Los expulsados de su tierra llamados “tepesianos”

EGO1 noviembre, 2017

Por Óscar Esquivel

El próximo 6 de noviembre el Presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, estaría anunciando el sí o el no a la extensión del TPS, permiso para que continúen en ese país 56,700 compatriotas de manera legal.

El programa al que fueron acogidos el 5 de enero de 1999 recibe el nombre de “Estatus de Protección Temporal” conocido por sus siglas en ingles “TPS”. Nuestros connacionales fueron auxiliados al programa a raíz del desastre natural – Huracán Mitch- ocurrido en Honduras, en octubre de 1998. El programa también incluye a 200,000 salvadoreños, haitianos y nicaragüenses, aunque en menor cantidad. Así como a ciudadanos africanos.

Son aproximadamente 300,000  centroamericanos y caribeños refugiados en Estados Unidos bajo esa figura legal. El 77 % de salvadoreños y hondureños apegados al “TPS” envían a sus países de origen el 9% de sus salarios.

El “Estatus de Protección Temporal” ha sido renovado 14 veces desde 1999,  cada 18 meses y pagando cada ciudadano una cantidad bastante significativa: 465 dólares, equivalente a 7 días de trabajo de 10 a 12 horas diarias.

19 años estarán cumpliendo el  5 de enero de 2018 nuestros paisanos de permanecer legalmente.

Nuestros “tepesianos” del istmo están radicados en California (55,000); Texas y Florida (44,800 en cada lugar); New York (26,000); Virginia (23,500); Maryland (22,500), entre otros Estados.

Los refugiados nuestros a lo largo de estos años han formado sus hogares, siendo padres y madres de aproximadamente 273,200 ciudadanos estadounidense.

La decisión de extender el permiso a nuestros desterrados pasa por una decisión política y económica para el gobierno de los Estados Unidos de Norte América, país que fue construido desde sus orígenes por inmigrantes. En caso de expulsión, la economía de su país se vería afectada. Algunos estudios revelan que sustituir esa mano de obra representaría un gasto de 96 millones de dólares. Perderían 164,000 millones de dólares en el Producto Interno Bruto (PIB) en los próximos 10 años. Sus aportes al seguro social y al medicare representan  6,900 millones de dólares.

Por el lado de la economía hondureña, los efectos de una expulsión resultarían catastróficos, empezando porque ya no se recibirían las remesas, que representan una fuerte cantidad en nuestro producto interno bruto y sumándose  a las enormes cantidades de desempleo del país. El resultado natural de esto es naturalmente más pobreza.

La falta de oportunidades por la que nuestros compatriotas tuvieron que emigrar aún no ha sido resuelta y no se vislumbra una salida en los próximos años. La falta de oportunidades y la inseguridad son el pan nuestro de cada día en esta honduras.

A los “tepesianos”, refugiados legales en la nación del norte, hay que sumarle los ilegales que se encuentran en aquel país. Tragedia humana de enormes proporciones la nuestra, comparable con los países del medio oriente, aunque la nuestra con  menos ruido.

Silencio beneficioso para la élite económica y política que nos somete.

¿Qué han hecho nuestros gobiernos para que nuestros compatriotas regresen a su hogares o que no sigan emigrando?

¡Nada! Y a lo mejor nunca se ha cruzado por la mente  hacerse esa pregunta. Solo ven números donde deberían de ver seres humanos; compatriotas; padres y madres que abandonan a sus hijos por darles un mejor porvenir.

Hijos abandonando a sus padres.

Nuestra riqueza humana sirviendo a una nación extranjera.

Confiamos en que el “Estatus de Protección Temporal” será ampliado a los mal llamados “tepesianos”. Y no porque a la clase gobernante de ambos países les interesen como seres humanos, sino porque son cifras importantes que conviene al sistema económico y político imperante.

Esperemos y hagamos lo propio para que algún día, más temprano que tarde, sea incluido en la agenda de gobierno el tema de los migrantes, y no como acto demagógico, sino como solución a esta problemática de proporciones apocalípticas. Además, para que deje de ser un instrumento de sometimiento a nuestros pueblos.

¡Confiamos en que algún día nuestro país podrá darles la bienvenida a nuestros compatriotas en condiciones de dignidad!

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