¿Legalizar la prostitución?, un reto para el Estado hondureño

EGO8 julio, 2017

La nueva petición de un sector de las sexoservidoras de Tegucigalpa de legalizar la prostitución ha tenido como respuesta, a diferencia de otras veces, la anuencia de parte de los Diputados del Congreso Nacional para discutir el tema.

El asunto, dicen los expertos, es más que solo una cuestión de legalidad laboral: es un asunto de salubridad pública. Según se ha informado, sólo unas 900 de las más de 5000 mujeres que ejercen la prostitución reciben atención médica o son evaluadas.

El número exacto de ellas es difícil de saber, pues la prostitución es uno de los más grandes medios de explotación laboral en Honduras, y alrededor de ella existen diversas redes de crimen organizado.

La sexoservidora Catalina, que ofrece sus servicios en una de las calles aledañas al parque central de Tegucigalpa, le revela a El Pulso si no asisten regularmente a las consultas médicas o a chequeos de rutina es porque en muchos de los centros las ven como «animales« y creen que todas están contaminadas de sida y otras enfermedades. «Como si fuéramos monstruos», dice.

La Red de Trabajadoras Sexuales de Honduras (RETRASEX) se oficializó en 2013, y es parte de la red internacional de trabajadoras sexuales compuestas, hasta ahora, por unos 14 países. En Honduras, la red ha capacitado a más de 1300 policías y militares en conocimientos básico de los derechos de las trabajadoras sexuales.

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«La policía en vez de cuidarnos más bien nos jode, porque hay muchos de esos que creen que porque tienen uniforme y pistola pueden hacer con uno lo que se les dé la gana. Quieren que uno los atienda de gratis, y si no le roban el pisto y la golpean. Y como aquí nadie lo defiende a uno a ellos no les pasa nada», sigue diciendo Catalina.

Es flagelo sexual en Honduras ha sido práctica común desde el pasado. Desde la década de 1940, la obra del novelista hondureño Ramón Amaya Amador, Jacinta Peralta, ya nos cuenta todo lo que encierran las redes de trata en la región centroamericana.

En la actualidad la prostitución ya no es solo un medio de vida de la “mujeres de la vida alegre” o “mundanas” como se creyó —quizá erróneamente— desde siempre. La prostitución, en un país sin mayores oportunidades de trabajo y progreso, es un medio de vida. La prostitución como modo de vida es cada vez más común en Honduras.

Pero el mayor problema que presenta la prostitución en el país no parece ser la prostitución ejercida desde las calles o en los centros periféricos; es la trata de personas (niñas, niños, adolescentes, mujeres) y las nuevas modalidades de operación que muchos de los centros de placer sexual utilizan hoy día. Por ejemplo, muchos de los centros de masajes que las autoridades han intervenido y presentado como centros de trata y prostitución.

Las acciones que el Estado debe realizar deben estar enfocadas en el no tráfico de personas, prostitución infantil y juvenil, salubridad de los prostíbulos y las sexoservidoras, entre otros.

El Informe Anual sobre la Trata de Personas estipula que «Honduras es principalmente un país de origen y de tránsito para hombres, mujeres y niños víctimas de la trata con fines de explotación sexual y del trabajo forzoso; en mucha menor medida, es un lugar de destino para las mujeres y niñas de países vecinos sometidas a la trata con fines de explotación sexual. Las mujeres y los niños hondureños son víctimas de la trata con fines de explotación sexual en el país y en otros países de la región, en particular en México, Guatemala, El Salvador y los Estados Unidos».

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Las organizaciones no gubernamentales denuncian que la comunidad LGBT hondureña sigue siendo vulnerable a la trata con fines de explotación sexual. Los hombres, mujeres y niños hondureños que trabajan en la agricultura, la venta ambulante y el servicio doméstico en el país son vulnerables al trabajo forzoso. También son sometidos a trabajo forzoso en otros países, en particular en Guatemala, México y los Estados Unidos.

Las organizaciones no gubernamentales han denunciado que pandillas y organizaciones delictivas someten a niñas a la trata con fines de explotación sexual, y coaccionan y amenazan a hombres jóvenes en las zonas urbanas para que transporten drogas, participen en actos de extorsión o trabajen de sicarios.

«Honduras es un lugar destino para turistas de Canadá y los Estados Unidos involucrados en la explotación sexual de menores. Los inmigrantes latinoamericanos pasan por Honduras de camino hacia el norte de América Central y América del Norte; algunos de ellos son sometidos posteriormente a la trata con fines de explotación sexual y al trabajo forzoso».

La ley hondureña contra la trata, promulgada en abril de 2012, prohíbe toda forma de trata y establece penas de 10 a 15 años de prisión, lo suficientemente severas y proporcionales a las prescritas para otros delitos graves, como la violación. Sin embargo, esta ley también combina la trata de personas con otros delitos, como la adopción ilegal, y establece el uso de la fuerza, el engaño o la intimidación como factores agravantes únicamente en oposición a los elementos esenciales del delito según las normas internacionales.

«Muchos tratantes de personas fueron enjuiciados conforme a leyes ajenas a la trata que prescriben penas menores, como las que prohíben el proxenetismo. Pero no hubo informes de que los agentes de las fuerzas del orden investigaran casos de menores que tal vez hubieran sido obligados por pandillas a realizar actividades ilícitas, tales como la trata de personas».

No sabemos si el Estado de Honduras legalizará o regulará las prácticas de prostitución en el país, pero sí sabemos que uno de los retos pendientes de los gobiernos, y que la legalización —bien hecha— podría mejorar las condiciones de vida de los involucrados, mejorara la salubridad pública  y disminuir la trata ilegal de personas.

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