Papi a la orden: el candidato silencioso que jamás tuvo el Partido Nacional

TEGUCIGALPA, Honduras 

Lejanos están aquellos días cuando Nasry Juan Asfura Zablah las hacía de tractorista, mecánico, topógrafo y urbanista mientras abría calles para construir una residencial capitalina que le permitió con el paso de los años tener una posición económica muy cómoda y que en la actualidad le genera muchos réditos. Jamás se vio en un cargo público porque él siempre se ha considerado como un burro para trabajar.

Era 1982 y Tegucigalpa comenzaba a crecer de forma desordenada; aparecían los tugurios fundados por invasores de oficio como los Quiroz -narraban los abuelos-, los Folgar y otros que pasaron al olvido, quienes se volvieron expertos en tomarse tierras en defensa de los pobres y así surgió el desorden que vive hoy la capital considerada como una de las más peligrosas del mundo y que Asfura la administra desde hace ocho años.

En esos mismos tugurios vive su caudal político que le demostró en las elecciones primarias su lealtad, no por ser cachurecos de cepa, sino por el clientelismo, carta eterna de presentación del Partido Nacional que se resiste a desalojar el poder. Sabe que con el alcalde tiró toda la carne al asador y la cúpula comprende que de perder las generales de noviembre implicará una larga, tendida y tediosa llanura donde nadie quiere estar.

Hacia la década de 1980, los límites de Teguz llegaba hasta la primera entrada de la populosa colonia Kennedy; lo demás eran potreros, lodazales y zacateras que serán eternos testigos de la pobreza que sufrió Papi a la orden, eran épocas cuando no tenía donde caer muerto y debía hacerle de todo para vender casas a 28 mil lempiras (56 mil dólares de la época) cuando nuestra moneda estaba al 2×1… Incluso recorría la ciudad ofreciendo su producto, cuyo benefactor fue el reconocido doctor Aguilar, un socialdemócrata a carta cabal que le ayudó a saltar hacia la prosperidad.

Estas líneas quizá suenen un poco aburridas, estimado lector, no pretendemos contar de forma lineal cómo Asfura fue creciendo económica y políticamente como lo han hecho los medios tradicionales, sino cómo alguien que se declara trabajador, que arranca su jornada a las 5:00 de la mañana y va finalizando a las 10:00 de la noche quizá esté en el lugar menos querido y en la aspiración menos indicada. Ser un personaje de bajo perfil nunca ha sido ni será garantía de que podrá ganar la presidencia, por más que sus acérrimos seguidores lo defiendan diciendo que no le gusta salir en cámaras porque solo se dedica a trabajar, trabajar y trabajar.

El oficio de político es de 24 horas y las casi 20 diarias que trabaja Papi a la orden no está encuadrado en ese perfil tan tradicional que los hondureños nos hemos impuesto. ¿Será que el candidato no quiere ser candidato y mejor prefiere hacer lo que siempre ha hecho con pasión? ¿Será que los hondureños prefieren a un sujeto que solo trabaje, como una señal de cambio que se requiere de alguien que no solo pase ante las cámaras? ¡Vaya usted a saber!

En últimas líneas, Papi a la Orden es el candidato más silencioso que jamás tuvo el Partido Nacional.

Asfura comenzó a escucharse en aquel lejano 2005, cuando el exalcalde capitalino -preso por mandato judicial- Miguel Pastor lo colocó en sus planillas. «¡Papi a la orden!» fue la primera consigna del político y constructor y así se quedó entre sus seguidores. Perdió la primaria de ese año frente al otrora todopoderoso, moderno y fresco Ricardo Álvarez. Esa derrota le indicó que debía volver a su oficio de siempre para reflexionar si había tomado la mejor decisión de sumergirse en las aguas profundas de la política, a través de un partido que tiene muchos matices de las organizaciones políticas fascistas de la Segunda Guerra Mundial: Verticalistas, dogmáticos y donde la palabra del líder es la suprema e incuestionable.

De pronto, se hizo diputado y no se le conoció nunca por presentar iniciativas que estuvieran orientadas al beneficio de las mayorías. Siempre se plegó a la famosa línea de partido para aprobar cuanto proyecto lesivo fuera posible. Como diría un dirigente empresarial y exmiembro del nacionalismo a un rotativo de la capital «los diputados siguen la línea porque tienen miedo a que les quiten ‘la cosa’ (denominación vulgar de dinero) por eso hacen lo que les dicen».

Claro, tampoco se iba a disparar al pie para solicitar que se rescindieran los multimillonarios contratos de recolección de basura de la empresa Sulambiente, de la cual es socio; sabía que echar al traste un jugoso pacto para la recolección de la basura -que nunca se ejecutó- era como perder el negocio de su vida.

Una de las grandes ventajas del periodismo es que todo, absolutamente todo queda documentado, si no nos cree, lea esto que data de 2015 y que fue elaborado por el diario Conexihon: Organizaciones de la sociedad civil solicitaron al Congreso Nacional no aprobar la privatización de la recolección de basura en San Pedro Sula, a través de la empresa Holding Eléctrica Centroamericana, antes Sulambiente.

De acuerdo a la denuncia presentada por organizaciones populares, el Congreso Nacional, ilegalmente, con solo 49 de 128 diputados presentes y sin discusión previa, aprobó la privatización del servicio de recolección de basura de la ciudad de San Pedro Sula (la segunda más grande del país); a favor de Holding Eléctrica Centroamericana, propiedad del alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura, quien es también dueño de la recolectora de basura de la capital, aunque en los contratos aparecen otros dueños.

 

Según la información, el contrato establece un oneroso bono de éxito de 1 millón de dólares, un recargo del 8% en el servicio y convalida el aumento de más del 200% en la tasa de recolección de basura. En ese sentido, la solicitud de las organizaciones, es para que el Congreso no ratifique el acta de la sesión del 18 de marzo anterior, última previo al descanso de Semana Santa, mediante la cual aprobó la privatización del servicio.

De manera pública, las organizaciones envían una carta a los diputados y diputadas del Congreso, en la que establecen que “frente a la arbitrariedad de querer aprobar un contrato leonino y perjudicialmente oneroso para la ciudadanía, a la empresa Holding eléctrica centroamericana (Sulambiente), manifestamos nuestro rechazo a semejante sinvergüenzada”.

Por naturaleza, Tito es conservador, buen amigo, leal, trabajador… En este último punto, ha sido tanto que más de algún amigo y correligionario le ha pedido que le baje al gas porque tienen miedo que sus piernas puedan presentar daños permanentes. Últimamente tiene ciertos problemas para hablar, quizá ese problema lo mantenga muy alejado de su gente y sean sus propios voceros que digan lo que él les pide.

Algunos de sus allegados lo ven sereno, los periodistas prefieren entrevistarlo porque sabe que no tendrán sobresaltos en preguntas hasta incómodas, los activistas lo quieren porque saben que no es ostentoso. Una camisa azul Oxford, unos vaqueros azules desteñidos sin faja y unos burros son su uniforme diario de trabajo, se aleja del político de saco, corbata y zapatillas finas (algunos optaron por usar camisas de pesca como marca personal), camina dos teléfonos sencillos los que contesta al mismo tiempo y da soluciones, que lo pone como un verdadero renegado de la tecnología.

«Es el hombre más trabajador que he visto en mi jodida vida», dijo a El Pulso uno de los cuadros de confianza de Papi a la orden y no deja de tener razón. Pero detrás de esa cara amable, con marcadas facciones árabes, también hay un hombre que ha mantenido negocios a costa del Estado y con sujetos que han tenido como curriculum vitae quebrar empresas a granel, negocios con líderes de la iniciativa privada que le generan cuantiosas ganancias y mantiene estrechos vínculos empresariales con iconos de grupos económicos que surgieron, por las buenas o malas, durante los últimos años en Honduras.

Un buen amigo de Papi a la orden le dijo a El Pulso que lamentaba que el candidato presidencial se metiera de lleno a la política; ahora lo desconoce por completo. «Quien se mete a la política se jode… Comienzan los negocios… las amistades…  todo es turbio», declaró con cierta resignación.

Sabe que Tito es jovial y servicial, pero teme que haya sido cooptado por el poder y también teme que pueda ir a prisión o su carrera como servidor sea destruida si la Unidad Fiscal Especializada en Redes de Corrupción (Uferco) logre neutralizarlo con varias acusaciones en su contra.

 

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