El ocaso de don JOH

Redacción El Pulso22 febrero, 2022

Ver la captura del expresidente Juan Orlando Hernández encadenado de pies y manos fue impactante para los hondureños y para la comunidad internacional. Sin duda que para sus seguidores fue mucho más impactante y doloroso, ver al que hasta ayer era el hombre más poderoso del país. Al que banqueros, dueños de medios de comunicación, políticos, líderes religiosos, policías y militares, obedecían sin protestar.

Luciendo una gorra azul, lentes transparentes que evocan imágenes de su aun corta vida (54 años por cumplir), cubre bocas de azul claro, camisa manga larga que hace juego con la gorra, pantalón jeans del mismo color del cubre bocas y zapatos color negro.

La solicitud de extradición de Juan Orlando Hernández se escuchaba a voces y hasta se anhelaba, hasta que esta llegó el 14 de febrero, día del amor y la amistad (los gringos no son amigos de nadie, tienen intereses). Desde que se conoció la orden de extradición, los policías procedieron a acordonar la zona en su casa para evitar su fuga. Se entregó al día siguiente.

Una vez colocadas las “esposas” en pies y manos fue escoltado por una cantidad significativa de policías transportados en camionetas blindadas y también fue custodiado por un helicóptero hasta su llegada al cuartel de los temidos “cobras” ahora” tigres” donde guarda prisión hasta el día de hoy. El tratamiento dado al ex mandatario no ha sido diferente al que se le ha dado a los que ya han sido llevados a la nación del norte. Ante las cámaras de los medios de comunicación fue expuesto al mismo tiempo que se le hacía el chequeo médico que se realiza en tales casos.

Se desvaneció por segundos. ¡Ya no era aquel JOH que decía: como quieran quiero y como puedan puedo! No. Era presentado como un vulgar delincuente. Mirada pérdida, sedado hasta los tuétanos, quebrado por dentro. ¡Pobre alma!

Esta vez fue lanzado a los lobos y no regresó liderando la manada como escribiría soberbio aquel 5 de diciembre de 2015: Throw me to the wolves and I will return leading the pack o tirame a los lobos y volveré liderando la manada.

Ramón Matta Ballesteros fue detenido en 1988 en el entonces gobierno de José Simón Azcona, pedido por el gobierno estadounidense.

Matta era popular entre los hondureños pese a su condición de narcotraficante. Daba dinero a la gente y se ofreció pagar la deuda externa de Honduras, ofrecimiento que fue denegado. Tras su captura hubo reacción de la población hondureña, quemando la embajada gringa, justificando violación a la soberanía nacional.

En el caso de Juan Orlando Hernández a pesar de su condición de presidente del país, en el que pudo haber servido a la población hondureña, se convirtió en su verdugo. Soberbio, frío, calculador, en extremo cínico. Reduciendo el país a los más miserables de la región, aniquilando lo poco de institucionalidad.

Alias JOH convirtió el país en un narcoestado, hilando fino y no por ello desconocido en lo que andaba y construía su poderío. El tío Sam le guiño el ojo en varias ocasiones, avaló su reelección, cerrando sus ojos y oídos ante los gritos de auxilio que pedía la población hondureña.

Estados Unidos es el máximo consumidor de drogas ilegales y venta de armas. Cargos que se le imputan a don JOH.

A diferencia del señor Matta en la captura de don JOH las protestas han sido mínimas. Sí han existido, por el contrario, celebración de un sector de la población hondureña, justificándose en que se están llevando a su verdugo.

La población hondureña está consciente de la violación a la soberanía nacional y tristemente presencia, la confirmación de la nula institucionalidad del país. Sabe además que cortando una rama no se seca el árbol.
La mayoría de la población observa, calla y sabe los intereses que se juegan. Sabe de la geopolítica imperial y de sus intereses. Sabe que aún entre narcos hay sus diferencias.

El ocaso de JOH llega y no por ello se termina la producción, tráfico y consumo de drogas ilegales. Tampoco está siendo señalado por actos de corrupción cometidos contra los hondureños.

Hace falta mucho camino por recorrer para tener un país saludable, para que no se vuelva a tener a un presidente con los antivalores de don Juan Orlando Hernández.

Lo espera una cárcel de espacio reducido sin ver la luz de sol por los siglos de los siglos. ¡Nos queda el pesar que se pudo evitar tanto daño a la población hondureña y hasta a él mismo!

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