La Vida

ABarahona6 abril, 2020

Nada como en estos días para demostrar la fragilidad de la vida y a la vez el amor a ella. Mil millones de personas a nivel mundial están en resguardo en sus casas esperando que el virus desaparezca.

Estamos librando una guerra en apariencia con un enemigo invisible. En donde la única estrategia efectiva para vencer es el aislamiento de la sociedad. Acción antinatura siguiendo la definición de Aristóteles al decir que el ser humano es un ser social por naturaleza. Por lo que quedarse confinado en casa por siempre, es decir trabajo desde casa como algunos aseguran que será pos coronavirus, es poco probable. Aunque cambiaran algunas formas de convivencia, como lo hemos venido experimentando en los últimos años: La comunicación a través de las redes sociales; las compras en las farmacias, en donde el farmacéutico a través de un registro ya sabe que enfermedades padecemos; en los supermercados cuando nos preguntan si queremos con nombre o sin nombre la factura, para que la “mano invisible” sepa que consumimos. Acciones todas ellas encaminadas a la vigilancia y control del ser humano.

El refugio en casa es un acto de supervivencia ante la falta de una vacuna en donde la ciencia sigue a ciegas buscando detener un virus que ya lleva más de un millón de infectados y más de 50,000 muertes.

¿Han notado que la violencia en el país ha bajado? ¿Las extorsiones? Por lo que se deduce que el hondureño en su mayoría no es violento y que hay alguien que asesina y extorsiona. El ex presidente Zelaya ha dicho que hay grupos actuando al margen de la ley desde el Estado.  La violencia doméstica ha aumentado debido al entorno machista y la hipocresía en las que se establecen las relaciones amorosas.

Los habitantes desde los caseríos hasta las ciudades que nunca dormían se organizan para aislarse y sobrevivir.  “La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose” nos dice Cortázar. Y es que el confinamiento es llevadero con la esperanza que dentro de poco vuelva la normalidad de la vida. Mujica luchó contra la locura y bebió sus propios orines para mantenerse vivo durante los años que estuvo en prisión.

Las noticias nos refieren que los narcos en México reparten provisiones en Tamaulipas. Ricos y pobres a lo largo y ancho del planeta confinados por salvaguardar lo más preciado. Claro, unos en condiciones diferentes que otros. Pero al final encerrados todos.

“… Ten el tesón del clavo enmohecido, que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo; No la cobarde estupidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora;

O como Lucifer, que nunca reza; O como el robledal, cuya grandeza necesita del agua, y no la implora…” nos dice el poeta.

¿Cambiará su comportamiento el ser humano después del coronavirus? Por supuesto, aunque no radicalmente, ya que los cambios no se dan de la noche a la mañana. El coronavirus nos presenta la oportunidad de ser mejores seres humanos construyendo sociedades más equitativas.

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