REFLEXIONES SOBRE EL MOVIMIENTO POPULAR EN TIEMPOS DE LA LUCHA ANTI-JOH

EGO14 diciembre, 2017

Por: Tomas Andino Mencía

11 de diciembre 2017


En los últimos años, y en particular, durante el actual movimiento Anti-JOH se ha hecho historia en Honduras.

A diferencia de otros momentos, y esto incluye a la Resistencia popular del 2009, este movimiento ha tenido por lo menos seis características que lo hacen muy diferente a otros movimientos en la historia reciente.

1. Un multitudinario consenso anti gubernamental.

Pocas veces en la historia un gobernante ha concitado un rechazo tan masivo como el que el pueblo expresa hoy día contra JOH. Cuando se dio el Golpe de Estado en 2009, la Resistencia también fue un movimiento masivo, principalmente en las clases populares desposeídas, pero no logro unificar a la oposición en un solo frente. Un sector popular beneficiado por las reformas de Manuel Zelaya se aglutino en la Resistencia popular y electoralmente se canalizo a través de LIBRE; un amplio sector de clase media se aglutino alrededor del PAC, liderado en ese entonces por Salvador Nasralla, y el cachurequismo conservo su voto duro en las elecciones de 2013.

Hoy día, la gestión autoritaria, arbitraria, vende patria, antidemocrática y represiva de JOH, ha tenido la virtud de polarizar al extremo el espectro político en dos grandes campos: con el dictador o en su contra. Esa polarización unifico a todos esos sectores sociales en un solo movimiento nacional pro democrático en las urnas y en la calle. En el plano electoral, esta unidad se aprecia en la convergencia del electorado del PAC y del PINU con el de LIBRE en la Alianza de Oposición, y en la abstención o en el voto de castigo de gran parte del electorado nacionalista.

Tan masivo fue que, en las urnas, derroto al candidato oficialista con todo y fraude; y en las calles, la confluencia de ambos sectores se percibe en las multitudinarias movilizaciones realizadas el 3 y 10 de diciembre recién pasados. Hay que decir, sin embargo, que estos logros fueron hechos, no gracias, sino a pesar de la cúpula de la Alianza opositora que siempre se mostró timorata, complaciente e incoherente ante JOH.

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2. Un movimiento auto convocado, sin caudillos.

La otra característica es el hecho de que este movimiento se activó solo, sin necesidad de esperar pautas para la lucha de un caudillo, como sí ocurrió en la época del Golpe de Estado de 2009. El Paro Nacional del 29 y 30 de noviembre y, después, el que recién acaba de ocurrir hoy, 11 de diciembre, los hizo el Pueblo por sí mismo, sin esperar de brazos cruzados las instrucciones de algún caudillo nacional, sino tomando el destino en sus manos. Mientras sus dirigentes políticos contaban votos o hacían cábalas procurando “entrar” en las listas fraudulentas del TSE, el pueblo protagonizo una hermosa insurrección barrial y aldeana, sin dirección alguna, a excepción de los liderazgos locales que tomaron la iniciativa.

Alguien puede decir que eso es necesariamente un defecto, pero depende del ángulo que se vea. Es un defecto en el corto plazo, porque la ausencia de un liderazgo nacional impide coordinar mejor las acciones operativas, lo cual fue notorio en la última movilización nacional del 10 de diciembre; pero al largo plazo fortalece el empoderamiento del pueblo de su movimiento y hace que este gane confianza en sí mismo, en sus fuerzas y capacidades. Además, la realidad demostró que la dirigencia de la Alianza no tenía una estrategia de calle y el Pueblo mismo tuvo que construirla para salir adelante.

Ahora bien, la solución al problema de la conducción, no está en volver al caudillismo, es decir, a un liderazgo “desde arriba”, sino en construir un nuevo liderazgo “desde abajo”, poniendo al frente de la lucha a los mejores hombres y mujeres, probados en la lucha popular que se está desarrollando y no en aquellos(as) que se ausentaron o se escondieron en las refriegas.

Ese liderazgo es el que ha surgido en cada toma de barrio, aldea o carretera, y se construye en asambleas populares improvisadas, que informan sobre el movimiento y en el que se perfilan los dirigentes del futuro. Por eso, puede considerarse que la organización que se genera alrededor de las tomas, es el embrión de un Poder Popular espontáneo.

Ese Poder se potenciaría si estas estructuras locales se unificaran a nivel municipal y luego nacional, pues si no lo hace, el vacío de una coordinación creara condiciones para el retorno del caudillismo, que finalmente terminara castrando el ánimo combativo del Pueblo.

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3. Hay un cambio en los sujetos sociales que marcan el movimiento

Otra característica es que los sujetos sociales tradicionales que solían liderar los movimientos sociales en década anteriores, hoy han brillado por su ausencia. En los años 70s, 80s, y 90s, la clase trabajadora organizada en sindicatos y en gremios magisteriales, y el campesinado organizado en ligas o grupos campesinos, eran las clases dirigentes que daban un orden y sentido a las luchas populares. Pero desde la Resistencia popular, los sindicatos y organizaciones tradicionales, prácticamente han desaparecido de la escena; el mejor ejemplo de eso fue la desarticulación del otrora poderoso movimiento magisterial. Estos actores han sido sustituidos por sectores populares menos estructurados, como los cuenta propistas, trabajadores de micro empresas, desempleados, estudiantes, profesionales, feministas, amas de casa, etc.

Peor aún, mientras en el pasado reciente los sindicatos o gremios de empleados públicos jugaban un rol progresivo, hoy día son cascarones que sirven de refugio de burócratas acomodados al régimen y a los empresarios, incluso jugando roles muy conservadores (como las asociaciones de empleados públicos y las centrales obreras que apoyan a JOH).

Este cambio tiene que ver con el rol reaccionario que ha jugado una cúpula sindical adaptada y corrupta, pero también con profundas transformaciones que ha sufrido el modo de producción capitalista y la sociedad en las últimas décadas.

El neoliberalismo practicado en los 90s e inicios de este siglo, destruyo las fuentes de trabajo de la clase trabajadora, estatal, agrícola e industrial, que sustentaban los sindicatos, y creo nuevas concentraciones obreras, aún mayores, pero totalmente desregularizadas, es decir, privadas por completo de las conquistas históricas de la gran huelga de 1954. Por eso, los nuevos destacamentos proletarios no pueden expresarse aun como clase organizada.

No se trata de negar la fuerza que yace contenida en esas enormes concentraciones obreras que son las maquilas, o en el nuevo campesinado explotado por las industrias agro extractivas, sino en reconocer que el mundo del movimiento popular ha tenido en poco tiempo cambios estructurales muy profundos, que requieren de su estudio para delinear las mejores estrategias de lucha, a fin de incorporar a ese gigante dormido que es la nueva clase obrera industrial, extractiva y agrícola.

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4. Hay un cambio generacional y un enriquecimiento de género en la vanguardia del movimiento popular.

Este es precisamente uno de los cambios más visibles del movimiento: su relevo generacional y el mayor protagonismo de las mujeres en el movimiento.

El peso de la actual insurrección popular lo cargan los y las jóvenes estudiantes y de los barrios populares en las ciudades y en el campo. Es la generación que vivió el Golpe de Estado de 2009, siendo muy jóvenes, y luego el movimiento indignado y el resurgimiento del movimiento estudiantil secundario y universitario. Este es el soporte principal del movimiento; lo que a su vez significa su esperanza, ya que la energía, creatividad, lucidez, versatilidad, agilidad y radicalismo, es el aporte distintivo que hacen los y las jóvenes a la actual lucha popular.

Lo mismo aplica para el rol que juega el liderazgo femenino en las actuales luchas. Ya no se limita a funciones secundarias o complementarias sino que apuestan en la práctica también a roles dirigentes, que rompen con el tradicional monopolio de los hombres en las luchas populares.

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5. Mayor radicalidad de los métodos de lucha.

Este movimiento no se ha conformado con hacer manifestaciones “pacificas” indefensas como ocurrió en la Resistencia popular de los años 2009-2011, sino que lucha con métodos mucho más confrontativos contra los aparatos represivos del Estado, como son las tomas de carreteras, barrios y aldeas, y su defensa. La “TOMA” es el método distintivo del movimiento, el cual requiere de una compleja organización si ha de sostenerse por un buen tiempo. A falta de sindicatos que paralicen las empresas capitalistas, las tomas asfixian la economía pues corta la circulación de insumos, mano de obra y mercancías. Esto es lo que se ha dado en llamar el «Paro Nacional».

Por ese motivo los métodos represivos del régimen también se han radicalizado. SI antes la política reprimía solo con gases lacrimógenos y toletes, hoy día reprime con balas. Para eso JOH organizo la Policía Militar del Orden Publico, un cuerpo represivo a la altura de las luchas actuales.

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6. Debilitamiento y fisuras en los aparatos represivos del Estado

La masividad y radicalización de las masas populares, y también el escalamiento de la confrontación entre las clases sociales, ha impactado en las viejas estructuras represivas del Estado. La Policía Nacional Preventiva, incluido el Escuadro Cobras, y ciertos círculos del ejército, han sido estremecidos, para usar la expresión de Carlos Lanza, por este «terremoto social y político» que es el movimiento anti-JOH. La policía nacional nunca había cargado tanto sacrificio en realizar su trabajo represivo, como en los tiempos de la Resistencia Popular y de este movimiento popular; y nunca se había sentido más identificado con este, como en el presente, debido a que el régimen creo una contradicción social con la creación de la Policía Militar, a la que prodigo muchas mejores salarios, prebendas y tratos laborales, típicos de un cuerpo de élite, convirtiendo a la vieja policía en un cuerpo en vías de extinción.

Esto sienta las bases para una fuerte contradicción entre ambos cuerpos armados, y al interior de las Fuerzas Armadas, debido a la inconformidad existente. La reciente rebelión policial solo fue el primer estallido de esta contradicción, y prometen haber más.

Si bien por ahora los policías reprimen cumpliendo órdenes, también es cierto que el gobierno tratara de forzar su participación en actos represivos aún más crueles, que seguramente despertaran de nuevo la chispa de la rebelión.

En conclusión, vivimos tiempos inéditos que requieren de los luchadores y estudiosos de una buena dosis de apertura y abandono de esquemas y dogmas, para estar en condiciones de responder de la mejor manera a los retos de la actual coyuntura y conducirlas por la senda de la Revolución que el país necesita.

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