El asesinato de Sanabria, más preguntas que respuestas.

ALG28 octubre, 2019

El sábado pasado nos estremecimos con las imágenes del asesinato al interior de la prisión de máxima seguridad en Ilama, Santa Bárbara, del narcotraficante Nery López Sanabria, también conocido como Magdaleno Meza Fúnez, dueño de la libreta que usara la fiscalía de Nueva York como prueba para determinar la culpabilidad de los cuatro cargos de narcotráfico en contra de Juan Antonio Hernández Alvarado, hermano menor del presidente hondureño Juan Orlando Hernández.

Sanabria fue emboscado por otros reclusos en la prisión de El Pozo. Las cámaras de seguridad del penal muestras como un grupo de seis pandilleros ingresan al módulo para darle muerte con 26 disparos de arma de fuego en la cabeza y la espalda, y 14 puñaladas con machete. Su abogado, Carlos Chajtur, culpó al gobierno hondureño del asesinato, afirmando que desde enero pasado pidió el traslado de su cliente por temor a un atentado en contra de su vida.

La muerte del Sanabria, altamente publicitado (misteriosamente alguien comenzó a grabar con su celular el monitor de la cámara de seguridad, segundos antes del atentado), es un duro golpe para el gobierno de Juan Orlando Hernández, ya en una posición bastante delicada luego del veredicto de culpabilidad de su hermano y de las señalamiento en su contra de ser un co-conspirar con Tony Hernández para traficar cocaína a Estados Unidos. Es también un golpe en la estrategia del gobierno hondureño, que desde hace tres años ha promovido el uso de cárceles de máxima seguridad como estrategia para combatir la delincuencia que usa las cárceles del país de centro de operaciones para sus acciones delictivas, pues demuestra la debilidad ante la evidente colaboración de las autoridades penitenciarias que dieron las armas y grabaron el atentado para asegurarse, no solo que Sanabria fuera asesinado, sino que todos en el país lo viéramos.

Pero si bien el gobierno es responsable de las muertes de los reclusos en los centros penales, es imposible determinar aún —de forma responsable— quién o quiénes  están detrás del asesinato de Sanabria y por qué. A primera vista, parece que quien tiene el control de las prisiones (el gobierno de la República) sea el más golpeado con dicha muerte, pero también existe una necesidad imperante de silenciar al narcotraficante que podría resultar vital para conocer el trasfondo de las famosas narcolibretas.

El 6 de junio de 2018 a las 6:15 de la tarde, un operativo de Fusina dio captura en Naco, Cortés, al narcotraficante Nery López Sanabria que se conducía en dos vehículos, una camioneta HiLux 3.0 y un Volkswagen Amarok blindada. Sanabria, que tenía orden de captura por narcotráfico desde hacía años, fue detectarlo por los militares del operativo que procedieron a llamar a los fiscales al rededor de las 8 de la noche, para iniciar los procedimientos respectivos de revisión de las camionetas.

Según explicara el agente Reinoso que dirigió la incautación a la corte de Nueva York, a eso de las 10 de la noche se hicieron presentes los fiscales de la Dirección de Lucha en contra del Narco tráfico, que dirige la abogada Soraya Cálix (hermana del también señalado narcotraficante Mario José Cálix). Fue el perro entrenado para tales propósitos que descubrió el compartimiento secreto, soldado herméticamente abajo del asiento trasero del Amarok que guardaba varias armas de fuego, teléfonos celulares y un total de 193,220 dólares en fajos de cien dólares; contenía también un maletín negro con varias libretas que describían la minuta de por lo menos un cargamento de cocaína desde Colombia a Honduras.

Esa fue la prueba que presentó la fiscalía para demostrar que Tony Hernández estaba detrás de ese traslado de cocaína y dar coherencia a la narrativa expuesta por los cinco testigos cooperantes (narcotraficantes condenados o en proceso criminal), pues en la libreta indicaba el nombre de Tony Hernández (así, sin seudónimo ni nombre clave) y el pago hecho a «la gente de JOH».

La defensa de Juan Antonio Hernández intentó desvirtuar la prueba de la narcolibreta presentada por la fiscalía, señalando que en las fotografías que se publicaron de la operación no se detalla el contenido del maletín negro en donde estaban las libretas y que en la cadena de custodia, dichas libretas no aparecen registradas sino hasta 13 días después de la operación de arresto de Sanabria.

Según el agente Reinoso, las libretas fueron llevadas a la Dirección de Lucha en contra del Narcotráfico para «evaluar su contenido» y fue hasta que se agotó esa instancia que se presentó al almacén de la fiscalía en donde se guardan las pruebas de los procesos criminales.

«Cualquiera pudo haber escrito cualquier cosa en esos 13 días que pasaron los fiscales con la libreta sin que nadie más que ellos conocieran su contenido», argumentó la defensa de Tony Hernández.

En una anotación de la libreta de Sanabria, fechada el 13 de noviembre de 2017, se indica que se hizo un «pago a jefes de fiscales por sacar carro de papa» por 28,500 dólares, y un «pago a JOH por fumigación» por 135,000 dólares. Según determinó el fiscal en Nueva York, ese lenguaje codificado que usan los narcotraficantes (no sabemos quién es papa, pero sí quién es JOH) sirve como prueba para determinar la participación de altos oficiales del gobierno de Honduras y del propio presidente Juan Orlando Hernández, en el tráfico de drogas.

Una de las teorías de la muerte de Sanabria que se desprende entonces de esta lógica, y que se ha hecho viral desde el pasado sábado gracias al video filmado por un agente de seguridad del penal (y filtrado luego a las redes socialeS), es que el propio Juan Orlando Hernández ordenó el crimen para «eliminar testigos» que lo inculpen en un posible caso en su contra o como represalia por el veredicto a su hermano. Hay sin embargo, varias dudas en esa teoría, cuando ponemos la libreta en escrutinio, que la muerte de Sanabria no hace ahora sino incrementar:

  1. Si el cargamento que movía Sanabria pertenecía en verdad a Tony Hernández, como la Fiscalía de Nueva York determinó, su arresto en junio de 2018, que fue presentado a la prensa como un éxito de las operaciones antidrogas del gobierno de Honduras, debió servir como alerta para Hernández, que conocía del mismo. Nery López Sanabria sería, según afirmara los fiscales de Nueva York, un operativo clave en los negocios de Tony Hernández. ¿Acaso entonces no habría hecho todo lo posible por eliminar las pruebas que lo inculparan, como se dijo en el juicio que hizo con otro operativo conocido nomás como Chino, que fue asesinado en Támara por el clan Montes Bobadilla gracias a la asisten que en 2013 le brindó Devis Leonel Rivera Maradiaga?
  2. Si Tony Hernández conoció del arresto de Sanabria por toda la información que se dio a la prensa, suponemos aquí que Tony Hernández leía periódicos y conocía del final de su dinero, sabía también del decomiso de las libretas, con la información que lo inculpara. Es normal que los narcotraficantes utilicen libretas contables para llevar la minuta de sus operaciones, que luego detallan a sus jefes para demostrar el correcto manejo del dinero. Tony, con 16 años de experiencia en el tráfico de drogas, debió saber eso.
  3. Si los contactos de Tony Hernández con altos oficiales de la fiscalía llegaban, como dijera la fiscalía en Nueva York, hasta la misma zarina antidrogas Soraya Cálix (hermana del principal socio de Tony Hernández, Mario José Cálix) y la libreta estuvo en su control durante 13 días antes que apareciera en la cadena de custodia, como se indicó en el juicio, más razón para que Tony Hernández conociera de los apuntes que lo inculpaban y buscara borrar cualquier huella. Pero no lo hizo. 
  4. Tony Hernández, que según demostró la fiscalía en Nueva York desde 2004 comenzó a colaborar con los peores criminales de la región para transportar droga a Estados Unidos, para 2018 era ya uno de los narcotraficantes con mas experiencia y contactos. Eso sin dejar huellas sustanciales de sus actividades delictivas (lo único que pudo inculparlo fueron los testimonios de sus socios en el mundo criminal y la libreta de Sanabria). ¿Por qué dejó el detalle de la narcolibreta de manera tan evidente?
  5. ¿Por qué viajó Tony Hernández a Estados Unidos fingiéndose inocente para noviembre de ese año, momento en el cual fue arrestado, conociendo que Nery López Sanabria había sido arrestado con 200,000 dólares de su propiedad y una narcolibreta con su nombre?, ¿o a caso nadie se lo dijo? Malos eran sus contactos entonces.
  6. Nery López Sanabria (Magdaleno Meza Fúnez), según sus abogados, negó en un inicio la existencia de la libreta y cualquier vínculo con Tony Hernández. Eso podríamos explicarlo bajo los mismos argumentos que usaron los cinco testigos cooperantes de la Fiscalía en Nueva York, que testificaron en contra de Tony Hernández, que «tenía miedo de Tony y del poder de su hermano presidente de Honduras»; pero luego, cuando supo del arresto y posterior proceso criminal de Hernández en Estados Unidos, Sanabria pidió, en enero de 2019, el traslado a un batallón por miedo a su seguridad. El traslado no le fue otorgado, con las consecuencias que ahora conocemos. ¿Quién tomó la decisión de no hacer caso a las advertencias del abogado de Sanabria que señaló que la vida del dueño de la única prueba de la actividad criminal de Tony Hernández corría peligro?

Queda claro que Nery López Sanabria tenía información vital en este proceso que podía inculpar a alguien con poder suficiente como para planificar un atentado en su contra adentro del mismo penal. Los demás reclusos han afirmado que se ofreció cinco millones de lempiras por darle muerte. Queda claro también que esa persona poderosa, no intervino para eliminar la prueba que inculpaba a Tony Hernández, quizás porque quería que sobre él cayera la culpa de todo y temía que ahora, terminado el proceso en Nueva York, comenzaran las preguntas incómodas para saber quiénes son esas a las cuales Sanabria pagó 500,000 dólares, indicando solamente que es «JOH y su gente».

Queda pues, en este caso, más preguntas que respuestas. Estamos seguros esta historia se seguirá desarrollando.

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