«Los políticos hondureños ya no están solos: los gringos los tienen ‘a mecate corto'»: Octavio Carvajal

Nincy Perdomo21 diciembre, 2018

Nos reunimos con el periodista Octavio Carvajal en el café de un aglomerado centro comercial de la capital para conversar sobre periodismo y política. Carvajal, un profesional con una amplísima trayectoria en el campo de la comunicación y prensa, conversó en exclusiva con El Pulso de todo un poco: sus experiencias personales como periodista, gobiernos pasados y presentes, la reelección, el rol del político hondureño y las escabrosas relaciones de los políticos con el narcotráfico. Conozca un poco más sobre este connotado periodista hondureño.

¿Cómo inicia su carrera periodística?

Yo inicié a finales de 1988. Tengo treinta años en el ejercicio de la profesión. Inicié en Diario Tiempo, en el desaparecido Diario Tiempo impreso, cuando Manuel Gamero era director, y Vilma Gloria (Rosales) era jefa de redacción. Ahí estuve poco más de un año, de ahí pasé a El Heraldo en 1990. Yo inicié en prensa escrita, ahí me formé, cubriendo nota roja.

¿Cómo fue esa primera experiencia en Diario Tiempo?

No,  lo mandan a uno a practicar. Me mandaron a cubrir muertos, la morgue, los juzgados, a aprender. A mí me apasionó. Estuve nueve años cubriendo nota roja. Me apasionó porque (en ese género) se practica más el periodismo de investigación.

¿Hubo algún caso de los que usted cubrió entonces que le llamó particularmente la atención?

Cubrí varios. Cubrí la muerte de (Gustavo) Álvarez Martínez, la muerte de Riccy Mabel, el accidente de TAN-SAHSA en Las Mesitas… Han sido varios casos. Estuve en medio de asaltos a bancos, en medio de fuego cruzado, muchos casos. Mucha gente cree que es fuerte lo que pasa hoy en nota roja pero creo que antes habían casos más especiales también.

¿Cuál fue el primer gran reto que usted experimentó al iniciar su carrera?

En la Escuela de Periodismo uno recibe más o menos una orientación, ya la práctica es otra. No es solamente redactar, hay que aprender a redactar. Todos los días se aprende. Hay que luchar. De repente cuando inicié me sentí mal porque nosotros comenzamos a redactar en máquinas Olimpia, en cuartillas, y nos rompían o nos manchaban lo que hacíamos cuando estaba malo. Pero algo que me cause asombro, no.

«Uno no llega a una sala de redacción a chuparse el dedo, a especular, a mentir, a alarmar. Eso no existe para mí.»

¿Cómo siguió avanzando en su carrera periodística?

En El Heraldo estuve un tiempo, luego pasé a Radio América. Estuve en el desaparecido Periódico de Honduras. De ahí, volví a El Heraldo, donde estuve hasta 1997, creo. Después estuve trabajando en relaciones públicas en el gobierno, estaba Carlos Flores en el poder y estuve en la Contraloría. Ya en el 2002 me independicé como periodista y monté la empresa que ahora tengo. Estoy escribiendo para El Heraldo en temas muy personales, no tengo ninguna directriz; escribo a título personal e investigo a título personal. Tengo más de seis años de escribir para El Heraldo las páginas de Siempre. Ahí me he mantenido, escribo para El Heraldo y sigo en mi empresa de televisión.

¿Cuál ha sido el medio de comunicación en el que más ha disfrutado trabajar hasta ahora?

Cada uno ha tenido su apasionamiento, su momento. Diario Tiempo me dio la oportunidad de tener una idea de cómo redactar. El Heraldo ha sido un bastión para mí, una plataforma impresionante e importante en mi vida, y en mi empresa pues yo hago lo mío en televisión. Mucha gente me dice, “No decís las cosas como las escribís,” pero son dos papeles diferentes. Redactar y salir en televisión es otra cosa. Lo que a usted le sustenta escribir es que cuando habla, habla con más propiedad de lo que ha investigado, de lo que hace, de lo que usted oye. El escribir es diferente. Usted no puede escribir todo lo que le dice la gente.

Desde su experiencia, ¿cuál es la diferencia entre prensa escrita, radio y televisión?

Es que cada una tiene su función. La televisión es prontitud, la radio también. La televisión está dejando atrás a la radio. Nosotros estamos en una era digital totalmente. Hablando de prensa escrita en comparación con televisión y radio, yo miro mucha pobreza todavía en el periodista. El periodista no inquiere, no investiga, es alarmista. Hemos caído en un periodismo basura, mochilero, donde se alarma por una serpiente, por un ahorcado. Eso no es noticia. El periodismo actual tiene que ser de mucha investigación. No es lo mismo que usted genere opinión pública que usted persuada a la opinión pública. Son cosas totalmente diferentes. Usted puede generar opinión, le pueden leer mucho, pero la gente no le cree lo que usted dice, lo que escribe. Así funciona el periodismo.

En este tiempo en que la credibilidad del periodismo a nivel mundial se ve bajo ataque por el auge de las noticias falsas en las redes sociales, ¿qué es lo que consolida la credibilidad de un medio de comunicación o de un periodista individual?

Yo soy muy exigente conmigo mismo. No voy a ir a El Heraldo a escribir algo que no tiene credibilidad, que no tiene alcance. Uno no llega a una sala de redacción a chuparse el dedo, a especular, a mentir, a alarmar. Eso no existe para mí. Mucha gente dice que por qué no digo nombres. A mí no me interesa decir nombres de nadie. Yo no voy a ir preso por un corrupto que me puede acusar de difamación, ni por un narco. No tengo que ir preso yo por quienes han cometido el delito.

Fotografía: Nincy Perdomo

¿Cuál considera usted que ha sido el evento más significativo en la democracia hondureña en los últimos años, y que ha definido la situación actual del país?

El golpe de estado de Mel. Mel comenzó bien. Mel se perdió en lo parejo. Se perdió porque quienes estaban alrededor de él lo orillaron a empezar con esa idea, ese amor al trono de la reelección. A la gente no le gusta la reelección en Honduras. Nuestra idiosincracia es totalmente diferente. Le podría calar un presidente que haga un buen papel. Cada quien ha hecho su papel bueno, pero han tenido muchas cosas malas. Lo que pasa es que se ha creado mucho odio en la población. Hay que decir las cosas como son. La clase política y empresarial del país, y el gremio periodístico también, tiene que meditar. Tenemos que aprender a ser más flexibles, más reflexivos, más receptivos. Los empresarios tienen que dejar de llorar también. Lloran por todo y por nada, se quejan por los impuestos. Todos pagamos impuestos. Usted se toma un café y paga impuestos. En ese aspecto creo que el empresariado en el país todavía no ha medido las situaciones que nos siguen causando muchos problemas en la polarización de la sociedad, en la división de la sociedad. Ellos tienen que aprender también a ser más condescendientes con la gente que necesita de un trabajo, que necesita de un mejor salario. No solamente hay que estar exigiendo y exigiendo.

Para usted, entonces, ¿el tema de la reelección no es popular en el pueblo hondureño?

No le importa a la gente. A la gente lo que importa es encontrar personas transparentes, coherentes con lo que predican. La gente ya no quiere ver personas en campaña, comiendo baleadas y haciendo el ridículo. Eso no le importa a la gente. Aquí se puso el ejemplo de AMLO al llegar a la presidencia, y aquí (Ricardo) Maduro deshechó el avión West Wing, vendió el helicóptero que recibió Carlos Flores del gobierno de Taiwan, cada ministro y él mismo andaba en su propio carro. Fue austero, le dejó la mesa servida a Mel y la gente no agradeció eso. Resaltemos las cosas buenas que hizo cada gobernante nuestro. Creo que un presidente tiene que dejar los excesos en Honduras. Ya es tiempo. Todo presidente y cada funcionario. Los diputados están pasando por una situación difícil por la misma ambición. Nadie deja la codicia en el poder. Aquí el periodista está metido en política. Está bien que el periodista como ciudadano apoye a un candidato, cada quien tiene su corazoncito, pero el periodista metido en un cargo de elección popular no es periodista. Es traficante de influencias. Es un comerciante.

Si la reelección no es un tema popular en Honduras, ¿por qué se reelige el actual presidente?

Por las condiciones políticas y geopolíticas del país. Estados Unidos sabe que Juan Orlando va a ser de ayuda en estos próximos tres años. Hay gente que quiere que Juan Orlando se vaya, pero eso no es decisión suya ni mía, ni así lo grite usted o yo. Él está aquí sostenido en el poder porque los gringos también lo necesitan. Es primera vez que un presidente entrega a su propio hermano también. O era él, o era otro de su gobierno. Los gringos no se sabe a qué juegan. A ellos lo que les importan son sus intereses siempre.

¿Qué cree usted que habría ocurrido si el ex presidente Manuel Zelaya se hubiera visto en la misma situación que el presidente Juan Orlando Hernández respecto a su hermano?

No voy a conjeturar con algo que no se sabe oficialmente.

¿Cómo ve el futuro de Honduras si la situación política continúa de la manera actual?

Uno no puede prejuzgar, yo no soy adivino. Es un poco incierto. La situación del país se puede complicar porque se mantiene el conservadurismo, que yo dudo que los gringos permitan que aquí pueda llegar otro “alocado” al poder. Lo que sí le puedo decir es que quien llegue al poder va a estar sujeto a lo que los gringos digan. Los tiempos cambiaron en Honduras. Ya no es lo mismo. Quien quiera robar, hacer esto, maniobrar, maquillar leyes, va a tener que pensarlo mucho.

Fotografía: Nincy Perdomo

¿Usted cree que el partido Libertad y Refundación tiene la posibilidad de llegar al poder?

Claro, todos los partidos con mucha afluencia tienen opción, Nasralla tiene opción de llegar al poder, de repente si hace una alianza estratégica con Luis Zelaya. Así como está la situación del país cualquier cosa puede suceder. Las ansiedades y las frustraciones en una población harta de todo, no solo de corrupción, de políticos narcos, de periodistas delincuentes, llevan a que la gente, en un momento de ansiedad, se va a traicionar a sí misma. El remedio va a salir peor que la enfermedad y va a poner a un remedo de presidente. Ése es el peligro que corremos, que nos gobierne un tonto. No solamente un tipo que se las tire de vivo, sino un tonto que no conozca cómo manejar el Estado.

¿Cómo ve usted el Congreso Nacional cuando está por cumplirse el primer año de su gestión?

Es un congreso muy pobre en muchas cosas. Con todas las cosas que están pasando, muchos dicen que se van a romper los acuerdos con la MACCIH cuando termine el período que se convino con el gobierno de Juan Orlando Hernández. Los gringos tienen diferentes formas de maniobrar, y aunque muchos quieran darle vuelta a eso y no renovar, tenemos lo que pasa en Guatemala, para poner un ejemplo específico de un país cercano. Nosotros somos el único país de Centroamérica que tenemos una base militar norteamericana. Los políticos hondureños ya no están solos; los gringos los tienen “a mecate corto”.

¿Ve figuras brillantes en el Congreso Nacional?

Hay figuras brillantes en todo el país. El problema es que volvemos a lo mismo, la gente sigue votando por los mismos. La gente es calenturienta, se deja enganchar por un salario mínimo, por un aumento, porque alguien le dice que le van a bajar a la energía eléctrica, que le van a bajar a esto, que le van a pagar la matrícula… Es pura charlatanería. Es un laterío de políticos aprovechando la inopia de la gente. La gente se deja enganchar en medio de las necesidades, de las ansiedades, de las frustraciones, lo que nos puede llevar a tener un gobierno peor que el que tenemos. La gente cree que va a llegar un mago y va a resolver todos los problemas del país. Los gobiernos paternalistas crean parásitos en cualquier sociedad.

¿La política hondureña sigue estando infiltrada por el narcotráfico como gobiernos anteriores?

No, ha cambiado. El narcotráfico se ha reducido. Creo que siempre hay corredores, y gente que tiene mil maneras de traficar droga. Todavía hay policías y militares, que permiten eso; políticos que están metidos, empresarios también. Eso no se va a poder eliminar. Aquí tenemos traficantes de droga, narcopolíticos, yo lo dije en algún momento, pero en Estados Unidos no hay narcos. Según las estimaciones que hay, de diez norteamericanos nueve se drogan con cualquier tipo de estupefaciente, en su mayoría cocaína. Entonces es cuando uno se pregunta, “Y si aquí hay narcos, ¿quién recibe la droga en Estados Unidos?” Estados Unidos es el imperio, y ellos saben para dónde van, qué es lo que quieren. En Honduras el golpe al narcotráfico ha golpeado sectores del Atlántico: Colón, Olancho, Copán, el occidente, el noroccidente. Ha habido cualquier cantidad de cierre de negocios de gente que de forma directa o indirecta lavaba dinero de narcotraficantes. Honduras ya no es el mismo país de hace diez años. Aquí el que quiera aspirar a la política es porque el poder deja lucro siempre. De cualquier forma hacen pillerías con lo ajeno. Pero que va a venir alguien a decirle a Estados Unidos, “no, yo no te entrego a fulano,” ya está probado. Juan Orlando Hernández no tuvo otra opción que ceder a su hermano. Está preso el hijo de Porfirio Lobo. Los demás que caigan van a seguir cayendo.

¿Cuál cree usted que ha sido el gobierno que ha tenido una relación más estrecha con el narcotráfico?

Todos han tenido relaciones con el narcotráfico, lo que pasa es que los gringos vienen investigando el narcotráfico en Honduras desde 2002, 2003, aproximadamente. Ahí se va a saber lo que va a pasar. La gente quiere que los periodistas digan los nombres o que se adelanten cosas que no han sucedido. Si ni a los gringos les apura decir lo que les interesa. Ellos pueden escoger a quien quieran y pedir a quien quieran en el momento que ellos quieran. Todos los políticos han tenido relación directa o indirecta con narcotraficantes.

«Una de las peores cárceles que se puede tener es el dedo inquisidor o la mirada inquisidora de la gente diciendo que se es corrupto, que se es narco.»

¿Cree usted que hay preocupación en los partidos políticos por las recientes capturas de políticos hondureños relacionados con el narcotráfico?

No habíamos visto un montón de cosas que están ocurriendo. Empresarios, políticos presos, dirigentes obreros… Nadie va a escapar así fácilmente. Ya el hecho de que se mire que hasta un presidente le dice a los demás, “Mi hermano va a tener que defenderse,” en el caso del presidente Juan Orlando Hernández, “y yo le pido a correligionarios, amigos y a cualquier ciudadano que no me pidan favores.” No sé si lo entendieron los demás pero el que tenga que ver con alguna falta, cualquier tipo de delito, tarde o temprano va a caer. Esto ya no es igual, y eso es lo que la clase política y empresarial, y ciertos periodistas, deben de entender. No va a ser fácil driblar la justicia aunque quieran maquillar leyes. Además, la gente ahora los señala. “Allá va aquel ladrón.” “Allá va aquel que acusaron.” Una de las peores cárceles que se puede tener es el dedo inquisidor o la mirada inquisidora de la gente diciendo que se es corrupto, que se es narco. Ahí andan muchos diciendo que van a regresar pronto. Sí, van a regresar, pero cuando alguien queda marcado, queda marcado.

¿Cómo debería la prensa cubrir todo este tipo de acontecimientos? ¿Qué le falta a la prensa hondureña a la hora de abordar estos eventos?

No especular. El periodismo no es para especular, ni para alarmar, ni para alardear. El periodismo es para ser concreto. Aquí tenemos periodistas que son millonarios de la noche a la mañana. Se hicieron ricos con proyectos políticos fracasados y nadie los juzga. Son eminencias en el país. Así funciona el Estado, así funciona todo este entarimado donde se ensalza al que crece como la espuma de la noche a la mañana. Así funciona el sistema, y tiene que cambiar el sistema.

¿Qué tipo de panorama augura para el próximo cambio de gobierno?

En Honduras la gente es un poco más pacífica. Han cambiado algunas cosas, van a haber enfrentamientos en algún lado u otro, discusiones de fraude, siempre va a suceder. Políticamente es incierto porque el partido de gobierno está desgastado con tres períodos en el poder, y no quieren ceder posiciones los que están arriba. Eso puede darle mucha fuerza a la oposición. El poder absoluto corrompe. Si los dirigentes del partido de gobierno no meditan, no les auguro suerte en las próximas elecciones. Hay cansancio en la gente. Hay fastidio.

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