…Y el gran ganador de la alianza entre Xiomara y Nasralla, ¡es Manuel Zelaya!

Redacción El Pulso15 octubre, 2021

TEGUCIGALPA, Honduras 

El sesudo y ponderado analista político Raúl Pineda Alvarado pronosticaba hasta hace poco tiempo un final oscuro para el coordinador general de Libertad y Refundación (Libre), Manuel Zelaya, pues recurrió a su ojo clínico al pronosticarle que le llegaría su fin como uno de los líderes políticos más influyentes del país.

En cierta ocasión, el estudioso de la realidad nacional valoró algunas decisiones tomadas por Mel por lo que aseguró que le iba a ocurrir «lo que algunos medicamentos le va a llegar su fecha de vencimiento». Quizá el abogado se equivocó en su apreciación sobre el exgobernante, pero resulta que hacer análisis requiere un complejo entramado de estudios políticos, sociológicos, jurídicos, pero los primeros son mucho más dinámicos que las otras dos ciencias y todo puede cambiar de pronto.

Los analistas del acontecer diario comprenden asimismo que ese arte de leer escenarios y prever lo que ocurrirá en el futuro es cuestión de ensayo-error y la madurez permite ir viendo los grises o, como dicen los españoles el diablo está en los detalles. Dejaremos claro lo siguiente: El Pulso no apoya a ningún candidato político, pero sí estamos en el deber de reconocer los méritos de cada quien y estimamos que el expresidente, derrocado por un golpe de Estado en 2009, pasó de ser un cuadro intermedio en las estructuras partidarias del moribundo Partido Liberal a construir una fuerza política que pelea codo a codo con los referentes del bipartidismo.

Echó mano de las viejas artimañas usadas por los políticos tradicionales para plantar cara a liberales y nacionalistas a fin de construir un partido que ha mostrado músculo en los dos procesos electorales y que ninguna otra fuerza de reciente creación lo había hecho en tiempo récord. Claro, el golpe de Estado sirvió como plataforma para consolidar un liderazgo que más allá de los cuestionamientos que se le hagan, goza del carisma de una parte (no toda) la sociedad.

Cuenta un periodista de la vieja guardia que conoce bien la trayectoria de Mel que sus comienzos en las grandes ligas de la política las hizo de la mano de Carlos Orbin Montoya. El exmandatario, narra el comunicador, «le cargaba el maletín» a Toyita –como le conocen al extitular del Legislativo- y llegó a conocer el temperamento de la esposa del entonces jefe del llamado primer poder del Estado cuando su marido llegaba ebrio a casa.

Esas vivencias y el nadar en las aguas profundas de la política, lo hicieron un viejo zorro de este bello, controvertido y hasta peligroso arte. Una palabra, un gesto, o un gancho en su firma basta para saber si da la bendición a los cuadros de su simpatía o echa a la jauría a los que le traicionan. Cuentan que en cierta ocasión se dedicó a firmar varios contratos publicitarios a varios periodistas mientras fue inquilino de Casa Presidencial, pero había un detalle: No colocó un gancho a la rúbrica para dar el visto bueno y aquella alegría en el rostro de los comunicadores, que les permitiría pagar sus espacios noticiosos, se convirtió en tristeza y crujir de dientes. Los colaboradores del exmandatario entendían que no podían hacer desembolsos y las maledicencias no se hicieron esperar.

Wilfredo Méndez sabe perfectamente que caer en desgracia ante la máxima autoridad de Libertad y Refundación implica volverse un apestado dentro del partido donde ni una tan sola hoja se mueve sin que Zelaya lo sepa. «Pobrecito Wil«, se le escuchó decir al expresidente el 24 de diciembre del año anterior, cuando la corriente del defensor de DDHH se preparaba para quitarle el control de la autoridad izquierdista. Méndez apenas obtuvo 26 mil marcas en las elecciones del 14 de marzo. Zelaya se cobraba todos los reproches que le hizo su rival desde que era director del partido socialdemócrata Pinu y lo cuestionaba por promover la Cuarta Urna. Hoy por hoy, este personaje se volvió un errante partidario y busca junto a la egresada de la pinochetista escuela de Carabineros de Chile, María Luisa Borjas cabida, donde se les pueda alabar. También comprendieron que enfrentar el poderío de Mel hasta significa la muerte política. 

El fallecido exdirector de Radio Globo David Romero, también llegó a sentir los embates que puede provocar su camarada cuando se atenta contra sus intereses. El extinto comunicador, quien fungió como piedra angular para el crecimiento de Libre, se volvió una amenaza real para el inner circle de Zelaya cuando montó Fuerza y Esperanza… Poco a poco se fueron separando de Romero y le hicieron el saludo al coordinador general. La reconciliación llegaría años después cuando al controvertido periodista lo acechaba la Policía para llevárselo a prisión, en cumplimiento de una orden judicial.

Hacer una radiografía del hombre querido por las bases de Libre, odiado desde la izquierda infantilista, conservadora y trotskista, hasta el ultraconservador y cuasifascista Partido Nacional, resulta muy complejo, tedioso, pero es necesario dejar constancia de cómo su capacidad de generar consensos (y disensos) lo mantiene como uno de los principales actores de la política hondureña.

Desde el análisis, el sociólogo Eugenio Sosa hace una valoración sobre el papel de Manuel Zelaya: «El expresidente ha dado muestras que es inteligente y con capacidad de moverse y leer los momentos», en buen castellano, sabe cómo y cuando mover las piezas del ajedrez. Entiende cuando dar un paso al frente y cuando variar la estrategia para salirse con la suya. No obstante, algunas tácticas le resultaron hasta nefastas que le han valido graves consecuencias para su partido. Algunos lo acusan de hacer componendas con el presidente Juan Orlando Hernández y otros le tienen miedo porque es aliado del mandatario venezolano Nicolás Maduro. Los nacionalistas creen que será el poder detrás del trono y que Honduras será una segunda Venezuela y sus seguidores añoran los años del Poder Ciudadano, cuando el país mostró los mejores indicadores económicos de su historia.

Sosa deja claro que Zelaya seguirá siendo un principal actor de la política durante mucho tiempo. «Mel viene de décadas de ejercer la política y en este tiempo le ha permitido tener más contacto con la gente, por lo que se convierte en un actor central». Claro, ha tenido sus bemoles aunque no los quiera admitir, entre ellos, cuando pretendió introducir una iniciativa en su partido que fue denunciada por Romero, en el sentido que si el actual mandatario se reelegía, él podría participar con el respaldo de la base. Esa idea fue el punto de quiebre de esa relación entre el exdirector de Globo y su amigo.

«Cuando él iba por la reelección y vio que la gente se mostró en contra, se echó para atrás», explica Sosa, pero también destaca el momento que Zelaya vio oportuno acabar con una alianza con el candidato liberal Yani Rosenthal: «Si él estuviera interesado en tener una cuota de poder, le pudo haber cedido la nominación a Yani, pero declinó», reflexiona y añade que esa capacidad de tener olfato político, lo mantendrá vigente por mucho tiempo.  «No creo que se agote en una década», sostiene Sosa.

El accidente que tuvo el exmandatario una madrugada de estas, cuando se le estropearon dos llantas de la camioneta que manejaba tiene una explicación: Venía de pactar un eventual triunfo de la oposición con dos seres improbables, es decir, Pedro Barquero, un derechista convencido, expresidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés (CCIC) y crítico de Juan Orlando Hernández y un histriónico, narcicista, megalómano y popular presentador de televisión Salvador Nasralla (en la campaña de 2017 tuvo que hacerle de bombero, pues el actual candidato a designado provocaba incendios políticos en la mañana y él salía a sofocarlos por la tarde). Esa decisión servirá en el fondo como una catapulta para renovar la desgastada derecha cerril encarnada en el cachurequismo. Y Libre reafirmará que domina la izquierda.

Al respecto, vuelve a intervenir el sociólogo Sosa: «Salvador y Barquero pueden terminar consolidándose a la sombra de Mel si aprenden de él». Claro, esa decisión no solamente tiene un alcance político, sino empresarial. Basta decir que el actual jefe de la CCIC, Eduardo Facussé, dio por Twitter un guiño a la izquierda con un mensaje demoledor: «Con la derecha hemos desperdiciado 12 años valiosos para pluralizar la economía y la política de Honduras. Retrocedimos a un país sin inversión, sin empleos y sin desarrollo social. Heredamos mas corrupción, más narco y lavado, y un éxodo migratorio masivo. Un completo desastre».

Esa proclama no es por un asunto de país, la Zona Metropolitana del Valle de Sula genera más del 50 por ciento del Producto Interno Bruto de Honduras, si especulamos, podemos decir que el empresariado del norte ya está tomando una línea que no necesariamente irá en consonancia con los cachurecos o liberales encabezado por Rosenthal. Eso tampoco significa que Libre se haya convertido en un partido proempresa como el PRO de la Argentina del ultraconservador Macri. Zelaya sabe que gobernar con una empresa privada en contra puede generar fatales consecuencias y lo vivió en carne propia el 28 de junio de 2009.

En concreto, el principal ganador de la alianza y de las elecciones generales es el mismísimo Zelaya.

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