DE VAMOS A ALIANZA PATRIÓTICA: ESPEJOS DE LA POLÍTICA

Augusto Cruz Asensio llegó al Congreso Nacional 2014-2018 por segunda vez, al ser electo por el Partido Demócrata Cristiano Hondureño (PDCH), dentro del que hacía ya varios años tenía un accionar y un criterio disidente. Tras el rechazo del Partido Liberal para ocupar la junta directiva, Asensio de pronto se vio en un terreno que jamás había pisado: de integrante de una de las bancadas más pequeñas e inodoras a ocupar una vicepresidencia en el Congreso Nacional de la República, que le otorgaba, además de un salario superior a la mayoría de los parlamentarios, una oportunidad como nunca antes en su vida de ser parte de las decisiones del país. Dado que la junta directiva, aunque dominada casi en su totalidad por el Partido Nacional, necesitaba dar la apariencia de inclusión y democracia, Asensio también se vio formando parte de varias comisiones especiales y ordinarias.

Años antes de su salto a los cargos de elección popular, Cruz Asensio era un hombre sencillo que pasaba la mayor parte de sus tardes en un centro comercial aledaño a la sede del Partido Demócrata Cristiano, sentado en una  mesa con otros señores y hablando de política mientras tomaba infinitos cafés. La gente lo saludaba con aprecio. Se tomaba el tiempo de conversar de actualidad y política con quien lo encontrara, muchas veces en protesta por las acciones de los gobiernos de turno, incluso en contra de las autoridades de su partido. La gente lo consideraba honesto, humilde y transparente, y llegadas las elecciones del 2009, en medio del tumulto del golpe de estado y del gobierno de facto, su partido y los que fueron a las urnas le dieron el voto de confianza para que integrara este nuevo y conflictivo gobierno. En los primeros días de diciembre, supo que se había ganado su curul.

Cruz Asensio emprendió su nueva labor con una avidez por la atención de las cámaras. Aunque su bancada era conformada por apenas cinco personas, entre ellos quien sería el candidato presidencial de su partido en las elecciones del 2013, pronto se convirtió en el diputado más mediático de su partido. A la luz de las cámaras, sus desacuerdos con la dirigencia del PDCH se alargaron como sombras, mientras sus participaciones sobre diferentes temas se iban haciendo más numerosas. En abril del 2013, hacia el final de su primer período constitucional como diputado, fue parte de otro gran escándalo mediático: se reportó en los medios que su nombre estaba en una lista de personajes públicos en peligro de muerte debido a un plan para asesinarlos. Un aparentemente nervioso Cruz Asensio brindó una conferencia de prensa a la entrada del hemiciclo, acompañado del entonces candidato presidencial por primera vez y presidente del congreso, Juan Orlando Hernández. Hernández manifestó que como presidente del legislativo haría todo lo posible por salvaguardar la vida y la integridad física del diputado demócrata-cristiano, quien agradeció la solidaridad Hernández con efusividad.

Augusto Cruz Asensio conversa con Mauricio Oliva, presidente del Congreso Nacional. Fotografía: Nincy Perdomo.
Augusto Cruz Asensio conversa con Mauricio Oliva, presidente del Congreso Nacional. Fotografía: Nincy Perdomo.

El segundo período constitucional de Cruz Asensio en el Congreso Nacional, rodeado de privilegios que cayeron sobre él inesperadamente -quizás-, fue diferente al que lo antecediera. El diputado entró de lleno al personaje de vicepresidente de un poder del estado. En medio de un parlamento que desde el principio se caracterizó por el transfuguismo de diputados de las bancadas más importantes de la oposición, él también se decidió a abandonar su partido. Por varios meses estuvo listado en el sitio web del Congreso Nacional como integrante de la «bancada independiente», la solución práctica que encontrarían los webmasters para aglutinar al grupo de diputados que habían renunciado a los partidos que los llevaron a sus curules. Pronto, sin embargo, Asensio fue tendiendo puentes con varios de sus compañeros diputados huérfanos de partido, y en 2016, él y sus compañeros Eduardo Coto (previamente de Libre), Audelia Rodríguez (previamente de Libre), Héctor Padilla (previamente de Libre), y Giselle Villanueva (previamente del PDCH), decidieron inscribir en el TSE el Partido VAMOS, un acrónimo algo forzado que representa la frase «VA Movimiento Solidario». Cruz Asensio, sintiéndose finalmente en su propia casa, hizo hincapié en que se tomara en serio su nuevo emprendimiento. Siendo vicepresidente del Congreso Nacional, logró que la junta directiva tomara en cuenta su nuevo partido y les pusieran su emblema en las rotulaciones del canal del Congreso Nacional (algo que él, de manera expresa, solicitó durante una sesión plenaria), y que le hicieran su apartado en el sitio web del parlamento. Las victorias le fueron ensanchando el pecho a él y a sus nuevos correligionarios, y pronto se les veía desfilar con pompa y circunstancia por el hemiciclo. Las entrevistas que brindaba el nuevo jefe de bancada eran concedidas en vivo o en los foros de mayor circulación. El ambiente era bueno.

Para 2018, con el trajín de las elecciones, Asensio decidió realizar otra jugada política: abstenerse de ser el candidato presidencial de su partido, y en cambio ocupar la primera casilla de su planilla de diputados, cruzando los dedos para que el cociente electoral lo llevara nuevamente a la curul. Tres de los diputados de su bancada hicieron lo mismo en sus departamentos. El discurso partidario era, por lo demás, bastante parecido al del PDCH: apoyo expreso al oficialismo, conservador en todos los asuntos sociales, con una alta dosis de lingo religioso. Al final de la partida, el cálculo fue errado: VAMOS no logró ningún cargo de elección popular en el país. Días más tarde, la MACCIH anunció que toda la bancada de VAMOS, a excepción de Giselle Villanueva, y el entonces diputado de Libre Eleázar Juárez, estaban siendo investigados por el caso «Red de Diputados», en el que la MACCIH afirmaba que los parlamentarios habían utilizado fondos que se les entregaron en calidad de subsidios para fines personales.

La semana anterior, el ex diputado Augusto Cruz Asensio compareció en un popular foro televisivo del país, para decir lo que había en su interior y lo que pensaba sobre su caso, que fue archivado por la Corte Suprema de Justicia ya que la jueza se amparó en una controversial reforma a la Ley General de Presupuesto que aprobó irregularmente el Congreso Nacional anterior en su última sesión -en la que no estuvieron presentes ni Asensio, ni Eduardo Coto, ni Audelia Rodríguez-. Cruz Asensio afirmó su inocencia. Manifestó que fue utilizado, que no sabía para qué. Quien fuera el altivo vicepresidente del parlamento hondureño rompió en llanto, contando el dolor que sentía al ser llamado corrupto por aquellos que, de haberlo conocido en aquel tiempo cuando todavía no llegaba al Congreso Nacional, probablemente se habrían sentado a tomar un café con él para hablar de política.

Augusto Cruz Asensio, ex diputado del Partido Demócrata Cristiano y fundador del partido Vamos, llora durante una comparecencia en un foro televisivo respecto al proceso de investigación que ha realizado la MACCIH en su contra. Fotograma: cortesía TVC.
Augusto Cruz Asensio, ex diputado del Partido Demócrata Cristiano y fundador del partido Vamos, llora durante una comparecencia en un foro televisivo respecto al proceso de investigación que ha realizado la MACCIH en su contra. Fotograma: cortesía TVC.

El caso de Augusto Cruz Asensio no es único. Son muchos los diputados que han llegado al Congreso Nacional producto de una coyuntura social que, una vez en la curul, no supieron interpretar. En las elecciones del 2013, por ejemplo, tanto Libertad y Refundación como el Partido Anticorrupción llevaron a sus bancadas diputados y diputadas que al llegar al hemiciclo tuvieron trayectorias invisibles, o que trataron de salvaguardar sus carreras políticas con el transfuguismo. Muchos de ellos intentaron reelegirse -como Cruz Asensio- y quedaron en la llanura. Tanto la bancada de Libertad y Refundación como la bancada del PAC se redujeron, en tanto que VAMOS desapareció del espectro político.

El caso más reciente del «golpe de suerte» circunstancial es el partido Alianza Patriótica Hondureña (APH), que preside el general en retiro Romeo Vásquez Velásquez, protagonista del golpe de estado del 2009. Por el hecho de llevar la palabra «Alianza» en su nombre, y dado que Libre y PINU decidieron separar sus planillas, muchos hondureños votaron en plancha por la Alianza Patriótica, creyendo que daban el voto a los diputados que seguían la línea de Salvador Nasralla y Manuel Zelaya. Al final, Alianza Patriótica logró una bancada de cuatro diputados, tres de ellos ubicados en la junta directiva, como lo estuviera Cruz Asensio el período constitucional anterior. Se les han otorgado privilegios que cayeron sobre ellos inesperadamente -quizás-, y son favorecidos antes que otros diputados a la hora de presentar proyectos de ley y de conformar comisiones especiales y ordinarias. Sin embargo, en los pocos meses que lleva esta legislatura instalada, se observan ya ciertos indicios. Sobresale en particular el caso de las reformas que presentó el diputado y jefe de bancada de Alianza Patriótica, el doctor Denis Castro Bobadilla, a la Ley de Privación de Dominio, que él, dado que era el proyectista, no sólo defendió en las sesiones plenarias, sino en medios de comunicación. Las reformas, presentadas justo después de iniciado el proceso de aseguramiento de bienes contra la ex primera dama Rosa Elena de Lobo, fueron aprobadas en el Congreso Nacional, pero semanas después el presidente Juan Orlando Hernández emitió un veto sobre las mismas, eximiendo a los diputados nacionalistas y a la figura presidencial del descrédito generalizado que suscitó el proyecto, puesto que la opinión pública lo interpretó como una salida legislativa para Rosa de Lobo.

No es posible afirmar con certeza que los diputados de Alianza Patriótica Hondureña estén siendo utilizados por las mismas personas que provocaron el llanto en televisión de Augusto Cruz Asensio. Sin embargo, es difícil no establecer paralelos y hacer proyecciones. Lo importante, no obstante, es ver. Como escribió Jorge Luis Borges, «Miro mi cara en el espejo para saber quién soy, para saber cómo me portaré dentro de unas horas (…).».

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