(Por: Gilberto Ríos Munguía•) A una semana de la presentación oficial del Plan de Gobierno de la candidata Xiomara Castro de Zelaya, que postula a la presidencia de la República por el Partido Libertad y Refundación, se han recibido múltiples reacciones que representan una valiosa retroalimentación de un documento vivo en el espíritu de incorporar todas las ideas y energías positivas que se puedan canalizar a través del proyecto de refundación de la patria hondureña y en la construcción colectiva del Socialismo Democrático; todo debate con seriedad y altura será bienvenido.
El eje central de la propuesta consiste en cambiar el carácter del Estado que ha sido utilizado para enriquecer a los sectores de élite hasta conformarlos en la oligarquía extranjera, administradora de los bienes nacionales y socios del capital trasnacional que conjuntamente, usufructúan el producto del trabajo de los hondureños y hondureñas para sostener sus privilegios, mientras las amplias mayorías de la población carecen de los más elementales medios de vida.
El Socialismo Democrático se proyecta como solución de los problemas de pobreza, exclusión y miseria de más del 70% de la población en tanto los integra como sujetos de su propia transformación, utilizando mecanismos de participación y consulta en los temas de Estado que son trascendentales para la vida nacional y para la renovación del pacto social, convirtiéndolos en los protagonistas del cambio y entregando la soberanía a donde estrictamente debe residir: en el pueblo.
Las administraciones neoliberales comenzadas por el bipartidismo de finales de la década de los ochenta y profundizadas en el gobierno de Rafael Leonardo Callejas y las administraciones subsiguientes en la década de los noventa, con el acompañamiento de los procesos regionales como la desmovilización de fuerzas guerrilleras bajo el Consenso de Washington, instalaron en nuestros países modelos falsos de desarrollo, concebidos desde los centros hegemónicos del imperialismo norteamericano, únicamente para controlar la contrainsurgencia, normalizar la pobreza y someter a nuestros países a la estricta ley de la periferia capitalista.
El plan anuncia la recuperación de las empresas estatales, entregadas al capital trasnacional a precios de gallo muerto o incluso pagándoles con dinero del Estado para acomodar jugosos ganancias adicionales como ha sido el caso de la telefonía celular y residencial, los servicios de internet y la valiosa información de la ciudadanía que es utilizada para controlar también a la oposición política y social de nuestro país. Lo mismo con la Empresa Nacional de Energía Eléctrica ENEE, mal administrada por empresas colombianas exageradamente ineficientes que multiplicaron en un 400% las pérdidas técnicas y no técnicas, principal argumento con el que tomaron el control de la Estatal con el acompañamiento y la presión del Fondo Monetario Internacional.
Salud y educación, entre las demás treinta propuestas, se han priorizado como ejes también del Plan 2022 – 2026 que se atenderán con suma urgencia ya que no solo se encuentran en el abandono sino también en franco retroceso, aumentando su histórica deficiencia como consecuencia de la incorrecta administración de la pandemia del CORONAVIRUS, que el régimen utilizó igualmente para cometer más saqueos contra el Estado de Honduras, dejando una estela criminal a sus espaldas.
Si bien desde el ejecutivo no se puede operar la justicia, Xiomara Castro ha manifestado su voluntad de castigar a los ladrones del gobierno nacionalista que confabulados con otros partidos y como representantes de un sector del poder financiero, hicieron clavos de oro de la sangre y sufrimiento del pueblo a lo largo de doce años de Golpe de Estado, fraudes electorales, persecución política y violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos.
Los sectores ultra conservadores se han dedicado a atacar la propuesta, descontextualizando al menos dos puntos de treinta que se han resaltado como de urgente revisión e implantación si Xiomara Castro logra la primera magistratura del Estado y una correlación positiva en el Congreso Nacional, han activado a líderes religiosos, otrora golpistas, que ya antes han bendecido las armas y las medidas asesinas contra el pueblo, y que hoy se presentan como líderes morales. Las aclaraciones han circulado de manera limitada por redes sociales y medios alternativos afines al cambio, pero esto solo ha sido el preludio de lo que será la campaña de los próximos 77 días que faltan para la contienda electoral.
(•)Dirigente del Partido Libertad y Refundación.
