La biblia, ¿lectura obligatoria?

Redacción El Pulso25 octubre, 2021

(Por: Óscar Esquivel) La biblia es el libro más leído del mundo, le siguen libros como “El quijote”, entre otros. Honduras es uno de los países que menos lee literatura secular por llamarlo de algún modo. Es decir, excluimos la biblia, puesto que abundan iglesias de diferentes denominaciones, deducimos que la biblia es una lectura de “cajón”.

Si hay tantas iglesias ¿por qué es uno de los países más violentos y corruptos? Sería ingenuo afirmar que hay una relación lineal. Es decir, entre más iglesia menos violencia, lo que es lo mismo decir que entre más violencia se deben construir más cárceles.

El Estado hondureño es un estado laico según la Constitución. Un estado laico da cabida a todas las creencias religiosas y por lo tanto las respeta. También garantiza el derecho a no creer. ¿Será que él hondureño que no cree en un ser superior, es malo en comparación con aquel que cree? Los que gobiernan el país y el mundo son creyentes a simple vista. Sí dicen ser creyentes ¿por qué roban, asesinan y maltratan a sus gobernados?

La biblia como su libro de cabecera les indica que deben practicar la justicia, aborrecer la corrupción, ser solidarios, amar sus semejantes, dar testimonio de la verdad. Eso y más sugiere la biblia. Sí, sugiere porque un libro no puede más que eso, alimentar o ennublar una mente, fortalecer o debilitar un espíritu.
La condición de estado laico no es una conquista que se logró del día a la noche.

Hubo mucho padecimiento, mucha oscuridad donde para la ciencia no había cabida. José Francisco Morazan se enfrentó a ese oscurantismo, donde la iglesia tenía secuestrado los países, donde era el obispo o cura quienes dictaban lo que era bueno o malo según su estado de ánimo. Ayer fue una denominación religiosa, hoy puede ser otra. Puede ser una denominación que le diga a sus feligreses que el uso de las mascarillas e inyectarse contra el covid-19 es cosa del demonio y que su “dios” los blindara.

Enseñanzas que ya las hemos escuchado y que compatriotas por su ignorancia han muerto. “dios” en minúscula porque no concibo a mi DIOS lejos de la ciencia, lejos del progreso, lejos del bienestar de las mayorías de la población. No lo concibo irrespetando el derecho a no creer, no lo concibo imponiendo un pensamiento único.

Incentivar la lectura de la biblia es válido, pero no se puede imponer. Como valido es incentivar la lectura de libros clásicos y contemporáneos. Valido es estudiar el origen de la biblia, sus contradicciones y como ha sido un instrumento utilizado por los gobernantes para someter a sus pobladores. Sobre todo, aquellas enseñanzas del viejo testamento que dice que reyes y gobernantes son puestos por Dios y que por lo tanto se les debe obediencia, matando toda razón que nos indica que no hay ley terrenal ni celestial que debemos obedecer cuando está es injusta.

Pero no comulgan con el Jesús revoltoso que se rebeló contra los que sometían a su pueblo. No predican al Jesús que se enfrentó al imperio romano.

Por supuesto que debe enseñarse moral, civismo en las escuelas. ¿Pero porque eliminaron esas materias? Claro, que debe incentivarse la espiritualidad y creencias en nuestra gente. También aquella creencia a no creer.

Está bien que un legislador proponga cualquier cosa, lo malo es que haya quienes le sigan la corriente. Pero no es nada nuevo en este bonito paisaje en donde lo que hay son pocas luces en sus legisladores que insisten en seguir expandiendo sus tinieblas a toda una población.

No robar, no matar, decir la verdad, amar al prójimo son enseñanzas bíblicas, pero la clase gobernante está lejos de esos preceptos. Deducimos que para tener un mejor ciudadano no pasa por la obligatoriedad en la lectura de la biblia.

Asista a votar este próximo 28 de noviembre, elija a su gobernante, elija a sus diputados y alcaldes, haga que se respete su voluntad en decidir a quienes quiere como sus gobernantes, asuma su responsabilidad y no delegue su responsabilidad a lo divino.

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