CRÓNICAS DE FAMILIA: JUAN ALBERTO MELGAR CASTRO [1/3]

EGO10 enero, 2017

Por Albany Flores


El 16 de junio de 1930, nació en la ciudad de Marcala, departamento de La Paz, Juan Alberto Melgar Castro. Era el periodo de entreguerras, Honduras se había convertido en el principal productor de banano en todo el mundo, y el Partido Liberal gobernaba el país al mando de Vicente Mejía Colindres. Europa se debatía entre fascismo y comunismo, Estados Unidos había visto el punto más alto de la Gran Depresión, y en América Latina prosperaban una serie de dictaduras paralelas y ligadas al gobierno estadounidense de Franklin Delano Roosevelt.

Juan Alberto Melgar Castro fue un militar convertido en político en el Reformismo Militar que lideraba Oswaldo López Arellano, cuando todavía era un joven Capitán del Ejército hondureño.

Melgar creció en su ciudad natal, donde realizó sus primeros estudios y trabajaba para ayudar a la economía familiar. No era de cuna acaudalada, y como gran parte de los jóvenes de escasos recursos del país, vio en la carrera militar una oportunidad para desempeñarse profesionalmente.

En las primeras décadas del siglo XX, la ciudad de Marcala, como casi todas las regiones del interior del país, era un pueblo provinciano con actividades de cultivo, agricultura y crianza de animales, pero ya despuntaba como un centro cafetalero de importancia.

Melgar Castro funcionario del gobierno de López Arellano.

Desde su juventud mostró gran interés y habilidad para las tareas militares, y siendo adolescente asistió al Curso Básico para Oficiales que se servía en la Escuela Militar de Honduras, donde al parecer afianzó sus intenciones de hacer carrera de armas. Una vez en el Ejército, obtuvo el grado de Capitán. A la edad de 31 años fue designado con el cargo de Comandante de Pelotón del Primer Batallón de Infantería, y su primer “gran combate” fue en 1963[1], en Choluteca, en los días del golpe de Estado que Oswaldo López Arellano había dado al gobierno de Ramón Villeda Morales.

Cortesía: The Guardian
Cortesía: The Guardian

López Arellano se quedó en el poder mucho más tiempo de lo presupuestado, y muchos de los principales cronistas de su gobierno han escrito que durante su gestión Honduras se convirtió en “el granero de Centroamérica”, aunque dicha teoría no ha sido sustentada por los informes financieros de la época, como lo afirma el historiador hondureño Óscar Zelaya Garay. Entre otras cosas, en su gobierno se libró la Guerra de las Cien Horas o Guerra del Fútbol entre Honduras y El Salvador.

Dadas las muestras de fidelidad y el eficiente desempeño de sus tareas en el régimen militar de López Arellano, al inicio de la década de 1970 comenzaron los deseados ascensos y nombramientos políticos militares para un Melgar entrado en los cuarenta años. Primero se  lo nombró Jefe Militar de la Zona Norte, luego Comandante del Cuerpo Especial de Seguridad, Secretario de Gobernación y Justicia, hasta que en 1975 fue designado como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras, un cargo que hasta entonces había ostentado el Jefe de Estado López Arellano.

Ese hecho representó una ruptura radical en las relaciones que habían mantenido ambos militares, y una nueva etapa del militarismo en la sociedad hondureña. La cúpula militar y el Consejo Superior decidieron el fin del gobierno de López Arellano por todos los hechos de corrupción, incluidos los nexos con el narcotráfico que se le imputaban al gobierno y  el sonado escándalo de soborno de la United Brand Fruit Company en la que se vieron involucrados el Jefe de Estado y su Secretario de Economía Abraham Bennaton Ramos.

El 22 de abril de 1975, después de doce años —exceptuando el breve gobierno de Ramón Ernesto Cruz—, el viejo Coronel de Aviación Oswaldo López Arellano recibió un golpe de Estado liderado por el antiguo funcionario de sus gobiernos, el ahora Jefe de las Fuerzas Armadas, Juan Alberto Melgar. «La caída del poder de López Arellano, ocurrida el 22 de abril de 1975, marcó no sólo el cambio en la estructura de las fuerzas armadas, en cuyo seno había tomado mando un Consejo Superior, sino el ascenso de la burguesía intermediaria con posiciones más cercanas a los grupos refractorios del ensayo  reformista[2]».

El Gobierno de Melgar Castro (1975-1978).

Cortesía: timetoats
Cortesía: timetoats

El primer gran problema que enfrentó Melgar Castro como Jefe de Estado, una vez terminada la pugna con Arellano, fue el conflicto agrario que se presentaba con los campesinos de todas las regiones del país. Melgar asumió la Jefatura del Estado con discurso de moderación, y con una retórica empobrecida sobre las propuestas que el nuevo gobierno daría para la resolución del conflicto. No obstante, los sucesos ocurridos en los últimos años desde el golpe de Estado contra Villeda Morales y durante los años de López Arellano, habían creado serias divisiones entre la clase trabajadora-campesina y el Estado, sobre todo porque los campesinos no veían claras las prebendas y oportunidades establecidas para ellos en la Ley de la Reforma Agraria dictada en el gobierno de Villeda.

A igual que ocurre hoy día con el conflicto entre campesinos y terratenientes (o entre campesinos y campesinos) los enfrentamientos entre los trabajadores del campo y los dueños de las tierras, vieron un aumento significativo, mientras las acciones del gobierno para resolver el conflicto eran dilatadas, parciales y poco eficaces. A raíz de las disputas, muchos campesinos fueron encarcelados por su participación en tomas o recuperaciones de tierras, por lo que «la Unión Nacional de Campesinos UNC, determinó organizar para el 25 de junio de ese año una marcha de hambre hacia Tegucigalpa con afiliados del Norte, Sur, Oriente y Olancho».

El régimen “reformista” de Melgar, estableció un programa de cambios moderados certificados mediante el decreto 243 del 23 de junio de 1975. Entre algunas de las medidas en el plan de gobierno están:

«A) Sancionar, cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos que le sean concernientes; B) Elaborar su reglamento interno; C) Fomentar y promover los valores cívicos, morales, culturales e históricos que contribuyan a la formación de la nacionalidad hondureña y centroamericana; D) Preservar el acervo y la riqueza cultural y artística del país; E) Establecer políticas y programas para el fomento y orientación de las actividades culturales, turísticas y deportivas; l) Promover, estimular y coordinar las actividades culturales, turísticas y deportivas en el país por medio de las dependencias e instituciones especializadas de este ramo; G) Comunicar los planes, acciones y objetivos del Gobierno de la República, ejerciendo esta atribución en forma coordinada y centralizada, sin afectar la seguridad del Estado; H) Apoyar mediante la comunicación, los planes, acciones y objetivos del Gobierno de la República; I) Establecer y activar los métodos, sistemas y medios más apropiados de comunicación del Gobierno; J) Promover a través de la orientación, el bienestar y armónica convivencia y el desarrollo de la comunidad hondureña; K) Dirigir y ejecutar la política conducente al efectivo ejercicio de la libre emisión del pensamiento, con respecto al derecho y al orden[3]».

A simple vista, esas parecían las disposiciones ejecutivas de un gobierno moderno y democrático que en teoría velaba por los intereses y los derechos primordiales de un Estado liberal que luchaba por la justicia social, que protegía el pensamiento, la cultura, y los preceptos básicos de libertad de expresión, de militancia política y emisión del pensamiento. En la práctica, esas medidas se cumplían muy poco, con un gobierno rodeado de funcionarios pertenecientes a la nueva clase burguesa con la cual el Estado había creado la Corporación Nacional de Inversiones (CONADI) en 1974, y que sólo velaba por su crecimiento económico y el financiamiento del Estado en sus empresas.

El gobierno de Melgar Castro fue de un conservadurismo mucho más moderado que el de su antecesor López Arellano, pero los hechos históricos ocurridos en él; políticos como sociales, marcaron los anales de su administración: el enriquecimiento de la clase empresarial a costa del endeudamiento del Estado (CONADI), el recrudecimiento de la intolerancia y el señalamiento político que empeoraría en la década de 1980, el establecimiento de lo que Alcides Hernández[4] ha considerado como “el primer momento del neoliberalismo” en Honduras (fusión público-privado), etc.

Quizá el evento que marcó su administración de forma más negativa hayan sido los hechos de Santa Clara y Los Horcones, perpetrados en las propiedades del terrateniente olanchano Manuel Zelaya, padre del actual político y Coordinador del Partido Libertad y Refundación (LIBRE).

Así se habrían dado las cosas. En junio de 1975 la marcha de los campesinos en protesta por el conflicto de tierras terminó con la muerte de al menos 14 personas en Juticalpa, Olancho. Al parecer, el 24 de junio de ese año, el padre Guillermo Mejía Ayes se dirigía a “recuperar” sus aulas de clases ocupadas por marchantes, pero tras él y sus alumnos iba un grupo del Departamento de Investigación Nacional (DIN), vestidos de civil. Al momento en que las personas que estaban en el interior de las aulas abrieron las puertas, los agentes comenzaron a disparar a mansalva contra todos.

Fuente:voxpapyrus
Fuente:voxpapyrus

Luego vino la matanza de Los Horcones:

«La matanza de los Horcones ocurre después de este hecho. Luego de lo de Santa Clara, el Gobierno nombra una Comisión Militar que informó:“Fueron sacados de un presidio de Juticalpa varias personas y los llevaron a la hacienda de “Los Horcones” propiedad de José Manuel Zelaya… los mataron y mataron a los testigos que había por ahí también. El teniente Benjamín Plata estaba al mando, y ordenó que se metieran los cadáveres en un pozo con dinamita. Se les encontró responsabilidad directa al Mayor José Enrique Chinchilla, Subteniente Benjamín Plata, Manuel Zelaya y Carlos Bahr[5]».

El gobierno y la carrera política de Juan Alberto Melgar Castro terminaron el 7 de agosto de 1978, cuando fue relevado de sus funciones —mediante un golpe técnico— por representantes de las tres ramas del Ejército, acusado de haber permitido actividades vinculadas al narcotráfico en su gobierno. En su lugar fue establecido el triunvirato presidido por Policarpo Paz García, en lo que sería el último gobierno militar en la Honduras del siglo XX.

De su administración sobreviven importantes iniciativas y políticas públicas como  la Ley de Asociaciones de Ahorro y Préstamo, Ley del Transporte Terrestre, Ley de Creación del Fondo Turístico, Ley Orgánica de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones,  Ley Orgánica del Patronato Nacional de la Infancia, Ley de Universidades particulares, etc.

Una vez fuera del poder se convirtió en alto dirigente del Partido Nacional. A su retiro del poder, de su legado y su carrera política sobrevivió una red política familiar representada por Nora Gúnera de Melgar (la primera mujer en buscar la Presidencia de Honduras), y su yerno, el ex-Alcalde de Tegucigalpa y ex-candidato a la Presidencia del país, Miguel Rodrigo Pastor, a cuyas vidas políticas nos aproximaremos en la segunda y tercera parte de esta crónica.

 

Citas al pie. 

[1] “Presidentes de América Central” (obra completa). Disponible en: http://elbibliote.com/resources/Temas/presidentes/351_352_Presidentes_America_Central_Castro.pdf

[2] “Juan Alberto Melgar Castro (1975-1978)”. Disponible en: https://histounahblog.wordpress.com/7-4-iii-unidad-honduras-historia-politica-del-siglo-xx-grupo-6-sec-17-03/, visto el 6/01/2017.

[3] Ver: Decreto Ejecutivo #243, emitido el 23/06/1975.

[4] Véase: Hernández, Alcides. El neoliberalismo en Honduras, 1ra edición, Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1983.

[5] Disponible en: https://histounahblog.wordpress.com/7-4-iii-unidad-honduras-historia-politica-del-siglo-xx-grupo-6-sec-17-03/. También en: Figueroa Ibarra, Carlos. “Las raíces sociales del liderazgo inesperado de Mel Zelaya”, disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/286/28625451008.pdf

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