PRISIONEROS DE CRISIS ELECTORAL EN «LA TOLVA», SIN AGUA Y SIN SOL

EGO31 mayo, 2018

El Pulso se desplazó hasta el municipio de Morocelí (zona oriental del país) en el departamento de El Paraíso, donde está ubicada la cárcel de máxima seguridad “La Tolva”, acompañando a la delegación canadiense de Derechos Humanos que la semana pasada llegó al país para denunciar las condiciones que viven los que califican como prisioneros políticos.

Integran la delegación -como persona principal- la doctora Janeth Spring, madre de Karen Spring la compañera de Edwin Espinal y Russell Graham miembro de Derechos Humanos en Acción de Ontario Canadá y 5 personas más todos miembros de la organización humanitaria.

El recorrido inició con la visita al Instituto Nacional Penitenciario (INP) en Tegucigalpa en donde dos días  antes habían solicitado los permisos correspondientes para garantizar el ingreso al centro penal. Un soldado armado con un fusil y vestido con un chaleco antibalas custodia la entrada al edificio que alberga el INP, los extraños a la vista del solitario militar explican el propósito de su presencia; varios días atrás y por medio de la embajada habían pedido los permisos y dos días antes gestionado los mismos; ese día debían estar listos, aparece un guardia con ropa civil, pide los pasaportes; Graham ingresa a las oficinas, sale y les comunica que tienen que sacar sus pasaportes, ingresan todos.

Con los rostros desencajados salen de la oficina; los permisos están, pero no hay quien autorice. El director y la subdirectora andan en eventos, el guardia les dice que no hay quien pueda autorizar la entrega de los permisos.

La delegación debe solventar la disyuntiva; ir hasta el centro penal en Morocelí y tocar los portones para que los dejen entrar o sentarse a esperar a que aparezca alguna autoridades y les entregue los permisos.

Por unanimidad deciden que van a ir hasta Morocelí, a tocar los portones de “La Tolva”, la cárcel de máxima seguridad y símbolo de la política penitenciaria de este gobierno.

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Edwin y el Golpe de Estado

Edwin Espinal y su compañero Raúl Álvarez fueron capturados por la Fuerza de Seguridad Institucional Nacional (FUSINA) el 19 de enero, como consecuencia de las protestas postelectorales. El Estado los acusa de incendio agravado, daños agravados a la propiedad privada, atentar contra la vida de los huéspedes de un hotel, tenencia y almacenamiento de material explosivo, y también -al principio- se le acusaba del delito de asociación ilícita y terrorismo, pero estos dos últimos delitos el Ministerio Público no lo ha podido probar por lo que el juez Claudio Aguilar le ha dado sobreseimiento provisional.

El 21 de septiembre del 2009, a eso de las 10 de la mañana se conoció que Manuel Zelaya Rosales presidente de Honduras, derrocado por un golpe Estado militar la madrugada del 28 de junio de ese mismo año había ingresado de manera clandestina al país y se encontraba en calidad de asilado político en la embajada de la República Federal de Brasil en Tegucigalpa. La gente se desplazó de los cuatro puntos cardinales del país, tomándose la avenida La Paz y las calles circundantes a la sede diplomática con  la idea de reinstalar a Zelaya Rosales en la presidencia, razón por la que meses anteriores caminaban a diario no solo en la capital sino en diferentes ciudades del país.

En la madrugada del 22 de septiembre la policía y fuerzas militares apoyados con equipo blindado desalojaron violentamente a los manifestantes, a consecuencia del exceso de gases lacrimógenos y por asfixia perdió la vida Wendy Ávila, ella era asmática y era compañera de hogar de Edwin. Ambos participaban en la lucha por la democracia en la motorizada (un grupo de motociclistas) de la Resistencia Popular contra el Golpe de Estado, Edwin  conducía una motocicleta color negra, la joven mujer iba a su espalda portando una bandera rojo y negro que identificaba a los miembros de la resistencia que luchaban por la reinstalación del presidente Zelaya Rosales en la presidencia.

La muerte de Wendy cambió la vida de Edwin, antes del suceso nadie sabía que estuviera en conflicto con los cuerpos de seguridad. Después del suceso se conoció que el juez Claudio Aguilar ordenó el allanamiento de su casa en la Colonia Flor del Campo al sur de la capital (Comayagüela, Distrito Central) FUSINA lo tenía permanentemente  vigilado, la persecución se volvió permanente porque de manera continua se escuchaba que a Edwin se le pretendía capturar o se le  capturaba,  lo que obligó al Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en Honduras (COFADEH) a pedir medidas cautelares a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edwin había mantenido su participación en la motorizada del Partido Libertad y Refundación (LIBRE).

Llegada a “La Tolva”

Llegamos a la “La Tolva”, en un recorrido de oeste a este de la capital hacia la ciudad de Danlí. El penal se sitúa a la izquierda de la carretera hacia el oriente del país, a la derecha hay una un estacionamiento de tierra roja y una covacha de madera donde monta vigilancia la Policía Militar del Orden Público (PMOP). La delegación bajó del autobús, Graham y la señora Spring manifestaron que la esperanza es ver a Edwin y a su compañero Raúl, el método: tocar el portón hasta que el Director del centro penal les escuche y llame a Tegucigalpa donde los permisos ya están pero no hay quien los autorice.

Cruzan la carretera, llegan al portón de la cárcel -muy lujoso por cierto-.

Ese día más tarde…

Atrás del portón, tres policías montan vigilancia en la aduana carcelaria. De inmediato les preguntan: ¿qué es lo que desean? Graham -que es el que habla español- dice que estuvieron el día anterior y que el director del centro penal les manifestó que llevaran copias de los pasaportes, pasajes de avión y que así los dejaría ingresar pues el tiempo que permanecerán en el país es corto, también explica que los permisos están en el INP pero que no hubo quien los entregara.

Las instrucciones de los policías es que esperen mientras consultan a sus superiores al interior de la cárcel. Los minutos transcurren, el cielo se nubla, la lluvia espera para caer en cualquier momento, los guardias vuelven a pedirles pasaporte y las copias de los pasajes de avión, ellos creen que ese es el momento, que al fin van a entrar, que al fin van a ver a Edwin y Raúl. Antes que la lluvia caiga y golpeé sus esperanzas, antes de mojar la tierra roja del suelo, se abre el portón vehicular, aparece un vehículo, paila sencilla, en su interior va un hombre encapuchado, varias voces coinciden diciendo que es el subdirector del centro penal. Graham pregunta si es el subdirector, pide que se consulte con Tegucigalpa, insiste en su petición, la respuesta a secas en un ambiente previo a la lluvia: el director no está y es el único que puede autorizar la entrada.

Los policías constantemente les recuerdan que no se debe hacer tomas de video ni fotografías del lugar.

El cielo totalmente oscuro, por las colinas se puede observar la lluvia que avanza hacia “La Tolva” hacia Edwin y Raúl, y hacia ellos. Huele a tierra mojada.

El encapuchado regresa, -se confirma lo que decían cuando lo vieron- es el subdirector, de inmediato le comunica a la delegación que no puede hacer nada sin el permiso, no pueden entrar “tráigame el permiso y yo los paso” -les dice. Una abogada de los derechos humanos le recuerda -o le alfabetiza en-  artículos de la ley penitenciaria del país y le hace conocer que él la está violando, “no puedo sin la autorización, tengo gente más arriba,” repite el subdirector -aún encapuchado. Agrega que hay mandos más alto de autoridad que él, su retórica duró alrededor de 10 minutos. La lluvia comenzó a caer, buscamos refugió.

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El portón volvió a abrirse luego de un rato, el subdirector -siempre encapuchado- cedió a que ingresa la suegra de Edwin, la señora Janeth Spring, Karen su hija intentó ingresar con su madre, el subdirector siempre encapuchado fue tajante: “pues no ingresa ninguna.” Pero ella no habla español, dijo Janeth. ¿Y él habla inglés?, preguntó el encapuchado subdirector. La doctora Spring ya había entrado, unos pocos pasos al interior del centro penal, mientras que Karen había avanzado menos que Janeth y tuvo que retroceder, y quedar con su mirada dirigida al interior del penal. Graham pidió que al revisar a la señora Spring se le tratara con respeto porque ella no habla español.

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La lluvia cayó con furia acompañado de vientos igual de furiosos que golpeaban en el techo y paredes de “La tolva”, también nos recordó que éramos acompañantes refugiados en una choza donde monta vigilancia la Policía Militar. El grupo no se movió de la posta. Mientras Janeth estaba al interior de la cárcel, las cunetas cedieron, el caudal creció, la lluvia cayó por unos 40 minutos, poco a poco fue disminuyendo, el encapuchado subdirector de “La Tolva” volvió a salir del centro penal, tardaba entre 8 o 10 minutos en retornar, cuando regresó la fuerte lluvia había disminuido pero mojaba suavemente. Como la buena noticia que traía el encapuchado se les permitiría el ingreso a todos los que tenían pasaporte, 20 minutos les darían.

La lluvia continuó pero con menos intensidad.

La delegación tenía una reunión con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas a las 4:00 PM, el tiempo no alcanzaba para llegar, eran las tres de la tarde, salimos de la zona a buscar señal telefónica para que la abogada del COFADEH pudiera comunicarse a la oficina del Alto Comisionado. Caminamos 3 o 5 kilómetros hasta encontrar señal, por eso logramos deducir que ese viaje lo hacia el subdirector para comunicarse con sus superiores, no sabemos si ese viaje lo hacía encapuchado o se la quitaba para hablar y escuchar mejor las instrucciones.

La doctora Spring, al salir del centro penal manifestó que el estado de salud de Edwin era deplorable: «su color de piel es pálido, ha perdido peso por la falta de agua, comida y sol.,» dijo.

Solicita al gobierno de Honduras que lo libere y también a todos los presos políticos.

La tolva sin agua y sin sol, comprobamos que la falta de agua en el complejo carcelario -como se ha denunciado- es verdad, durante las tres horas que permanecimos frente a la cárcel, un viejo camión trasformado en cisterna ingresó dos veces a abastecer de agua.

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