANUEL ZELAYA ROSALES (2006-2009)

Manuel Zelaya Rosales salió del poder de forma abrupta producto de un golpe de Estado en la madrugada del 28 de junio de 2009. Con ese hecho específico terminamos este recorrido de nuestra Historia. 170 años de gobernantes y políticas, de guerras civiles y crisis que concluyen en esa madrugada, para dar inicio a un nuevo período que aún se escribe.

Fue la crisis de los partidos políticos, conformada por varias crisis institucionales no resueltas desde mediados del siglo XX, que se fueron parchando para dar pie a pactos de gobernabilidad que poco a poco se volvieron insostenibles, en la medida el descontento de la población con las élites aumentaba ante la falta de soluciones reales a los problemas sociales y económicos que deterioraron la calidad de vida del pueblo hondureño desde el retorno a la democracia en 1982.

Fue el fracaso del modelo neoliberal impuesto luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y el final de la guerra fría, que dio paso a una nueva oligarquía financiera ligada al capital transnacional, generando una fisura entre la clase gobernante, unos beneficiados por los tratados de libre comercio y el neoliberalismo, y otros en busca desesperada de modelos alternativos luego de la crisis financiera de 2008.

Fue la acumulación de experiencia de lucha del movimiento popular y la sociedad civil, ganando terreno desde la crisis que abrió el huracán Mitch, diez años antes y el temor de la clase gobernante, sumamente conservadora y con un ADN anticomunista que vio en el chavismo de la revolución bolivariana y el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, la pérdida de sus beneficios de clase y el peligro sobre la estabilidad de instituciones claves para contener el descontento social, como las Fuerzas Armadas, que venían recuperando territorio desde que el presidente Carlos Roberto Reina comenzó a desplazarlos de la vida política en 1994.

Y fue también la personalidad caótica e irreverente del mismo Manuel Zelaya Rosales, que enfrentándose a las élites de su partido se fue quedando solo, aislado de las instituciones necesarias para la gobernabilidad, haciendo indispensable para su sobrevivencia política su alianza con una base radicalizada, descontenta con las élites que veía en la promesa de una Asamblea Nacional Constituyente la salida mágica a todas las crisis.

Lea: Mel Zelaya, el gran ganador con el golpe de Estado

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Un memo clasificado del embajador de Estados Unidos, Charles Ford, enviado el 6 de diciembre de 2005 y filtrado por el portal electrónico Wikileaks, describe de la siguiente manera al entonces presidente electo José Manuel «Mel» Zelaya Rosales: «nació el 20 de septiembre de 1952 en Juticalpa, Olancho. Su casa está ahora fuera de Catacamas. Estudió (pero aparentemente no obtuvo un título en) ingeniería civil en la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH) a fines de los años sesenta. Fuera de la universidad, trabajó durante muchos años en el negocio de productos de madera/aserrío, y finalmente fue nombrado director de la Asociación Hondureña de Madereros. Algunos lo ven como un hábil hombre de negocios agrícola y otros como un agricultor que trabaja en casa».

Manuel Zelaya Rosales ingresó en la política del Partido Liberal en la década de 1980 con el padrinazgo de Carlos Orbin Montoya (quien durante el gobierno de Azcona del Hoyo fuera presidente del Congreso Nacional), convirtiéndose en congresista del Departamento de Olancho, donde rápidamente se ganó una reputación como un opositor abierto de la política de los Estados Unidos. Según el memo del embajador Ford, fue el primero en oponerse públicamente a la presencia de la insurgencia de la Contra nicaragüense en Honduras (1986) y llegó a declarar ilegal la presencia de tropas de los Estados Unidos en Honduras.

Tiene un parentesco con el doctor Reina, según el exmagistrado liberal Enrique Ortéz Sequeira,  Cuando Carlos Roberto Reina fue electo presidente de la República, empezó a surgir una pugna por quién iba a ser el presidente del Congreso Nacional, a pesar que ya había un arreglo con Carlos Flores para que él fuera el presidente a cambio de ceder su candidatura y dar sus estructuras al reinismo para que el doctor Reina llegara a la presidencia. Allí Mel tomó partido con Jorge Arturo Reina, pero quien resultó electo fue Carlos Flores.

Los años que Manuel Zelaya fungió como ministro director del FHIS le sirvió para levantar su perfil como futuro candidato, que sumado a las ayudas que llegaron al país luego de la tragedia del huracán Mitch, le dio la proyección social nacional que necesitaba. Se desempeñó en ese cargo en toda la administración Reina y en la administración Carlos Flores. Su mandato de más de cinco años es para los estándares hondureños un tiempo inusualmente largo para que un ministro del gabinete desempeñe el mismo cargo.

Durante su tiempo en el FHIS, la crítica de Zelaya a la política de los Estados Unidos se suavizó, y con el tiempo estableció relaciones de trabajo positivas con los funcionarios de los Estados Unidos. Su mandato en el FHIS finalizó en junio de 1999.

La candidatura presidencial de 2001 de Zelaya fracasó en las primarias, perdiendo ante Rafael Pineda Ponce (quien posteriormente perdió ante el nacionalista Ricardo Maduro en las elecciones generales), pero Zelaya siguió siendo una fuerza destacada dentro del Partido Liberal durante el gobierno de Maduro. Posteriormente, Zelaya montó otra campaña presidencial y derrotó fácilmente a ocho candidatos en las primarias presidenciales del Partido Liberal de febrero de 2005.

Los padres de Zelaya fueron José Manuel Zelaya Ordóñez (ahora fallecido) y Hortensia Zelaya, agricultores ricos y conectados en Olancho. El 25 de julio de 1975, los militares masacraron a 14 personas, incluidas 11 campesinos y tres clérigos, involucrados en protestas por la reforma agraria. Según los informes, la masacre tuvo lugar en una granja llamada Los Horcones, propiedad del padre de Zelaya en Olancho. Dos oficiales militares fueron condenados en 1978 de asesinato; Según informes, los otros acusados fueron absueltos».

El incidente se menciona en la sección de Informes de los Estados Unidos sobre los Derechos Humanos de los Estados Unidos de 1977-1979 en Honduras. El padre de Zelaya fue encarcelado en relación con esta masacre, pero luego fue puesto en libertad, el 3 de septiembre de 1980, cuando los responsables de la masacre de Los Horcones fueron favorecidos por el decreto de amnistía de la nueva Asamblea Nacional Constituyente y salieron libres el 11 de septiembre de 1980.

Manuel Zelaya Rosales está casado con Xiomara Castro de Zelaya (nacida el 30 de septiembre de 1959) y tienen cuatro hijos: José Manuel, Xiomara, Héctor y Zoe. El padre de Xiomara es Irene Castro Reyes, un destacado abogado cuyos clientes incluyó a figuras clave del Partido Nacional: el empresario Miguel Facusse y el ex presidente Rafael Leonardo Callejas, entre otros.

«Llegué a conocer a Mel Zelaya bastante bien durante mi mandato como Embajador —afirma el embajador de Estados Unidos Charles Ford en un memo enviado a sus superiores el 15 de mayo de 2008—, personalmente he encontrado a Zelaya amable y encantador, muy dispuesto a decirme lo que crea que quiero escuchar en ese momento. Por ejemplo, en el período de junio a agosto de 2007, debemos habernos reunido semanalmente, con su agenda centrada en explicar su nombramiento de Jorge Arturo Reina (quien perdió su visa de los Estados Unidos por conexiones terroristas pasadas) como embajador de la ONU, su presencia en Managua en las celebraciones sandinistas y sus intenciones con respecto a Hugo Chávez. Fue interesante ver cómo sus explicaciones diferían de una reunión a otra, casi como si no hubiera tenido ningún recuerdo de nuestro intercambio unos días antes.

Queda en la memoria el período de Zelaya como uno de propuestas progresistas, acercando su gobierno al bloque socialista de Suramérica liderado por Hugo Chávez. Sus reformas sin embargo, al verla con mayor profundidad, se enmarcan en una constante pelea con su partido político que le había dado la espalda, especialmente luego de las elecciones primarias de 2008 y con las élites políticas que se oponían a cualquier proceso de reforma.

Según el sociólogo Tomás Andino, «Mel Zelaya se comportó como cualquier gobierno burgués del país en sus primeros dos años de mandato, apoyó el auge de la penetración transnacional, una de sus primeras medidas fue ratificar los protocolos que siguieron al convenio de 2005 del Tratado de Libre Comercio con EEUU, que era un tratado desnacionalizador. Nada de eso fue cuestionado, nada de eso fue cambiado», señala . 

«El único cambio que hubo fue después de la crisis financiera (de 2008), cuando el vacío que deja Estados Unidos voltean sus ojos de manera oportunista hacia el sur en busca de recursos frescos y fáciles y no tan condicionados como estaban dando los gringos. Es cuando se produce la alianza con el chavismo y la fractura política de la clase dominante que tenía vínculos muy fuertes con los sectores económicos transnacionales, que era el sector menos debilitado del país y que sentían que tenían mucho que perder con esa alianza con el Alba», agrega Andino.

«Comenzó a crearse una fricción en el Congreso Nacional, una fricción que pudo evitarse desde los civilizados recursos que da la política —agrega Juan Ramón Martínez—. Zelaya cayó en la trampa de salir a la calle a agitar a las masas para enfrentar al congreso. Comenzó así a rodearse de un grupo de personas que lejos de ayudar lo hunden más. Mel es una persona que sabe oler el peligro, él sabe por dónde van a hacerle daño y lo evita, es un talento de él, pero aunque tiene talento y sabe a dónde están los enemigos funciona en funcionalidad con el último que le platica. Entonces hay que ser el último que le platica porque si alguien se mete después él se va a ir con él. Eso lo hace impredecible. El acto de irse a meter a la Fuerza a Aérea a sacar el material electoral de la Cuarta Urna es un acto impredecible, por ejemplo».

«El melismo fue favorecido con el golpe de Estado, se erigió como una fuerza política de primer orden. Mel Zelaya hubiera pasado a la Historia, si hubiera terminado de hacer su gobierno, como un gobierno que provocó una constituyente para reelegirse. El procedimiento fue el correcto, por la vía de la consulta y la constituyente. Pero al nunca especificar sus objetivos se dio lugar a mucha especulación», concluye Tomás Andino en su análisis.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Los partidos políticos del siglo XX han muerto, murieron el 28 de junio de 2009. Hoy quedan los clubes privados bajo el control de caudillos inescrupulosos, que no dudan en usar la mentira para desacreditar al contrincante, que no les tiembla la mano para alentar al odio.

El Partido Liberal, actor principal del golpe de Estado de 2009, está ahora inmerso en una profunda crisis de donde no podrá salir sin ayuda externa. Irónicamente, está en manos de Zelaya resucitar al partido que le hizo golpe, de cara a una nueva contienda electoral que podría o no ganar en la medida se logren acuerdos entre las cúpulas.

El Partido Nacional, el ganador indiscutible de las muchas crisis del siglo XX, atraviesa ahora una profunda fractura que solo se sostiene por el cascarón que le presta el control de los recursos del Estado. Aquel fervor con que celebraron la victoria de 2009, que llevó a Pepe Lobo a la presidencia y a Juan Orlando Hernández a la cabeza del legislativo (y luego a la presidencia por dos ocasiones), con una aplanadora de diputados dóciles al poder del dinero, hoy les pasa factura.

Las élites políticas de Honduras siempre han creído que la historia no les cobraría los excesos. La corrupción, ahora perseguida por la MACCIH pese a los esfuerzos de las mafias de limitar su accionar, se cubrió con un baño de descaro luego del golpe de Estado. Se confundió el «así se hizo siempre» con un «nunca será distinto» que tiene ahora tras las rejas (o bajo amenaza de estas) a respetadas damas y renombrados caballeros.

Lea: Del Plan Colombia a la Iniciativa Mérida, el origen del narco como lo conocemos en Honduras.

https://elpulso.hn/del-plan-colombia-a-la-iniciativa-merida-el-origen-del-narco-como-lo-conocemos-en-honduras/


El narcotráfico, presente en la región desde finales de los setenta, creció en el país a inicio de los 2000 por condiciones ajenas a nuestro territorio. Pero fue la ambición desmedida de nuestros políticos y ese amparo en el control de las instituciones que permitió que los últimos tres presidentes electos democráticamente hayan cuadrado con delincuentes para extender su influencia política a cambio del laissez faire, laissez passer de la droga rumbo a Estados Unidos.

Hoy, un mandatario está preso por corrupción en los Estados Unidos y de los tres mandatarios mencionados por narcotráfico en los juicios en Nueva York, dos se atrincheran detrás de las instituciones que controlan. La Historia de nuestra Honduras se repite en un eterno retorno, cada generación hemos confrontado a las mismas élites y mafias que se han lucrado a costa de la sangre de miles de hondureños y hondureñas, que seguimos pagando el costo de la visión corto placista de líderes que aún hoy se esconden en una retórica de víctimas.


Fuentes: Evolución histórica de Honduras de Longino Becerra; Presidentes de Honduras; http://www.cidob.org.

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