LA URGENCIA DE UN TRIUNFO PARA LOS HONDUREÑOS

EGO21 junio, 2018

Por Óscar Esquivel

Ha empezado el campeonato mundial de fútbol que se desarrolla cada 4 años y con ello un entretenimiento sano a la población mundial, donde los hondureños no estamos exentos. El campeonato mundial le permite un respiro a este mundo en crisis. Descansamos de problemas que a lo mejor son iguales o peores que en el pasado y de los que siempre se ha logrado salir adelante, aunque desgraciadamente a un costo demasiado alto, por causa de la ambición desmedida de unos pocos.

Honduras quizá es una de las poblaciones más sufridas en este momento histórico, producto del saqueo constante del que ha sido objeto. Esta situación que está llegando a un punto insostenible donde hay dos posibles salidas: el colapso total de la sociedad o la oportunidad de salir de una vez por todas de la situación de miseria a la que unos pocos nos han empujado; oportunidad de juzgar a los que han saqueado “la cosa pública” y que de las mayorías asuman personas con valores y capacidad la administración del estado.

Miles de hondureños huyen del país por causas de todos conocidas. El gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, sumando ya al terrible dolor del expatriado, toma como medida la separación de los niños migrantes de sus padres, encerrándolos en jaulas. Esta es  una medida inhumana que ha sido censurada por la comunidad internacional y que ha obligado a los Estados Unidos a retirarse del seno de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos. Es una acción irresponsable y arrogante del país que se ha atribuido el papel de ser “amo del mundo”.

Al retirarse de las Naciones Unidas creen eximirse de la responsabilidad del respeto a los derechos humanos, evidenciando lo que realmente son. Cerca de 200 infantes hondureños están encerrados hoy en jaulas alejados de sus padres, del resto de su familia, de sus amiguitos, de sus juguetes, de su entorno. Cuando no logramos imaginar que pueda haber más maldad en algunos seres humanos, aparecen estos actos ofensivos a la especie humana, acciones que nada tienen que envidiarle a Hitler.

Los problemas a los que se enfrentan los hondureños a diario son de vida o muerte, una lucha de supervivencia pura. Los hondureños demuestran así estar hecho de buena pasta, de genes ancestrales heróicos, ya que otras sociedades en su lugar habrían sucumbido en este punto. El hondureño resiste a diario, practicando la resistencia consciente o inconscientemente como estrategia de lucha. El común de los hondureños, sin haber leído al poeta argentino, «no se da por vencido, aún vencido, no se siente esclavo, aún esclavo, teniendo el tesón del clavo que aún enmohecido, vuelve a ser clavo.»

Se vislumbra un panorama más amigable para la mayoría de los hondureños. Algunas acciones como llevar a los tribunales de justicia a una clase mal llamada política y empresarial nos permiten avizorar un cambio en la ruta trazada por los enemigos permanentes de los pueblos. El pueblo hondureño debe seguir presionando, debe estar vigilante que no sea un reacomodo de la clase saqueadora de la “cosa pública”. Los miembros de los partidos políticos y de la clase empresarial, que en su mayoría son buenos y con capacidades, deben denunciar y expulsar de sus filas a los corruptos que tienen de rodillas a la
población hondureña, que ansía un triunfo, por muy pequeño que éste sea, pero que le permitiría seguir teniendo esperanzas en la construcción de un país donde vivamos en paz.

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