Óscar Nájera: entre los cachiros y el callejismo

ALG15 noviembre, 2019

Hace unas semanas el diputado de Colón Óscar Nájera manifestó en una sesión televisada del Congreso Nacional lo que considera debería ser la estrategia para reducir la pobreza en el país: «hay que hacer más rico al rico», dijo. Las declaraciones del veterano diputado generaron polémicas a nivel de redes sociales, en el internet no faltaron los memes que se burlaban de él (sin comprender completamente lo que Nájera decía, ni por qué). Él, hijo destacado del neoliberalismo, no hizo sino manifestar lo que es la esencia del pensamiento de su partido político, sus palabras encierran el génesis de su carrera de mas de 30 años al ser, quizás, uno de los más importantes impulsores, junto al magnate Miguel Facussé Barjum, de la ley de modernización agrícola de 1991 que buscaba, en efecto, «hacer más rico al rico».

Óscar Nájera ha sido una figura política destacada en su departamento durante décadas. En los años 70 trabajó como jefe de Área del INA bajo el gobierno Oswaldo López Arellano. Fue uno de los impulsores de la Reforma Agraria y según él manifiesta, «de muchas cooperativas campesinas como Hondupalma». Empresario exitoso de la palma africana, es el caudillo de mayor influencia en Colón, tanto a nivel municipal como departamental: nadie es electo alcalde o diputado en el departamento de Colón sin el respaldo expreso de Óscar Nájera.

Mi fuerte es sembrar palma africana —dice—, recordando cómo durante el Mitch quedó «en la calle».

«Pero logré levantarme gracias a personas generosas como don Guillermo Bueso Arias, Yude Bushe, al abogado Alejandro Ramírez y a “Fito” Irías», afirma Nájera.

Actualmente emplea entre 400 y 500 campesinos y campesinas en sus distintas empresas agrícolas en Colón.

Fue recientemente mencionado por Devis Leonel Rivera Maradiaga como uno de sus enlaces políticos entre el narcotráfico y los gobiernos de Manuel Zelaya Rosales, Roberto Micheletti Baín, Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández. Rivera declaró en la corte en Nueva York que el diputado Óscar Nájera (a quién dijo conocer de toda la vida) le ayudaba quitando retenes militares y policiales para facilitar su movilización con drogas y dinero, y que fue a través de él que entregó el apoyo económico para las campañas del Partido Nacional. Y aunque Nájera rechaza las declaraciones de Devis Leonel Rivera argumentando que nunca ha tenido ningún poder sobre la policía, reconoce que ha sido amigo de los Rivera Maradiaga desde hace muchos años.

«Los conozco desde niños, compañeros de infancia de mis hijos, conozco desde su abuelita Angelina; su papá, Isidro, de Gualaco; su madre, Esperanza, sus tíos, sus abuelos, todos ellos amigos míos, mis clientes, sacaban fiado en la casa de mi madre», afirma.

En 2010 fue uno de los candidatos más fuertes para ser presidente del Congreso Nacional en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, según se dijo en aquella ocasión, fue la embajada americana que impidió que él se hiciera con ese cargo, «preocupados por su relación con los Cachiros». Nájera manifiesta, sin embargo, que él nunca quiso ser presidente del legislativo.

«Lo que pasó es que un grupo de diputados me pidieron apoyo. Surgió la idea que yo fuera el candidato, se tergiversó, unos por intereses políticos», dijo. Ahora se conoce que Nájera fue —con apoyo de los Cachiros, según las palabras del narco alcalde Alexander Ardón—, quien hizo girar la balanza en aquella votación en favor del ahora presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández.

Pero el poder de Óscar Nájera no proviene de su amistad con los Cachiros, sino de su control de la industria agrícola en Colón, del respaldo que recibió por los magnates de la palma africana y su papel en la construcción y destrucción de la reforma agraria en la zona norte del país.

Honduras, país de vocación forestal, produce actualmente más de 300 mil toneladas métricas de aceite de palma africana, casi el 70 por ciento destinadas a la exportación y es en los departamentos de Colón y Atlántida en donde se concentran la mayor producción del país.

En los años 60, la presión de los campesinos sin tierra  de Honduras obligó al gobierno militar a impulsar una modesta reforma agraria que tuvo su auge en los años 70, cuando se distribuyeron 120 mil hectáreas beneficiando a un total de 60 mil familias campesinas. El gobierno de López, consciente de las tensiones en el campo, buscó evitar un alzamiento campesino que presionaban por tierra, pero también quería evitar un conflicto con los sectores terratenientes (que terminarían conspirando para revertir las reformas de López Arellano 20 años después). Así, el Estado a través del Instituto Nacional Agrario (INA), promovió un programa de migración inducida para trasladar campesinos, especialmente de la zona sur del país, a zonas despobladas del Bajo Aguán. Óscar Nájera estaba al centro de ese proceso de colonización en los años 70, al ser el director de área del INA.

«El gobierno reformista surgido en 1972 intensificó el proceso de colonización, siempre con fuerte financiamiento externo y recursos propios como contraparte. El Estado construyó carreteras y caminos secundarios, sistemas de drenaje, bordos de contención de inundaciones, escuelas, centros de salud y otras obras con finalidades económicas y sociales», relata Gilberto Ríos (QEPD), director de FIAN-Honduras en una entrevista de 2010 concedida al periodista Giorgio Trucchi.

En ese mismo reportaje de Trucchi, Wilfredo Paz (QEPD), activista social y diputado de Colón por Libertad y Refundación (2014) afirmó que fue a partir de los 90 que la suerte de los campesinos del Aguán comenzó a cambiar, al aprobarse la Ley de Modernización Agrícola —impulsada también por Óscar Nájera—, que permitía que los terratenientes se hicieran con la propiedad de la tierra que había sido otorgada en el proceso de reforma agraria.

«A través de varias artimañas y diferentes interpretaciones de esa ley, se le dio a los terratenientes la oportunidad de extender sus territorios, con o sin el consenso del Ministerio de Agricultura y Ganadería. Empezó una verdadera cacería para que los dirigentes de las organizaciones campesinas vendieran la tierra. Inició la corrupción, ya que estas tierras de reforma agraria no podían venderse a privados, en cuanto no eran consideradas como una mercancía. La única forma para separarse de las tierras era vendérselas y regresárselas al INA, para que esta institución las entregara nuevamente a otros campesinos», indicó Paz.

Óscar Nájera nuevamente está al centro de todo este proceso de destrucción de la reforma agraria, al ser muy cercano al gobierno de Rafael Leonardo Callejas y su relación con Rodolfo Irías Navas, impulsando la Ley de Modernización Agrícola.

Con las condiciones económicas del gobierno de Callejas y  la nueva ley, las cooperativas campesinas que fueron beneficiarios de la Reforma Agraria durante los años 70 se vieron “estimuladas” a vender sus propiedades y estas fueron a quedar en manos de unos pocos terratenientes que se convirtieron en agroexportadores: Miguel Facussé, René Morales y Reinaldo Canales, que apoyaron su proyecto de acumulación y despojo en los diputados nacionalistas de Colón y Atlántida, Óscar Nájera y Rodolfo Irías (este último presidente del Congreso Nacional durante el gobierno de Callejas Romero).

Pero la acumulación de tierra por parte de los padrinos de Nájera (Facussé, Morales y Canales) generaron tensión en la zona del bajo Aguan.

Cientos de familias campesinas marginadas del acceso a la tierra se organizaron para tomar control de extensas zonas que los terratenientes reclaman como suyas. En respuesta, el magnate de la agroindustria Miguel Facusse llegó a movilizar a todos sus trabajadores hasta la ciudad capital en más de 300 autobuses para presionar por una salida favorable a sus intereses. El gobierno de Manuel Zelaya Rosales, previniendo un derramamiento de sangre, prometió los recursos para comprar la tierra que los campesinos reclamaban pero su promesa se vio truncada con el golpe de Estado de 2009.

Según expresa Nájera, la crisis en la zona del bajo Aguán se da por los malos liderazgos: «Los malos dirigentes, vendieron las cooperativas con las que se inició la Reforma Agraria. Hoy solo hay tres cooperativas de 52 que se fundaron. Las demás se las repartieron y las vendieron. Cuando los hijos crecieron y se dieron cuenta de lo que hicieron los malos dirigentes, comenzaron a pedir esas tierras y se produjo una reinvasión».

Óscar Nájera, otra vez, estuvo en el centro de esas tensiones durante todo ese proceso, antes tanto como después del golpe de Estado, cuando el gobierno de Pepe Lobo otorgó los fondos para comprar a los terratenientes la tierra que los campesinos habían ocupado. Fue junto al director del INA César Ham, el mediador entre terratenientes y campesinos.

Pepe Lobo dio el préstamo para que las organizaciones campesinas compraran a los terratenientes las 3,000 hectáreas que estaban pidiendo, por un valor de más de 37 millones de dólares, que pasaron a manos de los campesinos organizados. Una salida «salomónica» que dejaba satisfechos tanto a los campesinos que lograban su tierra como a los terratenientes que las vendieron a muy buen precio.

La crisis, señala Nájera, se resolvió con la ley de desarme —que él impulsó— durante el gobierno de Pepe Lobo. «Eso le devolvió la paz al departamento, bajó en 200 por ciento la delincuencia y (ahora) hay municipios con cero crímenes».

Pero la crisis en el bajo Aguán estaba lejos de resolverse. Los campesinos que adquirieron la tierra con un préstamo durante el gobierno de Pepe Lobo, rápido se vieron en dificultad para cancelar la deuda ante la caída de los precios del aceite de palma. El proceso de acaparamiento de la tierra comprada por los campesinos ha vuelto a iniciarse y Óscar Nájera, como siempre, está al centro de todo.

A mediados de este año, Óscar Nájera fue acusado por un grupo de legisladores de Estados Unidos por sus vínculos con la organización criminal Los Cachiros. Los congresistas pidieron además que se le designara en la lista de la Ley Magnitsky, la cual es conocida como una asesina financiera para quienes son incluidos en la misma.

Óscar Nájera culpó a los dirigentes de sociedad civil, Omar Rivera y Carlos Hernández de prestarse al juego de los norteamericanos: «son lame botas, perversos y arrastrados», aseveró Nájera.

En entrevista con el canal Hable Como Habla (HCH), se calificó como una persona franca «de manos limpias y con la frente levantada».

«Voy a las aldeas, bailo punta, tomo Gifiti, como casabe, machuca y sopa marinera», dijo, subrayando que «a mí que me investiguen como quieran, mi abogado es Dios y luego mi inocencia, si la justicia es justicia tiene que ser ciega».

«Estoy tranquilo, sereno y no tengo porque estar escondiéndome de nadie porque por más de 40 años soy empresario de la agricultura y mi familia y amigos conocen mis actos(…) Le he pedido a la Embajada Americana, a la MACCIH, al Ministerio Público, al Tribunal Superior de Cuentas, a todo mundo, que me investiguen exhaustivamente desde 1974 que me gané mi primer “tostón”. Pero que me investiguen en forma transparente sin maldad y sin prejuicio», dijo.

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