La militancia política

(Por Óscar Esquivel) La militancia se refiere a la permanencia de un individuo a una organización política. La permanencia le concede deberes y derechos al hombre o mujer dentro de la institución partidaria. En el país contamos con tres partidos políticos que gozan de mayor militancia: Partido Libre, Partido Nacional y Liberal.  

Cada militante cree que su institución partidaria es la más indicada para gobernar el país cuyos habitantes pasa un poco más de 9 millones. Sin embargo, la militancia partidaria entre los tres más grandes partidos no sobrepasa los 2 millones. Por lo que reiteramos que una gran masa de la población no cuenta con militancia partidaria. Lo que no significa que no le interesen los asuntos públicos. 

El papel de la militancia es vital en lo que hasta hoy conocemos como democracia representativa. Es el ciudadano orgánico que da vida a la institución partidaria. Es el que invierte su tiempo, dinero y demás recursos en hacer que la organización política a la que pertenece se alce con el triunfo cada 4 años.  

No olvidemos lo que hemos dicho en opiniones anteriores, que los partidos políticos se evidencian cada vez más tener dueño. Es decir, son instituciones al servicio de una persona, una familia o un grupo particular. Y no una institución de carácter público que brinda las mejores avenidas para el bienestar de las mayorías de la población.  Por lo que la militancia evidentemente se ha visto disminuida en los tres partidos mencionados. 

 El ciudadano orgánico de abajo porque hay que decirlo, también existen militantes de arriba, que son los que obtienen la mayor cuota de poder a la hora del triunfo e incluso desde la llanura. Decía que el ciudadano orgánico busca obtener un beneficio personal o colectivo a la hora de las campanadas.

El militante de abajo es el más noble, pues es él más inclinado hacia el bienestar colectivo. Es el más sacrificado, es el que hace el trabajo de carpintería. Aunque como en todo sistema viciado es el que se le da un trabajito publico poco remunerado. Ya que los grandes puestos están reservados para los familiares, amigos y círculo de confianza del dueño del partido político.  

 ¿Pero acaso la militancia partidaria es sinónimo de agachar la cabeza y decir amen a toda acción, aunque no estemos de acuerdo? Existen militantes partidarios que se burlan de un religioso por su fe ciega hacia un pastor u obispo.  Hay otros que se burlan de un aficionado de un equipo de futbol por irse a las trompadas con el integrante de un equipo contrario. Existen otros que son anti milicia y se burlan de la obediencia y no deliberante opinión de los militares (escalas bajas). 

Pero es que acaso existe alguna diferencia entre el militante que no critica decisiones que afectan al proyecto colectivo. Acaso es diferente el militante que comparte espacio y tiempo con otro miembro de la institución partidaria que en su actuar es ajeno a las leyes y a los actos morales generalmente aceptados. 

 Es loable la militancia partidaria cuando está respeta la decisión de otro ciudadano de pertenecer a otra institución partidaria. Es dañina la militancia cuando esta se llama al silencio cuando las decisiones de sus líderes afectan la colectividad. Es bonito el sentido de pertenencia y contribuir a encontrar los mejores caminos hacia un mejor país. Es dañina cuando a cambio de un empleo se hipoteca el bienestar de las mayorías.  

Debemos de buscar e incentivar una militancia con mayor claridad, que responda a los intereses de las mayorías de la población hondureña. Una militancia que cuestione, que trabaje.  

El borreguismo no es una cualidad digna del ser humano.  

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