La remigración, un azote a la reintegración

Redacción El Pulso29 julio, 2024
(Por: Jorge Sagastume) A mediados del año 2019, tuve en mis manos un reporte de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos y en su base de datos se registraba información bastante peculiar sobre los flujos migratorios que intentan cruzar la frontera sur de este país. Un dato llamativo fue encontrar la estadística de los intentos de viajes de un joven que apostó y fracasó 16 veces en su deseo de “perforar” la frontera para concretar su “sueño americano”. El dato podría ser relevante, hasta normal, pero no es tan real, pues conozco otros casos que los intentos se incrementan dos y hasta tres veces a la cifra citada.
Estos reiterativos intentos es lo que reproduce la remigración, pero, en efecto, ¿cuál es la causa de fondo? La remigración es el resultado de varios factores, uno de ellos es la baja cobertura de los programas de reintegración focalizados a las personas migrantes retornadas. Dicho en otras palabras, se hacen esfuerzos importantes, pero no son suficientes. Según datos de USAID / ONU MIGRATION en el año 2023 retornaron al país 58, 759 personas, tal como lo muestra la gráfica de abajo. Esto es suficiente para declarar emergencia nacional, pero las autoridades lo ven desde otra perspectiva. Fuente: https://infounitnca.iom.int/uploads/hn/2023/12/HN_Diciembre2023.pdf
Además de la baja cobertura en los programas de reintegración, está el impacto de estos, pues no se cuentan con estudios que evidencien este hecho, dado que muchos de los programas ofrecen, además de la asistencia psicosocial, jornada de autoayuda, cursos de idiomas, arte terapia, cine terapia, becas estudiantiles, cursos de orientación cultural, pasantías, certificación de competencias laborales, etc., sumado a los emprendimientos y actividades productivas.
En el caso de los emprendimientos, conozco varias de estas iniciativas que son importantes dentro del “ecosistema” de la reintegración, pero, la mayoría de las veces, cuentan con bajo presupuesto, factor que les condena a reproducirse como actividades de subsistencia, sin ninguna posibilidad de romper el “ciclo de la pobreza”. Entonces, el enfoque de “soluciones duraderas” se desmorona y, por tanto, la reintegración no es sostenible. Dicho de otra forma, si la migración y la movilidad humana en general, es un problema estructural, la respuesta debe ser también estructural.
El fenómeno del retorno de personas hoy día se vuelve más complejo, pues ya no está retornando la persona, en muchos de los casos, son familias las retornadas, en condiciones,  circunstancias y necesidades diferentes. En todo caso, la reintegración siempre requiere una mirada y “respuesta holística, en el plano individual, familiar, comunitario y estructural”. Avanzar para que la reintegración sea sostenible es un fin y un medio en sí mismo.
La reintegración sostenible: utopía o realidad. El manual sobre reintegración la OIM señala “La reintegración sostenible se logra cuando las personas que retornan alcanzan un nivel de autosuficiencia económica, estabilidad social y bienestar psicosocial que les permite transformar sus futuras decisiones de migrar en una cuestión de elección y no de necesidad”. Menuda tarea la autosuficiencia económica, el deterioro de los factores de convivencia a nivel comunitario, pone cuesta arriba la estabilidad social y el bombardeo de violencia permanente, entre crímenes aberrantes, feminicidios, impuesto de guerra, extorsiones, extradiciones, testaferros, carteles de la droga, sumado a las luchas caninas en el poder legislativo, etc., desestabilizan el bienestar psicosocial a nivel individual y comunitario.
Aún estamos muy lejos para lograr concretar los tres pilares fundamentales del proceso de la reintegración: la autosuficiencia económica, estabilidad social y bienestar psicosocial. Sobre todo, nos enfrentamos a un problema de país, porque la Ley del Hondureño Migrante y su Familia, está dotada de los mecanismos para impulsar de manera integral y sostenible este proceso. No obstante, como país nos hace falta voluntad política, mucha determinación para enfrentar las verdaderas causas de la migración y toda la entereza para gestionar el retorno.
Un objetivo fundamental del proceso de reintegración es que los migrantes que retornan, sus familias y sus comunidades lideren y asuman la responsabilidad del proceso a través de la participación y el empoderamiento. Los programas de reintegración deben elaborarse e implementarse a través de la evaluación y el aprendizaje continuos, a fin de comprender el contexto amplio y aprovechar las iniciativas de reintegración existentes, nos señala la OIM. Empero, como dice el objetivo, ¿en realidad estamos evaluando el impacto, somos asertivos en el seguimiento?
Si contamos con los instrumentos y los mecanismos poderosos para enfrentar la reintegración como debe ser, ¿Por qué no lo hacemos? Las personas siguen tomando la decisión de volverlo a intentar el viaje. ¿Algo no tan efectivo estamos haciendo o hemos dejado de hacer o nunca hemos querido hacerlo?
La vivienda y la inserción laboral, como factores de arraigo en el retorno. Los aprendizajes continuos, de alguna forma se reflejen en las buenas prácticas, y de hecho, las hay. No obstante, en la metodología de abordaje de la reintegración, buena parte del tiempo nos ocupa las actividades de emprendimiento, un enfoque de arraigo, desde mi punto de vista,  bastante básico. La vivienda, por ejemplo, que es y seguirá siendo una necesidad de arraigo fundamental, se hizo a un lado. La mayoría de las personas que retornan, dentro de su “proyecto de vida”, la vivienda está en el prisma de sus prioridades, pero, por alguna razón que desconozco, no estamos apostando a las acciones de arraigo de mayor impacto.
La inserción laboral es otro dilema y desafío dentro de “ecosistema” de la reintegración y como elemento central en las “soluciones duraderas”. Un trabajo digno y decente, es el slogan para seguir defendiendo la inserción laboral. Sin embargo, coordinar con el sector privado empresarial, como el principal empleador en el país, es un desafío permanente que dependerá siempre, de una férrea política gubernamental a favor de la inserción laboral de las personas migrantes retornadas; inclusive, la gran masa de jóvenes con intencionalidad de emigrar debe formar parte de esta estrategia de inserción laboral.
Esta es una acción que, en el mediano y largo plazo, debe estar en la agenda de prioridades de los tomadores de decisión. Desde las organizaciones de sociedad civil, construir una ruta de trabajo para incidir, a través de alianzas y consorcios importantes a nivel nacional, subnacional, regional y municipal, es una acción perentoria difícil de aplazar. Ningún Estado puede gestionar la migración por sí solo, requiere de potentes alianzas, sentencia el documento del Pacto Mundial, para una migración segura, ordenada y regular.
Afinemos las estrategias y las políticas para gestionar de forma integral el retorno, recordemos que, en nuestro país, la mayoría de las personas que reciben la calificación de retornadas, en el fondo, son el resultado de un acto violento de desarraigo provocado por el país de acogida, que resultó ser en una forzosa deportación.

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