«MI HERMANO ERA UN VARÓN QUE NO SE METÍA CON NADIE» HERMANA DE JOVEN ASESINADO DURANTE LA CRISIS

EGO23 diciembre, 2017

Por Raúl Oquelí y Nincy Perdomo

Encontramos a Sheila, hermana de Erick Javier Montoya Cruz, frente a un mercadito, en la entrada principal de la Residencial Francisco Morazán, ubicada en las afueras del Distrito Central. Nos saludó afectuosamente, a pesar de nunca habernos visto antes. «Vengan por aquí,» nos dijo, y nos guió a través de un callejón por el que bajaban unas gradas.  «Todavía hay sangre de él aquí,» nos contó, mientras señala unas manchas en el concreto. Seguimos caminando con Sheila hasta llegar a un pequeño rancho frente al río, donde varios niños jugaban con pollos y cachorros. La madre de Erick, María Victorina Cruz, salió a recibirnos, junto a otra hermana de Erick y una sobrina. Nos permitieron entrar a su casa. Fotos de Erick y de su sobrina, fallecida hacía un mes, llenaban las paredes de adobe.

La primera en platicarnos fue doña María. Se sentó bajo el retrato de su hijo y nos habló de cómo era el único hijo varón que tuvo de cuatro vástagos que engendró. «Él era el que me ayudaba,» nos cuenta, «porque trabajaba y estudiaba.» Para su familia, Erick era un joven brillante y con deseos de superación, el ángel de su casa. A sus 7 años, Erick logró una beca por su condición económica por parte de la Asociación Cooperación y Esfuerzo (ACOES), institución que dirige Patricio La Rosa. «Por su modo y su inteligencia llegó a ser bien querido por todo el mundo. Se hizo querer de unas personas españolas, incluso se bautizó y un español fue el padrino de él, era él que le estaba ayudando con la universidad,» nos contó doña María. Era un estudiante brillante que cursaba el último año de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, que estuvo a punto de culminar a sus 28 años hasta que infortunadamente le arrebataron la vida. Al recordar cuando recibió la noticia de la muerte de su hijo, el rostro de doña María cambió, y mientras se enjugaba una lágrima dijo, «Es lo más duro que puede haber.»

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Sheila Cruz llora al recordar a su hermano. Al fondo, la fotografía de Erick Javier en vida. Fotograma: Nincy Perdomo.

Luego hablamos con Sheila en el amplio patio. Sentada en su silla, comenzó a recordar la infancia vivida con su hermano. «Era extrovertido, juguetón,» dijo con una sonrisa. «Desde pequeño a él no le gustaban los problemas.» Sheila nos habló de Erick, demostrando la admiración que su familia sentía por él por sus logros académicos y su forma de ser. Le pedimos que nos compartiera una anécdota de su infancia, y al comenzar a recordar su sonrisa tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas. «Es muy duro esto, la verdad,» nos dijo, mientras se cubría el rostro con las manos. Luego nos relató cómo ocurrió el asesinato de su hermano.

El 3 de diciembre, en medio de un toque de queda donde fueron suspendidas las garantías constitucionales de 6 de la tarde a 6 de la mañana, fue asesinado el joven Erick Javier Montoya Cruz en la Residencial Francisco Morazán. El hecho ocurrió en horas de la noche. Se celebraba un cacerolazo por parte de los miembros de la Alianza de Oposición en contra del triunfo sorpresivo del actual presidente en las pasadas elecciones. Mientras ocurría el cacerolazo, que en la mayoría de las colonias del Distrito Central estaban llenos de algarabía y los vecinos salían a protestar en las calles aledañas pese a la prohibición de la libre circulación, Erick se dirigía a la pulpería sin imaginar que se encontraría con la muerte. Dos balazos por parte de la Policía Militar, según cuentan sus familiares, impactaron en su cuerpo y minutos después se ahogaría en su propia sangre.

«Nosotros como familia clamamos y pedimos justicia, justicia terrenal,» nos contó Sheila. «Dios hace su justicia pero nosotros exigimos justicia terrenal, porque mi hermano era un varón que no se metía con nadie. Vinieron, no sé por qué, a creerse dueños de la vida de los demás.»

Cruz de madera con el nombre de Erick Montoya Cruz. Fotograma: Nincy Perdomo.
Cruz de madera con el nombre de Erick Montoya Cruz. Fotograma: Nincy Perdomo.

Doña María nos lleva a la parte de atrás de su casa, donde guardan una sencilla cruz de madera con el nombre completo de Erick, el año de su nacimiento y el año de su muerte. La cruz fue utilizada en una posterior marcha de seguidores de la Alianza de Oposición, en homenaje a su muerte. La familia de Erick recuperó la cruz y la tienen en su patio, como un recordatorio más de ese hijo y hermano que admiraron y amaron tanto y que hoy no está más con ellos.

La familia de Erick Javier clama por justicia. Honduras es uno de los países con los más altos índices de impunidad en la región y a esto se suman las más de treinta muertes que ha cosechado la crisis desencadenada tras las elecciones celebradas el pasado mes de noviembre. Y es que si la justicia existe, debe de ser para todos; nadie puede quedar excluido.

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