4 AÑOS MÁS DE LO MISMO

EGO1 febrero, 2018

Por Óscar Esquivel

Fotografía: Nincy Perdomo

Juan Orlando Hernández ha tomado posesión por segunda vez de la Presidencia de la República, esta vez de manera ilegal (la reelección es ilegal). Durante ceremonia de traspaso de gobierno, anunció que mandaría al Congreso Nacional una iniciativa de ley para regular la misma, que sea por única vez, «como en los Estados Unidos de Norteamérica», como les gusta mencionar. Eso la revestiría de la “legalidad requerida”. No dudamos que la misma será aprobada, evidenciando los pactos oscuros de la clase política tradicional a espaldas del pueblo, que es el encargado de poner los muertos cada vez que a un político barato se le ocurre.

Las elecciones recién pasadas han venido a formar una acción más de la cadena de crisis a las que está sometida la población hondureña. Desde el 2009 vienen insistiendo en sostener una institucionalidad que ya no existe. Está claro que la clase política nuestra no representa los intereses del pueblo; sin embargo, cada día mas evidencian su modus operandi y es ahí donde descansa nuestro optimismo, en que será el pueblo que más temprano que tarde tomará el poder.

Cuando le dieron golpe de estado a Manuel Zelaya, se firmó un acuerdo para calmar las aguas; se creó un movimiento social llamado resistencia y posteriormente un partido político llamado Libertad y Refundación, vendiendo la ilusión que se llegaría al poder a través de esa vía. En ese mismo período desapareció de las calles el movimiento social y se encarrilaron hacia el proceso electoral con Xiomara Castro a la cabeza, perdiendo las elecciones y alegando fraude en los posteriores cuatro años. Después se preparó al pueblo para otro proceso electoral, justificando los líderes de oposición que esta vez sí lograrían vencer a sus adversarios al llevar a Salvador Nasralla como candidato presidencial. Ya es de conocimiento de propios y extraños en qué quedó el asunto.

Ahora, después de por lo menos 40 muertos, anuncian un diálogo en el que la clase política vernácula se sentará y llegará a acuerdos. Y estaremos nuevamente en un proceso electoral. Manuel Zelaya, referente de la oposición política, sin ningún tipo de temor ha dicho, “Nos prepararemos para las nuevas elecciones, los venceremos en las urnas y también nos prepararemos para la toma del poder.” Lo que entenderíamos de esas palabras, salvo mejor criterio, como diría un amigo, es, «Sigamos aguantando 4 años más de la vida mejor.» Lo que también entenderíamos es que no debemos esperar ninguna solución real para los intereses del pueblo, por ese lado.

La pobreza seguirá en aumento, la delincuencia nos seguirá atacando, la falta de salud hará de las suyas en nuestros organismos y la falta de educación seguirá manteniendo empolvadas las neuronas de la población. Miles se irán sumando a la ya amplia lista de desempleados; las fronteras seguirán asistiendo a la triste partida de miles de compatriotas. La deuda externa aumentará mucho más. Sin embargo, la clase política asesina de Honduras nos anuncia que no nos preocupemos, que en el próximo proceso electoral está la solución a todos los males que atacan a nuestra población.

La solución a la mayoría de nuestros males vendrá de la misma población. Hay mayor conciencia, mayor empoderamiento, mayor conocimiento de cómo opera la banda delincuencial de la clase política. Ya el cuerpo llamado Honduras está más que muerto y produce malos olores. No obstante, no dudamos que de ese mismo cadáver saldrá el abono para la nueva Honduras. Nos negamos a soportar cuatro años más de lo mismo. Esta no es la Honduras que nos merecemos y mucho menos la Honduras de nuestros hijos. Nada esperemos de la clase política tradicional, solo el pueblo salva al pueblo.

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