Ni impoluto ni puesto por Dios

EGO16 octubre, 2019

¡En donde se dice que no se puede quitar aún presidente que no responde a los intereses de las mayorías! Sumado el agravante de señalamientos de actos de corrupción y narcotráfico internacional.

Juan Ramón Martínez veterano analista afín al status quo del país y frustrado aspirante presidencial a salido al paso en defensa del cuestionado presidente hondureño Juan Orlando Hernández, al decir: «A mí me parece que no podemos hacer juicios en contra del presidente basados en el comportamiento de su hermano, debemos de hacer juicios en contra del presidente en función de los actos que haya cometido el mandatario”. Apelando Martínez a una blancura de acciones que no goza Hernández. El palangrista Martínez señala que los hondureños y comunidad internacional críticos del demandado se les olvida que al hacer críticas a JOH es al presidente de la República. Pretende el crítico visceral contra la izquierda latinoamericana que ignoremos que Juan Orlando Hernández está ahí en contra de la Constitución de la Republica –contrato social que realizan los ciudadanos para procurar vivir en armonía-. Y que es considerado traidor a la patria quién vaya en contra de la señalada disposición. Haciendo el llamado la carta magna a la insurrección popular.

No es que el soñador de creerse merecedor de algún nobel (a lo absurdo) ignore que quién se precie de ser el presidente de la república es el mejor informado y que en orden jerárquico es el primer responsable de los que pase en el territorio nacional.

Es el responsable número uno de la seguridad nacional, de la salud, educación, inversión en el país.

Atrapado en el tiempo ha quedado el señor Martínez al pretender hacer creer que como en tiempos antiguos se le hacía creer a la población que debían obediencia ciega a un mandatario ya sea que este haya sido puesto por dios o por algún linaje azul heredado.

Para el bien de las mayorías de la población hay mayor acceso a la información que permite conocer quien es quien en la administración pública, permitiendo que la población se forme su propio criterio y marque la senda que deberá seguir para su liberación. ¡Aunque el cerco mediático al que está sometido la población sigue siendo grande!

Las personas como Juan Ramón Martínez, Wong Arévalo, Marvin Ponce siguen conspirando contra los intereses de los hondureños. Se conforman estas sombras con las migajas que caen de la mesa de los que tienen sangre en sus manos; de los que niegan salud, alimentación, educación, seguridad a sus conciudadanos.

El reloj avanza más rápido en contra de aquellos enemigos de nuestros pueblos por más bufones que tengan a sueldo.

El silencio se le ha olvidado a Martínez y sus pares pese a que se ufanan de gozar de un aura de sapiencia.

 

 

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