Revolución Moral

ABarahona23 octubre, 2020

El ex presidente Carlos Roberto Reina durante su mandato puso en agenda la revolución moral para combatir la corrupción e impunidad. Al ex presidente Rafael Leonardo Callejas lo tildó de encabezar una banda de pillos.

Más allá de los logros concretos que pudo haber obtenido en ésta materia el Doctor Reina, se valora el haber puesto en evidencia los grandes males que aquejan nuestro país: la falta de moral y ética en el funcionario público y en el hondureño en general.

Se ha normalizado que personas sin la capacidad para ocupar un cargo público lo ejerza. Así vemos un reguetonero en COPECO, un muchacho sin experiencia a cargo de la Secretaría de finanzas, una Pedagoga en la Secretaría de Salud. Por mencionar algunos casos contrarios a la ética. Pero que decir, sí tenemos un presidente de la República quien tiene un hermano condenado por narcotráfico. Un acto de tantos señalamientos contrarios a la legalidad.

El diagnóstico es claro: no existen valores éticos y morales en la presente administración pública.

¿Pero que pasa con la población en general?

¿Acaso ejercen señalamientos públicos contra el funcionario corrupto? ¿No son éstos los que eligen a dichos funcionarios?

Ya Ebal Díaz recientemente lo dijo públicamente, que al votante no le importa cuantos actos de corrupción ni cuantos familiares muertos haya durante la pandemia. Sino que le importará quien coloque dinero en la bolsa, el día de las elecciones.  Esa es la medición que tienen para hacerse del triunfo y seguir en el mismo círculo de miseria en el que nos encontramos.

¿Qué de aquella materia de moral y cívica en la educación básica? Desapareció porque hay un sistema económico y político que quiere al ser humano sin valores ni principios. Quieren un ser humano zombi, un ser humano que no cuestione, que no se pregunte del porqué esto, porqué de lo otro. Buscan y en parte lo han obtenido; un ser humano consumista. Un hombre y mujer para el mercado y no para ser féliz y en último de los casos, para que se pregunté ¿a que vine a este mundo?

Es por ello que cuestionamos candidaturas de hombres y mujeres a cargos de elección popular que hayan tenido problemas con la justicia. Cuestionamos a hombres y mujeres que no tienen capacidad ni honestidad para ocupar cargos públicos. No se trata de buscar la perfección pues esa es divina, pero se trata de buscar los mejores hombres y mujeres que tiene el país para que nos ayuden, nos alumbren para salir de éste fango en el que nos encontramos. Un cuerpo enfermo no se cura cambiándose de ropa como un país no sale de su situación de crisis quitando un presidente inmoral y colocando otro de su misma condición. No es el poder por el poder.

La moral de éste país está fuertemente golpeada y ocupa de alguien apegado a la justicia, amante de la libertad, responsable consigo mismo y su entorno. Defensor de los más humildes y enemigo de aquellos que lo atropellan.

La hondureña y hondureño con capacidad y valores deben aspirar a ocupar los cargos públicos desde los caseríos, aldeas, municipios y departamentos a lo largo y ancho del territorio nacional.

Cuando un vestido viejo se rompe no es con un remiendo que se arregla. Y éste país ocupa más que un remiendo, ocupa más que un medicamento para una pandemia.

Éste país ocupa cambiar de raíz una clase política oprobiosa que ha visto Honduras como un botín.

Serán las mayorías y sobre todo los que tienen sus necesidades básicas satisfechas los que les corresponde asumir la primera línea en el campo de batalla para vencer en este momento al régimen que desgobierna y asegurarse que no se reproduzca bajo la misma bandera u otra.

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