LA TRAICIÓN DE NASRALLA Y LA POLÍTICA DEL IMPERIO

EGO23 diciembre, 2017

Por Tomás Andino Mencía

Las recientes declaraciones de Nasralla han causado mucha confusión y controversia, y no es para menos, tratándose del candidato presidencial de la Alianza. En su comparecencia oficial, dejó claras cinco cuestiones:

1) Que terminó su “contrato” como candidato de la Alianza y no seguirá asumiendo ese rol; lo cual significa que no pretenderá seguir reclamando su triunfo en las elecciones del pasado 26 de noviembre. Su “justificación” es tan pobre como su validez: que “no se pudo” porque el gobierno de los Estados Unidos reconoce a JOH y no a él como ganador. Esto es simplemente derrotismo mezclado con sumisión ante el imperio.

2) Que la Alianza también “queda disuelta”. Una pretensión liquidadora que no le corresponde, porque la Alianza es más que Nasralla, sino un acuerdo entre el Partido LIBRE y el PINU, además de los sectores desertores de los otros partidos, en especial del PAC y el PN.

3) Que la OEA ha acordado proponer una “nueva elección”, cuya propuesta en pocas semanas ese organismo definirá con una iniciativa formal en 2018.

4) Que solo sobre el tema del nuevo proceso electoral Nasralla se sentaría a dialogar con JOH; lo que indica que se reconoce al dictador como parte contendiente del próximo proceso electoral, en una nueva violacion a la Constitucion.

5) Que, “si el pueblo se lo pide”, él podría ser candidato de nuevo, pero ya no con esta Alianza; dejando abierta la posibilidad de integrar otra Alianza, inevitablemente con el Partido Liberal.

A pesar que muchos no quieren decirlo por su nombre, el giro dado por Nasralla con estas declaraciones solo puede calificarse de una vil TRAICIÓN a un pueblo que ha dado lo mejor de sí por llevarlo al podio presidencial. Lo deja colgado, vendido, en el mejor momento de la batalla, a costa de más de treinta compañeros y compañeras asesinados por defender su candidatura. Este cobarde así les paga.

LAS RAZONES DE SU INEFICACIA

Esto ocurre porque Nasralla fue cooptado por el gobierno gringo, o por un sector de éste, vinculado al Congreso norteamericano, para que rompa su vínculo político con el Partido LIBRE, específicamente con Mel Zelaya, porque el gobierno de Trump, con su tradicional primitivismo, no soporta la idea de un Nasralla influenciado por un supuesto representante del Socialismo del Siglo XXI. Esto confirmaría la denuncia que hizo Mel hace unos días en el sentido que el Departamento de Estado ha venido haciendo esfuerzos por dividir la Alianza de Oposición contra la Dictadura.

Sin embargo, la oferta de Almagro, que Nasralla se ha comprado con tanta ilusión, apenas tiene sustento en la realidad:

1) La hace un burócrata de la OEA que no tiene poder de decisión sobre ese tema; lo tendría la Asamblea General y solo en aplicación de la Carta Democrática, pero dicho organismo se reunirá una fecha aún no determinada de 2018, sin que exista garantía de que se realizara antes de que JOH tome posesión.

2) Aunque se reuniera a tiempo, se requerirían dos tercios de los votos para aprobarla (23 votos de los 34 países), cuando el gobierno de Estados Unidos, que se opondría, tiene control sobre 20 votos, por lo menos, como se demostró en la pasada 47ª Asamblea General de 2017; es decir, que tiene pocas posibilidades de ser aprobada.

3) La propuesta resulta políticamente inviable en el contexto de un Estado totalmente controlado por la dictadura, aunque fuera aprobada. Por ejemplo, no define en base a que mecanismo se obligaría al Tribunal Supremo Electoral de Honduras a retroceder en su decisión, ya formalizada en La Gaceta, de declarar ganador a JOH; no aclara quien gobernaría el país, sin que sea ninguna de las instituciones del Estado corrompidas y sumisas a JOH; ni tampoco aclara como se evitaría que, en el hipotético caso de que la oposición resultara vencedora, la Corte Suprema de (In)justicia y las mismas Fuerzas Armadas, no revertirían el resultado mediante un golpe técnico o militar.

4) En el caso de que pudiera realizarse, superando todo lo anterior, la propuesta de Almagro está diseñada para beneficiar a JOH, por lo siguiente:

a) Desconocería el triunfo de la Alianza de Oposición sobre JOH logrado el pasado 26 de noviembre;

b) El TSE tendría que elegirse en el actual Congreso Nacional, donde el PN tiene control;

c) Se iría con la misma Ley Electoral, pues el Partido Nacional se resistiría a reformarla en el Congreso, como lo hizo en el pasado;

d) Le daría una segunda oportunidad a JOH de postularse, a pesar de que sería una nueva violación a la Constitución; y,

e) Dividiría la oposición porque, al salir Nasralla de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, probablemente pase a hacer una alianza con el Partido Liberal (la cual contaría con el aval gringo), en cuyo caso LIBRE estaría obligado a postularse por aparte con su candidata o candidato, si quiere mantener su legalidad, con el resultado de que la oposición a JOH iría dividida en dos grandes bloques, dándole la oportunidad a JOH de imponerse.

En comparación con esa débil propuesta, la vía que lleva el Departamento de Estado gringo, que refleja la posición de Trump, parece tener más posibilidades de éxito pues se asienta en el reconocimiento del “triunfo” de JOH, formalmente certificado por una institucionalidad sumisa a éste.

Trump no cedería en este punto por dos razones: primero, porque así se mantendrá en el poder un gobierno servil y lacayo, y no lo sustituirá un gobierno de dudosa influencia de la centro-izquierda; y segundo, porque no necesita demostrar coherencia política, cuando se trate de enfrentar los casos de Venezuela y Cuba, pues hoy día aplica una política que no respeta los consensos regionales, sino la imposición unilateral de sus dictados, como ocurre en el caso de la declaratoria unilateral de Jerusalén como capital de Israel y las sanciones también unilaterales que impone a Venezuela y Corea. Es decir, no estamos ante un caso similar cuando el Estado de Honduras fue aislado por el golpe de Estado de 2009; el contexto es muy diferente.

DOS VÍAS PARA LOS MISMOS OBJETIVOS: FAVORECER A JOH Y DESACTIVAR LA INSURRECCIÓN POPULAR

Pero la divergencia entre Trump y la OEA es solo una apariencia, o en todo caso, una diferencia secundaria de enfoque. En realidad, tanto la política de la OEA y de un fuerte sector del Congreso norteamericano, como la del Departamento de Estado, tienen en el fondo una pretensión principal, que es desmontar la enorme movilización popular que se desató desde el 28 de noviembre, la cual, con el método de las tomas de carreteras, está asfixiando la economía capitalista en Honduras.

De hecho, cada vez que la movilización popular amenaza la estabilidad política y económica de un país de la órbita de Washington, aparece la OEA con planes y pactos ilusos que buscan conducir dichos procesos a su derrota o desviarlos hacia procesos electorales donde remantan con fraudes o candidatos decepcionantes, como ocurrió en julio y septiembre de 2009 y en mayo de 2011, en la época de la Resistencia al golpe de Estado. El imperio teje fino sin duda alguna.

LA UNICA VÍA PARA SACAR AL DICTADOR

Frente a ese escenario, la única vía por la cual podrá ser derrotada y expulsada la dictadura es relanzar y fortalecer la movilización popular que inició en noviembre de este año, como nunca se había dado en la historia reciente. Es cierto, en este momento la ola insurreccional atraviesa un momento de confusión, por diversas razones, pero ha quedado demostrado que la asfixia de la economía capitalista es el único mecanismo de protesta que surte efecto. Con apenas unos días de paro nacional, mediante tomas de carreteras, el COHEP y la CICC aúllan descontroladas, y la economía capitalista convulsiona. Eso demuestra que el Paro Nacional insurreccional da en el clavo para lograr el objetivo de sacar a JOH.

Por supuesto, la movilización debe mejorar en profundidad, amplitud, duración y organización. Pero ese es objeto de otro trabajo. Baste lo dicho para demostrar que la solución de sacar a JOH, es impedir que tome posesión mediante la reactivación de la insurrección popular en enero del próximo año.

Pero los preparativos deben ser hechos de la manera más democrática y participativa posible, desde ahora. Para eso es necesario un Encuentro Nacional de Luchadores (as) a efectuarse este año, a fin de sacar las lecciones del movimiento y diseñar una estrategia de lucha que conduzca a tal fin.

La salida de la dictadura no se logrará confiando en sus aliados imperialistas, sino en la organización y movilización del Pueblo mismo.

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