¡Fuera JOH!

Redacción El Pulso15 noviembre, 2021

En lugar de externar ¡Fuera JOH!, se debe combatir a los oscuros personajes, que cada cuatro años, deciden quién será el ocupante del Poder Ejecutivo, los que tratan con odio a los más desposeídos, pero que en actos “caritativos”, devuelven algunas migas de lo que han saqueado durante décadas.

(Por René Alfaro) Es probable que el sugestivo titular de esta columna haya llamado la atención de adversarios y partidarios del ciudadano Hernández Alvarado, la proclama que se extendió en las graduaciones de jóvenes de secundaria, universitarios, aficionados al fútbol, artistas, políticos, compatriotas en el extranjero y en todo acto de la oposición de este rico país, pero, empobrecido por las castas gobernantes.

El objetivo de sacar del poder al “indómito” -como se autodenominó el inquilino de casa presidencial- comenzó desde el mismo momento que tomó posesión en enero de 2014, han transcurrido siete años de infructuosos esfuerzos, muchos de los cuales, no respondían a una estrategia definida, sino más bien a eventualidades y circunstancias que activaban protestas callejeras.

Durante todo este tiempo, el titular del Ejecutivo fue maniobrando dentro y fuera del país, para permanecer incólume al frente de los destinos de la nación, ni las antorchas, ni la sublevación civil producida por la reelección ilegal, ni la plataforma de lucha en defensa de la educación y la salud, pudieron forzar su salida.

Tampoco los transportistas, que hay que decirlo, siempre han estado a favor de quien gobierna, a cambio de ríos de dinero que negocian en cada paro que programan y que, de forma ingenua, la población en más de una ocasión les acuerpó.

Los cantares de confesos narcotraficantes, en cortes estadounidenses, de igual manera, no fueron el detonante que llevaría al pueblo a las calles para exigir su dimisión, la condena de su hermano, por tráfico de estupefacientes, lo puso en la mirilla internacional y solo consiguió dejar al descubierto lo que era un secreto a voces, que, desde las altas esferas del gobierno, se promueve la comercialización de millones de dosis de cocaína en el mercado norteamericano.

A escasos días de celebrarse los comicios generales y cuando es muy improbable que los nacionalistas vayan a cambiar a Nasry Asfura, para colocar nuevamente “al hombre” para un tercer período, es preciso reflexionar, si realmente la salida de Juan Orlando Hernández del poder, será la solución a las vicisitudes de los hondureños.

El problema en sí, no es JOH, aunque algunos puedan cuestionar esta afirmación, porque antes de él, tuvimos oprobiosos gobiernos que promovieron la desaparición, exilio,  tortura y encarcelamiento de compatriotas; permitieron la presencia de tropas irregulares en el país, devaluaron la moneda, socavaron toda conquista laboral de los obreros, entregaron a destajo las empresas estatales, violentaron la Constitución de la República una y otra vez, aprobaron concesiones en telecomunicaciones, minería, carreteras, aeropuertos, para citar unos pocos ejemplos.

¿Quiénes son los artífices del empobrecimiento de más del setenta por ciento de los catrachos? ¿Cuáles han sido esas caras ocultas que maniobran para que lleguen al gobierno personas que cumplan con sus designios? Sin ser muy sesudo, un significativo grupo de connacionales llegaran a la conclusión que, los grupos económicos, religiosos y militares, en conjunto con los vecinos del norte, son los titiriteros que históricamente, han maniobrado para socavar y frenar cualquier proyecto reivindicador, sin dejar por fuera, la complicidad de actores gremiales, sindicales y políticos que vendieron, por unas cuantas o muchas monedas, las auténticas y nobles luchas de una población sedienta de justicia, salud, educación y oportunidades de trabajo.

¡FUERA JOH! No debería ser la consigna en sí, porque al final, los creadores del personaje ataviado con camisas Columbia y pantalones cargo son muchos, algunos de ellos, hoy, piden su salida.

Desde los que le permitieron ser electo diputado, cuando la ley no lo permitía, por sus lazos consanguíneos con una magistrada de la Corte Suprema de Justicia, luego avalando su ascenso a la presidencia del Congreso Nacional, pasando por la abrupta destitución de cuatro magistrados de la sala Constitucional, la elección y reelección de un fiscal general, que nunca pasó los protocolarios procesos de selección.

Seguido del refrendo para: 1) escoger un Poder Judicial a su medida, en 2016, 2) creación de la Policía Militar del Orden Público, 3) Nombramiento de comisiones interventoras en instituciones, que lejos de dar soluciones, borran toda evidencia que podría delatar sus vínculos con actos fraudulentos.

Continuando con el horrendo silencio del escándalo de corrupción en el Instituto Hondureño de Seguridad Social y otras instituciones, hasta llegar a la ilegal reelección. Algunos de sus socios, ahora se lavan las manos, negando su responsabilidad y padrinazgo, de quien está vendiendo el suelo patrio a pedazos, en subastas públicas.

En lugar de externar ¡FUERA JOH!, se debe combatir a los oscuros personajes, que cada cuatro años, deciden quién será el ocupante del Poder Ejecutivo, los que tratan con odio a los más desposeídos, pero que en actos “caritativos”, devuelven algunas migas de lo que han saqueado durante décadas.

Esos que han ordeñado sin cesar las finanzas públicas, lo que hurtan energía a gran escala, pero culpan al ciudadano común y corriente del descalabro financiero de la estatal eléctrica, los que han lavado y guardan aún el dinero de quienes purgan penas en cárceles del imperio por trasiego de alcaloides, esos que conspiran a diario para volver más miserable al pueblo.

El verdadero combate debe ser contra un grupo mafioso, que opera en impunidad y que tiene una sed insaciable por acumular riqueza, si los granujas no son plenamente identificados, seguirán poniendo otros JOH, probablemente con una diferente indumentaria, afirmando que son diferentes, pero, que en el fondo, son piezas de la oligarquía.

Mas que un ¡FUERA JOH!, debemos enarbolar la bandera de libertaria, contra la impunidad.

¡PATRIA LIBRE!…

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