LOS HÉROES DE TRANSICIÓN

EGO19 junio, 2019

Hace casi veinte años, el politólogo alemán Hans Magnus Enzensberger escribió un breve ensayo que pronto se volvió célebre en las discusiones políticas y académicas de Europa, debido a la singular caracterización que hace de una pléyade de importantes, aunque injustamente olvidados personajes de la historia. El nombre del artículo es “Los héroes de la transición”.

El tema es siempre ubicuo y vigente. Trata de esos difíciles momentos que llevan desde el fin de una dictadura hacia el comienzo de una democracia; de la fractura institucional a la instauración republicana, ¡en fin!, desde esos periodos terribles que han vivido tantas sociedades, hasta la restauración, al menos transitoria del orden social.

El título dice mucho. En él, el autor llama héroes a personas que han hecho posible el ingreso de sus países a la senda de la democracia sin pasar por cruentos traumas históricos. En la mayoría de los casos han sido políticos conocedores del arte del diálogo. Sus armas han sido la inteligencia y la cautela. Nunca pronunciaron frases gloriosas, más bien se distinguieron por su tacto y su prudencia.

“Cada cretino puede lanzar una bomba” –escribe Enzensberger- “Mil veces más difícil es desactivarla”. Efectivamente, el trabajo de desmontar una dictadura implica conocer técnicas que pocos dominan. Claro está que, a los “héroes de la transición” nunca les levantarán estatuas. No llenarán páginas en libros, ni serán objeto de homenajes públicos. Casi todos han sido enterrados en tumbas modestas. Algunos ya fueron olvidados. Pero su legado es enorme.

El politólogo alemán comienza su lista con Nikita Kruschev, aquel gris funcionario de Stalin que tuvo en ese memorable vigésimo Congreso del Partido Comunista de la URSS, el coraje de revelar los espantosos crímenes de su predecesor. Desde ese momento la sospecha se convirtió en verdad: El régimen soviético había sido edificado sobre la base de uno de los genocidios más grandes cometidos en la historia de la humanidad.

Kruschev no democratizó a la URSS, pero sin él nunca habría podido aparecer la Perestroika.  En cierto modo la Perestroika fue iniciada por Kruschev y tras el intervalo anodino de Breschnev, retomada por Mijail Gorbaschov, el segundo héroe de la transición.

Un elemento por considerar es que los héroes de la transición provienen de las mismas entrañas de las dictaduras. Para los puristas solo son cómplices del oprobioso pasado. Para los fans de las ex –dictaduras –todavía hay muchos- son grandes traidores. Ese fue, según Enzensberger, el caso de Zhou Enlai en la devastada China que Mao dejó en los 70’s y que luego Deng Shao Ping convirtió en la potencia del siglo XXI.

Otro ejemplo interesante en el ensayo es el del español Adolfo Suárez, quien planificó el tránsito hacia la democracia en su país. Suárez hizo un verdadero trabajo de joyería desde el franquismo, pasando por la monarquía, hasta llegar a los sindicatos obreros, los socialistas y los comunistas. Pocos en España son conscientes de cuánto deben al político avilés.

En Latinoamérica –aunque no se mencionan en el ensayo- hay también algunos héroes de la transición. Quizás el caso más emblemático es el de Joaquín Balaguer, mano derecha de Trujillo. Fue él quien condujo el paso de la República Dominicana si no hacia la democracia, por lo menos hacia una república civil. Como presidente osciló en sus diferentes gobiernos entre el neo-trujillismo y el neopopulismo. Nunca tuvo un principio, jamás siguió una ideología y quizás por eso, aunque la palabra héroe le queda muy grande, fue el actor que necesitaba su país para dejar atrás el siniestro legado de “El Chivo”.

Chile, luego de la dictadura de Pinochet tuvo también sus héroes de la transición. El general Fernando Matthei, quien reconoció el triunfo del NO en el plebiscito de 1988, cuando el dictador se preparaba para realizar un segundo (y aún más sangriento) golpe. A su vez, el primer presidente de la Concertación, Patricio Aylwin, supo allanar el camino de la transición hacia la república moderna.

Más nombres vienen a mi mente para agregar en la lista: la siempre serena doña Violeta Barrios, Raúl Alfonsín en Argentina, Julio María Sanguineti en Uruguay.

Y la pregunta obligada para los hondureños: ¿Quién será el héroe o heroína de la transición en nuestro pisoteado terruño? Nadie puede todavía saberlo. Lo único cierto es que un sistema que ha causado la más grande crisis social de Honduras en su historia, con una dudosa legitimidad de origen y de ejercicio y que, basada en un esquema político que ignora los derechos de la mayoría de la población, tendrá que emprender más temprano que tarde una transición (que no significa necesariamente caída).

Quien o quienes serán los hacedores de ésta no es la pregunta decisiva. Lo importante es que habrá transición. Sus héroes ya aparecerán. Al final, siempre aparecen.

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