¿UN EMBRIÓN ES UNA PERSONA HUMANA?

EGO10 octubre, 2018

Por: Alex Palencia.

Desde hace algún tiempo hemos venido observando el inoperante papel que juega la academia en nuestro país, es decir los profesionales de las ciencias sociales y naturales que como catedráticos de las diferentes ramas de la ciencia, están obligados a la investigación y a la generación de pensamiento científico a través de artículos, libros, ensayos, talleres, conferencias, cátedras, y ponencias.

El Estado de Honduras (o sea el pueblo hondureño) gasta anualmente una gran cantidad de dinero en becas de estudio de todo tipo, aquí y en el extranjero (licenciaturas, diplomados, maestrías, doctorados y posdoctorados, etc.). A esto agregamos el pago de profesores en escuelas, colegios y  universidades públicas, quienes deberían estar obligados a desarrollar el conocimiento científico de la sociedad hondureña, en los diferentes temas que la sociedad en general exige de la comunidad científica como tal. De igual manera ha aparecido cualquier cantidad de especializaciones de diplomados, maestrías y doctorados, promocionadas y realizadas en las distintas universidades privadas del país que proliferan por doquier como pingues y vulgares negocios, más no por ello, los trabajos de investigación, es decir, de producción de documentos, artículos y ensayos, con propuestas de contenido científico se ha incrementado en Honduras, al contrario, en los últimos años la producción de este tipo de material científico pedagógico y didáctico ha disminuido considerablemente en el país.

Lejos de ello, a veces somos otros, quienes nos atrevemos de alguna manera a abordar la problemática nacional desde nuestra perspectiva de aficionados y autodidactas, solo por el hecho de contribuir a tapar el hoyo, o más bien cráter que los “académicos” nuestros históricamente van dejando en el imaginario colectivo de nuestra sociedad. Riesgo que tomamos incurriendo muchas veces en errores de apreciación, por nuestra falta de estudio formal, aun así, desde hace tiempo, y desde mucho antes que se conociera la palabra internet, en las honduras muchas personas, sin ser historiadores, sociólogos, pedagogos, psicólogos, etc., se atrevieron a escribir sobre diferentes temas de interés nacional, ya que la academia no aparecía ni aparece  por ninguna parte hasta el sol de hoy.

Así tenemos que estos invisibles personajes (hablo de los académicos), han sido incapaces desde sus cátedras o carreras, de abordar desde la ciencia, todo el desajuste social imperante, de un país como el nuestro que hoy se está inmerso en un estado de calamidad.

A falta de investigaciones o estudios, que le permitan a la sociedad desmontar, desconstruir, para poder desde el conocimiento y la propuesta científica, volver a montar y reconstruir, bajo criterios salidos de la investigación y el análisis científico, que nos puedan explicar los fenómenos que han causado nuestra infames realidades, a veces inexplicables para el común de las personas, ejemplo de ello: el surgimiento caótico de  maras y pandillas, o bien ¿qué ha ocasionado los diferentes golpes de Estado?, ¿cuál ha sido el detonante de la violencia generalizada?, ¿cómo superar el problema la inseguridad ciudadana?, ¿qué es en verdad el neoliberalismo? En fin, ensayos y reflexiones que sirvan de herramientas para desmontar el militarismo y la ocupación militar extranjera, la corrupción, no solo de la sociedad, sino también de nuestras aspiraciones. Reflexiones que  desenmarañen el feminismo y la equidad de género; que tracen la ruta de las políticas públicas, o bien, que nos ayuden a descubrir las artes como expresiones que enaltecen el espíritu humano, la importancia  del deporte y los nuevos aportes de la biomecánica al mismo, etc.

Y menos encontramos a la academia, cuando se trata de abordar las ciencias de la biología, la geología, las ciencias naturales,  o bien, las ciencias teóricas que buscan la verdad de las ideas, como formas  y como sustancias y en cuyo conocimiento está fundamentado el saber por el saber mismo, como son las matemáticas, la física y la metafísica.

Ejemplo de lo que aquí expresamos, y haciendo un parangón con la Argentina. Aunque dicen que las comparaciones nunca son buenas, a veces tenemos que recurrir a ellas para explicar entuertos históricos y sociales. Pues bien, hace algunos días en la Argentina se discutió una ley sobre la legalización del aborto, como opción por parte de la mujer, para decidir sobre su propio cuerpo. Dicha Ley, cimentada en el conocimiento científico, se impuso sobre los prefijos de valores éticos y morales promulgados por la religión judeocristiana. Fue una demanda de las organizaciones feministas que hace ratos vienen luchando dentro de un sistema patriarcal religioso, por el derecho a que las mujeres puedan decidir sobre sus propios cuerpos.

El debate entre ambos bandos, aquellos que abogaban por el aborto científico, y los grupos religiosos y patriarcales que defiende la postura de los prefijos religiosos cristianos occidentales, se centró en la pregunta, en sí,  ¿Un embrión es, o no es, una persona humana? Esta discusión que involucró a todos los entes de la sociedad argentina, y donde la academia valientemente salió al paso, para evacuar cualquier duda al respecto, dando explicaciones apegadas a la objetividad científica, despojada de los oscuros y siempre siniestros prejuicios religiosos, y de esta manera dar su infalible valoración sobre el asunto.

En las honduras hace solo unos días de igual forma se llevó el mismo debate, y al contrario de lo que sucedió en Argentina, aquí como siempre se impuso el pensamiento ultramontano y religioso cachureco. Y no podía ser de otra manera, siendo que hemos estado gobernado durante casi doscientos años, por el nefasto anacronismo histórico encarnado en el partido Nacional y Liberal. Por cierto hoy ambas instituciones políticas se han convertido en nidos de grandes mafias agrupadas al crimen organizado y al narcotráfico, y asociadas como siempre desde su gestación a la incongruente iglesia cristiana católica y evangélica, quienes juntos de nuevo impusieron su criterio mágico religioso sobre los derechos humanos y la ciencia.

La diferencia entre la Argentina y Honduras, es que aquí la academia enterró la cabeza en las oscuras aguas, solo para hacerse los locos o los de peso, evadiendo la responsabilidad que les compete como científicos en un debate tan controversial y delicado. ¡Claro! Y es que en las honduras, los “académicos” son paradójicamente empedernidos religiosos, evangélicos y católicos.

A los académicos nuestros, representados, o que representan la tan cacareada Universidad Nacional Autónoma De Honduras, en este debate, no se les vio por ningún lado, en otras palabras, no fueron ni chicha ni limonada, en una situación que ameritaba su comparecencia para ser parte determinante en la objetividad y valorización de una decisión de tal naturaleza. La biología no apareció por ningún lado. Aquí para mala suerte nuestra, con honrosas excepciones, no hay científicos de la catadura profesional, moral y científica de Alberto Kornblith, quien es un biólogo molecular argentino, doctor en Ciencias Químicas y licenciado en Ciencias Biológicas que se desempeña como investigador superior del Conicet y es docente universitario en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Es autor de más de 100 trabajos publicados en revistas internacionales que han recibido más de 10.000 citas, ha dictado numerosas conferencias y seminarios. Actualmente es el director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del CONICET-UBA.

Pues bien, Alberto Kornblith con objetividad, sin prejuicio y con valor, magistralmente explica, desde la ciencia de la biología, la diferencia entre un embrión y la persona humana. Él expone, que desde el óvulo o huevo del útero de la mujer, y el espermatozoide o gametos del hombre, ya existe la vida celular. Pero al igual hay vida en el Homo Sapiens incluso después de la muerte, donde el sistema celular tarda un tiempo considerable en morir plenamente; a pesar de ello, enterramos o nos deshacemos del cuerpo del difunto, que aún tiene vida como sistema celular. La vida humana según el biólogo Alberto Kornblith, empieza cuando el feto, se independiza de la  generadora y responsable del proceso de gestación, que es la madre.

La lógica mágica religiosa sostiene la teoría de que el embrión es una vida humana. Entonces bajo ese surrealista criterio, la sociedad debería preservar los millones de huevos  o espermatozoides  del hombre (al ser desperdiciados al masturbarse), así como todos los óvulos o huevos del  útero de la mujer, que mueren o se pierden irremediablemente en el transcurso del proceso de la vida humana. Idea esta tirada de los pelos, que solo podría concebirse en un cerebro dañado, atrofiado, por los prejuicios de una cosmovisión ajena a los principios de la naturaleza como tal.

El biólogo argentino Alberto Kornblith agrega que es la mujer a través de su organismo quien alimenta y desarrolla todo el proceso embrionario, y que si este no correspondiera al 50% de su información genética, el organismo de ella inmediatamente rechazaría dicho embrión. En otras palabras, es la mujer a final de cuentas, la única involucrada y responsable, desde el principio hasta el final, de todo el proceso de gestación; por lo tanto, es a ella a  quien  corresponde la opción de tomar la decisión de interrumpir o no, su proceso de gestación, por la situación que sea.

Al final en las honduras (como en las pampas argentinas), ganó la ignorancia, la religión, el patriarcado, la politiquería, el Opus Dei, el conservadurismo, Provida –más bien, anti derechos-,  y el bipartidismo cachureco de nacionalistas y liberales, quienes ni cortos ni perezosos desnaturalizaron la propuesta de ley de la despenalización del aborto en el Congreso Nacional, negando su viabilidad.

Al contrario, en éste mismo lugar endurecieron desde hace un tiempo la Ley Contra el Aborto, y para desgracia de la hondureñidad, perdieron las MUJERES. Y como siempre la “ACADEMIA Hondureña” solo ha servido para promocionar y organizar fiestas, a través de sus asociaciones gremiales  donde se traban grandes comilonas y apoteósicas  borracheras, haciendo eco al nido de corrupción en que estas se han convertido en los últimos años, en vez de dedicarse a la promoción, producción, divulgación y creación de la ciencia.

Por lo anteriormente expuesto y siendo que los académicos de nuestro país son irremediablemente, empedernidos religiosos, se vuelven ante los ojos de la ciencia y la sociedad, altamente sospechosos de ser unos acomodados farsantes.

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