Apuntes sobre las acusaciones de fraude presidencial en Honduras

EGO6 septiembre, 2017

Los procesos electorales de Honduras han sido marcados por acciones fraudulentas y maniobras ilegales. Las acusaciones de fraude de los candidatos presidenciales —sobre todo los vencidos— ha sido una constante en cada proceso, y lo sigue siendo. No obstante, hasta hoy, ninguno de los candidatos acusadores ha presentado pruebas contundentes contra los supuestos defraudadores, y por tanto, ninguno de éstos ha sido enjuiciado por tal delito.

A principios de la década de 1980, se dijo más de una vez que el entonces candidato liberal, Roberto Suazo Córdova, había vencido fraudulentamente a su principal oponente, Ricardo Zúñiga Agustino. Más tarde, en los comicios electorales de noviembre de 1985, los partidarios del joven candidato nacionalista, Rafael Leonardo Callejas, denunciaron públicamente que los partidarios del Partido Liberal habían realizado un fraude electoral en beneficio de su candidato, José Azcona del Hoyo.

Las victorias de Rafael L. Callejas sobre Carlos Flores Facussé (1989), de Carlos Roberto Reina sobre Oswaldo Ramos Soto (1993), de Carlos Flores Facussé sobre Nora Gúnera (1997), y de Ricardo Maduro sobre Rafael Pineda Ponce (2001), fueron resultados más claros, y por tanto, menos discutidos.

Las denuncias de fraude presidencial regresaron a finales de 2005, cuando el ex-presidente del Congreso Nacional y candidato presidencial del oficialista Partido Nacional (PN), Porfirio Lobo Sosa, declaró que no aceptaría los resultados de las Elecciones General celebradas en noviembre de ese año, por considerar que los mismos «no eran reales y favorecían fraudulentamente al candidato liberal» Manuel Zelaya Rosales. A fin de cuentas, Lobo perdió por un número de 999.006 a 925.243 votos contra Zelaya.

La mayoría de esos procesos “fraudulentos” —si los hubo— han quedado impunes. Pero en Honduras prevalece lo que el actor británico James Broadbent denominó como “la primera ley de la política”: «nadie gana una elección cuidando papeletas, sino contando votos». Y en eso, en contar votos —aunque esos votos no existan—, la clase política hondureña es hábil y eficaz.

La más reciente acusación de fraude electoral en el nivel presidencial sucedió en los comicios generales de noviembre de 2013. Los candidatos del Partido Anticorrupción (PAC) y del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Salvador Nasralla y Xiomara Castro respectivamente, acusaron —todavía lo hacen— al candidato nacionalista Juan Orlando Hernández, de haber efectuado un “mega fraude” para ganar las elecciones e imponer un régimen dictatorial.

¿Que el Partido Nacional y Juan Orlando Hernández ganaron las elecciones fraudulentamente?, hasta hoy, más allá de las denuncias públicas por parte de Xiomara Castro y Salvador Nasralla, ni LIBRE ni PAC han presentado pruebas contundentes sobre ello.

Detengámonos en este caso.

En noviembre del 2013, Hernández resultó vencedor gracias con 1.149.302 de votos. Le siguieron Xiomara Castro (896.498 votos), Mauricio Villeda (632.320 votos), Salvador Nasralla (418.443 votso). Los partidos minoritarios obtuvieron porcentajes muy bajos, y hubo un abstencionismo importante. En total, 3.275.346 de personas votaron.

Suponiendo que el Partido Nacional y su entonces candidato Hernández hubieran hecho el mencionado fraude —una opción nada descabellada tratándose de un partido como el PN—, la oposición no puede ignorar que el caudal político del PN es un caudal fuerte y duro, y que desde 2001 el PN alcanzó más de un millón de votantes, cuando Ricardo Maduro venció por un amplio margen (1.137.734 contra 964.590)[1] al candidato liberal Rafael Pineda Ponce; y que, el único partido cuya militancia ha sido permanente y leal a su credo y filiación partidaria, es la militancia del Partido Nacional.

¿Por qué supone la oposición (LIBRE) que el PN y su candidato no podían  obtener legalmente el 1,149,302 de votos con que vencieron a LIBRE en 2013?, ¿por qué está tan segura que sólo ella podía salir victoriosa de los comicios si enfrente tenía a la maquinaria política que más ha ejercido en poder de la nación en los últimos cien años?, de ser cierto que ganaron, ¿significa que la ciudadanía hondureña cambió por fin esas mentalidades colectivas atadas al conservadurismo oligárquico?, ¿cuántos son los votos que estima la oposición le fueron robados?, ¿cuál era el caudal electoral real de Xiomara Castro, Salvador Nasralla y Juan Orlando Hernández en noviembre de 2013?,  aún no lo sabemos de manera clara.

Resulta imposible analizar el caudal electoral real de LIBRE y PAC en 2013, porque ninguna de las dos instituciones tenía experiencia electoral previa. Por tanto, cualquier estimación del caudal electoral de ambas instituciones, sobre todo de LIBRE por ser el partido contendor directo, es aligerada y ambigua.

Por otro lado, el 1,137,734 de votos obtenidos por Ricardo Maduro en 2001 no dista demasiado del 1,149,302 de votos acarreados por Juan Orlando Hernández en 2013. La diferencia entre ambos es de 11,568 votos a favor de Hernández, un incremento realmente posible, sobre todo si consideramos los 12 años de diferencia entre 2001 y 2013, el incremento del padrón electoral, el histórico voto duro cachureco y el repunte político del nacionalismo después del golpe de Estado en 2009.

Pero esto no exime al PN de un posible fraude, ni representa necesariamente un triunfo robado a LIBRE.

Desde 1982 hasta 2009, sólo dos candidatos presidenciables superaron el millón de votos: Carlos Flores Facussé en noviembre de 1997, quien venció a Nora Gúnera de Melgar 1,040,403 contra 844.985 votos; y Ricardo Maduro con la cifra mencionada anteriormente. Antes de ellos nadie lo hizo. Después de ellos lo lograron Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández.

Según datos de la Universidad de Salamanca, el mayor margen de victoria en una elección presidencial —desde 1982 hasta 2013—[2] la obtuvo el candidato nacionalista Porfirio Lobo, quien gracias a la crisis que produjo el golpe de Estado en el Partido Liberal, venció al candidato Elvin Santos —quien se perfilaba como Presidente hasta antes del golpe— por 1.213.695 contra 817.524 votos; una diferencia aproximada de 396,171 votos, la más amplia hasta ahora.[3]

El padrón electoral para las elecciones de noviembre de 2009 contaba con un número de 4.6 millones de posibles votantes. Para noviembre del 2013 ese padrón se había incrementado a 5,355,112, representando un incremento de al menos 743, 000 nuevos votantes.

Aunque el Tribunal Supremo Electoral (TSE) aún no da la cifra exacta del padrón electoral para noviembre de este año, el crecimiento poblacional de Honduras[4] y la mayoritaria población joven del país, hacen creer que el número de posibles votantes para los próximos comicios rondará los 6 millones.

Las elecciones de noviembre próximo tendrán a los mismos protagonistas del 2013, con ligeros cambios. A diferencia del PN que cuenta con una estructura histórica, ¿qué pasará con los partidos de oposición de no ganar ltos comicios?, ¿quiénes se perfilan para suplantar en la dirección y liderazgo indiscutibles de Manuel Zelaya y ahora Salvador Nasralla?

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Citas al pie.

[1] Otero Felipe, Patricia. “Honduras: elecciones presidenciales y legislativas (1980-2009)”, Instituto de Iberoamérica, Universidad de Salamanca, Observatorio de Instituciones Representativas. Disponible en: http://americo.usal.es/oir/opal/elecciones/Elecc_Honduras_Otero.pdf. Visto el 1/09/2017.

[2] La intercepción es propia.

[3] Ibíd.

[4] La población de Honduras son más de 9 millones de habitantes.

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