Veinte veinte

EGO7 enero, 2020

El 2020 llegó y poco de nuevo nos trae y no porque sea nuevo, signifique algo bueno. El circo electoral recién empieza desviándonos de los problemas estructurales que nos aquejan y dando un respiro a la clase política y económica que oprime al pueblo hondureño. Dando falsas esperanzas a la población hondureña que, con las elecciones dentro de dos años, se solventaran sus males. La MACCIH también ha sido utilizada como táctica de distracción para que no exijamos leyes justas y la aplicación de las mismas por una verdadera institucionalidad, como deberían ser la Corte Suprema, Ministerios Publico, entre otras.

En este 2020 los problemas reales que nos aquejan desde ya años se profundizarán, tales como: la escases de agua, producto de la falta de construcción de represas, uso adecuado de los recursos naturales y una población indiferente hacia los bienes públicos; enfermedades como el dengue, no darán tregua y superarían el número de víctimas mortales con respecto al año anterior. Le sumamos las enfermedades como el cáncer, insuficiencia renal y otro tipo de dolencias no menos importantes llegan en esta nueva década.

El alza en la energía eléctrica es el pan nuestro de cada día. Energía que está en manos privadas y debe ser administrada por el Estado. Como lo deberían ser los recursos naturales, aeropuertos, puertos, telecomunicaciones, carreteras, por ser de bien público y estratégicos en función de la seguridad de los hondureños; la educación cada vez menos pública y de mala calidad en aras de un verdadero ser humano, útil así mismo y su entorno; la inseguridad ciudadana y la falta de empleo son una permanente en el diario vivir.

La deuda externa e interna cada vez se vuelve impagable; masacres en cárceles llamadas de máxima seguridad, pese aun oneroso presupuesto en seguridad.

Se anuncia una nueva movilización de migrantes compatriotas hacia territorio norteamericano. País cada vez cercado por satélites como México, Guatemala y el nuestro, por supuesto. Los migrantes pese a los innumerables obstáculos se aventuran a dejar el país en pos de una oportunidad de trabajo. Mientras tanto la clase gobernante para sus adentros se mostrará satisfecha con la huida de los nuestros. Serán un problema menos y en caso que logren llegar consiguiendo un empleo ¡enviaran remesas! Que bello sería que todos los que decidan irse del país desistieran y combatieran a la clase política y económica que los explota.

Mis mejores deseos para este 2020. Pero no solo basta con buenos deseos; sino que se necesita conocimiento, movimiento-acción por parte de la colectividad hondureña. Y a nivel del individuo consciente seguir haciendo los esfuerzos desde cualquier espacio en función del bienestar de las mayorías. Corregir lo que está dando malos resultados, repotenciar lo que se está haciendo bien para alcanzar mejores resultados.

Un mejor porvenir podrá construirse, pero este es responsabilidad de los y las hondureñas.  No vendrá por mandato divino mucho menos de otros países.

Por un 2020 en donde las hondureñas y hondureños peleen contra los que les roban los bienes y servicios comunes, son mis mejores deseos.

 

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