EL ROSTRO DE LA MALDAD

EGO26 junio, 2018

Por Julio Raudales

¡Es horrible lo que ha pasado esta semana!: Niños enjaulados, separados de sus familias al llegar a Estados Unidos, llorando, sollozando, reclamando a gritos a su madre. ¡No se puede creer!

Yo estaba de regreso de un viaje y al llegar a Tegucigalpa los periodistas me preguntaban. Me decían: “Trump ha ordenado que a los niños los separen de sus padres y que los pongan en jaulas”, ¡al mas puro estilo hitleriano! Yo pensé “estarán exagerando, esto no puede ser verdad” Pero no. Lo vi y las imágenes son realmente desoladoras, rebajan a la especie humana y desmienten los valores sobre los cuales fue fundada la nación estadounidense.

Yo pregunto -porque cuando uno no entiende hay que preguntar- y he inquirido a bastantes personas en los últimos dos días: ¿Por qué hicieron esto? ¿Cuál es la lógica? Y la respuesta ha sido siempre la misma: para disuadir a las familias, para hacerlas sufrir, para que lloren, ¡lo hacen deliberadamente para que esos gritos infantiles, desesperados convenzan a quienes están pensando en escapar hacia los Estados Unidos de no hacerlo.

Pero al tomar esa nefasta decisión, Trump olvida que el éxito de su país se debe a la mezcla de personas que llegaron de todo tipo de lugares en el mundo: desde Senegal y Noruega hasta la India e Italia. Desde Turquía, Rusia e Irlanda, hasta Marruecos, Somalia y Pakistán. Precisamente el factor que hizo de los Estados Unidos un ejemplo único en el mundo fue esa argamasa de culturas, religiones, colores de piel, lenguas y formas de ver el mundo.

Entonces, lo que están haciendo al separar familias y enjaular niños es, primero una canallada y segundo, una idiotez, porque va en contra de la ola de la historia. El mundo se está globalizando quiéralo Trump o no, levanten ese muro o no. De hecho, ha pasado ya un año y medio de los cuatro que le tocan y no lo han iniciado todavía. O sea que a falta de muro ahora se les ocurrió poner jaulas y esto es verdaderamente repugnante, no encuentro otro adjetivo.

Desde México, Guatemala y nuestro país, las autoridades elevaron su voz de protesta. Los presidentes y cancilleres exclamaron que ésta política de encerrar a los niños y niñas como animales es “cruel” para usar las palabras de Videgaray. Y me parece que se quedó corto.

A la vista de esas imágenes tan espantosas, que han recorrido el mundo y que, por supuesto, resulta un bochorno para la ya disminuida imagen de los Estados Unidos y de la administración Trump, los emigrantes que se encuentran en camino se sienten entre la silla eléctrica y la horca. Están desistiendo de llegar a aquel país, pero tampoco quieren regresar al suyo. Vienen huyendo de la violencia y miseria que les azota, pero sienten que la amenaza al llegar es insoportable. ¿Qué motivación tiene un político para hacer una cosa así?

Porque, se supone que los políticos deben ser mejor que nosotros. Son nuestros representantes, por lo tanto, uno supondría que son más inteligentes, más virtuosos, que tienen un corazón más benévolo y que son compasivos, a un punto que el común de la gente no podría ser. Uno no puede dejar de preguntarse cómo pueden ser tan ruines y tan abyectos. Cómo pueden, quienes representan a una sociedad, contribuir a envenenar la existencia humana.

Los puristas de la ley dicen: Está mal que lleguen personas sin un documento que acredite su estadía en aquel país. Pero quizás no comprenden que la gente se va de sus países porque éstos son invivibles, no tienen futuro y porque la miseria y la violencia es el peor enemigo en la vida de esas personas. El sentimiento que los espolea a abandonar su tierra es uno noble: quieren darles a sus hijos un mejor lugar donde vivir. No son criminales, quieren algo mejor para sus familias.

Entonces, en lugar de estar pensando en construir un muro, Trump debería sentarse con los presidentes de estos países a construir una estrategia que permita mejorar las economías y la gobernanza en Centroamérica. Este era el plan que Obama había diseñado con el llamado “Triangulo Norte”. Pero el actual presidente norteamericano está empeñado en desdeñar todo lo que hizo su antecesor y esto solo contribuye a desfigurar su mala imagen.

Sin embargo, mas que continuar denostando las odiosas acciones del presidente norteamericano, es el momento de preguntarnos, qué estamos haciendo en nuestro país para ofrecerles a las familias un mejor futuro. Es hora de entender de una vez que la responsabilidad es nuestra, mas allá de la maldad o bondad de los otros países.

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Julio Raudales es sociólogo, vice rector de la UNAH, presidente del Colegio de Economistas de Honduras, ex Ministro de Planificación y Cooperación.

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