Editorial: JOH o una sanción moral de EE.UU. contra la corrupción y el narco

Redacción El Pulso9 febrero, 2022

La cancelación de la visa estadounidense al expresidente nacionalista Juan Orlando Hernández debe ser visto como una sanción moral contra quienes siguen cometiendo actos de corrupción y se demuestra una vez más que el país del norte no tendrá contemplaciones hacia los sindicados en irregularidades en el ejercicio del poder.

No debe causar sorpresa el hecho de que a Hernández se lo añadiera a la Lista Engel de actores corruptos del Triángulo Norte de Centroamérica; las denuncias contra el exgobernante ya eran inocultables y que van desde presuntos ilícitos hasta vínculos con el narcotráfico, por el cual su hermano Tony fue condenado a cadena perpetua más 30 años de prisión.

Muchos miran la mano implacable de EE.UU. como una forma efectiva de castigar a altos funcionarios y exservidores del Estado ante la ausencia de institucionalidad y otros lo ven como una clara forma de injerencia en los asuntos internos. Si bien ambas posiciones son correctas, pero resulta que la justicia y el aparato de persecución penal del Estado solo sirvieron para condenar a los pobres, lo que hace creer a la población que la intervención de actores extranjeros es correcta y en las antípodas están quienes cuestionan la constante intromisión de Washington en el país, pero coinciden en la necesidad de emprender acciones para que el exmandatario pueda afrontar la justicia.

EE.UU., a través de su secretario de estado Antony Blinken, dejó claro que el compromiso de esa nación «de luchar contra la corrupción y promover la democracia, el estado de derecho y la rendición de cuentas en apoyo de los pueblos de América Central es inquebrantable. Creemos que estos temas son clave para un futuro mejor para Centroamérica».

«Para avanzar en esta prioridad -prosigue el texto- estamos desclasificando y publicitando la inclusión del expresidente hondureño Juan Orlando Hernández en la lista de Actores corruptos y antidemocráticos de los Estados Unidos, bajo la Sección 353 de la Ley de Compromiso Mejorado del Triángulo Norte-Estados Unidos, según enmendada, que generalmente las personas enumeradas no son elegibles para visas y admisión a los Estados Unidos. El Departamento incluyó a Hernández en la lista a partir del 1 de julio de 2021».

El gobierno norteamericano fue más allá al indicar en su comunicado que «según múltiples informes creíbles de los medios, Juan Orlando Hernández se ha involucrado en una corrupción significativa al cometer o facilitar actos de corrupción y narcotráfico, y al utilizar las ganancias de actividades ilícitas para facilitar campañas políticas. Además, Hernández fue identificado por su nombre en el testimonio de un testigo bajo juramento en un proceso penal federal de EE.UU. por haber recibido ganancias del narcotráfico como parte de la financiación de su campaña. El Departamento incluyó a Hernández en la lista de Actores Corruptos y Antidemocráticos el 1 de julio de 2021 y ahora está publicitando este estado».

Esa declaración se cataloga como una inminente persecución penal contra el exmandatario, quien se quedó con el mismo discurso de que la justicia norteamericana creyó el discurso a los capos de la droga que él mismo extraditó y otros que decidieron entregarse por su cuenta por temor a ser aniquilados.

Cada día que pasa se van cerrando las opciones a Hernández, quien tras dejar el gobierno para juramentarse como diputado ante un cuestionado Parlamento Centroamericano (Parlacen) considerado por los más férreos críticos como un elefante blanco y refugio de sujetos corruptos. Algunos analistas afirman que el expresidente busca mantener inmunidad en caso de ser requerido, pero tememos que el hombre fuerte del nacionalismo incurrió en graves fallos tácticos y estratégicos, si es que quiere permanecer lejos del brazo de la ley. Al parecer nadie le dijo los antecedentes del expresidente panameño Martinelli y sus dos hijos que se escudaron en el Parlacen y terminaron siendo extraditados hacia EE.UU. por varios delitos relacionados con la corrupción y lavado de dinero.

¿Tendrá alguna estrategia el expresidente para no vivir el resto de sus días en prisión? Pareciera que sí, pero vivirá lo que le queda de vida con el acecho que será arrestado, enviado a EE.UU. y posiblemente condenado por sus presuntos vínculos con el narco. Si bien tiene derecho a la presunción de inocencia, pero poca gente le cree y el resto se frota las manos para verlo tras las rejas. La cúpula del nacionalismo responde de manera tibia al señalamiento de su líder y uno que otro diputado lo defiende al señalar que su correligionario se dedicó a combatir el crimen.

El futuro del exgobernante es muy sombrío y pasará a la lista de líderes que fueron fieles aliados de EE.UU. y luego fueron perseguidos, arrestados y encarcelados. Bien dicen que EE.UU. no tiene amigos, solo intereses.

Al fin y al cabo, el retiro de la visa al expresidente termina siendo como una fuerte sanción moral a los señalados por corrupción y otras irregularidades. Ya es cosa de tiempo que este personaje ajuste cuentas con la ley y demuestre si los señalamientos son verdaderos. Caso contrario, que se le deduzcan las responsabilidades.

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