La oligarquía y la dominación ideológica

ABarahona19 agosto, 2020

Por Gilberto Ríos Munguía (•)

Uno de los principales aspectos de la lucha por el cambio social es la lucha ideológica o de la conciencia de la población sobre los hecho que ocurren diariamente, sus tendencias y principalmente sus motivos. De esto los enemigos de las clases populares hacen enormes esfuerzos por modificar la apariencia de los fenómenos, falsear su naturaleza y dar explicaciones convenientes a sus intereses de cada una de ellos. “Que si la pandemia está mal administra” “Ah, es igual en todos los países del mundo”, “Que el partido nacional se robó el dinero que es ahora deuda pública” “bueno, han sido solo unos cuantos malos nacionalistas”.

La batalla diaria en el campo de las ideas es fundamental para lograr el crecimiento de la conciencia crítica; para esto no solo debe aumentar la cantidad de información sino también su calidad, y así lograr aproximaciones más exactas a todos los hechos que acontecen, entender sus mecanismos y encontrar soluciones. Ya se ha dicho también que desde los medios masivos de comunicación (o de desinformación), la cátedra y el púlpito en el sistema capitalista, la norma es preservar los privilegios de la élite y justificar la explotación, hambre, pobreza, miseria y marginamiento, con argumentos sencillos de fácil asimilación, pero evidentemente falsos para cualquier mediano estudioso /a de la realidad.

También existen muchos conceptos acuñados en los medios de comunicación que son verdaderas trapas ideológicas. Creados en los laboratorios de ingeniería social para confundir el criterio de los espectadores /as y manipular su conciencia. Al decir de Malcom X, “si no estás prevenido, los medios te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. Es así que diariamente escuchamos generalizaciones como “los políticos” o peor aún “clase política”; el primero iguala a los representantes de las élites o clases dominantes con los representantes de sectores populares, naturalmente distintos; el segundo, haciendo una mezcla con el concepto de clase social, que debe distinguir a los explotados y explotadores, los une en un solo bloque que provoca apatía general y ¿a quienes conviene que los pueblos no participen en política?

La lucha de clases en Honduras propiamente hablando, está marcada por los enormes niveles de inequidad social y económica que genera el sistema del llamado libre mercado –sin duda otro eufemismo- y el modelo neoliberal. Las asimetrías han escalado tanto y las nulas posibilidades de avanzar en la satisfacción de las necesidades materiales para las grandes mayorías, que podríamos afirmar que más bien estamos en un sistema de castas o estamentos, en el que un ciudadano /a que nace en la pobreza está condenado /a morir en ella, perpetuando esa misma situación para su descendencia per saecula saeculorum.

Por eso la formación ideológica es fundamental para lograr una interpretación correcta del momento histórico y de nuestra intervención en él como individuos y como sectores sociales o políticos. Muchas de estas imprecisiones a nivel de la acción, podrían hacer que chocáramos con quienes deben ser nuestros aliados en una coyuntura, haciéndole un favor a los verdaderos enemigos de las clases populares o las clases nacionales, ambas en permanente ataque de la élite que mantiene el régimen dictatorial.

El problema de la conciencia popular de crear su propia colección de herramientas de interpretación o ideología, son los pocos trabajos de identidad y conciencia que se realizan en las organizaciones sociales y también en los partidos políticos de oposición, priorizando en la mayoría de los casos, por la actividad concreta o la acción política directa, provocando con eso lo que podríamos denominar su desviación, es decir, el activismo vacío, sin claros objetivos o vago en cuanto a sus alcances estratégicos.

El sujeto social o el sector social que hará los cambios para las mayorías en Honduras, necesariamente debe nacer de todos los sectores que no son miembros o representantes de la minoría oprobiosa que llamamos oligarquía; la misma que está estrechamente ligada al capital financiero internacional y que es funcional a sus intereses. Bajo esta perspectiva, muchos capitalistas nacionales o burguesía nacional, han llegado también a la comprensión de que sin un cambio político, ellos mismos no podrán más desarrollar sus capitales.

Esto no es una renuncia a la lucha contra la explotación de la burguesía, es una afirmación que nace del estudio de las fuerzas productivas del país y del deseo por que éstas se desarrollen; entendiendo que para que el capital nacional sirva para el crecimiento del país, debe primero tener un proyecto que lo proteja de los intereses foráneos y mezquinos del gran capital trasnacional que explota aún en mayor escala nuestra fuerza de trabajo y nuestros recursos naturales.

 (•)Dirigente del Partido Libertad y Refundación.

 

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