¿Podrá responder Daniel Sponda a los desafíos de la educación hondureña? 

Selvin Sánchez8 enero, 2023

TEGUCIGALPA, Honduras 

Nadie, en sus cabales, quisiera ser secretario de Estado de una de las entidades con mayor crisis dentro del aparato público: nos referimos a la Secretaría de Educación.

Ni usted ni yo quisiéramos estar en los pies de Daniel Esponda, un docente a quien se le reconoce su lucha, pero se le cuestiona su ingobernabilidad dentro del sistema. La ingobernabilidad no solo se trata de no cumplir con sueldos y salarios a docentes (unos dicen que les pagan y otros aseguran que no), sino de cómo sistematizar, organizar, planificar y aplicar la gestión por resultados de un ente estratégico para el país.

Es cierto, no se puede revertir la crisis que ha padecido el sistema público de enseñanza, pues 12 años de desastres, indolencia, indiferencia, saqueo, robo, latrocinio dejaron al aparato que está colapsado y que no se reconstruirá de la noche a la mañana. Querido lector, quizá usted nos acuse de ser sesgados, de no ser objetivos en este análisis de Esponda, pero consideramos que el alto funcionario debió (y debe), al menos, dar indicios creíbles de que es necesario ir en la dirección correcta. El asunto es que la gente espera acciones concretas para que la educación llegue a todos los hogares, que sea gratuita (y lo es), que los útiles escolares sean baratos (si es que la empresa privada así lo quiere) y que se cumpla a cabalidad el calendario escolar.

No obstante, al cierre del primer año de gobierno de la presidenta Xiomara Castro, desde afuera apenas se ven un par de intentos por recuperar la gobernanza educativa, pero ¿cuánto se tardarán? ¿Por qué no se conoce un plan de rescate del sistema para generar confianza en la sociedad? ¿Será que veremos en el cortísimo plazo algún plan?

MADURO APLAZA GESTIÓN NACIONALISTA EN EDUCACIÓN. Un informe de la Fundación Ricardo Ernesto Maduro Andrews para la Educación (Ferema), la oenegé que dirige el expresidente nacionalista Ricardo Maduro, precisó que en el período 2017 – 2022 ha sido difícil para el país, inmerso en una crisis económica, social y política. Adicionalmente, durante los últimos dos años la pandemia de covid-19 ha alterado toda la dinámica social, aunque justamente la pandemia trajo de nuevo la educación al primer plano de las preocupaciones de la ciudadanía… fue surgiendo y difundiéndose información acerca de la situación crítica en la que se encontraba el sistema educativo hondureño, desde antes de la pandemia.

Se publicó entonces que la cobertura del sistema ya mostraba una tendencia descendente antes del 2020, perdiendo más de 150 mil estudiantes entre el año 2014 y febrero del 2020. Se conoció que, por cada 10 estudiantes matriculados en primer grado, solamente 5 llegan a noveno grado, ocho años después (SACE-USINIEH/SE, 2014-2021). Es importante mencionar que aún no se dispone de datos consolidados para deserción y matrícula en los años lectivos 2020 y 2021. Se difundió también que los niveles de aprendizaje que alcanzan los estudiantes hondureños muestran un marcado atraso respecto al promedio regional latinoamericano.

El traslado de la actividad educativa de los centros a los hogares, también trajo a la mesa de discusión las profundas desigualdades sociales que prevalecen en la sociedad y cómo estas afectan directamente, la actividad educativa de los menores. Se hizo obvio que la “educación virtual” propuesta desde instancias oficiales se desarrollaba en un contexto en el que menos del 40% de las familias tenían acceso a internet; menos del 20% disponía de computadora en casa, un 40% no tenía acceso a servicio de televisión “por cable” (u otros medios análogos), un 30% carecían de un aparato de televisión y un 13% no disponían ni siquiera de un dispositivo de radio. A lo cual se agrega que los estudiantes del sector público además de todas estas limitantes, carecían de libros de texto y cuadernos de trabajo para uso individual.

La baja inversión en educación en respuesta a los retos presentados durante la pandemia se hizo evidente cuando, en este contexto, se publicaron noticias acerca de que en los países vecinos se brindaba servicio de internet gratuito a docentes y estudiantes, se distribuían libros de texto, computadoras portátiles, teléfonos inteligentes, material bio sanitario para retornar a las aulas, etc. Ninguna de esas inversiones se realizó en el sistema educativo hondureño a una escala significativa.

Durante la pandemia, también se hizo evidente la debilidad de la autoridad central frente a la dirigencia magisterial, al no lograr el retorno a las aulas durante estos dos años, pese a reiteradas declaraciones de interés para iniciarlo en forma gradual, selectiva y diferenciada según la situación local. Al mismo tiempo, la reapertura y trabajo semipresencial de cerca de un 40% de los centros educativos rurales por iniciativa de los padres y madres de familia y docentes locales mostró un fortalecimiento de la participación comunitaria.

En el informe, que supone la reprobación de la administración nacionalista en materia educativa, desde su secretario de Estado que es un ingeniero forestal (Arnaldo Bueso, un cuadro incondicional del extraditado Juan Orlando Hernández) lo que evidencia que el régimen anterior se dedicó a desarticular la educación, conspirar para entregarlo a las oenegés y empresa privada para lucro propio, mientras que muchas instalaciones de la zona norte afectadas por Eta e Iota jamás fueron recuperadas y el lodo se enquistó en las desvencijadas paredes.

Siempre relacionado al informe, Ferema indicó en 2022 que es obvio que queda mucho por hacer para ubicar al país en niveles competitivos en el campo internacional en materia educativa. A continuación, se presentan algunos de los desafíos derivados del análisis desarrollado en el presente Informe de Progreso Educativo:

1. Mejorar la cobertura para que todos los menores puedan acceder a la educación Prebásica, Básica y Media.

2. Aumentar los niveles de aprendizaje de los estudiantes.

3. Implementar programas y proyectos orientados a reducir las desigualdades educativas.

4. Disminuir el abandono escolar, especialmente en tercer ciclo de básica y nivel medio.

5. Fortalecer la gestión del sistema educativo, en particular la rendición de cuentas, la transparencia y el monitoreo, apoyándose en la participación comunitaria.

6. Fortalecer las funciones de evaluación, acreditación y certificación.

7. Fortalecer la gestión del recurso humano docente, además de la formación inicial y permanente.

8. Incrementar significativamente la inversión en educación.

El retorno del tema educativo al primer plano de la agenda social plantea una gran oportunidad para realizar cambios y mejoras importantes al sistema, orientados a lograr una mejor calidad y equidad en el mismo. La sociedad hondureña en general, y los actores educativos en particular, enfrentamos una oportunidad para repensar la estrategia de abordaje y de contenido en el aula, en el centro educativo o en el espacio que se brinde y hacer valer el derecho universal de una educación equitativa, inclusiva y accesible para nuestra niñez.

En un informe elaborado en conjunto con Ferema y la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) se sugiere que en los últimos años, particularmente en el período 2015 – 2021, el sistema educativo hondureño parece haber entrado en una etapa de estancamiento e incluso retroceso en varios de los indicadores principales relacionados con la profesión docente.

A partir del año 2020, en el contexto de la pandemia de covid-19, en el sistema educativo se han tenido al menos tres grandes efectos en el área educativa en general, y las políticas docentes en particular:

1. Se ha agravado la crisis educativa tanto en relación con la cobertura como en niveles de aprendizaje alcanzados; 2. El tema educativo ha retornado al primer plano de la discusión social y política, y 3. Los actores educativos se han visto obligados a repensar los procesos educativos, no solo en sus contenidos y sus objetivos, sino también en sus formas de entrega y la función docente.

¿POR QUÉ NO APROVECHA ESE INFORME QUE DESTRUYE A NACIONALISTAS? A pesar que tanto Esponda y sus dos subsecretarios Jaime Rodríguez y Edwin Hernández tienen conocimiento sobre estos desafíos que plantean Ferema y la UPNFM, tememos que no los han puesto en práctica.

Al menos, ya entramos a 2023 y si bien se tiene en marcha un plan de incremento salarial a maestros, que estuvo congelado desde 2010, la matrícula gratis y el relajamiento respecto al uniforme escolar, a la fecha, los hondureños y los padres de familia no tienen claridad cuál será la hoja de ruta de Esponda en cuanto a la gestión educativa.

Incluso, sus aliados naturales que son los colegios magisteriales, ven con recelo el papel asumido por Esponda. Al respecto, el titular del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (Copemh), Joel Navarrete, se convirtió en su acérrimo crítico, pues lo denunció de transgredir el Estatuto del Docente y de tener acercamientos con actores que no están relacionados con los colegios magisteriales o entidades afines con la educación pública.

¿Será que Esponda se olvidó que parte de su cargo también se debe a su activismo como dirigente gremial? ¿Será que lo recuerdan por haber firmado un pacto con el ahora extraditado Juan Orlando Hernández en la época que recrudecieron las protestas contra el fenecido régimen y que le valieron fuertes críticas y hasta abucheos en su contra?

Entre sus acérrimos críticos se encuentra el controvertido diputado de Libre Edgardo Castro, quien lo tachó de “delincuente, un lépero que dividió al magisterio”.

Según consignó El Heraldo, “Esponda es un enemigo del magisterio, de los padres de familia y los niños”, luego que fuera consultado por periodistas sobre el desempeño del titular de Educación.

En fin, la pregunta que cabe hacer es: ¿tendrá Esponda la capacidad de responder a los grandes desafíos de la educación durante estos tres años restantes de gobierno? ¿Lo sustituirá en algún momento la presidenta Castro?

Eso dependerá sí y solo sí el alto funcionario está a la altura de las circunstancias.

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