Nuestra orfandad

(Por Óscar Esquivel) El mediocre es necesario, asegura Ingenieros como punto de referencia. Es decir, medida para partir hacia algo superior. Sirva lo anterior para comparar la actuación ante la pandemia entre Hernández y Nayib Bukele.

Sí evocamos el pensamiento integracionista de Francisco Morazán; la solidaridad que debe existir entre los pueblos del mundo, la acción realizada por Bukele de colaborar con vacunas para combatir el covid-19 a solicitud de siete alcaldes en el país no sería considerado como algo extraordinario y mucho menos un libertador.

Sin embargo, las acciones del gobierno hondureño frente a la pandemia y huracán Eta e Iota colocan al joven Bukele como la última “coca cola en el desierto”. No pretendo minimizar la acción de solidaridad del pueblo salvadoreño que se agiganta puesto que comparte casi nuestra propia realizad con la diferencia que al parecer tienen un líder que da señales de procurarles un bienestar.

La acción realizada por Bukele de donar vacunas a los hondureños para mantener su imagen política no se puedo desconocer, conociendo que es un mago en la mercadotecnia política. Las acciones poco democráticas llevadas a cabo recientemente de destituir a 5 magistrados del poder judicial y al fiscal general a través del Congreso Nacional. Anteriormente entró abruptamente acompañado de militares al Congreso Nacional cuando su partido “Nuevas Ideas” no eran mayoría.

Al respecto serán los resultados en materia social y económica que hablarán por él. Aunque se sabe de ante mano que es un peligro la concentración de poder en un solo hombre. Para bien de los salvadoreños, deseamos que la gestión de Nayib Bukele sea la mejor.

En la acción solidaria realizada por el gobierno salvadoreño debe valorarse la decisión correcta que tomó el anterior gobierno a Nayib en cuanto a la apertura de relaciones con China. Mientras que nuestro país por mandato de Estados Unidos sigue sosteniendo relaciones con Taiwán. Se agiganta aún más la acción de El Salvador que siendo un país pequeño dona vacunas cuando un gigante como Estados Unidos de Norteamérica, no lo hace.

Evidentemente Nayib Bukele en cuánto a como está enfrentando la pandemia es superior a Juan Orlando Hernández y su gente. Porque mientras aquel construía hospitales, aquí compraron chatarra disfrazada de hospitales móviles, robándose el dinero.

Es normal que la figura de Bukele se agigante mientras la unidad de referencia sea un corrupto, un cínico que no conoce límites. Hernández Alvarado es culpable pero también hay un grado de culpabilidad en los que votaron por él, hay culpabilidad en la clase económica y política que le allanaron el camino, qué pudiendo detenerlo no lo hicieron, sino que por el contrario lo alimentaron y tranzaron con él.

Por supuesto que hay muchos culpables, porque es mucho más fácil ir a pedir a otro presidente que exigir al propio. Es mucho más fácil sembrar ilusiones en un proceso electoral que movilizar a la población para destituir a Juan Orlando Hernández.

La acción de los 7 alcaldes solicitando solidaridad con otros países ante la incapacidad del presente gobierno es válida. Pero cuando es imitada por la Asociación de Municipios de Honduras se vuelve absurda y mediocre. Cuando se masifica las solicitudes de ayuda hacia un país que cabe en Olancho se vuelve penoso e indigno y golpea el alma nacional.

Nuestra orfandad manifiesta como pueblo hacen ver a Nayib Bukele un gigante. Estamos necesitados de guías políticos, sociales, económicos, espirituales.

Nuestra esperanza descansa en qué, en esta realidad podamos reconocer nuestras propias fuerzas y liberarnos por nosotros mismos caminando hacia escenarios dignos y de progreso.

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