Piden a gobierno de EEUU liderar ayuda para la gobernanza y combatir la corrupción en Centroamérica

Redacción El Pulso12 febrero, 2021

La resistencia a las reformas contra la corrupción en el Triángulo Norte de Centroamérica para la buena gobernanza por un grupo pequeño pero poderoso de actores políticos y económicos que tienen mucho en juego para preservar su status quo frustró la implementación de las mismas, concluye un informe elaborado por exfuncionarios de la administración de Barack Obama con el apoyo del Centro Wilson de EE.UU.

El exasesor del exmandatario demócrata, Ricardo Zúñiga, explicó que el estudio, denominado la cooperación de Estados Unidos en el Triángulo Norte de Centroamérica dijo que si bien la información recabada no es novedosa, pero «es impactante porque cuántas veces, los proyectos y los esfuerzos durante el periodo 2014-2019 que gozaban del apoyo pleno de los gobiernos, dentro de la clase empresarial y la sociedad civil fueron ahogados por un círculo minoritario de interesados que van más allá de la gran corrupción».

El experto, de origen hondureño, señaló que hallaron datos «frustrantes» de sujetos clave, quienes vieron «el secuestro de intereses nacionales por actores que se benefician de la falta de transparencia y la corrupción».

«En algunos casos, se ha secuestrado el discurso de la lucha contra la corrupción para abrazar programas que promueven la corrupción, solo con nuevos actores y siembra más cinismo en la sociedad y los cooperantes», añadió.

Esos agentes vinculados a la corrupción, prosiguió Zúñiga, se benefician de una «realidad desastrosa, a veces escondiéndose detrás de la soberanía para aprovecharse de los recursos y el poder y pasarnos la cuenta en el extranjero y más a sus compatriotas que terminan siendo perjudicados».

«Es por eso que recomendamos que EE.UU. dirija la ayuda para la gobernanza y combatir la corrupción», solicitó Zúñiga a fin de permitir que se realicen esfuerzos para el fortalecimiento del Estado de derecho, el desarrollo de la economía y la sociedad, a modo que Honduras, Guatemala y El Salvador sean prósperos.

Por su parte, el experto norteamericano Eric Olson, precisó en su intervención que el estudio era relevante a fin de dar nuevos enfoques en la asistencia que ha prestado Washington en los últimos años y en qué aspectos debería mejorar a corto, mediano y largo plazo.

Consideró que EE.UU. se ha dedicado a asistir en «crisis del momento y queremos darle otro enfoque a temas de largo plazo y fundamentales como construir una Centroamérica fuerte, en paz y con oportunidades para todos».

«Hemos concluido que la construcción de un Estado democrático, con instituciones democráticas que puedan resistir y combatir la corrupción. Debe ser el punto de partida para todo lo que debemos hacer, pensamos que los temas del combate a la corrupción pasan por la seguridad y el crecimiento económico, tiene que ir íntimamente ligado a la construcción de la seguridad ciudadana y que haya una mejoría para la población», exteriorizó.

EL CASO DE HONDURAS. De acuerdo al estudio, Honduras debe superar la polarización y debilitamiento institucional desde el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 que ha dejado al país en una crisis omnipresente de gobernabilidad. «El Departamento de Estado de EE. UU. Decidió no impulsar el regreso de (Manuel) Zelaya y en su lugar trató de garantizar un proceso justo en las próximas elecciones», señala una parte del informe.

«Esa decisión, y la renuencia del Departamento de Estado a utilizar la palabra ‘golpe’, han colgado sobre las relaciones entre EE.UU. y Honduras desde entonces, lo que ha llevado a sospechar y probablemente teniendo un efecto perjudicial sobre los esfuerzos respaldados en el país.

En 2019, «el 59,5 por ciento de las familias hondureñas vivían en la pobreza, en comparación con el 60 por ciento en 2010. Esto es cierto a pesar de la expansión del sistema de bienestar social, particularmente bajo (Juan Orlando) Hernández, quien según los críticos, ha adoptado prácticas clientelistas, con recursos gubernamentales que tienen poco o ningún efecto sobre los indicadores de pobreza a largo plazo».

Otro factor que ha disparado la crisis son las caravanas migrantes rumbo al país del norte que «que captó la atención del mundo y fue el ejemplo más visible de las tendencias recientes en la migración desde Honduras.

Pero la caravana representó sólo un pequeño porcentaje de la migración total del país. En el año fiscal 2019, las detenciones de hondureños a lo largo de la frontera suroeste de EE.UU. alcanzaron un récord; más más del doble que cualquier año anterior, y solo ligeramente superado por su vecino mucho más poblado del norte, Guatemala».

«Aunque el número de hondureños detenidos es muy inferior al número total que emigraron ese año, representa casi el 3 por ciento del total de 9,2 millones de habitantes. El tres por ciento de la población de Estados Unidos sería equivalente a toda la población de Michigan. La pandemia de covid-19 y las extensas restricciones de movimiento impuestas en toda la región, han provocado una caída significativa de la migración. Los expertos dicen, sin embargo, que la recesión económica causada por la pandemia probablemente resultará en un aumento en migración cuando se levanten las restricciones y el riesgo de infección se considere menor que el de permanecer en el lugar», apunta otra de las conclusiones.

En cuanto a la tasa de homicidios, si bien bajó hasta los 43.7 por cada 100 mil habitantes, «el país sigue siendo uno de los más violentos del mundo. Su segunda ciudad más grande, San Pedro Sula, fue la decimoquinta más violenta del mundo, mientras que Tegucigalpa llegó en el trigésimo tercero, a pesar de una leve reducción de los homicidios localmente».

Los expertos señalaron que no hay evidencia que apoye la idea de que otras formas de violencia, como la extorsión, uno de los principales factores de empuje citados por los migrantes que se dirigen hacia el norte haya disminuido.

«Las teorías divergentes sobre por qué disminuyó la tasa de homicidios dificultan la atribución de responsabilidades y, por lo tanto, evaluar la eficacia de los programas de prevención de la violencia. Analistas y los académicos sugieren que probablemente contribuyeron varios factores. El hecho de que la disminución de los homicidios fue un fenómeno regional que sugiere que hay fuerzas externas involucradas», apunta el documento.

A juicio de los analistas «una purga de la Policía Nacional, un esfuerzo apoyado por la ayuda exterior de EE.UU., condujo a una Policía más profesional y podría haber reducido la tasa de homicidios, en parte al despedir muchos oficiales que estaban cometiendo asesinatos».

El acuerdo de extradición entre Honduras y EE.UU., firmado en 2013 bajo fuerte presión diplomática del Departamento de Estado, ciertamente hizo que el país fuera más hostil a los narcotraficantes y les exigió que mantuvieran un perfil más bajo, señalaron.

Muchos teorizan -explicaron los autores del análisis- que la región pasó por un período en el que las pandillas crecían exponencialmente e imponían su dominio en nuevos territorios, generando más violencia como herramienta para establecer el control sobre la población. Mientras que antes algunos podrían haberse resistido a pagar impuestos a las pandillas, ahora la mayoría paga.

La corrupción, destaca otro tópico, lo que muchos consideran la causa fundamental de los males del país, también ha aumentado como resultado de la completa falta de controles y contrapesos.

«Un estudio del Consejo Nacional Anticorrupción, un beneficiario de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), y el think tank económico Fosdeh, estimaron que la pérdida económica total debida a la corrupción durante el mandato de Hernández supera los 10 mil 500 millones, casi el equivalente al presupuesto operativo anual para el gobierno, y ha aumentado en cantidad total y como un porcentaje del PIB durante cada año».

Desde 2015, Honduras ha perdido cinco puntos en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, ubicándolo en el número 146 en el mundo para 2019, empatado con Guatemala en el tercer peor lugar de América Latina.

Acerca de los esfuerzos en el combate a la corrupción, «la estrategia de EE.UU. para el Compromiso Centroamericano vino con un mayor enfoque en los esfuerzos anticorrupción en toda la región. En Honduras, esto incluyó programas nuevos e innovadores que lograron un éxito incomparable al tiempo que revelaron sus propias limitaciones y programas con un enfoque más tradicional que tuvo un impacto más mesurado».

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