Editorial: La hora cero de la oposición

Ya está llegando la hora cero para la oposición y todo apunta que no habrá una alianza unificada de los adversarios al actual gobierno que los coloca en una posición desventajosa ante un candidato oficialista que todavía no levanta capa entre aquellos votantes independientes y que genera muchos anticuerpos por ser el ungido de Juan Orlando Hernández para que lo suceda en el cargo.

El próximo 27 de mayo finaliza el plazo para inscribir las alianzas parciales o totales en las planillas presidencial, corporaciones municipales y el Poder Legislativo; a estas alturas, ni Libre, ni el Partido Liberal ni otros actores piensan en entablar una coalición que les permita derrotar a Nasry Asfura y alcanzar el codiciado palacio José Cecilio del Valle, por lo que cada quién irá por su lado, aunque hay algunas intenciones de crear coaliciones cuyo caudal electoral no podría ser lo suficiente para imponerse en la contienda general del 28 de noviembre.

Al menos, la entidad política que comanda Manuel Zelaya desestimó cualquier alianza con otros partidos; la posibilidad cercana de una asociación electoral surgió con el diálogo exploratorio que sostuvo Xiomara Castro con el liberal Yani Rosenthal, pero fracasó. La exprimera dama no está dispuesta a ceder su candidatura (para evitar lo ocurrido en 2017 con Nasralla) y Rosenthal plantea un acuerdo político que permita desenterrar la controvertida opción B como mecanismo para escoger un presidente con el aspirante que saque más votos. Esa alternativa también se puede dar por descartada. Ningún candidato con un pesado caudal de electores querrá irse a una competencia donde saldrá desgastado; saben que esa salida un poco descabellada es dispararse al pie.

En donde sí habrá una unión política es en la llamada Alianza de los honestos, pues el popular presentador de televisión y líder de Salvador de Honduras, el expresidente de la autoridad liberal Luis Zelaya y los exprecandidatos Wilfredo Méndez y Nelson Ávila ya tienen avanzadas conversaciones para competir contra Asfura, Castro y Rosenthal. El gran problema será el mismo Salvador Nasralla, cuya conducta errática, dubitativa y arrogante será su piedra de tropiezo que podría restarle muchos apoyos, en particular, de los otrora presidenciables que también quieren una cuota del pastel.

Que digan que el proyecto para rescatar el país de las manos del actual mandatario es una acción patriótica no es tan cierto. Quieren disfrutar de las mieles del poder… No hay amor sin interés.

En tanto, los restantes aparatos políticos no tendrán un poder de incidencia para atraer votantes, a excepción del veterano Pinu y la Nueva Ruta que tienen el inevitable desafío de convertirse en entidades contrahegemónicas ante el tripartidismo, si bien pueden ser una suerte de fiel de la balanza, pero les queda mucho camino por recorrer y serán sus dirigentes quienes pongan la carne al asador para tener cuotas en los llamados niveles electivos.

Milton Benítez, por su lado, anda en una carrera a contrarreloj para lograr inscribir su candidatura independiente y el exsecretario de Salud José Manuel Matheu se declaró listo para ir por la presidencia.

El expresidente Lobo -enemigo acérrimo del actual mandatario- también comanda una unión entre la Democracia Cristiana y una facción nacionalista inconforme con las políticas de Hernández; dijo de manera pública que está en disposición de dialogar con las fuerzas para integrarse con su masa de votantes.

Esta dispersión de personajes solo demuestra que la oposición no tiene una clara hoja de ruta para alzarse con la victoria, lo que pone en bandeja de plata a Papi a la orden el control del Ejecutivo. ¿Será que en las próximas horas se pudiera anunciar una megacoalición…? Visto lo visto, es poco probable que eso ocurra y las razones son las siguientes: Nasralla (no quiere deponer su candidatura), Luis, Méndez y Ávila no toleran a Rosenthal por vincularlo a la delincuencia organizada. Mel no tiene ganas de convertirse en el apagafuegos del otrora abanderado de la Alianza Opositora de 2017 y Xiomara no está en disposición de renunciar al mandato que le dio Libre en las urnas en marzo anterior.

La mayoría de los personajes están claros -según ellos- que podrán vencer de manera contundente al aún jefe de gobierno capitalino el último domingo de noviembre. Eso sería posible si el gobierno entrara en un profundo desgaste por acusaciones de la justicia de EE.UU. contra el presidente y hubiera una conflictividad social que pusiera en jaque las posibilidades que Papi a la orden lidere las intenciones de voto. Este extremo es un mero escenario que podría o no cumplirse. El tiempo lo dirá.

Otro factor de desequilibrio podría ser el jefe del Legislativo Mauricio Oliva, quien no llegó a la convención azul que ungió a David Chávez como presidente del Comité Central nacionalista, lo que manda un mensaje de inconformidad porque su corriente Juntos Podemos fue aniquilada (no quedó piedra sobre piedra) en la contienda anterior por el oficialismo. Ahora se concentra en aprobar en tiempo récord los restantes artículos de la nueva Ley Electoral que podrían ser el clavo en el ataúd a las intenciones de su partido de ganar otra vez los comicios.

En en cortísimo plazo (solo quedan horas) no hay quien pudiera ser una tercería o outsider que fuera el gran integrador de una hipotética Unión Nacional Opositora, por lo que cada partido y la Alianza de los honestos van por separado a enfrentarse a una desgastada pero bien aceitada maquinaria nacionalista que se resistirá a abandonar el poder; que se prepara para una batalla desgastante en la redes sociales para desprestigiar a quien les haga sombra mientras llega el Día D. 

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