La nueva normalidad

ABarahona19 mayo, 2020

Habrá en cada aldea,  en los 298 municipios,  por lo menos un centro de salud básico con sus médicos, medicamentos, con una infraestructura no pomposa pero sí adecuada para atender a la población hondureña. En cada cabecera departamental existirá un hospital con sus especialistas para que los pacientes no se tengan que trasladar hacia San Pedro Sula o Tegucigalpa. Los médicos, enfermeras y demás personal gozarán de sueldos y salarios dignos. Siguiendo en ese mismo orden no por ello queriendo decir que el uno es más importante que otro ya que en nuestro país todo es urgente hasta hablar de independencia espacial o de formar parte de un selecto grupo de países desarrollados como Costa Rica, país al que envidiamos  y en honor a la verdad no necesariamente de la buena porque nos gustaría que compartieran nuestras miserias o al menos mostrarán solidaridad y en todo caso ahí asesinaron a nuestro héroe Francisco Morazán. Aunque fueron los oligarcas, dirigencia religiosas y extranjeros que los hay en todos los países.

En la nueva normalidad existirán centros escolares, colegios y universidades, en cada rincón del país. Porque la educación al igual que la salud no son un  lujo sino una necesidad básica que el gobierno nacional brindará a las mayorías de forma gratuita y de calidad. La enseñanza privada será una opción y no un medicamento que se tendrá que tomar a la fuerza para curarse de la ignorancia. La educación será basada en valores que enaltecen la humanidad y no la disminuyan,  no la vean como mercancía.

Existirá un nuevo orden territorial en los 112,492 km2. La tierra hondureña al servicio de los intereses de las mayorías. Recuperaremos la  tierra ociosa en manos de los terratenientes. Cultivaremos lo que nos comemos, ya no importaremos frijoles de Etiopía, maíz y arroz de los EEUU. Corregiremos esos entuertos de exportar barato e importar caro. Comercializaremos con el resto del mundo puesto que no podemos vivir aislados pero lo haremos en condiciones de dignidad e igualdad. Los campesinos que hacen parir a la madre tierra, como lo hemos aprendido con la pandemia serán nuestra primer clase social sí es que volvemos a la división de clases entre ricos y pobres. No todos serán pobres sino que las mayorías tendrán lo necesario para vivir.

La vivienda propia no será un lujo sino una necesidad básica como lo práctico Gadafi.

Los caseríos, aldeas y municipios tendrán acceso al agua potable gratuita e higiénica, gozarán de alcantarillados para las aguas negras. La cobertura de la energía eléctrica será en el 95 % del territorio, se cobrará lo justo. Los abonados pagarán con mucha satisfacción porque estarán conscientes que no se les está estafando como ocurría antes de la pandemia. Será un nuevo gobierno que lejos de mostrar solidaridad durante la pandemia no cobrando o posponiendo los servicios básicos los cobraba hasta demás. Será un gobierno liderado por alguien nacido de las entrañas del pueblo. Lejos de aquellos que se dedicaron a robar y estafar, muy lejos de aquellos que negociaron a espaldas de las mayorías.

El nuevo hondureño y hondureña peleará a muerte contra quiénes busquen arrebatar la salud, educación, los bienes comunes. Con el virus se habrá ido la indiferencia hacia los bienes comunes, atrás quedarán aquellas frases oprobiosa que se decían “la política no me da de hartar» mientras los políticos nos hartaban a todos y todas.

La nueva normalidad es la del hombre nuevo no la del hombre o mujer perfecto, pues esa, si existe pertenece a otras dimensiones de vida en éste basto universo. Hablamos de la nueva mujer y hombre que lejos de dominar a otros aprenda a dominarse a sí mismo.

La nueva normalidad que concebimos es la del no consumo en exceso. El regreso inteligente debería de empezar por quitar de raíz a la clase gobernante corrupta y sinvergüenza que nos gobierna.

En la nueva normalidad Honduras no será hondura sino Utopía.

 

 

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