Editorial: Arranca la campaña política… Más mentiras y más violencia

Redacción El Pulso31 agosto, 2021

Con el pistoletazo del Consejo Nacional Electoral (CNE), se abre la campaña política de cara a los comicios generales de noviembre. A su vez, volveremos a escuchar las mismas mentiras de siempre de quienes aspiran a cargos públicos, con el peligroso componente de la violencia que iremos viendo a medida que se acerque el 28 de noviembre, el día D de la democracia.

Al fin y al cabo ya nos acostumbramos a escuchar cuanta mentira sale de las boca de los que buscan acceder a la llamada cosa pública, sabemos que no la cumplirán. Basta ver cómo el actual gobierno saliente quiere cumplir sus promesas de campaña de 2013 y 2017, como una forma de curarse en salud de las críticas de los actores sociales y férreos críticos; lo que no entienden los dos últimos es que el Ejecutivo de Juan Orlando Hernández está allanando el camino para que un silencioso Nasry Asfura se gane la voluntad y se aseguren otros cuatro años más en la conducción del país. Ya sabemos que el oficialismo u oposición prometerán cuando se les venga en gana que no cumplirán.

Lo preocupante de esta campaña es que será más virulenta que la vivida en 2017 cuando antes, durante y después de las votaciones del 26 de noviembre se registró una violencia generalizada desde dos de las principales fuerzas mayoritarias como el Partido Nacional y Libertad y Refundación (Libre), quienes cargaron contra sus críticos y medios a quienes tachaban de hostiles, más la ejercida desde el mismo Estado a través de sus cuerpos de seguridad y que desembocó en la muerte de más de 30 personas, según organizaciones defensoras de DDHH.

Desde El Pulso no repararemos en este editorial con el arranque de la campaña general, la propaganda que tapizará las calles y avenidas de todo el país o escuchar la perorata de quienes siempre nos han mentido. Nos preocupa enormemente que se vuelva a repetir lo suscitado hace cuatro años. No vale la pena la muerte de ningún compatriota a manos de quienes siempre buscan imponer su autoridad a costa de sangre y fuego ni de los que quieren llegar a la conducción del Estado hondureño.

Ya tenemos como experiencia y espejo esa nefasta época para la democracia hondureña y todo apunta que volveremos a repetir el mismo escenario, con los mismos actores y los resultados serán los mismos. Es necesario recordar los informes de Amnistía Internacional: «Muchísimas personas recibieron disparos cuando estaban presentes las fuerzas de seguridad… Disparan a bala viva cuando no hay trabajadores de las ONG cerca observando. Esperan a que no haya tanta gente, a que sea de noche. Se han encontrado casquillos de bala militar y el Ministerio Público no está haciendo nada».

«No se respetaron los protocolos sobre el uso de la fuerza que normalmente significa que se empieza por dialogar y nunca utilizar, salvo en casos excepcionales, la fuerza excesiva y en este caso la fuerza letal… Se reportaron muchísimas personas que recibieron disparos a bala viva cuando las fuerzas de seguridad estaban presentes», se consigna en los apartados de entrevistas que recabó el organismo internacional.

Por ello, no deja de tener razón la exhortación que hace la ONU de que haya unos comicios generales basados en el respeto y tolerancia, que primen las propuestas para mejorar el país y cese la confrontación. Es comprensible que exista el disenso; en Honduras, desde el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 se perdió la línea del respeto y ese valor no se ha podido reconstruir a pesar de los gobiernos que han pasado. Se esperaba que con el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de 2011 habría un camino hacia el restablecimiento de la paz, se mandó al cesto de la basura las recomendaciones del organismo o han sido tomados como demagogia por políticos oportunistas.

Es necesario que el próximo gobierno, sin importar quien sea, tenga como prioridad la reconciliación nacional, pero sin olvidar lo ocurrido hace 12 años. Que los responsables de la asonada y violaciones a DDHH paguen de manera proporcionada los delitos cometidos y haya reparación a las víctimas (así como las ocurridas en 2013 y 2017), pues de esta forma se podrá retomar a la senda democrática.

Ya no podemos seguir liderando los primeros lugares de corrupción, impunidad, falta de acceso a la justicia, desigualdad social y otros flagelos que azotan a la sociedad. Se necesita un diálogo urgente para emprender esa ruta que será tediosa y dolorosa, pero necesaria para retomar la paz social.

Consideramos desde El Pulso que las elecciones generales del próximo 28 de noviembre deben realizarse en un ambiente de paz, que las fuerzas políticas no inciten al odio, que los ganadores del proceso asuman su triunfo con moderación y los perdedores que acepten su derrota.  Gane quien gane, debe entender que su principal función será apaciguar un país envuelto en llamas y respetar la institucionalidad guste o no.

 

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