«EL ÚLTIMO LEON DEL LIBERALISMO SE LLEVÓ EL SOMBRERO», ENTREVISTA A MIGUEL CÁLIX.

ALG11 junio, 2019

«El partido Liberal siempre ha sido un partido de base amplia, históricamente el partido más grande de Honduras, de tal manera que las personas que se dieron a la tarea de analizar números pudieron demostrar que las únicas veces que el Partido Nacional logra ganar, del retorno de la democracia hasta ahora, fue cuando los liberales decidieron no votar. Así de fuerte era el Partido Liberal. Un partido que era capaz de conjuntar en sus filas desde sectores de izquierda que nunca encontraron cabida en otras opciones partidarias, figuras históricas en los ochentas que intentaron la lucha por partidos independientes y que terminaron aceptando que la única opción era el Partido Liberal. Hablo de un Anibal Delgado Fiallos hasta el grupo que rodeó al presidente Zelaya, alguna gente de izquierda revolucionaria hasta gente que estuvo en la clandestinidad.

Miguel Cálix. Foto El Heraldo.

El país ha cambiado, la sociedad se ha ido modificando en su posición. Cada vez la sociedad es más urbana. Sin embargo aunque esa ciudadanía es más urbana trae a las ciudades muchas de sus tradiciones político partidarias que se viven de una manera en el área rural, y no se pueden vivir de la misma forma en la zona urbana.

Eso fractura lo que en algún momento era una base fuerte del Partido Liberal y del Partido Nacional, y por eso vemos que de alguna manera en los últimos años la militancia de estos partidos no solo ha decrecido sino que ha ido soltando gente que cada vez se decepciona más de la incapacidad de los partidos de jugar su rol clientelar tradicional, rol que en el pasado servia a los caudillos en la zona rural.

Los partidos están en crisis. Cuando vemos en el caso de 1924, estamos hablando de una sociedad hondureña que viene del siglo XIX, una sociedad que buscaba consolidar el estado hondureño, que no se le podía llamar país aún sino regiones controladas por caudillos rurales y había una resistencia permanente de esa ruralidad a someterse a los dictados de la modernidad que se quería crear. Una lógica de los estados con ministerios, con impuestos, con fuerzas del orden. En gran parte del gobierno de Carías, de Galvez, de Villeda Morales incluso, el gran desafío era poder ponerle cerco a ese carácter «liberal», «libre» del hondureños que hizo durante la colonia que Honduras fuera una región difícil de controlar.

Una de esas dificultades para jugar en las reglas de la democracia, ha sido en Honduras el aceptar que perdí, el aceptar que hubo una elección bajo las reglas en las cuales me sometí y que el voto no me favoreció y que debo someterme a ese resultado. Eso va en contra de la tradición hondureña que perdura aún hoy en día. Una debilidad del Estado hondureño que conspira a favor de los caudillos.

Ahora, cien años después de la guerra de 1924, muy pocas cosas parecen haber cambiado. Ahora hay más institucionalidad, más control del estado, pero sigue siendo una sociedad que a pesar que tiene una estructura diferente en la composición urbana-rural, tiene los mismos valores que inspiraron la lucha de las guerras civiles de sus abuelos y bisabuelos: una resistencia a la imposición de la autoridad, que no le queda muchas veces otra que volverse autoritaria para hacer valer el dictado de una ley que no necesariamente fue consensuada con todos. Es un circulo vicioso, yo me levanto frente al autoritario pero el autoritario no tiene de otra más que ser autoritario para imponer la ley.

Cuando uno quiere explicar la crisis del 2009 debe ir más atrás, me atrevo a decir incluso que hay cosas que no se resolvieron de forma apropiada en las crisis del 63, 71 y mucho menos la del 85. El Partido Liberal ha atravesado por crisis recurrentes que solamente aplacan la incomodidad interna, pero al ser partidos con una profunda herencia familiar, heredan también los caudillismos y también sus conflictos. Si revisas la constituyente de 1957 y ves quiénes eran los protagonistas de 1963, son los mismos nombres de 2009, con la excepción de que ahora son los hijos de aquellos. Un Villeda Morales de presidente, un Mauricio Villeda de líder del partido liberal y candidato presidencial; un Modesto Rodas de candidato presidencial, una Patricia Rodas de canciller de gobierno del Poder Ciudadano; Arturo Corrales, Carlos Flores, Ortéz Colindres, Marta Lorena Alvarado. Cualquiera que conoce la política hondureña sabe que hay allí, en esas familias, un odio nunca resuelto, una pelea nunca resuelta que indica que en el golpe de Estado había mucho más de lo que se dijo. El golpe del 63 tiene la mismas características del golpe de 2009, entre liberales.

Las diferencias en política trasciende generaciones. El partido Liberal, por ser un partido viejo, es una institución dirigida por estirpes Y tarde o temprano los descendientes no están a la altura de sus ancestros y no logran capitalizar el diálogo que caracterizó a sus ancestros.

Llegó un momento en el partido Liberal que se dieron cuenta que si seguían peleando no volverían a gobernar. La dictadura de Carías y luego el gobierno de Oswaldo López Arellano y los varios gobiernos militares fueron una dura lección para ellos. Podría hacer un parangón con lo que pasó en la concertación en Chile, en donde la dictadura de Pinochet fue un trago muy amargo y es el recuerdo de esa dictadura la que es capaz de hacer que los democristianos y socialistas se junten. El incentivo era, si no nos unimos, vuelven los nacionalistas. Era un incentivo poderoso, a tal punto que se había ya creado una dinámica de dos períodos liberales y uno nacionalistas y se encaminaban a una nueva victoria del Partido Liberal cuando sucede el Golpe de Estado.

En el caso del Partido Liberal hay que reconocer que en esos dos períodos de gobierno, uno de ellos representaba el ala más conservadora y el otro el ala progresista: Suazo Córdova-Azcona-Callejas; Reina-Flores-Maduro; Mel- y venía Elvin Santos, y eso se trunca porque no hubo la capacidad de comprender los elementos nuevos que habían en la crisis.

Había una crisis en el modelo económico que sustentó la base del partido Liberal, que en mi opinión está reformulándose y lo vemos en la última elección. No es casual que sea en la franja norte del país, en donde siempre fue fuerte el partido Liberal, que los antiguos militantes del Partido y los desafectos de la política, encuentren nuevamente un incentivo en enfrentar lo que se podría llamar el enemigo nacionalista.

Es un posicionamiento que podemos explicar no solo por el agotamiento de ese modelo que era capaz de administrar el disenso interno en el Partido Liberal, sino que llega un momento que no puede verse más alimentado por nuevas generaciones que tienen poca memoria histórica de lo que significó en su momento la llanura del poder.

Será esa llanura del poder la que hará que eventualmente la unidad pueda volver a surgir. Y lo vimos en la última elección. La alianza solo es posible dentro de la lógica de los nacionalistas se quedan y funciona de tal manera porque la tradición oral transmite la información; de hecho volvimos a recordar expresiones anticachurecos, se volvió a hablar de Carías, del continuismo, de las montoneras, incluso algunas personas comenzaron a evocar los tiempos en donde sus abuelos no soportaban estas cosas y se iban al monte. Vemos un país que vive en el eterno retorno a la vida de los abuelos.

Hay que poner atención a los paralelismos que vive el Partido Liberal en esta crisis. La última vez que tuvo una crisis similar pasaron 19 años antes de volver al poder: de 1963 a 1982. La animosidad que existía entre los bandos, el boicot a la candidatura de Jorge Bueso Arias, se parece mucho a la derrota de Elvin Santos.

El partido Liberal ahora es un partido que vive de sus viejas glorias, pero se les olvida que su último Leon del liberalismo se fue y se llevó hasta el sombrero. El sombrero que usó Suazo Córdova, que usó Azcona, Rodas. El presidente Reina no lo usa porque venía de la otra corriente. Flores no lo usó pero su movimiento era el rodismo. Es Mel quien hereda el sombrero, además en un evento público, cuando dijo «aquí está el sombrero de Rodas». El símbolo del poder del Partido Liberal, su último caudillo se lo lleva.

El último gran referente del Partido Liberal gobernó hace más de veinte años y las nuevas generaciones no lo recuerdan y el que recuerdan, ya no está en el partido. ¿Al rededor de dónde construyen ahora la identidad del Partido Liberal?

Para entender la salida de ésta crisis, hay que conocer el pasado. El partido Liberal nunca logró superar su crisis mientras no reconociera que todos los actores habían cometido errores, incluso más, muchas veces no logró la unidad hasta que el caudillo moría, me refiero a la muerte de Changel Zúniga, de Rodas…

Es un error que creer que se puede ganar elecciones sin los caudillos, no en Honduras. Los alcaldes no son prescindibles, son necesarios para cualquier victoria.

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