La grieta que sacude a Libre… ¿conspiración bipartidista o por los poderosos?

Redacción El Pulso10 junio, 2022

TEGUCIGALPA, Honduras

La Grieta (como se le conoce en Argentina) suele ser un calificativo entre quienes apoyan y repudian al matrimonio de Néstor y Cristina Kirchner (y otros antecedentes históricos) y cuyos calificativos entre ambos bandos suelen estar cargados de odio, fanatismo, intolerancia y posturas que colindan con la irracionalidad.

Pareciera que esa irracionalidad se transmitió por telepatía a la clase política hondureña, en particular, a Libertad y Refundación (Libre) y cuyo clímax fue con la elección de la directiva del Congreso que terminó siendo controlada por Luis Redondo, mientras que los leales a Jorge Cálix (un histriónico diputado con fuertes raíces liberales) aún le guardan lealtad y suelen recurrir a las bajas pasiones, conspiraciones, infidencias y otras tretas para poder salirse con la suya. Pues siguen alegando que a Libre le corresponde por derecho presidir el Congreso en vez de Redondo, un leal cuadro del venido a menos Salvador Nasralla.

No es nueva esa conducta en un partido autoproclamado de izquierda, pero con claros matices liberales, algunas posturas conservadoras y oportunistas, transfuguismo o mapachismo; mientras que el ala que está escorada más a la izquierda parece estar condenada al ostracismo y mantiene una decidida lucha para que se cumpla el principal apartado que la “revolución en Honduras es imparable” y los estatutos del ahora partido oficialista.

Pareciera que la falta de formación política e ideológica hace que quienes han estado en la lucha se hayan anonadado ante el poder, creen que serán eternos y que ellos son los elegidos por Dios para dirigir el país por los siglos de los siglos y otros, en cambio, se desmarcan de las líneas generales del gobierno y calzan en aquel refrán que nadaron mucho para ahogarse en la orilla.

Hay que recordar que desde que el periodista Eduardo Coto, uno de los más votados en Libre, se fue en contra de la postura partidaria y se le desconoció su militancia. En una entrevista concedida a Proceso, el exmiembro de la formación política reveló que “tengo cosas de las cuales avergonzarme, pero tengo también otros valores de los que me jacto: soy noble de corazón, tengo carácter y no soy ningún traidor; hay cosas que no soporto y a mí en Libre se me humilló, antes cuando en el hotel La Cordillera estaban haciendo las planillas para las internas, no me dejaron entrar; la persona que nos negó 200 bolsas de agua cuando nos tomamos el puente de Choloma, era la del perfil en esa reunión y Coto, el humillado. Ese día yo llegué llorando a mi casa, a jalón por cierto, por aquella humillación y me lo callé. Así he acumulado una serie de sinsabores en Libre. He enfrentado una serie de zancadillas terribles”.

Tiempo después vendrían otro grupo de congresistas, quienes en teoría eran leales a la conducción como Jenny Murillo (quien migró a las filas nacionalistas), la comunicadora Audelia Rodríguez (pasó al partido Vamos), Héctor Padilla y otros, se fueron desmarcando y a la fecha las razones son desconocidas. Es más, Murillo, quien supo granjearse de simpatías de la resistencia durante las elecciones generales de 2013, atacó a los liderazgos al sostener que en el partido “hay una dictadura” y exoneró de responsabilidades al coordinador general Manuel Zelaya.

“En Libre hablan de que el gobernante actual es un dictador, pero la dictadura verdadera está en la bancada de Libre y por eso apoyo la reelección de Juan Orlando Hernández, porque él sí trabaja por Honduras. En Libre hay seudolíderes que dicen ser la única voz, y no es así, los demás deben tener voz, pero ellos quieren imponer. En Libre le imponen a los diputados lo que harán y si no lo hacen, quedan señalados. Mel Zelaya es un buen líder, es un buen hombre, pero quienes lo rodean son el verdadero problema”, dijo Murillo en una entrevista con La Prensa en 2016.
Posteriormente, el periodista Esdras Amado López, quien fungió como diputado y subcoordinador general de Libre, cuadro de confianza de Zelaya, dio un paso al costado y cortó todas las relaciones y con el tiempo fundó su propia fuerza política que lo llevó a participar como candidato presidencial, sin logar su cometido.

La actual rebelión dentro del partido rojinegro, al menos conjurada por ahora, tiene tres cabezas, varios seguidores y muchos enfrentados porque consideran que ellos no pueden “ser borregos (dóciles y acríticos)” y los detractores que afirman “que son traidores”: Jorge Cálix, Beatriz Valle, Edgardo Castro y Marco Girón. A los cuatro los unen muchos puntos como ser antiguos militantes del Partido Liberal, cuadros de Mel e intransigentes por convicción o mera conveniencia. Surgen asimismo otras voces como Marco Girón, quien pasó de declararse “el quinto hijo de Mel” a ser una voz polémica e histriónica que está a favor de que se dé la bancadita. Los alegatos van desde la contratación de mapaches (personas pertenecientes a otros partidos), el marginamiento de las decisiones de partido y de bancada. No obstante, esta amenaza de conformar el colectivo que debería liderar Cálix vuelve a surgir cuando el Legislativo se apresta a conformar la Junta Nominadora que seleccionará a quienes serían los próximos magistrados de la Corte Suprema que debería asumir funciones en enero de 2023.

¿Por qué protestar ahora cuando ya se había firmado un acuerdo para permitir la gobernabilidad de la presidenta Castro? ¿Es que ya no quieren ser borregos o a qué intereses realmente responden? ¿Cuántos resentimientos existen y hasta cuándo podrán contenerse los resentimientos, retaliaciones?

Al respecto, El Pulso consultó al analista Armando Orellana sobre este fenómeno que ocurre en la bancada de Libre y trajo a colación que el viejo bipartidismo “no son una estructura orgánica, sino etnias políticas con cacicazgos como el rosquismo y el florismo y eso se puede ver en la bancada”. En otras palabras, esos antecedentes están influyendo en ese divisionismo que cada día podría ir creciendo hasta lo intolerable.
Según Orellana “hay intereses de candidaturas prematuras que están en curso y de los grupos fácticos del gobierno nacionalista que quieren poner freno al gobierno de Xiomara Castro y lo que se ve es un reagrupamiento del conservadurismo derechista financiado por Usaid (agencia de cooperación de EE.UU.)”. “Hay una reagrupación de la derecha y hay actores desplazados para frenar al gobierno socialista y algunos liderazgos pudieron ser cooptados… Lo que se busca es la defensa de la derecha.

Es necesario valorar, añadió, si los cálculos que hacen estos actores son significativos para sus triunfos o si “podrían ahogarse en su estrategia y hasta se convertirían en enemigos internos al ver los procesos de cambio” que está emprendiendo la mandataria. Solo resta, como forma de desactivar la confrontación, que ambos bandos realicen negociaciones, aunque podrían “estar manipulando en temas importantes como la Corte Suprema o presionar para desmontar la directiva”.

A su juicio, hay amenaza de golpe parlamentario y se desestabilizaría el avance del gobierno en su agenda bicentenario. “Están jugando a la agenda conservadora y a la geopolítica norteamericana”.

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