La feminista Carol Hanisch publicó en los años sesenta la frase lapidaria «lo personal es político» y sin querer contradecir el espíritu de la tesis feminista, que definitivamente compartimos, es importante recordar que en política y más específicamente en este proceso electoral que estamos comenzando, nada es personal.
Con el banderillazo inicial que autoriza la campaña electoral iniciarán las acusaciones, denuncias, trapos sucios de uno y otro lado de la papeleta. Ya lo hemos venido viendo desde el inicio de año, pero ahora será aún más. El secreto, amigo, amiga, está en no ofenderse. Los candidatos y sus bases militante deben ser capaces de ver que cada declaración, acción y reacción del contrincante y su base militante (igualmente convencida de la victoria) es el resultado del calor de la contienda. Todos quieren ganar y han invertido grandes esfuerzo en ello. Pero al final del día, todos debemos convivir en paz.
Recordemos que, de forma general, la mayoría de las personas hacemos lo que hacemos, decimos lo que decimos, desde nuestro propio conjunto de temores, conclusiones, defensas e intentos de sobrevivir. Así, lo que se diga o se deje de decir, la mayor parte de las veces, incluso cuando nos apunta directamente, no tiene nada que ver con nosotros.
La gran mayoría de los candidatos que vemos en la planilla perderán. Es duro admitirlo, pero simplemente no hay cama para tanta gente y serán pocos los que logren hacerse un espacio en el poder (municipal, legislativo o ejecutivo). Usted, si es candidato o candidata, lo más seguro es que pierda la contienda. Es más fácil que se gane la chica a ganarse la diputación, si de suerte hablamos. Pero eso no debe hacerlo sentir mal, sin querer caer en la vieja frase de «mal de muchos consuelo de tontos», debe recordar que no fue culpa suya. Nuevamente, no es nada personal.
Al final, y esta es la verdad más dulce de toda la campaña, todos los candidatos y candidatas deberán volver a la vida normal, sin giras, sin reflectores, sin todas esas llamadas y mensajes pidiéndole cualquier cosa. A partir del 27 de noviembre usted deberá lidiar con el tráfico, con la fila en el banco y en la caja del supermercado, con la lluvia y el sol que todos los demás mortales compartimos en estas prodigas tierras que nos vio nacer.
¿Y si gana?
Siéntase afortunado porque el voto popular (o la estructura del partido) le favoreció con el voto que le llevó al puesto que tanto peleó. Le recordamos sí que a partir de ese momento tendrá otro tipo de atención, esperamos más aguda, más crítica, porque ahora será un funcionario público y desde los medios, y desde la ciudadanía toda tenemos el deber de escudriñar cada una de sus acciones presentes y pasadas. Lo personal es político. Pero otra vez, en política, nada es personal.
